miércoles, 13 de mayo de 2015

Llega "La historia imperfecta"


La historia imperfecta. Ediciones Obelisco



¿Es el origen del hombre y de la civilización tal como nos la cuentan en la escuela o en la universidad? ¿Qué grado de certeza tenemos respecto de algunas concepciones ya consolidadas? Frente a la investigación académica, numerosos autores han explotado un género literario, conocido como historia o arqueología alternativa, que reta el conocimiento aceptado según el consenso científico. Este fenómeno, que pretende “rescribir la historia”, ha sido sin duda un éxito de ventas durante mucho tiempo, pero... ¿hasta qué punto sus postulados son creíbles? ¿Es posible que algunas de las propuestas alternativas apunten a nuevas líneas de investigación o bien son meras especulaciones basadas en la atracción por el misterio? ¿Pueden aportar algo al debate científico o son simples productos culturales de consumo?

Todas estas cuestiones me llamaron la atención hace ya algunos años y se plasmaron en un proyecto de documentación e investigación que a su vez se tradujo finalmente en el libro “La historia imperfecta”, que salió al mercado en mayo de 2015.

Lógicamente, no soy ni la primera ni la segunda persona que escribe sobre estos temas, pero sí considero que he venido a ocupar un enorme vacío en cuanto he intentado proveer a los lectores de una información completa y desde todos los ángulos, huyendo de las típicas condenas y refutaciones que se hacen unos a otros, que en mi opinión no llevan a ningún sitio y cierran todas las puertas a un debate constructivo y riguroso.

Por de pronto, no tardé en darme cuenta de que estas visiones alternativas habían sido ignoradas, rechazadas o ridiculizadas por parte del estamento académico. De hecho, la ciencia se ha mostrado casi siempre indiferente, cuando no hostil, ante este tipo de obras que sacaban a la palestra a atlantes y extraterrestres en los escenarios históricos bien conocidos por los expertos. La reacción más habitual ha sido desdeñar este tipo de obras por considerarlas pseudocientíficas, faltas de rigor y fantasiosas. Muchos reputados científicos han calificado directamente este tipo de propuestas de “sandeces”, mientras que unos cuantos se han centrado en una contundente refutación y otros, los menos, han dado algún valor a estas teorías. Pero en general la historia alternativa es considerada un atentado a la ciencia, por cuanto –según afirman los expertos– trata de engañar y confundir a la gente, con el inconfesado deseo de obtener un beneficio económico.

No obstante, en cuanto uno se adentra en estas propuestas con la mente abierta y sin ningún prejuicio, puede comprobar que no todo es puro humo o espectáculo sino que hay muchas teorías, pruebas y líneas de investigación que merecen ser escuchadas. En ese sentido, la referencia despectiva a creyentes en antiguos astronautas ya es poco menos que un tópico desacreditado, pues muchos autores alternativos son científicos disidentes o investigadores que han elaborado propuestas y argumentaciones que muy poco o nada tienen que ver con fantasías y fáciles elucubraciones. 

E incluso, en un análisis más profundo, uno empieza a ver que algunas de esas investigaciones heterodoxas cuestionan de modo firme muchos pilares de la ortodoxia académica, que ya no se muestra como un paradigma sólido, sino como un edificio de ampulosa fachada pero lleno de grietas. Ello no implica, desde luego, que los alternativos hayan dado con la solución para tapar esas grietas, pero por lo menos han dejado claro que la sacrosanta ciencia moderna no es, ni puede ser, un sustitutivo de la religión o de cualquier otro dogma. Y por supuesto, si lo que procede es demoler todo el edificio y hacer uno nuevo, sólo el tiempo y las nuevas investigaciones podrán decirlo.

Entonces, ¿qué ofrece La historia imperfecta? Desde luego, no verdades absolutas ni consignas ni juicios categóricos. Simplemente he procurado ofrecer una descripción general de todo el fenómeno de la historia alternativa, a modo de guía o manual y desde un punto de vista crítico, renunciado expresamente  al pronunciado maniqueísmo que contamina cualquier oportunidad de debate. Por consiguiente, en este extenso recorrido me he centrado en mostrar las dos caras de la historia, aportando datos conocidos y los puntos de desacuerdo entre las visiones alternativas y las ortodoxas, con hechos, argumentos, pruebas, pros y contras y algún razonamiento que tiene como fin el contraste entre ambas posiciones y la constatación de que todavía son muchas las cuestiones opacas o no resueltas, ni por unos ni por otros,  sobre el pasado más distante.

En cuanto al contenido en sí, la obra está construida a partes iguales sobre numerosas fuentes alternativas y sobre referencias científicas, y se estructura en dos bloques claramente diferenciados. En los dos primeros capítulos me he introducido en los entresijos del género, sus orígenes, sus motivaciones y sus relaciones con el misterio e incluso con el negocio cultural. Asimismo, he tratado de ofrecer a los lectores algunos fundamentos sobre la noción de conocimiento científico y sobre lo que es “ortodoxo” y lo que es “alternativo”, con especial atención a los métodos de trabajo de unos y otros. En esta línea, incido particularmente en el concepto de paradigma científico y la posibilidad de una ruptura o superación de dicho paradigma cuando las nuevas concepciones tienen la suficiente solidez como para construir un nuevo marco científico.

El resto de capítulos está dedicado al análisis de los grandes temas alternativos, a partir de las obras de los principales autores internacionales de este género, tales como Graham Hancock, Robert Bauval, Erich Von Däniken, Zecharia Sitchin, Immanuel Velikovsky, Michael Cremo, Robert Temple, John Anthony West y un largo etcétera. Así, se abordan cuestiones tan diversas como el origen del hombre como especie, la presencia de seres extraterrestres en la Tierra en tiempos remotos, la existencia de grandes catástrofes en la Antigüedad, las civilizaciones perdidas (Atlántidas y similares), los logros extraordinarios del hombre en tiempos antiguos y la existencia de ciertos objetos históricamente imposibles (los llamados ooparts).

De este modo podremos comprobar, entre otras cosas, que existen diversas opiniones opuestas al evolucionismo, que se ha propuesto un origen semi-alienígena para el Homo sapiens, que muchas mitologías de todo el mundo coinciden en narrar una destrucción apocalíptica global —el gran diluvio— hace miles de años, que una civilización indeterminada del pasado era capaz de tallar y manipular enormes bloques de piedra de más de 1.000 toneladas, que las tres grandes pirámides de Guiza fueron diseñadas siguiendo un patrón estelar (la constelación de Orión) o que la Esfinge de Guiza podría ser mucho más antigua de lo que se acepta convencionalmente.

Bueno, creo que ya he dicho demasiado. Ahora cedo el turno a todos aquellos que quieran adentrarse en los sinuosos y a menudo maltrechos caminos de nuestro pasado más remoto y les invito a que lean La historia imperfecta y saquen sus propias conclusiones.

© Xavier Bartlett 2015

Vídeo de la presentación del libro


 

lunes, 11 de mayo de 2015

Pirámides, tumbas y mercurio



Hace cierto tiempo publiqué aquí un artículo sobre las poco conocidas pirámides de China (que son consideradas propiamente “mausoleos” por las autoridades locales), y entre la información que recogí me llamó mucho la atención un dato que todavía estaba pendiente de nuevas investigaciones: la presencia de mercurio en el interior de dichas pirámides. Así, hace pocos años el buscador de pirámides bosnio Sam Osmanagic se hacía eco de un texto más de tipo turístico que científico según el cual “la tumba del emperador Qin[1] está a unos nueve metros de profundidad, donde fluyen ríos artificiales de mercurio”. El texto precisaba luego lo siguiente:

«Las últimas investigaciones muestran que el palacio subterráneo está a unos 30 metros de profundidad y que existe una fuerte contaminación de mercurio en un área de 1.200 metros cuadrados alrededor del palacio. Por tanto, se puede concluir que lo que se describe en los archivos históricos como “ríos y mares de mercurio” es de hecho verdadero y fiable. Esto indica que el interior del mausoleo es un palacio grande y magnífico, lleno de tesoros y protegido por ingeniosas medidas de seguridad.»

No obstante, los científicos chinos a cargo de las investigaciones contradecían estas afirmaciones y señalaban que todavía no se había podido localizar exactamente la cámara funeraria ni se habían detectado trampas ni antiguas medidas de seguridad. Asimismo, aseguraban que no existía impedimento alguno para proceder con las excavaciones a causa de la supuesta presencia del mercurio, una sustancia altamente tóxica.

Lo cierto es que, con toda probabilidad, esta historia del mercurio en tumba real estaría basada en antiguas crónicas chinas, tal como nos expone la autora española Clara Tahoces en su artículo “El misterioso imperio subterráneo del emperador Qin Shihuang”[2]:

« [...] los antiguos textos chinos como los del historiador Sima Qian describen con todo lujo de detalles no sólo las “hazañas” del emperador, sino todo aquello que puede estar bajo el túmulo funerario, que antiguamente estaba rodeado de una muralla de seis kilómetros de largo.

Coincidiendo con los cuatro puntos cardinales se abrían cuatro enormes puertas que conducían a una segunda muralla encargada de proteger la ciudad secreta. Según los textos, bajo una cúpula de cobre repujado, que simbolizaría las constelaciones, se halla una estatua del tirano, y a sus pies una reproducción de su reino, atravesado por ríos artificiales de mercurio que gracias a un sofisticado mecanismo permanecerían en eterno movimiento... Hay que explicar que para los antiguos chinos, el mercurio se asocia con la inmortalidad, dándosele un carácter de principio pasivo y húmedo. Es un emblema del yin. Este detalle al menos sí ha podido ser contrastado, puesto que las prospecciones geológicas han detectado una fuerte y extraña reacción justo en el centro de la pirámide que bien pudieran ser los “míticos” ríos de mercurio descritos en los textos clásicos.»

Por supuesto, a falta de datos concretos y contrastados, resulta prematuro extraer conclusiones. Lógicamente, para poder casar la mitología con la arqueología, se debería acceder al interior de este gran mausoleo, pero a día de hoy este monumento sigue sin ser excavado por razones técnicas, políticas o de otro tipo y por tanto nos seguimos moviendo en terrenos especulativos.

Sitio arqueológico de Teotihuacán (México)
De todas formas, cerrando el círculo, quisiera destacar otra valiosa información bastante reciente que también tiene por protagonista el mercurio en el interior de una pirámide. En este caso, la noticia arqueológica[3] nos traslada muy lejos de China: al conjunto monumental de Teotihuacan, cerca de México D.F. Las últimas excavaciones efectuadas allí, concretamente en la pirámide o templo de Quetzalcóatl, a cargo del arqueólogo Sergio Gómez, están ofreciendo resultados sorprendentes. El equipo de Gómez lleva seis años excavando un túnel (localizado por primera vez en 2003) situado a unos 18 metros bajo la pirámide, al final del cual parecen haberse identificado tres cámaras junto con grandes cantidades de mercurio líquido[4], lo cual ha inducido a los expertos a considerar que podrían estar a las puertas de descubrir una tumba real. Esta posibilidad ha entusiasmado a los arqueólogos, pues hasta la fecha se tiene muy poca información acerca de los gobernantes de esta gran ciudad, cuyo periodo de esplendor se ha fijado en los primeros siglos de nuestra era.

En efecto, al final de este túnel, de unos 90 metros de largo, se ha encontrado gran número de objetos, algunos ellos ciertamente extraños: estatuas de jade, restos de jaguar, o una caja llena de conchas grabadas y bolas de goma. Sin embargo, la presencia del mercurio ha sido bastante inesperada y molesta, pues ha obligado a los técnicos a llevar equipos de protección para combatir la toxicidad de este elemento.

Y esto no es todo: el dato que yo no conocía –y que encuentro altamente significativo– es que el mercurio ya ha sido identificado previamente en otros tres yacimientos antiguos de Mesoamérica, dos de ellos mayas y uno olmeca. Pero... ¿de dónde extraían el mercurio y con qué fines? Lo que sabemos con cierta seguridad es que las culturas precolombinas obtenían el mercurio líquido calentando un mineral llamado cinabrio, que de hecho era más empleado para otra función: proporcionar un pigmento de color rojo intenso que utilizaban para decorar artefactos de jade y como pintura corporal de la realeza.

Pirámide o templo de Quetzalcoatl (Teotihuacán)
Dado que el mercurio no tenía, presuntamente, finalidades prácticas para las culturas precolombinas, tendríamos que preguntarnos cuál es el motivo de su presencia en cámaras subterráneas. Para los arqueólogos, el mercurio podría tener una finalidad simbólica relacionada con tumbas reales (y aquí se daría un obvio paralelismo con el caso chino recién comentado). Así, según Gómez, el mercurio podría simbolizar concretamente un río o lago del inframundo. Al parecer, las cualidades relucientes y reflectantes de este elemento en estado líquido serían perfectas para representar un río del inframundo, o sea, un signo de la entrada al mundo sobrenatural o eterno.

De hecho, en el mundo antiguo se consideraba que los espejos eran una vía para entrar y ver el otro mundo e incluso para tratar de adivinar el futuro. De esta manera, los ríos de mercurio, con su peculiar brillo, podrían haber encandilado a los antiguos, que lo habrían utilizado con propósitos mágicos y rituales, y muy especialmente para los enterramientos. (Por cierto, y aunque parezca una conexión extraña, es procedente recordar que el famoso doctor Raymond Moody relata en uno de sus libros ciertos experimentos de tipo paranormal con salas oscuras y espejos, en los que se propiciaba el contacto entre personas vivas y seres del Más Allá.) En todo caso, esta coincidencia en el ritual del mercurio por parte de culturas separadas por un gran océano no hace más que reforzar ciertas teorías sobre contactos en tiempos muy remotos entre la Antigua China y las civilizaciones precolombinas americanas, mucho antes del horizonte propuesto por el investigador británico Gavin Menzies en su polémico libro 1421.

Y volviendo al túnel situado debajo de la pirámide, también resulta sorprendente otro hallazgo relacionado con “espejos” o “reflejos”. En esta ocasión se trata de una prospección realizada en 2013 con un robot en una parte del túnel aún por excavar en la cual se identificaron cientos de esferas metálicas de pequeño tamaño que recibieron el apodo de “bolas de discoteca”, por su aspecto reflectante (supuestamente a causa de un material amarillento llamado jarosita). Por supuesto, los arqueólogos no tienen la menor idea sobre el significado de tales objetos.

Asimismo, esta fascinación por lo brillante podría explicar el hallazgo de grandes cantidades de mica en Teotihuacan ya desde los tiempos de las primeras excavaciones, a inicios del siglo XX, hasta el punto que una de las estructuras excavadas ha sido bautizada como el “Templo de la mica”, precisamente por la abundante presencia de este mineral. Además, es oportuno señalar que la mica (o cierto tipo de mica) debía ser muy apreciada, y  en este caso se sabe fue importada –según la composición de los restos hallados– y que tendría su origen nada menos que en Brasil.

Por otro lado, el tema de la mica en Teotihuacán ha sido visto como una especie de anomalía por parte de la arqueología alternativa, que más bien no querido creer en las cualidades estéticas o rituales en este material, sino en otras de tipo más práctico o técnico, lo que inmediatamente choca con la ortodoxia académica, sobre todo al sugerir más o menos explícitamente la intervención de seres extraterrestres o bien de civilizaciones desaparecidas.

Pirámide del Sol (Teotihuacán)
Sin ir más lejos, Graham Hancock, basándose parcialmente en el trabajo de Zecharia Sitchin, señala que ya en tiempos de la primera excavación (1906), a cargo de Leopoldo Bartres, se dañó la integridad de la Pirámide del Sol, extrayendo la gruesa capa de mica que recubría el monumento ¡para su posterior venta! Pero aparte de esta anécdota, lo que le resulta desconcertante a Hancock es que la mica descubierta –en forma de dos gruesas capas– en el mencionado templo no estaba a la vista, sino debajo del pavimento. Ello sorprende porque dicha característica no se ha encontrado en ningún otro monumento de la Antigüedad y porque desbarata de alguna manera la hipótesis de que la mica tenía una función artística o estética (por el brillo), ya que no podía ser observada de ninguna de las maneras. Naturalmente, Hancock se pregunta por la finalidad real de unas capas de un material traído de bastante lejos[5] y que no eran visibles y, en este punto, especula con la posibilidad de que tuviesen una función práctica insospechada, recordando que la mica tiene hoy en día unos claros usos tecnológicos, como por ejemplo en la fabricación de condensadores o en aislamientos térmicos y eléctricos, aparte de actuar como moderador en las reacciones nucleares.

Y por si fuera poco, algunos investigadores de la Gran Pirámide de Guiza han resaltado el hallazgo de extraños objetos o sustancias en su interior, desde artefactos de hierro –en plena Edad del Bronce– o arenas (¿con trazas de  radioactividad?) en unas cámaras secretas contiguas a la Cámara de la Reina[6]. Esta visión encaja en ya clásica interpretación que hacen ciertos investigadores independientes, como Christopher Dunn, según la cual las pirámides no serían monumentos con una finalidad religiosa, ritual o funeraria sino que se trataría de algún tipo de máquinas con una funcionalidad práctica, posiblemente relacionada con la generación de energía. Por ejemplo, el propio Dunn interpretó la estructura de la Gran Pirámide como un conjunto de cámaras y canales en cuyo interior se producirían determinados procesos físicos y químicos que, aprovechando la vibración de la Tierra, darían como resultado final la producción de energía eléctrica.

Por último, cabe citar que varios investigadores alternativos se han fijado en la presencia habitual de túneles por debajo de muchos complejos piramidales de diversas partes del mundo (Egipto, Centroamérica, China...), lo cual ha disparado todo tipo de especulaciones sobre su razón de ser. A este respecto, se ha remarcado la habitual presencia de corrientes de agua subterráneas bajo las pirámides, o al menos localizadas en sus proximidades (ríos, lagunas, etc.), hecho que se puede constatar en Guiza o en la misma Teotihuacan, que contaba con varios manantiales, si bien ya están secos en la actualidad.

Pirámide de Khufu
Esta observación tendría que ver con teorías audaces sobre la relación entre el agua y la propia estructura piramidal. Así, por ejemplo, el conocido físico alternativo Nassin Haramein especulaba con la existencia de una cierta tecnología hidrodinámica a partir de las pirámides. En su opinión, las pirámides podrían emplearse para estructurar las moléculas de agua, con fines prácticos relacionados con la salud y el bienestar de la comunidad. Y por cierto, sería interesante recordar ahora que, según el historiador Herodoto, la tumba del rey Sufis (o sea, el faraón Khufu) no estaría en el interior de la Gran Pirámide, sino en una cámara subterránea rodeada por una corriente de agua, lo que presenta algunas similitudes evidentes con los casos de China y México antes citados, cambiando el mercurio por agua.

Bueno, lo cierto es llevamos unos dos siglos de investigación sobre las pirámides en todo el mundo, y parece ser que todavía quedan muchos interrogantes por despejar. Por de pronto, tenemos el típico escenario presentado por la ciencia ortodoxa, en que todo tiene un sentido religioso, funerario, mágico, etc. Sin embargo, han empezado a surgir preguntas acerca de otros posibles fines cuyo significado último no está nada claro. Ríos de mercurio, túneles, revestimientos de mica, corrientes de agua, materiales reflectantes... ¿no será tal vez que en todo esto hay algo mucho menos “ritual” de lo que en principio parece? Por supuesto, nos estamos moviendo una vez más en el terreno de las conjeturas.

© Xavier Bartlett 2015


[1] Se refiere la pirámide-mausoleo del emperador Qin (s. III a. C.), monarca especialmente conocido porque cerca de su monumento se hallaron las famosas estatuas de miles de guerreros de terracota.
[2] Fuente: http://www.antiguosastronautas.com/articulos/Tahoces01.html
[4] Sin más datos concretos, habría que cuantificar esas “grandes cantidades” para hacernos una imagen más precisa sobre la presencia del mercurio, y su posible origen y propósito.
[5] Hancock afirma que existían variantes locales de mica que los teotihuacanos podrían haber empleado, pero prefirieron usar cierta mica por su composición específica, y ésta sólo estaba disponible a miles de kilómetros.
[6] Estos datos proceden de prospecciones con aparatos de alta tecnología efectuadas en los años 80 por un equipo francés y otro japonés, según relatan Graham Hancock y Robert Bauval en su libro “Guardián del Génesis”.

domingo, 3 de mayo de 2015

El debate imposible



Según he podido comprobar a lo largo de mi estudio sobre la arqueología o historia alternativa, el mundo académico tiende a ignorar esta disciplina, sobre todo para no darle una importancia que –a su juicio– no merece de ninguna manera. En otras ocasiones, aunque en menor medida, la ciencia establecida ridiculiza o ataca las propuestas alternativas de una manera feroz, si bien es de lamentar que demasiadas veces estas reacciones rozan el sarcasmo, la prepotencia o las acusaciones ad hominem. A su vez, algunas facciones alternativas se dedican a despotricar contra el estamento académico y no admiten ninguna clase de objeción, creyendo de una manera dogmática que ellos están en el camino correcto. En fin, por desgracia, en muy pocas ocasiones se produce una situación de debate y crítica constructiva, lo que podría arrojar luz sobre muchos temas, reconociendo que unos y otros tienen aciertos y lagunas y que nadie puede proclamarse como “poseedor de la verdad”.

Graham Hancock
Precisamente, acaba de tener lugar hace pocos días en el Cairo un lamentable episodio que denota la evidente falta de diálogo y comprensión entre la ortodoxia académica y la llamada arqueología alternativa, por lo menos por parte de ciertas personas... Paso a explicar los pormenores de este suceso, cuya noticia completa puede consultarse en inglés en la web del autor escocés Graham Hancock[1].

Desde hacía meses, Hancock llevaba anunciado un tour por Egipto en que por primera vez tendría lugar un debate franco y abierto sobre las cuestiones más polémicas de la egiptología entre él mismo y el otrora poderoso mandamás de la arqueología egipcia, Zahi Hawass. Este encuentro, planeado para el día 22 de abril de 2015, se venía promocionando como “el primer debate abierto entre dos representantes de dos versiones completamente diferentes de la historia”, esto es, un diálogo entre un defensor de las teorías alternativas y otro de la visión académica.

Por supuesto, debemos suponer que había previo acuerdo para realizar tal debate en determinadas condiciones y que ambas partes acudían al evento con la mejor de las intenciones. Además, había un público que había pagado una no despreciable cantidad de dinero para asistir a este acontecimiento. En suma, se podía presumir un contraste de pareceres relativamente educado y constructivo, aunque acabase con muy pocos acuerdos, en aras de obtener algún resultado y de no defraudar al público. No por nada ambos personajes eran (y son) dos indiscutibles estrellas o grandes paladines de sus respectivos mundos: un reconocido autor alternativo de gran éxito de ventas y un reputado arqueólogo de fama mundial (aunque a veces tachado de tener arranques histriónicos y megalómanos).

La diapositva de Hancock que abrió la caja de los truenos
En este contexto, se presentaba un evento organizado del siguiente modo: una hora de exposición por parte de cada uno de los ponentes y luego un tiempo de debate en que los asistentes podrían participar y formular preguntas a ambos. Pero llegado el momento, algo muy desagradable e inexplicable sucedió. Poco antes de iniciarse la sesión, Graham Hancock estaba preparando su presentación de diapositivas, y en una de ellas aparecía la conocida Teoría de la Correlación de Orión (TCO), propuesta por su amigo Robert Bauval hace ya 20 años. Lógicamente, Hancock había incluido una pequeña fotografía de Bauval en su diapositiva, pero Hawass, que estaba allí presente, se enfureció nada más verla y entró en cólera. Hawass empezó a gritar y acusar a Bauval de “criminal”[2].

Así las cosas, Hawass se negó a tener ningún debate con Hancock si éste insistía en mencionar a Bauval y su teoría, diciendo –entre otras cosas– que “quién era él [Hancock] para comentar la teoría de otro”. Hancock respondió afirmando que no podía ofrecer su visión alternativa sin comentar la TCO y que por tanto debía mencionar a Bauval. Sólo a modo de muestra del tenor de este enfrentamiento, me permito reproducir una breve parte del intercambio de frases entre Hancock y Hawass, que pudo ser recogido en vídeo por uno de los presentes[3]:
Zahi Hawass: Este hombre [Robert Bauval] es un ladrón y no quiero hablar sobre él, y no quiero que se mencione su nombre.
Graham Hancock: En el mundo académico, Zahi...
ZH: Él no es un académico. No es nadie.

GH: En el mundo académico no recurrimos a argumentos ad hominem. No debatimos sobre la persona. Debatimos sobre la materia.

ZH: Escucha, escucha. La materia ya está debatida y está cerrada.

GH: No, no lo está.

ZH: Está debatida y cerrada. Está cerrada en Chicago por todo el mundo.

GH: Entonces, no quieres oír nada de lo que tengo que decir.

ZH: Exactamente. No quiero oír nada.

Vista la situación, el autor escocés quedó muy decepcionado y, si bien no perdió los estribos, acusó a Hawass de torpedear el debate antes de que ni siquiera comenzase, espetándole la expresión Shame on you! (“¡Qué vergüenza!”). Hawass reaccionó muy mal ante estas palabras y optó por abandonar de malas maneras la sala de conferencias, aunque –ante la presión de los organizadores del evento– aceptó finalmente dar su charla de una hora ante los asistentes, pero recalcando que de ningún modo entraría a debatir con Hancock ni asistiría, obviamente, a su ponencia.

Yacimiento de Göbekli Tepe (Turquía)
Así pues, ambos expusieron sus argumentos por separado y al final algunas personas preguntaron a Hawass por las concordancias entre el yacimiento de Göbekli Tepe y la civilización egipcia, ante lo cual el gran egiptólogo dijo no saber nada sobre tal lugar, traspasando la pregunta al moderador, un arqueólogo llamado Miroslav Barta. Éste trató de solventar la papeleta diciendo que no había relación entre el yacimiento turco y el Antiguo Egipto, dada la diferencia temporal entre ambos, pero Hancock aprovechó para intervenir afirmando que ese era justamente uno de los grandes temas de discusión: que la civilización egipcia (empezando por la Gran Esfinge) podría ser mucho más antigua de lo que se reconoce oficialmente. Y esto fue todo lo que dio el tan esperado “debate”.

Finalmente, es de justicia aclarar un par de puntos antes de concluir. En primer lugar, están las acusaciones de Hawass hacia Bauval. Este asunto tiene que ver con la extracción ilícita de una muestra de pintura del cartucho de Khufu en una cámara de descarga de la Gran Pirámide. Este punto ya lo toqué en un artículo previo de este blog y en él se dejaba claro que había sido un equipo de investigación alemán el responsable de tales hechos y que Bauval no tenía relación con esta acción, aunque le habían llegado rumores sobre quién estaba detrás de ello. En todo caso, dos días después del debate frustrado, Bauval hizo una declaración en la web de Graham Hancock sosteniendo que él no tenía nada que ver con el “asunto alemán” y que fue Hawass el que le había implicado en los hechos sin ningún fundamento. Posteriormente, una de las personas del equipo alemán, Dominique Gorlitz, confirmaba por escrito que Bauval no había tenido ninguna participación en los hechos denunciados, sino que había sido ella, junto con Stefan Erdmann, los que habían extraído la muestra el 13 de abril de 2013.

En segundo lugar, he recogido algunas opiniones en Internet de personas más o menos próximas al mundo académico y éstas consideran que la actitud de Hawass es bastante impresentable y fuera de lugar, más allá de las diferencias sobre la TCO o el asunto del cartucho. Por otro lado, hay quienes se sorprenden por las palabras de Hawass cuando rechaza la validez de ciertas tecnologías aplicadas a la arqueología o cuando dice no saber nada de Göbekli Tepe[4]. Asimismo, algunos interpretan la “espantá” de Hawass como una mera excusa para no haberse de enfrentar a preguntas incómodas, sobre todo relacionadas con la Gran Pirámide y el atentado al cartucho, cometido bajo su administración. Sea como fuere, él dio su charla y se sometió a las preguntas de los asistentes, lo cual desmentiría dicha hipótesis.

Lo cierto es que este episodio, captado en vídeo muy oportunamente, nos retrata a un gran referente académico poco menos que como un cavernícola, matón, arrogante hasta la médula e incluso ignorante. No soy amante de ver conspiraciones por todas partes, pero reconozco que todo este asunto me parece bastante extraño y más propio de un gran teatro cuya finalidad última se me escapa, porque no creo que los elementos de la polémica en liza justifiquen este tipo de reacciones tan vehementes y desproporcionadas, hundiendo un acto que estaba planeado desde hacía muchos meses.

De izq. a der.: West, Bauval, Hawass y Hancock
Sea como fuere, los alternativos parecen haber quedado como el bando “bueno”, mientras que la ortodoxia se ha mostrado de la peor manera posible. No obstante, sería bueno recordar ahora que Hawass había tenido una relación respetuosa –casi cordial pese a las diferencias– con Hancock y con Bauval, e incluso con J. A. West, el hereje que se atrevió a redatar la Gran Esfinge, como se puede ver en una fotografía en que los cuatro parecen estar charlando distendidamente.

¿Que no hay diálogo? ¿Que hay intransigencia o arrogancia intelectual? Está bien claro, y no defenderé aquí el inmovilismo y la cerrazón académica, pero este suceso más bien parece una comedia bufa en la que el peor parado resultó ser el público, que esperaba sin duda otra cosa. Y, por cierto, quien escribe estas líneas, que está abierto al pensamiento alternativo y rechaza los dogmatismos de toda clase, ha sido mucho más criticado (y a veces de manera desconsiderada) por los llamados alternativos. Vivir para ver.

© Xavier Bartlett 2015


Fuente imagen diapositiva / West, Bauval, Hawass, Hancock: www.grahamhancock.com
Fuente imagen Göbekli Tepe: DAI 



[1] Véase: http://www.grahamhancock.com/forum/HancockG15.php

[2] En el original inglés, “crook”, o sea, ladrón, bandido, maleante, criminal...

[3] La secuencia de la furiosa reacción de Hawass puede verse en youtube: https://www.youtube.com/watch?v=8Ziu2ygE_Wc.


[4] Particularmente me resulta casi imposible creer que él no sepa nada de este yacimiento, siendo un profesional de primera categoría. Si no quiso contestar, sus razones tendría...