sábado, 3 de junio de 2017

Caltrans: otra herejía arqueológica en América


Recientemente, los medios de comunicación se hicieron eco del descubrimiento de un yacimiento arqueológico en Estados Unidos de insólita antigüedad, hasta el punto de causar cierto revuelo en la comunidad científica. El motivo de tal revuelo es que el hallazgo, si se llega a confirmar y consolidar, vendría a romper los límites cronológicos aceptados del actual paradigma, que –como ya he citado aquí en muchas ocasiones– sigue sin moverse de su horizonte Clovis o pre-Clovis, que no acepta presencia humana en el Nuevo Continente más allá de 25000 a. C. aproximadamente.

Recreación de un mastodonte americano
Se trata de un yacimiento bautizado como Cerutti Mastodon, situado al sur de California (EE UU), y datado hacia el final del Pleistoceno. Los investigadores estadounidenses que han llevado a cabo las excavaciones han identificado los restos óseos de un mastodonte (mamífero típico de la última edad glacial) que habría sido cazado y despiezado allí por humanos, tal como se puede colegir de las marcas de fractura y percusión en los propios huesos y de la presencia de algunos toscos artefactos de piedra. 

Y en su primera publicación[1], sabiendo que el hallazgo sin duda iba a traer cola, los arqueólogos ya han insistido en que los restos óseos están situados en estratos geológicos inalterados y que la datación radiométrica de éstos –mediante el método Torio-Uranio– arroja una antigüedad de unos 130.700 años. De estos datos deducen que algún tipo de Homo (no se atreven a decir sapiens) campaba por América en tan lejana época y que ello empuja a replantear totalmente la datación del poblamiento humano del continente.

Y como era de esperar, las primeras reacciones ante este hallazgo han ido desde el escepticismo hasta la negación, pasando por la “sorpresa”. Pero realmente esto no es nada nuevo, como bien saben los lectores de este blog, pues existen bastantes más casos de yacimientos americanos datados en fechas aparentemente imposibles que han sido negados, manipulados o marginados por el estamento académico. El más famoso de ellos es quizás el de Hueyatlaco –en México– en que se hallaron unos restos similares (huesos de megafauna e instrumentos líticos) y que se dataron hasta por seis métodos distintos dando una enorme antigüedad, que oscilaría entre los 250.000 y los 400.000 años, y además con una tipología de artefactos muy similar a la del Paleolítico Superior, la realizada en Europa por el hombre de Cro-Magnon[2].

Virginia Steen-McIntyre en Hueyatlaco (años 60)
Ahora bien, mientras se abre esta nueva polémica que ya veremos como acaba, otros restos todavía mucho más heréticos han pasado desapercibidos para la comunidad académica y ya no digamos para el público en general. Me estoy refiriendo al yacimiento de Caltrans, ubicado también en California, del cual no se habla ni mucho ni poco, pese a que fue localizado y excavado ya en los años 90 del siglo pasado. La geóloga Virginia Steen-McIntyre (cuya carrera fue destruida por el affaire Hueyatlaco) consiguió rescatar un informe científico de 1995 sobre este hallazgo y que fue redactado para el Departamento de Transporte de California (abreviado Caltrans, y de ahí la denominación del yacimiento). Lo que sigue a continuación es un breve resumen de los puntos esenciales de dicho documento.

Caltrans está situado junto a una gran vía de comunicación (la State Route 54) en el condado de San Diego y consiste en un yacimiento prehistórico de despiece de mastodontes, como los ejemplos que ya hemos citado. Así, los principales restos óseos hallados eran de un mastodonte americano (Mammut americanum) y no dejaban duda de que fueron huesos manipulados y desplazados por humanos, aparte del hallazgo de numerosos utensilios de piedra empleados en los trabajos de matanza. Como nota curiosa, se encontró un gran colmillo de mastodonte hincado verticalmente en un sedimento de arena fina, aparentemente puesto allí adrede como marcador del lugar.

Reconstrucción del yacimiento de Caltrans (EE UU)
Además se encontraron restos de otros mamíferos como conejos, camellos, lobos, musarañas, perezosos, roedores, ciervos y mamuts, una fauna típica del Pleistoceno en esa región del planeta, todo lo cual ya presagiaba una gran antigüedad para el yacimiento. Y en efecto, las dataciones radiométricas –obtenidas a partir de unas muestras de marfil y de suelos con carbonatos– ofrecieron unos resultados realmente radicales: ¡335.000 años de antigüedad!

Sin embargo, algo extraño sucedió con este informe, pues Charles Repenning, la persona que envió una copia de éste a Virginia Steen-McIntyre, escribió unas notas a mano en el documento sobre ciertas particularidades del propio informe. En primer lugar, en las conclusiones finales no se mencionaba ni una sola vez la presencia del mastodonte en el yacimiento; tan sólo se incidía en la importancia de los hallazgos, con 32 localizaciones de fósiles de vertebrados e invertebrados en el lugar, y tampoco se decía nada sobre los artefactos. En segundo lugar, Repenning observaba que hasta 60 páginas de los apéndices, que versaban sobre la gran diversidad de fósiles de mamíferos hallados, habían sido omitidas. Y finalmente, Repenning se refería a tres hechos que habían tenido lugar después de redactarse el informe: 

  • Él mismo había podido examinar los restos de un roedor, y pudo confirmar que se trataba de una especie extinta (Microtus californicus).
  • Las pruebas disponibles realizadas con Carbono-14 dieron resultado infinito, es decir, que las muestras no se podían medir con este método por que eran demasiado antiguas. (Recordemos que el C-14 no puede medir más allá de unos 50.000 años aproximadamente porque las trazas de carbono medibles son ya prácticamente inexistentes.)
  • Se pudo comprobar que los fragmentos de rocas hallados in situ (usados para elaborar las herramientas de despiece) habían sido rejuntados para rehacer las rocas, que fueron llevadas allí intencionadamente con ese propósito.

En resumen, tenemos la siguiente situación: Aparece fauna del Pleistoceno en un lugar; no pasa nada. Aparecen artefactos (hechos por humanos, lógicamente) en otro lugar; tampoco pasa nada. Pero... como ocurre en los otros yacimientos malditos de América, aquí se da la innegable conjunción de ambos elementos en una misma época, sin que haya pruebas de una contaminación o alteración de los estratos. Por lo tanto, en Caltrans tendríamos otra prueba más de presencia humana contemporánea de una fauna muy antigua (del Pleistoceno) y con unas dataciones que apenas dejan lugar a dudas. El C-14 simplemente falló porque los restos óseos ya estaban mineralizados de tal forma que no tenían ningún rastro de carbono para medir, lo mismo que ocurrió en Hueyatlaco, aunque allí se recurrió al subterfugio de tomar una datación con C-14 de un yacimiento cercano –la barranca Caulapán– para “modernizar” adecuadamente todo el conjunto arqueológico de Valsequillo[3]. De hecho, a día de hoy, las heréticas dataciones de los huesos fosilizados de Valsequillo siguen sin ser aceptadas por una serie de excusas metodológicas y técnicas, pero en realidad por la inconfesable razón de que están asociadas a herramientas realizadas por el hombre. Tan simple como eso.

Recreación de un Homo erectus
Y la cosa tiene no poca importancia, puesto que estaríamos hablando no sólo de que América estaba poblada por seres humanos en unas fechas antiquísimas, sino también de trastocar los esquemas evolutivos más instalados, pues se supone que el Homo sapiens no apareció sobre el planeta antes de hace unos 200.000 años, en sus formas más arcaicas y sólo en África. Esto violentaría el nacimiento del sapiens y su progresiva difusión por los cinco continentes, a menos que pongamos en su lugar al Homo erectus, al Homo neanderthalensis o bien a otro homínido no identificado en América por esas fechas. Lamentablemente, en los yacimientos con estos restos tan anómalos no se han encontrado huesos humanos que nos puedan dar alguna pista sobre qué Homo elaboró los utensilios líticos, aunque si sólo fuera por fechas, los defensores de la ortodoxia apelarían posiblemente al Homo erectus (al que sin embargo se da por extinguido hace unos 300.000 años, con lo cual el caso de Caltrans estaría en el límite de lo aceptable).

En fin, no dispongo de más datos sobre este informe de Caltrans y por qué fue maquillado y mutilado para no levantar ampollas pero no es difícil aventurar que, o bien los arqueólogos no se quisieron complicar la vida y se autocensuraron, o bien alguien en algún puesto administrativo o académico se tomó la molestia de elaborar una versión políticamente correcta. En cualquier caso, a la vista de las pruebas sobre el terreno, no había forma “científica” de encajar el yacimiento en los límites del horizonte Clovis y por consiguiente esta investigación pasó a mejor vida. En consecuencia, se corrió un tupido velo y la noticia fue completamente ignorada por los medios. Eso sí, las noticias arqueológicas y paleontológicas que confirman y reafirman el paradigma –aunque sean meras opiniones o hipótesis– son convenientemente aireadas y promovidas.

© Xavier Bartlett 2017

Fuente: Pleistocene Coalition News, Volume 9; Issue 1. (January-February 2017)

Fuente imágenes: artículo original / Wikimedia Commons


[1] HOLEN, S. et alii. “A 130,000-year-old archaeological site in southern California, USA”. Nature, 544 (April 2017)
[2] Véase el artículo específico sobre Hueyatlaco de este mismo blog.
[3] Aun así, las dataciones de C-14 resultaron molestas porque el horizonte Clovis se situaba hacia el 10.000 a. C. y las cifras de Caulapán se iban a 22.000 años de antigüedad. Pero todavía se podía admitir hasta cierto punto. Lo que no esperaban de ninguna de las maneras es que las dataciones con otros métodos multiplicaran por 10 la antigüedad de los restos hallados.

5 comentarios:

Piedra dijo...

Ocurre a menudo, se pasa uno media vida estudiando algo y aparece la molesta prueba de que no es correcto, así que las opciones son desmontar el paradigma o mucho más fácil, destruir / ignorar la prueba. ¿Quien dijo oscrantismo?, solo es una cuestión práctica.

Un saludo.

Xavier Bartlett dijo...

Gracias por el comentario

Totalmente de acuerdo. Pero es que no se trata de una prueba, ni dos ni tres... son varias. La prueba física y objetiva ya no importa en ciencia; lo único que importa es que la gente siga creyendo en las "verdades oficiales" y por eso triunfa una patraña como el "cambio climático". Es la propaganda nazi elevada a la máxima expresión. Sin comentarios...

Saludos

Mito dijo...

Pobres arqueólogos, les va a pasar lo que a Virginia

Ismael dijo...

Vivimos en pleno Kali Yuga,la epoca donde el dogma sustituye al conocimiento....es lo mismo en otras areas como la salud...por ejemplo.

Xavier Bartlett dijo...

A Mito: sí, parece que se repite la historia; el tema es saber hasta cuándo va a poder resistir el paradigma y cuánta gente se va a quedar por el camino.

A Ismael: Bueno, en cierta manera el dogma (antes básicamente religioso) siempre ha estado por encima del conocimiento verdadero. Lo que mencionas de la salud también es muy claro. Lo que ocurre es que ahora se nos quiere vender la ciencia moderna como verdad definitiva.

Saludos,
X.