lunes, 4 de enero de 2016

Michael Cremo y la "involución" del ser humano


Cuando se habla del origen del hombre, nos tenemos que referir forzosamente a cuatro teorías principales: el evolucionismo (que es la predominante en el ámbito científico), el diseño inteligente, el intervencionismo y el creacionismo. Esta última teoría suele relacionarse con los seguidores de las Escrituras judeo-cristianas, pero de hecho el creacionismo tiene múltiples caras, ya que en todo el mundo encontramos diversas mitologías y tradiciones religiosas que de algún modo explican la existencia del hombre gracias a la acción creadora de una o más divinidades.

M. Cremo
A continuación me referiré a una de éstas, la tradición hindú o védica, que tiene miles de años de antigüedad, pero que en los últimos tiempos ha cobrado mayor relevancia debido a la aportación del investigador alternativo norteamericano Michael Cremo, que ha tratado de fusionar el mensaje espiritual védico con la arqueología moderna y los planteamientos científicos típicos del mundo occidental. En efecto, Michael Cremo, aparte de ser editor y arqueólogo alternativo, es miembro del Bhaktivedanta Institute (una institución de estudios védicos). Cremo saltó a la fama hace 20 años por su polémico libro Forbbiden Archaeology (1993), coescrito con Richard Thompson, en el que trataba de demostrar mediante una exhaustiva recolección de datos anómalos que la teoría evolucionista era una completa manipulación y que los seres humanos han existido desde hace muchos millones de años. Después ha seguido escribiendo libros en esta misma línea, como Human Devolution (2004), y pronunciando numerosas conferencias, siempre denunciando la conspiración evolucionista que a su juicio oculta y distorsiona los hechos. El sitio web de Michael Cremo es: www.mcremo.com

Lo que presento seguidamente es un artículo de Cremo, que fue publicado en su momento en la revista Dogmacero, en el cual el autor estadounidense nos explica los fundamentos de su teoría-creencia: que el ser humano no ha evolucionado físicamente –y menos de un simio– sino que ha involucionado a partir de un ser completamente espiritual. Por supuesto, leer este documento desde una perspectiva materialista-reduccionista es absolutamente fútil, pues precisamente lo que Cremo defiende es que hemos de comprender la esencia humana desde una visión metafísica. Lo que procede, tal como se deduce de lo expuesto por Cremo, es reconocer que la metafísica y la verdadera ciencia no están reñidas, y que por tanto se debe profundizar en esta vía para entender qué somos en realidad, descartando que tan sólo seamos pura materia.


La involución humana



C. Darwin
La cuestión de los orígenes del hombre siempre ha sido un tema candente entre los filósofos y los científicos. Hoy en día, la mayoría de ellos aceptan la versión de Darwin, según la cual los seres humanos semejantes a nosotros existen desde hace unos 100.000 años, después de haber evolucionado a partir de unos antepasados ​​más simiescos. Pero la literatura védica nos ofrece otra versión de los orígenes humanos. Yo llamo a esta historia la involución humana. Para explicarlo en sus términos más simples: no evolucionamos a partir de la materia, sino que involucionamos, o descendimos, del espíritu. En este artículo quiero mostrar cómo puede presentarse este concepto védico de involución humana a los que no están muy familiarizados con la literatura védica.

El proceso de involución humana, el proceso por el cual los yoes conscientes entran en los cuerpos humanos en la tierra, ha estado ocurriendo durante mucho tiempo. Según los Puranas, o historias, los seres humanos como nosotros han existido en la tierra durante grandes períodos de tiempo cíclico. La unidad básica de este tiempo cíclico es el día de Brahma, que tiene una duración de 4.320  millones de años. El día de Brahma es seguido por una noche de Brahma, que también tiene una duración de 4.320 millones de años. Los días siguen a las noches en una sucesión sin fin. Durante los días de Brahma, la vida –incluyendo la vida humana– se manifiesta y durante las noches, no se manifiesta. De acuerdo con el calendario cosmológico Puránico, el día actual de Brahma comenzó hace unos dos millones de años. Uno de los antepasados ​​de la humanidad, Svayambhuva Manu, gobernó durante ese tiempo, y el Bhagavata Purana (Srimad Bhagavatam 6.4.1) nos dice: “Los... seres humanos... fueron creados durante el reinado de Svayambhuva Manu.”

Forbidden Archeology
Por lo tanto, un arqueólogo védico podría esperar encontrar pruebas de una presencia humana al retroceder hasta un tiempo tan lejano. En nuestro libro Forbidden Archaeology (“Arqueología Prohibida”), mi coautor Richard L. Thompson (Sadaputa Dasa) y yo documentamos numerosas pruebas, en forma de esqueletos humanos, huellas humanas y artefactos humanos, lo que demuestra que seres humanos como nosotros han habitado la Tierra durante cientos de millones de años, tal como nos dicen los Puranas. Estas pruebas no son muy conocidas debido a un proceso de filtrado del conocimiento que opera en el mundo científico. Las pruebas que contradicen la teoría darviniana de la evolución humana se han apartado, ignorado, y finalmente olvidado.

Si bien estas pruebas sobre la extrema antigüedad humana están en contradicción con la actual teoría darviniana de la evolución humana, no nos dicen nada sobre el auténtico origen de los seres humanos. Estos descubrimientos, simplemente nos dicen que necesitamos una nueva explicación para los orígenes humanos. Pero eso también es importante. ¿Para qué ofrecer una nueva explicación, si no es porque realmente se precisa tal explicación? En mi libro Human devolution (“La involución humana”) expuse una nueva explicación, basada en la información que podemos encontrar en los Puranas.

Antes de hacer la pregunta “¿De dónde proceden los seres humanos?”, debemos hacernos en primer lugar la pregunta “¿Qué es un ser humano?” Hoy en día la mayoría de los científicos creen que un ser humano no es más que una combinación de materia, de elementos químicos comunes. Este supuesto limita los tipos de explicaciones que se pueden ofrecer a los orígenes humanos. Yo propongo que, basándonos en  las pruebas científicas disponibles, es más razonable arrancar con la suposición de que un ser humano está compuesto de tres sustancias que existen separadamente: la materia, la mente y la conciencia (o espíritu). Este supuesto amplía el abanico de posibles explicaciones.

Cualquier cadena científica de razonamiento comienza con algunas suposiciones iniciales que no son rigurosamente demostrables. De lo contrario, podríamos quedarnos atrapados en una regresión infinita de las pruebas de los supuestos y las pruebas de las pruebas de los supuestos. Los supuestos iniciales simplemente deben ser razonables sobre la base de las pruebas disponibles. Y es razonable, sobre la base de las pruebas disponibles, postular la existencia de la mente y la conciencia, además de la materia conocida, como elementos separados que componen el ser humano.

A los efectos de la discusión científica, defino la mente como una sutil sustancia material asociada con el organismo humano y que es capaz de actuar sobre la materia conocida en formas que no podemos explicar según nuestras actuales leyes de la Física. La evidencia de este elemento de la mente proviene de la investigación científica sobre el fenómeno llamado por algunos “paranormal” o “psíquico”. Esto nos conduce a la historia oculta de la Física (el proceso de filtrado del conocimiento también opera en este campo del conocimiento).

Pierre y Marie Curie
Por ejemplo, todo estudiante de Física conoce obra de Pierre y Marie Curie, el matrimonio que recibió el Premio Nobel por su labor en el descubrimiento del radio. Esta historia se encuentra en prácticamente todos los libros de texto de física introductoria. Lo que no se lee en los libros de texto es que los Curie estaban muy implicados en la investigación psíquica. Formaban parte de un gran grupo de prominentes científicos europeos, incluyendo otros ganadores del Premio Nobel, que estaban llevando a cabo investigaciones conjuntas sobre lo paranormal en el París de principios del siglo XX. Durante dos años, el grupo estudió a la médium italiana Eusapia Palladino.

La historiadora Anna Hurwic señala en su biografía de Pierre Curie (1995, p. 247): “Él veía las sesiones de espiritismo como experimentos científicos, trataba de controlar los diferentes parámetros, tomaba notas detalladas de cada observación... estaba realmente intrigado por Eusapia Palladino.” Acerca de algunas sesiones de espiritismo con Eusapia, Pierre Curie escribió al físico Georges Gouy en una carta fechada el 24 de julio de 1905: “Tuvimos unas pocas sesiones de espiritismo en la Sociedad de Psicología con la médium Eusapia Palladino. Fue muy interesante, y verdaderamente los fenómenos que hemos visto no nos parecieron trucos de magia: una mesa se elevó más de un metro por encima del suelo... Todo esto en una habitación preparada por nosotros, con un pequeño número de espectadores bien conocidos y sin la presencia de un posible cómplice.” Pierre Curie informó que en tales ocasiones, la médium fue cuidadosamente controlada por los científicos presentes. El 14 de abril de 1906, Pierre escribió a Gouy sobre algunas nuevas investigaciones que Marie y él habían llevado a cabo: “Hemos tenido unas pocas sesiones más de espiritismo con Eusapia Paladina (ya habíamos tenido sesiones de espiritismo con ella el pasado verano). El resultado es que existen los fenómenos de verdad, y ya no puedo dudarlo por más tiempo. Es increíble, pero es así, y es imposible negarlos tras las sesiones de espiritismo que practicamos en condiciones de perfecto control.” Y concluyó: “Según lo veo, existe un dominio completamente nuevo de hechos y estados físicos del espacio de los cuales no tenemos la menor idea.”

Estos resultados, y muchos más como estos de la historia oculta de la Física, sugieren que el organismo humano está asociado a un elemento mental que puede actuar sobre la materia conocida de una forma que no podemos explicar fácilmente por nuestras leyes físicas actuales. Esta investigación continúa en la actualidad, aunque la mayoría de los científicos que la llevan cabo se están concentrando en los microefectos, en vez de los macroefectos reportados por Pierre Curie. Por ejemplo, Robert Jahn, director del departamento de ingeniería de la Universidad de Princeton, comenzó a investigar los efectos de la atención mental en los generadores de números aleatorios. Un generador de números aleatorios normalmente genera una secuencia de unos y ceros, con igual número de cada uno. Pero Jahn, y los colaboradores que han proseguido con la investigación, observaron que los sujetos pueden influir mentalmente en los generadores de números aleatorios para producir un número mayor –estadísticamente significativo– de unos que de ceros (o viceversa).

El yo consciente existe más allá de la materia
Las pruebas sobre un yo consciente que puede existir independientemente de la mente (la materia sutil) y de la materia común provienen de los informes médicos de las experiencias extracorpóreas (EEC). Durante ciertos eventos traumáticos, como los ataques al corazón, se detiene el flujo sanguíneo hacia el cerebro, y los sujetos pierden la consciencia. Sin embargo, algunos individuos confiesan que en tales ocasiones se separaron de sus cuerpos. Es más, hablan de que observaron conscientemente sus propios cuerpos. La realidad de estas experiencias ha sido confirmada por los investigadores médicos. Por ejemplo, en febrero de 2001, un equipo de la Universidad de Southampton, en el Reino Unido, publicó un estudio favorable sobre experiencias extracorpóreas en pacientes de paro cardiaco en la revista Resuscitation (v. 48 , pp. 149-156). El equipo fue dirigido por el Dr. Sam Parnia, un investigador senior de la universidad. El 16 de febrero de 2001, un informe publicado en el sitio web de la universidad afirmaba que el trabajo del Dr. Parnia “sugiere que la conciencia y la mente pueden seguir existiendo después de que el cerebro haya dejado de funcionar y el cuerpo esté clínicamente muerto.”

Esto es exactamente la concepción védica. Al morir, el yo consciente abandona el cuerpo, acompañado de la cobertura material sutil de la mente, y luego entra en otro cuerpo de materia bruta. Los recuerdos de vidas pasadas se graban en la mente, y son accesibles por el yo consciente en su nuevo cuerpo hecho de materia densa, tal como lo demuestran los extensos estudios del psiquiatra Ian Stevenson que verifican los recuerdos de vidas pasadas de los niños.

Si el organismo humano está compuesto de materia bruta, mente y conciencia (o espíritu), es natural suponer que estos elementos provienen de depósitos de tales elementos. Esto sugiere que el cosmos se divide en regiones o niveles, de materia bruta, mente y conciencia, cada uno habitado por seres adaptados a la vida allí. En primer lugar, hay una región de la conciencia pura. La conciencia, tal como la experimentamos, es individual y personal. Esto sugiere que la fuente original del yo consciente también es individual y personal. Así que además de las unidades individuales de conciencia que existen en el reino de la conciencia pura, también existe un ser consciente original, que es su fuente. Cuando el yo consciente fraccionario renuncia a la relación con su origen, se ubica en las regiones más bajas del cosmos predominado por sustancia material sutil (la mente) o por sustancia material bruta.

Existe, pues, una jerarquía cósmica de seres conscientes. Los relatos acerca de esta jerarquía cósmica de los seres se encuentran no sólo en los Puranas, sino también en las cosmologías de muchas otras culturas. Las cosmologías comparten muchas características. Por lo general, incluyen un Dios original que habita en el reino de la conciencia pura, un dios creador subordinado que habita una región de materia sutil del cosmos junto con muchas clases de semidioses y semidiosas, y un reino terrenal, dominado por la materia bruta, habitado por seres humanos como nosotros.

Human devolution
Esto sugiere que el universo de nuestra experiencia debería mostrar signos de que ha sido diseñado por una inteligencia superior para acomodar la vida humana y otras formas de vida. La cosmología moderna proporciona pruebas de ello. Los científicos han descubierto que los números que representan las constantes y las proporciones de las fuerzas naturales fundamentales de la física parecen estar finamente sintonizados para que exista la vida en nuestro universo. El astrónomo Sir Martin Rees considera que seis de estos números son especialmente significativos. En su libro Just Six Numbers (“Sólo seis números”) (2000, pp. 3-4) dice: “Estos seis números constituyen una receta para un universo. Por otra parte, el resultado es sensible a sus valores: si alguno de ellos no estuviera sintonizado, no habría estrellas ni vida.”

Hay tres explicaciones principales para el aparente ajuste fino de las constantes físicas y las leyes de la naturaleza: el simple azar, muchos mundos, y un creador providencial inteligente. Muchos cosmólogos admiten que las posibilidades en contra del ajuste fino son demasiado extremas para que pueda ofrecerse el simple azar como explicación científica creíble. Para evitar la conclusión de que hay un diseñador providencial, han postulado la existencia de un número prácticamente ilimitado de universos, cada uno con sus valores de las constantes y leyes fundamentales de la naturaleza regulados de manera diferente. Y resulta que nosotros vivimos en el universo en que todo está ajustado correctamente para la existencia de la vida humana. No obstante, para la ciencia moderna estos otros universos tienen sólo una existencia teórica, pero incluso si se pudiera demostrar físicamente su existencia, uno tendría que demostrar más a fondo que en estos otros universos los valores de las constantes y las leyes fundamentales de la naturaleza son de hecho diferentes de los existentes en nuestro universo.

La cosmología védica habla también de muchos universos, pero todos ellos están diseñados para la vida, y más allá de todos estos universos materiales, con sus niveles de materia densa y sutil, está el nivel de la conciencia pura, o espíritu. Originalmente, existimos allí como unidades de conciencia pura en relación armoniosa con el ser consciente supremo, conocido con el nombre sánscrito Krishna (y por otros nombres en otras tradiciones religiosas). Cuando renunciamos a nuestra conexión voluntaria con ese ser consciente supremo, descendemos a las regiones del cosmos dominado por los elementos materiales densos y sutiles, la mente y la materia. Al olvidar nuestra posición original, intentamos dominar y disfrutar de los elementos materiales sutiles y densos. Para este propósito, nos son dados cuerpos hechos de elementos materiales sutiles y densos. El cuerpo material sutil se compone no sólo de la mente, sino de elementos aún más refinados de la materia, la inteligencia y el falso ego (en este discurso, en aras de la simplicidad, los he reducido a la mente).

Imagen de Brahma
El cuerpo material denso está hecho de tierra, agua, fuego, aire y éter. Los cuerpos compuestos de estos elementos densos y sutiles materiales son vehículos para el yo consciente. Están diseñados para la existencia dentro de los reinos de los elementos materiales sutiles y densos. Según su grado de olvido de su naturaleza original, los yoes conscientes reciben los revestimientos corporales apropiados. Los que son más olvidadizos reciben cuerpos que cubren su conciencia original en un grado mayor de recepción. El ser consciente original en el universo védico (aparte de Dios) es Brahma, el primer semidiós. Su cuerpo, que se manifiesta directamente de Vishnu (la expansión de Krishna que controla el universo material), se compone sobre todo de elementos materiales sutiles. Él tiene asignada la tarea de manifestar los organismos para los otros yoes conscientes existentes en los distintos niveles de la jerarquía cósmica.

Del cuerpo de Brahma devienen los grandes sabios, a veces conocidos como sus hijos mentales, y también la primera pareja que se reprodujo sexualmente, Svayambhuva Manu y su consorte Shatarupa. Las hijas de Manu se convierten en las esposas de algunos de los sabios, y producen generaciones de semidioses y semidiosas, con cuerpos compuestos principalmente por energía material sutil. Estos semidioses y semidiosas, por sus procesos reproductivos, producen las formas de los seres vivos, incluidos los humanos, que residen en nuestro planeta Tierra.

En este proceso de involución, nuestra conciencia original, pura y espiritual, está cubierta por capas de elementos materiales sutiles y densos. Pero el proceso puede invertirse. Hay una especie de re-evolución por la cual podemos liberar la conciencia de sus envoltorios, y restaurarla a su estado original puro. Cada gran tradición espiritual tiene algún medio para lograr esto, algún tipo de oración o meditación o yoga. En el transcurso del canto de mantras, el rezo o la meditación, los elementos del envoltorio son espiritualizados y eliminados, por lo que uno llega gradualmente de nuevo a contactar con la fuente original de todos los seres conscientes.

© Michael Cremo 2004

Fuente original: Dogmacero n.º 8 (2014)




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gran articulo Xavier, ahora mismo estoy leyendo la Doctrina Secreta de Helena Blavatsky, es muy interesante, aun que honestamente hay muchas cosas que no entiendo, ella retoma gran parte de conocimiento Védico y menciona cosas similares a las de este articulo como la idea que lo humano va más allá de la constitución física, de hecho argumenta que las primeras razas eran seres incorpóreos, ¿Qué opinas de Helena y su Teosofía? ¿Crees que es fiel a la tradición Védica en su libro?

Saludos!

Xavier Bartlett dijo...

Apreciado Daniel,

Gracias por tu comentario. Lo cierto es que no tengo una opinión muy formada sobre la teosofía; he leído algo sobre ella pero no las obras de Blavatsky. Para algunos la teosofía es una especie de iluminación o fe y para otros no es más que un conjunto de patrañas envueltas en un halo de esoterismo-ocultismo. De todas formas, ya existen teorías científicas que casan con la metafísica y las antiguas creencias, que abogan por un origen o esencia espiritual (=energética) del ser humano, reconociendo que nuestra apariencia física "sólida" no es más que energía condensada a baja vibración, perceptible por nuestros sentidos. Incluso algunos médicos de carrera, como la doctora Lanctot, ya creen en esa constitución espiritual que se sitúa por encima de la física.

Y acabando con el tema védico (y en conexión con el reciente artículo de Joseph Selbie), es bien posible que la conciencia se desenvuelva por ciclos y que ahora estemos en el ciclo más bajo, el Kali Yuga. Por tanto ahora estaríamos en el momento más sólido y materalialista. (También te recomiendo el artículo de este blog sobre una cronología alternativa de la historia humana, que creo que te aportará interesantes reflexiones).

Saludos,
Xavier