jueves, 20 de agosto de 2015

El fenómeno de los “surcos de carro”


Los llamados “surcos de carro” constituyen una de esas rarezas del ámbito arqueológico que apenas es conocida por el gran público, tal vez porque no es espectacular ni especialmente misteriosa y porque se ha mantenido relativamente alejada de las muy populares teorías sobre la presencia de seres extraterrestres en nuestro planeta. Con todo, es un fenómeno que –pese a estar bien descrito y estudiado a lo largo de muchos años de investigación– sigue desafiando tanto a los académicos como a los investigadores independientes, puesto que nadie ha sido capaz de dar una explicación sólida y coherente sobre su origen y función.

Antes que nada, es preciso realizar una breve introducción o definición de estos “surcos de carro” (internacionalmente más conocidos por su denominación en inglés: cart ruts o cart tracks). Básicamente, se trata de unas pequeñas zanjas, canales o hendiduras excavadas sobre el terreno, que forman líneas rectas o curvas de diversa longitud y que aparecen por pares, lo que les da un aspecto de camino. Presentan una sección en “V” o “U”, con una profundidad que oscila entre unos 10-15 centímetros hasta 50-60 centímetros. No obstante, en algunos casos, los surcos apenas destacan sobre la superficie o bien son muy profundos, alcanzando incluso hasta un metro. Dada su trayectoria paralela y su separación media regular, alrededor de 1,40 metros, se empleó la expresión “surcos de carro” para definirlos, a falta de mejores explicaciones.

Surcos de Clapham Junction (Malta)
Estos surcos han sido localizados en diversos lugares del planeta, desde México a Azerbaiyán, pero sobre todo están muy presentes en el área mediterránea (Sicilia, Cerdeña, Italia, sur de Francia, España[1], Grecia, Turquía...). Pero de entre toda la casuística, destacan con mucho los 150 yacimientos de surcos hallados en las islas de Malta y Gozo, excavados sobre una dura superficie de piedra caliza coralina. Es de reseñar cierta zona del sudoeste de Malta llamada Misrah Ghar il-Kbir o Clapham Junction[2], que concentra una amplia red de surcos, que toman diversas direcciones y que a veces convergen o se entrecruzan. Asimismo, se han identificado allí unas extrañas crestas esculpidas en el mismo terreno rocoso, con la apariencia de cajas o cuadrados y de triángulos isósceles y equiláteros, sin que nadie sepa qué son y cómo se relacionan con los surcos.

También se ha podido apreciar que varios de los surcos acaban en los acantilados y parecen tener continuación más allá de la línea de la costa; de hecho, algunas prospecciones submarinas han permitido identificar restos de estos surcos en las aguas circundantes. En este sentido, varios investigadores apuntan al hecho de que la continuidad de surcos entre Malta y la adyacente isla de Filfla[3] demostraría que toda la zona estaba por encima de las aguas en tiempos muy remotos y que luego el nivel del mar subió en gran medida –quizá por efecto de una gran catástrofe natural– hasta separar las dos porciones de tierra.

Sobre su datación, no hay manera de obtener fechas absolutas, pero se aprecia que las tumbas púnicas se construyeron por encima de estos surcos, lo cual los remontaría a una antigüedad mínima del siglo VII a. C., con un horizonte aproximado entre la Edad del Hierro y la Edad del Bronce. Sin embargo, algunos investigadores creen que son bastante más antiguos y de hecho se ha formulado la hipótesis de que podrían coincidir con la época de construcción de los grandes templos del Neolítico (entre el 4000 y el 2500 a. C.) y que podrían estar relacionados con la extracción y traslado de piedra de las canteras a los enclaves megalíticos. De todas formas, si damos por buenos los surcos subacuáticos, la fecha podría retrasarse varios miles de años más, hasta el final de la última Edad de Hielo, cuando se produjo un gran deshielo global que hizo subir considerablemente el nivel de las aguas.

Lo cierto es que, a pesar de muchas décadas de estudios in situ, nadie sabe exactamente qué son los surcos, ni quién los hizo, ni cuándo ni con qué fin. De hecho, no existen referencias escritas, ni mitos ni tradiciones orales, ni imágenes de ningún tipo sobre los surcos. Por sus características se puede descartar que tales marcas sean fruto de procesos geológicos, pero tampoco parece que sean huellas de antiguos carros, dado que no tenemos una tercera marca central, la que habría hecho el animal o animales de tiro. Se ha especulado sobre otras opciones, como –por ejemplo– raíles sobre los que desplazar un trineo u objeto semejante, huellas de algún vehículo no identificado, canales de irrigación o incluso alineaciones con finalidades rituales o astronómicas (al “estilo Nazca”)  pero no hay pruebas mínimamente sólidas al respecto. En el caso de Malta, empero, la opinión mayoritaria de los arqueólogos es la mencionada teoría del transporte de piedra para los templos megalíticos.

Lo que es muy destacable es que este mismo año ha salido a la luz una noticia relacionada con este fenómeno con cierto toque sensacionalista, pero que merece ser tenida en cuenta a la espera de investigaciones posteriores. Así, el geólogo ruso Alexander Koltypin, de la Universidad Internacional Independiente de Ecología y Politología de Moscú, ha vertido afirmaciones muy llamativas sobre unos surcos paralelos ubicados un terreno petrificado del Valle Frigio[4], en la Anatolia Central (Turquía).

Surcos con estrías laterales sobre la roca (Turquía)
Según Koltypin, la formación rocosa en que se hallan estas marcas es particularmente antigua: se trata de una deposición solidificada de ceniza volcánica que se ha datado entre 12 y 14 millones de años, lo que descarta obviamente que hubiesen sido hechas por carros del Mundo Antiguo; además, algunos surcos son excepcionalmente profundos, hasta un metro en algunos puntos. Al parecer, las huellas se habrían originado sobre terreno blando y su notable profundidad es síntoma del peso del vehículo. En su opinión, más bien tienen el aspecto de huellas de vehículos modernos todo-terreno dado el ancho entre de los surcos, parecido al de los coches o camiones. Y por si fuera poco, por encima de los surcos se observan unas estrías laterales en la roca que  podrían haber sido hechas por los ejes de los supuestos vehículos.

El geólogo ruso no duda en aseverar que “estamos viendo los signos de una civilización que existió antes de la clásica creación de este mundo. Puede que las criaturas de esta pre-civilización no fueran como los humanos modernos.” Por otro lado, la perfección de los trazos le impulsa a rechazar la hipótesis de que sean productos de procesos naturales sin ninguna intervención humana. Así pues, Koltypin propone que hace unos 12-14 millones de años debió existir una antiquísima civilización pre-humana que manejaba enormes vehículos en lo que hoy es la actual Turquía[5].

En definitiva, más allá de mencionar gratuitamente la existencia de esos vehículos en una era muy remota, este hallazgo podría suponer un salto cualitativo en el estudio de los cart ruts, por la longitud y profundidad de las marcas, por la presencia de hendiduras laterales sobre la roca y por la datación geológica, que parece ser de bastante fiabilidad. No obstante, como es obvio, antes de lanzar las campanas al vuelo, se deberá comprobar con seguridad que tales trazos sobre el terreno no pudieron ser el resultado de algún proceso natural (¿glaciares?) o de alguna intervención humana relativamente reciente. Pero si se confirma la antigüedad y artificialidad de estos surcos, habrá que volver a plantear más de una hipótesis sobre su significado.

© Xavier Bartlett 2015


[1] En la localidad de Solana de la Pedrera (Murcia).
[2] Nombre dado por el arqueólogo David Trump, a partir de la semejanza de este lugar con un complejo nudo de vías ferroviarias en Gran Bretaña.
[3] También allí se ha reconocido el mismo tipo de surcos.
[4] Frigia es una región de Turquía con una rica historia antigua, así como una notable mitología que incluye al rey Gordias o al rey Midas.
[5] Hay que incidir en el hecho que este geólogo es más bien un científico heterodoxo que ha abrazado muchas herejías y teorías alternativas relativamente radicales y que por ello sus afirmaciones deben tomarse como mínimo con una moderada prudencia.

martes, 4 de agosto de 2015

Los descubrimientos de Alfredo Gamarra


Tengo el placer de presentar aquí un trabajo del autor holandés Jan Peter de Jong, que lleva años viviendo en el Perú e investigando los misterios arqueológicos de las antiguas civilizaciones precolombinas. El empeño de este investigador se ha centrado en particular en las técnicas de construcción de los antiguos incas (o, para ser más exactos, los que estaban antes  que ellos), destapando las inconsistencias del paradigma actual, que, a su juicio, no da respuesta satisfactoria a ciertas características muy visibles en el registro arqueológico. Cabe decir que de Jong ha fundamentado gran parte de su labor en los esfuerzos previos de los Gamarra, Alfredo (ya fallecido) y su hijo Jesús, que desafiaron con sus teorías y observaciones los cimientos de la arqueología convencional.

Precisamente, hace pocos años Jan Peter de Jong escribió un artículo a modo de homenaje a Alfredo Gamarra, que la revista digital Dogmacero tuvo el honor de publicar en su número 2.  Y, dado que estos dos grandes investigadores peruanos fueron más bien poco mediáticos, sus propuestas no son demasiado conocidas, por lo cual quisiera ahora reproducir íntegramente este artículo en el que los lectores hallarán una completa síntesis de las aportaciones de este gran sabio peruano. Para todos aquellos que deseen ampliar la información sobre estos temas, les invito a que visiten los sitios web de Jan P. de Jong: http://www.ancient-mysteries-explained.com y  http://www.janpeterdejong.com




Alfredo Gamarra (1903-1999) fue un investigador peruano que dedicó buena parte de su vida a investigar los misterios de la historia de la Humanidad. Su trabajo, que tuvo carácter multidisciplinar, se basó especialmente en la información que le proporcionaron los numerosos vestigios arqueológicos de Cuzco, su ciudad natal y antigua capital inca del Perú. Estos esfuerzos, que afortunadamente tienen continuidad gracias al tesón de su hijo Jesús, le condujeron a conclusiones que van más allá del paradigma científico actual. Así, podríamos decir que nos hallamos frente a un trabajo no precisamente convencional, pero sí riguroso y exhaustivo, que sin duda merece una seria consideración, dado que presenta nuevas perspectivas y soluciones donde otros no han sido capaces de aportar nada.

Seguidamente exponemos un resumen de las principales teorías que desarrolló Alfredo Gamarra a partir de sus observaciones e investigaciones.


América no es el Nuevo Mundo, sino un mundo mucho más antiguo


Ruinas de Machu Picchu
Alfredo y Jesús Gamarra estudiaron muchos documentos antiguos y todos los vestigios que se hallan en la ciudad de Cuzco, Sacsayhuamán, el Valle Sagrado de los incas (incluyendo Machu Picchu) y muchos otros lugares poco conocidos por el público. A partir de estas pruebas, y con la aportación de su profundo conocimiento de los mitos locales, leyendas y restos de culturas pretéritas, como los incas, llegaron a la conclusión de que Cuzco y sus alrededores son mucho más antiguos de lo que se supone (de ningún modo construidos por los incas), y que el continente americano no era realmente un Nuevo Mundo, como sostiene el paradigma histórico dominante, sino un mundo mucho más arcaico de lo que se acepta comúnmente.


El origen de muchas culturas de todo el mundo se encuentra en Perú


Esta conclusión sobre América también se basaba en el descubrimiento de restos extraordinariamente antiguos dentro y cerca de lo que se supone que eran vestigios incas, así como en otros indicios procedentes de historias locales, topónimos, símbolos, archivos y crónicas del periodo colonial. Además, estudios posteriores centrados en libros antiguos  —como las obras de historiadores griegos y romanos, o informaciones extraídas del Vaticano y de la Biblia— y en la semejanza de las lenguas locales, como el quechua y el aymara, con otras lenguas de todo el mundo, les inclinaron a pensar que muchas culturas pudieron haber tenido su origen en esta parte del mundo. Asimismo, la memoria global que parece que existió sobre antiguas civilizaciones como la Atlántida o Mu pudo haber estado relacionada con este mismo lugar.

"Piedra de los 12 ángulos"  (Cuzco, Perú)
Cuzco podría haber sido el lugar sagrado de los orígenes de la humanidad. Para los Gamarra, la presencia de un estilo constructivo muy arcaico en Cuzco y sus alrededores significa algo especial, como si este lugar pudiera considerarse la cuna de Humanidad. Las construcciones en este estilo se encuentran en otras partes del mundo, también relacionadas con “El Origen”, pero no son tan abundantes como en la zona de Cuzco. Además, el estudio de la literatura, los topónimos y las antiguas lenguas, así como los indicios que Alfredo Gamarra percibió en sueños lúcidos, parecen confirmar esta sorprendente conclusión.

Los incas construyeron sobre vestigios ya existentes


Los Gamarra concluyeron que los incas fueron los responsables de las construcciones más simples de lugares como Sacsayhuamán o Machu Picchu, caracterizadas por el uso de  pequeñas piedras —con marcas de martillo y cincel— o bien de ladrillos de adobe. Sin embargo ellos no construyeron las estructuras más sofisticadas, dado que no poseían las herramientas adecuadas para producir tales resultados. Concretamente existirían dos estilos pre-incaicos:
  1. Del tiempo de Hanan Pacha, una época que según A. Gamarra coincidiría con el paraíso citado en la Biblia (según la mitología inca, el tiempo de la tierra con el cielo encima). Encontramos este estilo en la base de los vestigios, realizado sobre la roca viva, con el aspecto de haber sido tallado como mantequilla o queso. Las piedras presentan vitrificación y suelen hallarse en el centro o debajo de los muros de épocas posteriores.
  2. Del tiempo de Uran Pacha, que vendría a ser la época bíblica comprendida entre la expulsión del paraíso y la confusión de las lenguas. Se trataría del estilo típicamente megalítico con los bordes vitrificados y con un encaje perfecto de los bloques. Solemos encontrar estos muros encima o alrededor de las piedras del primer estilo.


Estilo Hanan Pacha (pre-incaico)

Estilo Uran Pacha (pre-incaico)

 
Estilo Ukun Pacha (incaico)


Los mismos estilos constructivos anteriores a los incas aparecen en todo el mundo


Alfredo Gamarra identificó el estilo Hanan Pacha en varios monumentos antiguos de todo el mundo, como Malta, Egipto, Gran Bretaña o Japón. En muchos casos parece ser que este estilo fue utilizado por culturas posteriores. Así, en Egipto apareció este estilo en la cámara subterránea –una estructura supuestamente inacabada– que muestra algunas típicas características Hanan Pacha, como las esquinas interiores redondeadas y un aspecto moldeado. En Japón, las estructuras sumergidas de Yonaguni aún son objeto de debate sobre su artificialidad, pero para A. Gamarra estaba claro que mostraban los mismos rasgos típicos del estilo Hanan Pacha.

Gracias al análisis comparativo de imágenes de algunos yacimientos de todo el mundo, se ha podido observar estructuras similares en todos los rincones del planeta, formando en muchas ocasiones la base de antiguos monumentos sagrados. En este sentido, cabe destacar el sensacional descubrimiento de que la estructura pétrea en el interior de la mezquita de la Cúpula de la Roca en Jerusalén, llamada la piedra fundacional, es una típica piedra Hanan Pacha.

El tipo de construcción del Hanan Pacha forma parte de la base de los vestigios. Los muros se erigen alrededor de esas estructuras, como si necesitaran ser protegidas o fueran consideradas de vital importancia, si bien todavía no hemos sido capaces de asignar una función conocida a tales estructuras, al menos desde nuestra lógica actual. También está claro que estas estructuras, hasta el día de hoy, son utilizadas por la población local para hacer ofrendas. En todo caso, hay que reseñar que no se han identificado canteras para estas construcciones, como algunos han propuesto.

Megalitismo en Egipto
Lo mismo ocurre con el estilo de construcción del Uran Pacha: muros compuestos de piedras perfectamente unidas, tan típico de Cuzco, y algunas veces con enormes bloques. Como ya comentamos, este estilo se detecta muchas veces encima o alrededor del estilo Hanan Pacha. Gracias a Internet podemos ver hoy en día que este estilo aparece en varios yacimientos en todo el mundo; así, otros ejemplos de esta construcción, aparte de Perú, los encontramos en la Isla de Pascua, Egipto, Malta y Grecia.

El tercer estilo pertenece sin duda a los incas, según los Gamarra, y es el más tardío, edificado siempre encima de los otros dos estilos. Algunos podrán argüir que los diferentes estilos  se superponen en fluida armonía, pero resulta obvio que cada estilo se corresponde con una tecnología diferente, y que el último de ellos presenta una tecnología muy simple. Asimismo, las piedras utilizadas en cada estilo son de diferentes tipos, lo que puede representar diferentes fases.  También hay que considerar que en los muros con piedras perfectamente encajadas, aun de gran tamaño, no vemos nunca piedras mal colocadas: siempre apreciamos juntas perfectas, lo cual hace más probable la afirmación de los Gamarra de que en aquel tiempo les era fácil hacerlo así, gracias a algún tipo de tecnología desconocida.

Esta tecnología parece ser que se basaba en piedras moldeables. En todos los vestigios examinados se aprecia que los constructores de los estilos Hanan y Uran Pacha eran capaces de hacer cualquier forma que quisieran en la piedra. Así, hallamos bloques con la forma de esquina, juntas perfectas con superficies irregulares en todos los bordes de la piedra, formas caprichosas de la piedra –como si pudieran hacer movimientos rápidos– y diáfanos cambios en la superficie de la roca, como si ésta fuera blanda. El estilo Hanan Pacha se muestra como si hubiera sido moldeado con una cuchara, siempre con esquinas interiores cóncavas, redondeadas, lo que descarta que hubiera sido realizado con un rayo láser, como algunos indican. Una buena analogía de este estilo sería nuestro moderno material de protección de porexpan, hecho con moldes y calor, que tiene la misma apariencia de esquinas redondeadas. De nuevo encontramos esta misma manera de trabajar la piedra en otros yacimientos a nivel mundial.

Las piedras moldeadas y vitrificadas fueron usadas antes de la época inca


La vitrificación es un fenómeno que aún es negado sistemáticamente por la ciencia ortodoxa. Los arqueólogos se refieren a esta característica como “piedras exquisitamente pulidas”. Sin embargo, Alfredo Gamarra identificó hace mucho tiempo esta técnica de la vitrificación en diversos vestigios de Cuzco y sus alrededores, en los dos estilos antes mencionados y en diferentes tipos de piedra. 

La última información, a partir del análisis de una muestra, confirma que Alfredo estaba en el camino correcto. Los resultados demuestran que la composición de la capa superior de la muestra es muy diferente del resto de la piedra, que es una típica piedra caliza. La capa superior contiene significativamente más silicio y la composición es muy similar a la de la pintura cerámica. Así pues queda justificado afirmar que esta piedra debió ser tratada con una tecnología basada en la aplicación de calor.

Sacsayhuamán
La existencia de piedras vitrificadas se confirma en los clásicos tipos de piedra de los estilos Hanan Pacha y Uran Pacha. Se puede observar muchas veces una capa suave, delgada y uniforme, especialmente en aquellas piedras que de alguna manera han estado mucho más protegidas de la erosión, por ejemplo las que se encuentran dentro de las cuevas. En el caso de los muros con las juntas perfectas del estilo Uran Pacha vemos este fenómeno particularmente en las esquinas, donde las piedras parecen haber estado selladas juntas, mientras que otras piedras de esos mismos muros parece como si hubieran sido planchadas en algunos puntos.  Cuando se analizó en Europa una muestra de un monumento del Hanan Pacha se pudo apreciar que la capa superficial delgada tiene otra composición química, con una alta concentración de silicio, al igual que la composición de la pintura cerámica, lo cual confirma prácticamente el uso de calor. Asimismo, el análisis visual confirmó el efecto de refracción, muchas veces presente en la vitrificación, según había indicado Jesús Gamarra. Analizando este fenómeno en otras partes del mundo, ejemplos claros son los encontrados en las piedras de lugares como Egipto y Malta.

El quechua y el aymara son las lenguas más antiguas del mundo


Alfredo Gamarra conocía la relevancia de las lenguas quechua y aymara. Recientemente se ha propuesto la especial estructura del aymara como técnica de traducción automática informatizada, dado que el aymara no está basado en una lógica dual (verdadero o falso), sino en una lógica de tres valores. De este modo, es capaz de expresar sutilezas modales donde otros lenguajes han de recurrir a complejos circunloquios. Así pues, el aymara facilitaría la traducción de idiomas, tal como ha confirmado el investigador boliviano Iván Guzmán de Rojas, inventor del programa informático Atamiri. El aymara es tan perfecto que se ha llegado a sugerir que se trataría de una lengua artificial.

Alfredo dijo que el aymara, junto con el quechua, desciende directamente del primer lenguaje existente sobre la Tierra, lo que tendría confirmación a través de las semejanzas regulares que se dan entre el quechua y el aymara y otras lenguas de todo el mundo. Siguiendo la lógica de un solo lenguaje originario común, Alfredo consideró que ese origen estaba en Cuzco y que el quechua y el aymara eran los restos de ese primer lenguaje, la  lengua que la Humanidad tuvo que aprender después de la “confusión de lenguas”. Antes de ese tiempo, según Alfredo, los hombres se podían comunicar telepáticamente.

Asimismo, existe una larga lista de libros que tratan esta cuestión y que establecen una similitud entre estas lenguas y otras de Europa y Asia. Durante mi primera visita a Cuzco, antes incluso de conocer las investigaciones de los Gamarra, conocí a un hombre que hablaba ocho lenguas, y según él esto se debía a que tenía el conocimiento del quechua, lo que le facilitaba hablar las otras siete lenguas restantes. También argumentaba que el quechua debió de haber sido una especie de lengua raíz, lo que parece confirmarse por otras fuentes. Jesús Gamarra escribió un pasaje interesante sobre esto, llamado “La Primera Lengua”.

En tiempos arcaicos existían otras condiciones físicas en el planeta


Para mucha gente puede resultar increíble el hecho de que existiese una menor gravedad en el pasado, pero ello podría explicar muchos misterios del pasado. Después de oír esta propuesta de Jesús Gamarra, la investigué más a fondo y llegué a la conclusión de que existen varias indicaciones y pruebas que confirman una menor gravedad en tiempos remotos.

Cráneo alargado (Malta)
Alfredo Gamarra sostenía que, a causa de una menor gravedad y una menor presión atmosférica, las formas de vida en el pasado pudieron haber sido más grandes, como por ejemplo durante la era de los dinosaurios. Asimismo, estableció una relación entre el tamaño de los seres humanos y una gravedad menor, tomando como base las numerosas referencias a los gigantes en el pasado y a algunos hallazgos de huesos gigantes. Otro rasgo peculiar serían los cráneos alargados —que no deben confundirse con las deformaciones artificiales—, que aparecen el Perú (Cuzco, Nazca, Paracas...), así como en otros lugares como Malta o Rusia.

La población de la era Hanan Pacha pudo haber tenido cartílagos en vez de huesos (insinuado también en los trabajos de Madame Blavatsky), lo que haría muy improbable encontrar ningún tipo de resto. Estas gentes de los periodos Hanan Pacha y Uran Pacha pudieron haber sido los dioses y gigantes de los que nos hablan los mitos, leyendas y religiones. En esos tiempos sería más fácil para los humanos materializar el pensamiento, dado que toda la materia sería menos densa. En este sentido, los humanos tendrían más poder sobre la materia y los animales, y la comunicación sería por vía telepática.

Además, una gravedad menor supondría un menor consumo de energía para superar los efectos de ésta. Así, según Alfredo, un proceso de regeneración celular más lento y un bajo consumo de energía serían factores que facilitarían una vida más larga en tiempos arcaicos. De este modo, en la era Hanan Pacha la duración de la vida podría haber sido casi eterna, y de más de mil años en la era Uran Pacha, lo que no haría preciso corregir la extensa duración de las vidas mencionadas en la Biblia.

Este fenómeno podría explicar la gran longevidad de los personajes de la Biblia y de Egipto. La gravedad es la fuerza que a lo largo de nuestra vida nos tira hacia abajo, una fuerza contra la que tenemos que luchar las 24 horas al día. Si esta fuera menor, consumiríamos menos energía y ello comportaría un proceso de envejecimiento más lento de nuestro cuerpo. Asimismo, podría explicar también la diferencia de escala que vemos en ciertos vestigios antiguos comparados con otros más modernos. La diferencia de escala entre los estilos Hanan Pacha, Uran Pacha y el Ukun Pacha es obvio. Primero, se edificaba sobre las laderas de montaña o sobre enormes bloques de piedra. Más tarde, se construía sobre el estilo anterior con bloques perfectos, a veces gigantes, del estilo Uran Pacha. Y finalmente encontramos el estilo inca de piedras pequeñas o adobe. Y, una vez más, hallamos estas características en otras partes del mundo.

Otro de los elementos a destacar es la diferencia de escala de los seres vivos en el pasado. Existe una importante literatura que confirma la idea de un decrecimiento del tamaño de los seres vivos con el paso del tiempo, desde las formas gigantes (dinosaurios) a las más pequeñas; de hecho, de todas las criaturas de la Tierra existen ejemplares más grandes en el pasado. Esto también se aplicaría al ser humano, a partir de supuestas evidencias. Obviamente, este hecho está muy presente en todo tipo de leyendas, mitos y religiones de todo el mundo.

Representación de Pangea
En el ámbito geológico, la teoría de la Tierra en expansión –como por ejemplo constata el científico alemán Konstantin Meyl– muestra que todos los continentes encajan perfectamente en un globo terráqueo mucho más pequeño, que comprendería toda la extensión de la Tierra. Esto no puede ser una coincidencia. El encaje de los continentes del globo terráqueo en su tamaño de hoy no es tan perfecto; de hecho, Pangea, el supercontinente primigenio, pudo haber estado realmente en un globo terráqueo mucho más pequeño. A pesar de que la física no puede demostrar con argumentos cómo pudo haber sucedido semejante evento —lo que constituye la principal razón por la que no se acepta esta teoría— tampoco podemos rechazar o negar la evidencia arguyendo que no sabemos como sucedió.

Una gravedad menor también podría explicar por qué los humanos podrían haber tenido más poder cerebral y capacidades especiales como la telepatía, ya que estas circunstancias diferentes parecen haber tenido gran influencia en el ser humano a nivel espiritual y mental. Mi interpretación, basada en la manera de pensar de Alfredo Gamarra, es la siguiente: en el presente, debido a un mundo con más gravedad y más densidad de todos los materiales, nos es más difícil tener acceso al Campo (término utilizado por la autora Lynn McTaggart en su libro del mismo nombre). Según McTaggart: “…la conciencia humana era una sustancia fuera de los confines del cuerpo. Una energía ordenada elevada capaz de cambiar el mundo físico.” El Campo, en este sentido, es el Universo Interconectado, donde todo y todos están conectados. La razón y causa de menos interconexión y de la vida de separación y aislamiento del hombre moderno se debe especialmente a las circunstancias de mayor gravedad y densidad. Así pues, en un pasado remoto, con menos gravedad, sería mucho mas fácil tener contacto con el Campo, lo que se traduciría en mayores capacidades telepáticas, acceso más fácil a un conocimiento común, y resultados de intención más inmediatos. Lynn McTaggart intenta probar el efecto de la intención humana con sus experimentos sobre la intención, ya que está convencida de que tenemos la capacidad de fabricar nuestro propio futuro e influenciar en la materia con nuestros pensamientos. En mi opinión, la situación actual de la densidad/gravedad es la que impide ver un efecto inmediato en nuestras intenciones, pero en el pasado, con otras condiciones, sería mucho mas fácil hacer cosas de este tipo.

En el pasado existieron diferentes calendarios, según las órbitas de la Tierra


Alfredo Gamarra relacionó las épocas Hanan Pacha y Uran Pacha con calendarios inferiores a 365 días por año, cuando la Tierra estaría más ceca del Sol. Así, Alfredo pensaba que la Tierra habría formado parte del Sol y que poco a poco habría incrementado su órbita, alejándose cada vez más. Las tres últimas, incluyendo la actual, serían las que permitirían la vida humana sobre el planeta.

Puerta del Sol (Tiahuanaco)
La primera órbita con presencia humana habría sido en el Hanan Pacha, con un año de 225 días, un calendario que Alfredo identificó en la Puerta del Sol de Tiahuanaco (Bolivia). Esta época, caracterizada por un clima tropical en todo el globo, habría permitido la vida casi eterna (el paraíso terrenal) en una Tierra más pequeña, con los continentes más juntos y con menos gravedad. La segunda órbita, la del tiempo Uran Pacha, habría tenido un año de 260 días, lo que sería el calendario maya Tzolkin.

Las dos veces en que la Tierra cambió de órbita en la historia humana se corresponderían a la expulsión del paraíso y luego a la confusión de lenguas. Ambos momentos representaron un cambio en la gravedad, así como cambios físicos y mentales para la humanidad. Según Alfredo, el motivo decorativo de los tres lados escalonados, un símbolo que se encuentra en toda la cultura inca, sería un reflejo de este concepto de tres periodos/órbitas/mundos. Lo mismo se aplicaría al concepto de los tres círculos hallado en vestigios de todo el mundo como los tres círculos de Stonehenge, los tres círculos en la cima del Borobudur y los tres círculos del Moyuc Marka, en la parte alta de Sacsayhuamán.

Con respecto a otros calendarios en el pasado, resulta interesante retomar las investigaciones de Alfredo Gamarra en lo referente a que mucha información del pasado se podría interpretar literalmente. Así, al igual que la longevidad de las persona en el pasado, los gigantes, las personas con capacidades espirituales y mentales mucho mayores que las de ahora, también sería factible la existencia de calendarios más cortos en el pasado, como el Calendario Tzolkin y el Calendario de la Puerta del Sol de Tihuanaco. Normalmente se considera el Calendario Tzolkin  como un calendario lunar, que habría sido modificado artificialmente a 365 días para hacerlo encajar con nuestro mundo moderno. A su vez, el Calendario de Tiahuanaco ha sido interpretado por Erich von Däniken como un calendario de Venus, de 225 días. Pero en el pasado, estos ciclos más cortos tal vez reflejaban la órbita real de la Tierra, lo cual encajaría en la teoría general de una Tierra que se va alejando del Sol y que se expande mientras orbita. De este modo, la extinción de especies –especialmente las criaturas gigantes– pudo haberse debido a este proceso y no a las inversiones de los polos u otros desastres naturales. Asimismo, tomando la historia humana relatada en la Biblia, tendríamos aquí una explicación para la reducción de la longevidad del hombre, ya que con cada cambio de órbita la Tierra habría incrementado su masa y su gravedad. Alfredo tenía una explicación interesante de cómo los seis días de la Creación están reflejados en los monolitos de Ollantaytambo; concretamente dijo que fueron seis órbitas diferentes, antes de que empezara la historia humana.


La Gran Torre de Babel, en Sacsayhuamán



Monolitos de Ollantaytambo
En cuanto a los lugares sagrados del origen en el Perú, Alfredo Gamarra tuvo una experiencia de tipo paranormal cuando estaba en frente de los monolitos de Ollantaytambo. Parece ser que  recibió un mensaje, como una voz de su interior, con estas palabras: “Esta es la primera edición del génesis de las sagradas escrituras.” Sus investigaciones posteriores, tras esta experiencia, le inclinaron a pensar que muchos de los escenarios de las sagradas escrituras judeo-cristianas sucedieron en Perú, especialmente cerca de Cuzco. De hecho, hay muchas indicaciones que coinciden con las antiguas descripciones, tal y como confirmé con Jesús Gamarra.

Mi propia visión coincide con la reivindicación de Alfredo Gamarra de que Cuzco fue la Gran Babilonia, la ciudad que gobernaba todo el mundo, y que Sacsayhuamán, encima de Cuzco, podría haber sido la Gran Torre de Babel. Y aunque esta afirmación sea más bien atrevida, existen bastantes razones para pensar y creer así. Babilonia en Irak es una ciudad relativamente moderna, mientras que Cuzco, originalmente entre dos ríos, tal y como afirman los mapas antiguos de la ciudad, podría ser mucho mas antigua siguiendo la lógica de Alfredo Gamarra, con sus dos estilos de construcción extraordinariamente arcaicos.

Además, las descripciones de Babilonia y de la Torre de Babel (Etemenanki) de los historiadores griegos y los romanos coinciden con las características de Sacsayhuamán. Y recordemos que nunca se ha encontrado en Mesopotamia nada parecido a la Torre de Babel, donde se supone que debería estar. Aparte de estas referencias, existen en la Biblia otros  escenarios que bien podrían haber tenido lugar en el continente americano. Por ejemplo, según el explorador Gene Savoy, Ophir debía de haber estado en Perú. El documental Etemenanki y el libro Parawayso de Jesús Gamarra dan más detalles de este tema en concreto.

Conclusiones



Mis experiencias personales, que arrancan del rodaje del documental La Cosmogonía de los Tres Mundos, un trabajo que produje junto a Jesús Gamarra sobre la obra de su padre, son de alguna manera la confirmación de las conclusiones de Alfredo, que aunque puedan sonar un poco desubicadas, están mayormente respaldadas por pruebas objetivas, como hemos expuesto. Y ante todo, cabe destacar que los descubrimientos de Alfredo permiten explicar muchos misterios del pasado, gracias a que conectan muchos elementos concretos. Así pues, no hay necesidad, por ejemplo, de caer en la hipótesis alienígena por falta de explicaciones sobre fenomenología extraña o sobre determinados objetos o tecnologías.

Todas estas investigaciones, teorías y afirmaciones de los descubrimientos de Alfredo Gamarra deben ser evaluadas, desarrolladas y elaboradas con mayor profundidad, un trabajo que está llevando a cabo su hijo Jesús Gamarra. Las afirmaciones de Alfredo Gamarra son como poco atrevidas, pero podrían servir para atar los cabos sueltos de algunas teorías oficiales que todavía están por demostrar. Sea como fuere, el trabajo de Alfredo Gamarra es de gran valor, y esperemos que dentro de un tiempo se convierta en la base de futuras investigaciones que nos hagan entender mucho mejor el pasado remoto de la historia del ser humano.

© Jan Peter de Jong 2013