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jueves, 4 de abril de 2019

¿Geopolímeros en América del Sur?


Recientemente abordé en este blog la existencia de una serie de estructuras o pavimentos basados en una hipotética piedra artificial, situados en diversos lugares del planeta, tanto en Europa (sobre todo en las llamadas “pirámides de Bosnia”) como en África (las pirámides de Guiza). No obstante, el alcance de este tema es mucho más amplio y afecta realmente a una gran cantidad de monumentos arcaicos que podemos localizar en diferentes regiones y culturas –aparentemente inconexas entre sí– y que en gran medida son de carácter megalítico, con enormes bloques de piedra que encajan perfectamente, a veces con varios ángulos, sin necesidad de ningún mortero o argamasa.

Este tipo de arquitectura la tenemos también presente en varios puntos de América del Sur, en imponentes estructuras de gran antigüedad que en algunos casos han sido atribuidas erróneamente a la civilización inca, y eso que las diferencias entre los estilos de construcción son bastante notorias. Con todo, se admite que muchos de estos monumentos pertenecieron, en efecto, a un estadio de civilización pre-incaico, como es el caso del conjunto de Tiahuanaco (o Tiwanaku) y Puma Punku, en Bolivia. En este lugar podemos apreciar unos bloques de grandes dimensiones y peso, de formas angulares que quedan perfectamente ensambladas entre sí. Aparte, hallamos unas tremendas losas de entre 130 y 180 toneladas de peso y unos típicos bloques o módulos regulares (sobre todo en forma de “H”, de 1 metro de alto) que no parecen haber sido tallados sino moldeados, dada su gran perfección en las formas, decoraciones, ranuras e incluso en unos pequeños agujeros cuya utilidad se nos escapa. También cabe citar otros elementos extraños, como unas hendiduras en forma de grapas (¿metálicas?) situadas entre los bloques. Nada de esto es totalmente único, pues bastantes de estos rasgos los podemos encontrar en otros enclaves sudamericanos como Cuzco, Sacsayhuamán, Ollantaytambo, etc.

En cualquier caso, muchos investigadores alternativos se han preguntado cómo pudieron realizarse esas construcciones ciclópeas y han lanzado varias hipótesis al respecto, pero con el denominador común de que los bloques no fueron esculpidos. Básicamente, las opciones se reducen a que o bien la piedra fue ablandada de algún modo hasta hacerse plástica y luego recompuesta, o bien fue creada artificialmente a partir de varios componentes, como una especie de cemento, sin descartar una combinación de ambas técnicas. Esto es lo que proponía el químico francés Joseph Davidovits –con la teoría de los geopolímeros– con respecto a las grandes pirámides de Egipto, pero hasta hace poco no supe que también estaba investigando la presencia de dichos geopolímeros antiguos en América del Sur. Lo que viene a continuación es precisamente un comentario sobre sus investigaciones en Tiahuanaco, publicadas hace escasos meses[1] con el aval de su Geopolymer Institute y la Universidad Católica de San Pablo (Arequipa, Perú).

Puerta del Sol (Tiahuanaco)
Si nos remontamos a los antecedentes, hay que recordar que la construcción de Tiahuanaco ha sido datada convencionalmente hacia el 600-700 d. C., mientras que la fecha de abandono o destrucción se estima que tuvo lugar hacia el año 900, varios siglos antes del apogeo de la civilización inca. Lo cierto es que pese a los muchos años de intervenciones arqueológicas que empezaron en la época de Arthur Posnansky[2] (inicios del siglo XX), todavía queda una gran extensión del yacimiento por excavar. En lo referente a las citadas estructuras en piedra (fundamentalmente de arenisca y andesita), no hay demasiadas explicaciones, aparte de la admiración por un trabajo tan perfecto hecho –teóricamente– a golpe de cincel y martillo, con el dato no poco importante de que la piedra tuvo que ser traída de canteras más o menos lejanas. De hecho, la gran perfección y calidad en la realización de los bloques modulares –con ángulos exactos de 90º, superficies muy pulidas y precisos vaciados geométricos– supera las teorías convencionales sobre el tallado de estos bloques, y más aun teniendo en cuenta de que están hechos de andesita, una piedra de origen volcánico excepcionalmente dura.

El caso que expone Davidovits se sustenta en que a finales de 2017 se llevaron a cabo por primera vez análisis de muestras de piedra (arenisca y andesita) de Puma Punku bajo el microscopio electrónico. Estas pruebas indicaron, a su juicio, que el origen de los bloques no sería natural sino artificial (mediante geosíntesis), lo que podría aportar una respuesta razonable al complejo problema de localizar las canteras originales, explicar el método de transporte de los bloques y justificar el posterior trabajo tan perfecto de la piedra para darle su forma final. Así pues, a fin de llegar a conclusiones firmes, no sólo se implementaron tareas de laboratorio sino también trabajos de campo para obtener referencias y comparaciones con el contexto geológico de la zona.

Vista de Puma Punku
Para empezar, lo que se aprecia sobre la arenisca de Puma Punku es que las canteras de esta piedra más cercanas están a una distancia de entre 8 y 11 km., según se afirmaba en un estudio arqueológico fechado en 1971. El equipo de Davidovits fue a examinar tres de estas posibles canteras situadas en colinas cercanas, al sur de Puma Punku, y llegó a la conclusión que dado lo empinado de las rutas de transporte y el enorme peso de los bloques sería muy difícil aceptar que la arenisca procediera de tales lugares. Además, lo que se ve sobre el terreno es una serie de rocas de forma cuadrangular y tamaño medio (sin ningún bloque enorme), lo que no parecen ser los restos de una actividad de extracción de piedra en minas a cielo abierto, sino más bien el resultado de la fragmentación y erosión de las rocas por procesos naturales.

Ahora bien, Davidovits identificó en la cercana localidad de Callamarca una capa de arcilla caolinítica de arenisca erosionada, fácil de disgregar y apta para la elaboración de geopolímeros. A partir de este hallazgo, los investigadores tomaron una pequeña muestra del megalito n.º 2 de Puma Punku y la sometieron a diversos análisis con las más modernas tecnologías[3] para identificar con precisión el origen y la composición del material empleado. Estos análisis, una vez identificados los componentes, descartaron la procedencia de la arenisca de las hipotéticas canteras localizadas en 1971 y mostraron las similitudes con la arenisca de Callamarca, con el importante dato añadido de la presencia de una gran cantidad de material aglutinante.

Otro elemento muy significativo fue la alta cantidad de sodio detectada en la muestra del megalito, que contrastaba con las proporciones de sodio notablemente más bajas observadas en las muestras de las “canteras” e incluso en Callamarca (alrededor de un 50%). Con todo ello, Davidovits dedujo que el sodio debió ser añadido de alguna manera. Siguiendo esta pista, el químico francés buscó por la zona la fuente del carbonato de sodio (natrón) que daría el componente alcalino al geopolímero y encontró tal lugar al sur de Puma Punku, en la Laguna Cachi, de la cual todavía hoy se extrae el natrón. Cabe señalar que este enclave está a cientos de kilómetros de Puma Punku, pero Davidovits considera que hay pruebas suficientes de ya que existía en la antigüedad una consolidada ruta de caravanas de llamas que harían este trayecto con normalidad. En suma, sin entrar en más detalles técnicos, Davidovits concluye que la arenisca roja de Puma Punku es un geopolímero creado a partir de la arcilla caolinítica de Callamarca y el natrón de Laguna Cachi.

Bloques de andesita de Puma Punku
Por otro lado, quedaban los característicos bloques de andesita gris también localizados en Puma Punku. En este caso, la sospecha de una factura artificial era más alta, dada la perfección y regularidad de las formas y acabados sobre una piedra de enorme dureza (entre 6 y 7 en la escala de Mohs). Para Davidovits quedaba poca duda de que estos bloques podían haber sido realizados con relativa facilidad mediante el moldeado, esto es, a base de geopolímeros, lo que es muy visible en particular en el pulido de las superficies y la regularidad de los ángulos. Los análisis superficiales de la piedra detectaron además las típicas burbujas de aire que quedan atrapadas contra la estructura del molde.

No obstante, la verificación definitiva se llevó a cabo con los métodos similares a los ya citados anteriormente, y en esta ocasión las muestras extraídas revelaron la presencia de una sustancia amorfa de incierta naturaleza. Tras los análisis químicos se comprobó que esta sustancia era de origen orgánico (basada en carbono), lo que se contradice con la típica composición de las rocas volcánicas, como es el caso de la andesita, pues los materiales orgánicos quedan vaporizados debido a las altas temperaturas en que se forman las piedras volcánicas. Así pues, según Davidovits, los bloques de andesita fueron elaborados a partir de una base de toba volcánica no consolidada del tamaño de arena (obtenida del cercano Cerro Khapia) con la adición de este componente orgánico.

Eso sí, en este caso el geopolímero no fue fraguado en un medio alcalino, como sucedía con la arenisca, sino en un medio ácido. Para el científico francés este hecho vendría a corroborar las antiguas leyendas locales sobre ciertas sustancias de origen vegetal –ácidos extraídos de diversas plantas– que era capaces de ablandar (y moldear) las piedras, lo que se corresponde con los ácidos carboxílicos, detectados en los análisis. Quedaría pendiente el tema del aglutinante orgánico, que a juicio de Davidovits sería el guano, una sustancia fertilizante que se podía obtener de la costa sur del Perú y que sería llevada a Tiahuanaco también en caravanas de llamas. Sin embargo, la avanzada agricultura de Tiahuanaco no precisaría del guano como fertilizante. Antes bien, sería empleado como agente endurecedor del geopolímero, ya que contiene una notable cantidad de sales de ácido, como en particular sales de amonio, necesarias para la reacción química que permite la solidificación del material. En este sentido, la comparación del análisis espectrográfico químico del material orgánico de la andesita con el de las muestras de guano procedente de Ilo (Perú) sustentó la tesis de Davidovits, dada la gran similitud en sus componentes y proporciones.
 
Los típicos bloques en forma de H de andesita
Hasta aquí la parte más puramente técnica, por la cual Joseph Davidovits defiende que la cultura local tiahuanacota fue capaz de elaborar piedra artificial o geopolímero hace unos 1.400 años, descartando tanto las teorías oficiales –el tallado de la piedra– como las teorías alternativas, que suponen la intervención de alienígenas o la presencia de una supercivilización desaparecida. Davidovits concluye que la especial composición de las muestras tomadas no deja lugar a dudas sobre el origen artificial de los bloques, pues en la propia naturaleza no se pueden hallar los rasgos tan peculiares ya comentados. Además, añade que tales compuestos geopolímeros ya son conocidos en la ingeniería civil (caso de la arenisca) o han podido ser replicados satisfactoriamente en ensayos de laboratorio (caso de la andesita), lo que añade más peso a sus pruebas. Por otro lado, Davidovits afirma que esta investigación abre la puerta a una posible datación absoluta fiable de la construcción del conjunto monumental, dado que los elementos orgánicos identificados en la andesita se podrían analizar mediante el método del Carbono-14.

Expuesta ya toda la argumentación, personalmente me resulta complicado valorar en su justa medida los resultados ofrecidos, dados mis escasos conocimientos de geología y química, pero lo que he podido comprender me parece factible y razonable, a la espera de lo que diga el estamento arqueológico, que ya rechazó en firme las tesis de Davidovits con relación a las pirámides de Guiza, alegando que el origen de la piedra caliza de dichos monumentos había podido ser perfectamente identificado en una cantera próxima.

Vista de Kalasasaya (Tiahuanaco)
En todo caso, el trabajo de Davidovits –mediante el recurso a los datos empíricos– expone una vía de explicación para el fenómeno megalítico antiguo en diversos lugares del mundo, que ha sido objeto de polémica y discusión por parte de la arqueología alternativa, al rechazar las versiones convencionales sobre cómo se realizaron tales obras. Aparte, quedaría el tema no poco importante de situar ese megalitismo en el tiempo y un determinado contexto cultural. Veremos si finalmente se llevan a cabo los análisis de C-14 sobre las muestras de Puma-Punku, para comprobar si corrobora las fechas del primer milenio después de Cristo que la arqueología da por buenas o si las fechas son más antiguas. Todo ello, claro está, dando un voto de confianza al método, que ha sido puesto en entredicho en no pocas ocasiones.

Sobre este punto concreto, bastantes autores alternativos, como muy destacadamente Graham Hancock, creen que determinadas estructuras megalíticas son de enorme antigüedad –anteriores a las civilizaciones reconocidas– y corresponden en realidad a una civilización desaparecida global capaz de logros impensables incluso en nuestro mundo moderno. Según esta visión, en América del Sur, a la vista de los restos arquitectónicos, la civilización inca no fue la responsable de los grandes monumentos megalíticos. En este particular, los investigadores peruanos Alfredo y Jesús Gamarra engloban ese megalitismo en los estilos Hanan Pacha y Uran Pacha, propios de una era muy remota pre-incaica y caracterizados por unos bloques formados como mantequilla cortada a cuchillo o cuchara, o bien por bloques encajados perfectamente y a veces vitrificados en su superficie. Además, ambos investigadores confirman que estas mismas características son apreciables en otros monumentos localizados en regiones muy separadas entre sí, como Malta, Egipto, Palestina, Isla de Pascua, Grecia, Gran Bretaña, Japón, etc.

Cito literalmente a Jan P. de Jong, seguidor de los Gamarra:

¿Estructuras moldeadas?
“Esta tecnología parece ser que se basaba en piedras moldeables. En todos los vestigios examinados se aprecia que los constructores de los estilos Hanan y Uran Pacha eran capaces de hacer cualquier forma que quisieran en la piedra. Así, hallamos bloques con la forma de esquina, juntas perfectas con superficies irregulares en todos los bordes de la piedra, formas caprichosas de la piedra –como si pudieran hacer movimientos rápidos– y diáfanos cambios en la superficie de la roca, como si ésta fuera blanda. El estilo Hanan Pacha se muestra como si hubiera sido moldeado con una cuchara, siempre con esquinas interiores cóncavas, redondeadas, lo que descarta que hubiera sido realizado con un rayo láser, como algunos indican. Una buena analogía de este estilo sería nuestro moderno material de protección de porexpan, hecho con moldes y calor, que tiene la misma apariencia de esquinas redondeadas. De nuevo encontramos esta misma manera de trabajar la piedra en otros yacimientos a nivel mundial.”[4]

Este escenario podría encajar –al menos parcialmente– con la propuesta de Davidovits de los geopolímeros, que indicaría que en un tiempo muy antiguo existían culturas o civilizaciones con una alta tecnología de construcción, igual o incluso superior a la que tenemos actualmente. Si esto es cierto y puede confirmarse de forma fehaciente, pondría en un aprieto a la versión oficial académica y a la clásica interpretación de que la civilización avanza de forma lineal (una especie de evolución cultural y tecnológica), pues quedaría claro que en una época muy distante se disponía de una tecnología superior que luego se perdió con el paso de los siglos. Recordemos que el cemento, como material constructivo, no fue utilizado hasta la época romana (el llamado opus caementicium), con lo cual esta piedra artificial –o cemento u hormigón– de calidad superior quedaría totalmente desubicada en el tiempo y el espacio, a menos que empecemos a abrir nuestra mente y planteemos la seria posibilidad de que pudo haber una involución o una pérdida de conocimiento en la Humanidad debido a causas que por ahora se nos escapan.

© Xavier Bartlett 2019

Fuente imágenes: Wikimedia Commons / David Álvarez / archivo del autor




[2] Posnansky fue un militar e ingeniero de origen austríaco instalado en Bolivia que estuvo varios años investigando la zona, defendiendo finalmente la tesis de que Tiahuanaco fue la cuna de la civilización en América. Su mayor “herejía” fue datar el yacimiento hacia el 15000 a. C., a partir de observaciones arqueoastronómicas del patio de Kalasasaya.

[3] Entre éstas, la sección fina, el análisis químico SEM/EDS, el microscopio electrónico de barrido, la difracción de rayos X, etc.


[4] Fragmento del artículo publicado en la revista Dogmacero n.º 2 y en este mismo blog (https://laotracaradelpasado.blogspot.com/2015/08/los-descubrimientos-de-alfredo-gamarra.html) sobre las propuestas de los Gamarra (Alfredo y Jesús), explicadas por el investigador Jan Peter de Jong.

martes, 4 de agosto de 2015

Los descubrimientos de Alfredo Gamarra


Tengo el placer de presentar aquí un trabajo del autor holandés Jan Peter de Jong, que lleva años viviendo en el Perú e investigando los misterios arqueológicos de las antiguas civilizaciones precolombinas. El empeño de este investigador se ha centrado en particular en las técnicas de construcción de los antiguos incas (o, para ser más exactos, los que estaban antes  que ellos), destapando las inconsistencias del paradigma actual, que, a su juicio, no da respuesta satisfactoria a ciertas características muy visibles en el registro arqueológico. Cabe decir que de Jong ha fundamentado gran parte de su labor en los esfuerzos previos de los Gamarra, Alfredo (ya fallecido) y su hijo Jesús, que desafiaron con sus teorías y observaciones los cimientos de la arqueología convencional.

Precisamente, hace pocos años Jan Peter de Jong escribió un artículo a modo de homenaje a Alfredo Gamarra, que la revista digital Dogmacero tuvo el honor de publicar en su número 2.  Y, dado que estos dos grandes investigadores peruanos fueron más bien poco mediáticos, sus propuestas no son demasiado conocidas, por lo cual quisiera ahora reproducir íntegramente este artículo en el que los lectores hallarán una completa síntesis de las aportaciones de este gran sabio peruano. Para todos aquellos que deseen ampliar la información sobre estos temas, les invito a que visiten los sitios web de Jan P. de Jong: http://www.ancient-mysteries-explained.com y  http://www.janpeterdejong.com




Alfredo Gamarra (1903-1999) fue un investigador peruano que dedicó buena parte de su vida a investigar los misterios de la historia de la Humanidad. Su trabajo, que tuvo carácter multidisciplinar, se basó especialmente en la información que le proporcionaron los numerosos vestigios arqueológicos de Cuzco, su ciudad natal y antigua capital inca del Perú. Estos esfuerzos, que afortunadamente tienen continuidad gracias al tesón de su hijo Jesús, le condujeron a conclusiones que van más allá del paradigma científico actual. Así, podríamos decir que nos hallamos frente a un trabajo no precisamente convencional, pero sí riguroso y exhaustivo, que sin duda merece una seria consideración, dado que presenta nuevas perspectivas y soluciones donde otros no han sido capaces de aportar nada.

Seguidamente exponemos un resumen de las principales teorías que desarrolló Alfredo Gamarra a partir de sus observaciones e investigaciones.


América no es el Nuevo Mundo, sino un mundo mucho más antiguo


Ruinas de Machu Picchu
Alfredo y Jesús Gamarra estudiaron muchos documentos antiguos y todos los vestigios que se hallan en la ciudad de Cuzco, Sacsayhuamán, el Valle Sagrado de los incas (incluyendo Machu Picchu) y muchos otros lugares poco conocidos por el público. A partir de estas pruebas, y con la aportación de su profundo conocimiento de los mitos locales, leyendas y restos de culturas pretéritas, como los incas, llegaron a la conclusión de que Cuzco y sus alrededores son mucho más antiguos de lo que se supone (de ningún modo construidos por los incas), y que el continente americano no era realmente un Nuevo Mundo, como sostiene el paradigma histórico dominante, sino un mundo mucho más arcaico de lo que se acepta comúnmente.


El origen de muchas culturas de todo el mundo se encuentra en Perú


Esta conclusión sobre América también se basaba en el descubrimiento de restos extraordinariamente antiguos dentro y cerca de lo que se supone que eran vestigios incas, así como en otros indicios procedentes de historias locales, topónimos, símbolos, archivos y crónicas del periodo colonial. Además, estudios posteriores centrados en libros antiguos  —como las obras de historiadores griegos y romanos, o informaciones extraídas del Vaticano y de la Biblia— y en la semejanza de las lenguas locales, como el quechua y el aymara, con otras lenguas de todo el mundo, les inclinaron a pensar que muchas culturas pudieron haber tenido su origen en esta parte del mundo. Asimismo, la memoria global que parece que existió sobre antiguas civilizaciones como la Atlántida o Mu pudo haber estado relacionada con este mismo lugar.

"Piedra de los 12 ángulos"  (Cuzco, Perú)
Cuzco podría haber sido el lugar sagrado de los orígenes de la humanidad. Para los Gamarra, la presencia de un estilo constructivo muy arcaico en Cuzco y sus alrededores significa algo especial, como si este lugar pudiera considerarse la cuna de Humanidad. Las construcciones en este estilo se encuentran en otras partes del mundo, también relacionadas con “El Origen”, pero no son tan abundantes como en la zona de Cuzco. Además, el estudio de la literatura, los topónimos y las antiguas lenguas, así como los indicios que Alfredo Gamarra percibió en sueños lúcidos, parecen confirmar esta sorprendente conclusión.

Los incas construyeron sobre vestigios ya existentes


Los Gamarra concluyeron que los incas fueron los responsables de las construcciones más simples de lugares como Sacsayhuamán o Machu Picchu, caracterizadas por el uso de  pequeñas piedras —con marcas de martillo y cincel— o bien de ladrillos de adobe. Sin embargo ellos no construyeron las estructuras más sofisticadas, dado que no poseían las herramientas adecuadas para producir tales resultados. Concretamente existirían dos estilos pre-incaicos:
  1. Del tiempo de Hanan Pacha, una época que según A. Gamarra coincidiría con el paraíso citado en la Biblia (según la mitología inca, el tiempo de la tierra con el cielo encima). Encontramos este estilo en la base de los vestigios, realizado sobre la roca viva, con el aspecto de haber sido tallado como mantequilla o queso. Las piedras presentan vitrificación y suelen hallarse en el centro o debajo de los muros de épocas posteriores.
  2. Del tiempo de Uran Pacha, que vendría a ser la época bíblica comprendida entre la expulsión del paraíso y la confusión de las lenguas. Se trataría del estilo típicamente megalítico con los bordes vitrificados y con un encaje perfecto de los bloques. Solemos encontrar estos muros encima o alrededor de las piedras del primer estilo.


Estilo Hanan Pacha (pre-incaico)

Estilo Uran Pacha (pre-incaico)

 
Estilo Ukun Pacha (incaico)


Los mismos estilos constructivos anteriores a los incas aparecen en todo el mundo


Alfredo Gamarra identificó el estilo Hanan Pacha en varios monumentos antiguos de todo el mundo, como Malta, Egipto, Gran Bretaña o Japón. En muchos casos parece ser que este estilo fue utilizado por culturas posteriores. Así, en Egipto apareció este estilo en la cámara subterránea –una estructura supuestamente inacabada– que muestra algunas típicas características Hanan Pacha, como las esquinas interiores redondeadas y un aspecto moldeado. En Japón, las estructuras sumergidas de Yonaguni aún son objeto de debate sobre su artificialidad, pero para A. Gamarra estaba claro que mostraban los mismos rasgos típicos del estilo Hanan Pacha.

Gracias al análisis comparativo de imágenes de algunos yacimientos de todo el mundo, se ha podido observar estructuras similares en todos los rincones del planeta, formando en muchas ocasiones la base de antiguos monumentos sagrados. En este sentido, cabe destacar el sensacional descubrimiento de que la estructura pétrea en el interior de la mezquita de la Cúpula de la Roca en Jerusalén, llamada la piedra fundacional, es una típica piedra Hanan Pacha.

El tipo de construcción del Hanan Pacha forma parte de la base de los vestigios. Los muros se erigen alrededor de esas estructuras, como si necesitaran ser protegidas o fueran consideradas de vital importancia, si bien todavía no hemos sido capaces de asignar una función conocida a tales estructuras, al menos desde nuestra lógica actual. También está claro que estas estructuras, hasta el día de hoy, son utilizadas por la población local para hacer ofrendas. En todo caso, hay que reseñar que no se han identificado canteras para estas construcciones, como algunos han propuesto.

Megalitismo en Egipto
Lo mismo ocurre con el estilo de construcción del Uran Pacha: muros compuestos de piedras perfectamente unidas, tan típico de Cuzco, y algunas veces con enormes bloques. Como ya comentamos, este estilo se detecta muchas veces encima o alrededor del estilo Hanan Pacha. Gracias a Internet podemos ver hoy en día que este estilo aparece en varios yacimientos en todo el mundo; así, otros ejemplos de esta construcción, aparte de Perú, los encontramos en la Isla de Pascua, Egipto, Malta y Grecia.

El tercer estilo pertenece sin duda a los incas, según los Gamarra, y es el más tardío, edificado siempre encima de los otros dos estilos. Algunos podrán argüir que los diferentes estilos  se superponen en fluida armonía, pero resulta obvio que cada estilo se corresponde con una tecnología diferente, y que el último de ellos presenta una tecnología muy simple. Asimismo, las piedras utilizadas en cada estilo son de diferentes tipos, lo que puede representar diferentes fases.  También hay que considerar que en los muros con piedras perfectamente encajadas, aun de gran tamaño, no vemos nunca piedras mal colocadas: siempre apreciamos juntas perfectas, lo cual hace más probable la afirmación de los Gamarra de que en aquel tiempo les era fácil hacerlo así, gracias a algún tipo de tecnología desconocida.

Esta tecnología parece ser que se basaba en piedras moldeables. En todos los vestigios examinados se aprecia que los constructores de los estilos Hanan y Uran Pacha eran capaces de hacer cualquier forma que quisieran en la piedra. Así, hallamos bloques con la forma de esquina, juntas perfectas con superficies irregulares en todos los bordes de la piedra, formas caprichosas de la piedra –como si pudieran hacer movimientos rápidos– y diáfanos cambios en la superficie de la roca, como si ésta fuera blanda. El estilo Hanan Pacha se muestra como si hubiera sido moldeado con una cuchara, siempre con esquinas interiores cóncavas, redondeadas, lo que descarta que hubiera sido realizado con un rayo láser, como algunos indican. Una buena analogía de este estilo sería nuestro moderno material de protección de porexpan, hecho con moldes y calor, que tiene la misma apariencia de esquinas redondeadas. De nuevo encontramos esta misma manera de trabajar la piedra en otros yacimientos a nivel mundial.

Las piedras moldeadas y vitrificadas fueron usadas antes de la época inca


La vitrificación es un fenómeno que aún es negado sistemáticamente por la ciencia ortodoxa. Los arqueólogos se refieren a esta característica como “piedras exquisitamente pulidas”. Sin embargo, Alfredo Gamarra identificó hace mucho tiempo esta técnica de la vitrificación en diversos vestigios de Cuzco y sus alrededores, en los dos estilos antes mencionados y en diferentes tipos de piedra. 

La última información, a partir del análisis de una muestra, confirma que Alfredo estaba en el camino correcto. Los resultados demuestran que la composición de la capa superior de la muestra es muy diferente del resto de la piedra, que es una típica piedra caliza. La capa superior contiene significativamente más silicio y la composición es muy similar a la de la pintura cerámica. Así pues queda justificado afirmar que esta piedra debió ser tratada con una tecnología basada en la aplicación de calor.

Sacsayhuamán
La existencia de piedras vitrificadas se confirma en los clásicos tipos de piedra de los estilos Hanan Pacha y Uran Pacha. Se puede observar muchas veces una capa suave, delgada y uniforme, especialmente en aquellas piedras que de alguna manera han estado mucho más protegidas de la erosión, por ejemplo las que se encuentran dentro de las cuevas. En el caso de los muros con las juntas perfectas del estilo Uran Pacha vemos este fenómeno particularmente en las esquinas, donde las piedras parecen haber estado selladas juntas, mientras que otras piedras de esos mismos muros parece como si hubieran sido planchadas en algunos puntos.  Cuando se analizó en Europa una muestra de un monumento del Hanan Pacha se pudo apreciar que la capa superficial delgada tiene otra composición química, con una alta concentración de silicio, al igual que la composición de la pintura cerámica, lo cual confirma prácticamente el uso de calor. Asimismo, el análisis visual confirmó el efecto de refracción, muchas veces presente en la vitrificación, según había indicado Jesús Gamarra. Analizando este fenómeno en otras partes del mundo, ejemplos claros son los encontrados en las piedras de lugares como Egipto y Malta.

El quechua y el aymara son las lenguas más antiguas del mundo


Alfredo Gamarra conocía la relevancia de las lenguas quechua y aymara. Recientemente se ha propuesto la especial estructura del aymara como técnica de traducción automática informatizada, dado que el aymara no está basado en una lógica dual (verdadero o falso), sino en una lógica de tres valores. De este modo, es capaz de expresar sutilezas modales donde otros lenguajes han de recurrir a complejos circunloquios. Así pues, el aymara facilitaría la traducción de idiomas, tal como ha confirmado el investigador boliviano Iván Guzmán de Rojas, inventor del programa informático Atamiri. El aymara es tan perfecto que se ha llegado a sugerir que se trataría de una lengua artificial.

Alfredo dijo que el aymara, junto con el quechua, desciende directamente del primer lenguaje existente sobre la Tierra, lo que tendría confirmación a través de las semejanzas regulares que se dan entre el quechua y el aymara y otras lenguas de todo el mundo. Siguiendo la lógica de un solo lenguaje originario común, Alfredo consideró que ese origen estaba en Cuzco y que el quechua y el aymara eran los restos de ese primer lenguaje, la  lengua que la Humanidad tuvo que aprender después de la “confusión de lenguas”. Antes de ese tiempo, según Alfredo, los hombres se podían comunicar telepáticamente.

Asimismo, existe una larga lista de libros que tratan esta cuestión y que establecen una similitud entre estas lenguas y otras de Europa y Asia. Durante mi primera visita a Cuzco, antes incluso de conocer las investigaciones de los Gamarra, conocí a un hombre que hablaba ocho lenguas, y según él esto se debía a que tenía el conocimiento del quechua, lo que le facilitaba hablar las otras siete lenguas restantes. También argumentaba que el quechua debió de haber sido una especie de lengua raíz, lo que parece confirmarse por otras fuentes. Jesús Gamarra escribió un pasaje interesante sobre esto, llamado “La Primera Lengua”.

En tiempos arcaicos existían otras condiciones físicas en el planeta


Para mucha gente puede resultar increíble el hecho de que existiese una menor gravedad en el pasado, pero ello podría explicar muchos misterios del pasado. Después de oír esta propuesta de Jesús Gamarra, la investigué más a fondo y llegué a la conclusión de que existen varias indicaciones y pruebas que confirman una menor gravedad en tiempos remotos.

Cráneo alargado (Malta)
Alfredo Gamarra sostenía que, a causa de una menor gravedad y una menor presión atmosférica, las formas de vida en el pasado pudieron haber sido más grandes, como por ejemplo durante la era de los dinosaurios. Asimismo, estableció una relación entre el tamaño de los seres humanos y una gravedad menor, tomando como base las numerosas referencias a los gigantes en el pasado y a algunos hallazgos de huesos gigantes. Otro rasgo peculiar serían los cráneos alargados —que no deben confundirse con las deformaciones artificiales—, que aparecen el Perú (Cuzco, Nazca, Paracas...), así como en otros lugares como Malta o Rusia.

La población de la era Hanan Pacha pudo haber tenido cartílagos en vez de huesos (insinuado también en los trabajos de Madame Blavatsky), lo que haría muy improbable encontrar ningún tipo de resto. Estas gentes de los periodos Hanan Pacha y Uran Pacha pudieron haber sido los dioses y gigantes de los que nos hablan los mitos, leyendas y religiones. En esos tiempos sería más fácil para los humanos materializar el pensamiento, dado que toda la materia sería menos densa. En este sentido, los humanos tendrían más poder sobre la materia y los animales, y la comunicación sería por vía telepática.

Además, una gravedad menor supondría un menor consumo de energía para superar los efectos de ésta. Así, según Alfredo, un proceso de regeneración celular más lento y un bajo consumo de energía serían factores que facilitarían una vida más larga en tiempos arcaicos. De este modo, en la era Hanan Pacha la duración de la vida podría haber sido casi eterna, y de más de mil años en la era Uran Pacha, lo que no haría preciso corregir la extensa duración de las vidas mencionadas en la Biblia.

Este fenómeno podría explicar la gran longevidad de los personajes de la Biblia y de Egipto. La gravedad es la fuerza que a lo largo de nuestra vida nos tira hacia abajo, una fuerza contra la que tenemos que luchar las 24 horas al día. Si esta fuera menor, consumiríamos menos energía y ello comportaría un proceso de envejecimiento más lento de nuestro cuerpo. Asimismo, podría explicar también la diferencia de escala que vemos en ciertos vestigios antiguos comparados con otros más modernos. La diferencia de escala entre los estilos Hanan Pacha, Uran Pacha y el Ukun Pacha es obvio. Primero, se edificaba sobre las laderas de montaña o sobre enormes bloques de piedra. Más tarde, se construía sobre el estilo anterior con bloques perfectos, a veces gigantes, del estilo Uran Pacha. Y finalmente encontramos el estilo inca de piedras pequeñas o adobe. Y, una vez más, hallamos estas características en otras partes del mundo.

Otro de los elementos a destacar es la diferencia de escala de los seres vivos en el pasado. Existe una importante literatura que confirma la idea de un decrecimiento del tamaño de los seres vivos con el paso del tiempo, desde las formas gigantes (dinosaurios) a las más pequeñas; de hecho, de todas las criaturas de la Tierra existen ejemplares más grandes en el pasado. Esto también se aplicaría al ser humano, a partir de supuestas evidencias. Obviamente, este hecho está muy presente en todo tipo de leyendas, mitos y religiones de todo el mundo.

Representación de Pangea
En el ámbito geológico, la teoría de la Tierra en expansión –como por ejemplo constata el científico alemán Konstantin Meyl– muestra que todos los continentes encajan perfectamente en un globo terráqueo mucho más pequeño, que comprendería toda la extensión de la Tierra. Esto no puede ser una coincidencia. El encaje de los continentes del globo terráqueo en su tamaño de hoy no es tan perfecto; de hecho, Pangea, el supercontinente primigenio, pudo haber estado realmente en un globo terráqueo mucho más pequeño. A pesar de que la física no puede demostrar con argumentos cómo pudo haber sucedido semejante evento —lo que constituye la principal razón por la que no se acepta esta teoría— tampoco podemos rechazar o negar la evidencia arguyendo que no sabemos como sucedió.

Una gravedad menor también podría explicar por qué los humanos podrían haber tenido más poder cerebral y capacidades especiales como la telepatía, ya que estas circunstancias diferentes parecen haber tenido gran influencia en el ser humano a nivel espiritual y mental. Mi interpretación, basada en la manera de pensar de Alfredo Gamarra, es la siguiente: en el presente, debido a un mundo con más gravedad y más densidad de todos los materiales, nos es más difícil tener acceso al Campo (término utilizado por la autora Lynn McTaggart en su libro del mismo nombre). Según McTaggart: “…la conciencia humana era una sustancia fuera de los confines del cuerpo. Una energía ordenada elevada capaz de cambiar el mundo físico.” El Campo, en este sentido, es el Universo Interconectado, donde todo y todos están conectados. La razón y causa de menos interconexión y de la vida de separación y aislamiento del hombre moderno se debe especialmente a las circunstancias de mayor gravedad y densidad. Así pues, en un pasado remoto, con menos gravedad, sería mucho mas fácil tener contacto con el Campo, lo que se traduciría en mayores capacidades telepáticas, acceso más fácil a un conocimiento común, y resultados de intención más inmediatos. Lynn McTaggart intenta probar el efecto de la intención humana con sus experimentos sobre la intención, ya que está convencida de que tenemos la capacidad de fabricar nuestro propio futuro e influenciar en la materia con nuestros pensamientos. En mi opinión, la situación actual de la densidad/gravedad es la que impide ver un efecto inmediato en nuestras intenciones, pero en el pasado, con otras condiciones, sería mucho mas fácil hacer cosas de este tipo.

En el pasado existieron diferentes calendarios, según las órbitas de la Tierra


Alfredo Gamarra relacionó las épocas Hanan Pacha y Uran Pacha con calendarios inferiores a 365 días por año, cuando la Tierra estaría más ceca del Sol. Así, Alfredo pensaba que la Tierra habría formado parte del Sol y que poco a poco habría incrementado su órbita, alejándose cada vez más. Las tres últimas, incluyendo la actual, serían las que permitirían la vida humana sobre el planeta.

Puerta del Sol (Tiahuanaco)
La primera órbita con presencia humana habría sido en el Hanan Pacha, con un año de 225 días, un calendario que Alfredo identificó en la Puerta del Sol de Tiahuanaco (Bolivia). Esta época, caracterizada por un clima tropical en todo el globo, habría permitido la vida casi eterna (el paraíso terrenal) en una Tierra más pequeña, con los continentes más juntos y con menos gravedad. La segunda órbita, la del tiempo Uran Pacha, habría tenido un año de 260 días, lo que sería el calendario maya Tzolkin.

Las dos veces en que la Tierra cambió de órbita en la historia humana se corresponderían a la expulsión del paraíso y luego a la confusión de lenguas. Ambos momentos representaron un cambio en la gravedad, así como cambios físicos y mentales para la humanidad. Según Alfredo, el motivo decorativo de los tres lados escalonados, un símbolo que se encuentra en toda la cultura inca, sería un reflejo de este concepto de tres periodos/órbitas/mundos. Lo mismo se aplicaría al concepto de los tres círculos hallado en vestigios de todo el mundo como los tres círculos de Stonehenge, los tres círculos en la cima del Borobudur y los tres círculos del Moyuc Marka, en la parte alta de Sacsayhuamán.

Con respecto a otros calendarios en el pasado, resulta interesante retomar las investigaciones de Alfredo Gamarra en lo referente a que mucha información del pasado se podría interpretar literalmente. Así, al igual que la longevidad de las persona en el pasado, los gigantes, las personas con capacidades espirituales y mentales mucho mayores que las de ahora, también sería factible la existencia de calendarios más cortos en el pasado, como el Calendario Tzolkin y el Calendario de la Puerta del Sol de Tihuanaco. Normalmente se considera el Calendario Tzolkin  como un calendario lunar, que habría sido modificado artificialmente a 365 días para hacerlo encajar con nuestro mundo moderno. A su vez, el Calendario de Tiahuanaco ha sido interpretado por Erich von Däniken como un calendario de Venus, de 225 días. Pero en el pasado, estos ciclos más cortos tal vez reflejaban la órbita real de la Tierra, lo cual encajaría en la teoría general de una Tierra que se va alejando del Sol y que se expande mientras orbita. De este modo, la extinción de especies –especialmente las criaturas gigantes– pudo haberse debido a este proceso y no a las inversiones de los polos u otros desastres naturales. Asimismo, tomando la historia humana relatada en la Biblia, tendríamos aquí una explicación para la reducción de la longevidad del hombre, ya que con cada cambio de órbita la Tierra habría incrementado su masa y su gravedad. Alfredo tenía una explicación interesante de cómo los seis días de la Creación están reflejados en los monolitos de Ollantaytambo; concretamente dijo que fueron seis órbitas diferentes, antes de que empezara la historia humana.


La Gran Torre de Babel, en Sacsayhuamán



Monolitos de Ollantaytambo
En cuanto a los lugares sagrados del origen en el Perú, Alfredo Gamarra tuvo una experiencia de tipo paranormal cuando estaba en frente de los monolitos de Ollantaytambo. Parece ser que  recibió un mensaje, como una voz de su interior, con estas palabras: “Esta es la primera edición del génesis de las sagradas escrituras.” Sus investigaciones posteriores, tras esta experiencia, le inclinaron a pensar que muchos de los escenarios de las sagradas escrituras judeo-cristianas sucedieron en Perú, especialmente cerca de Cuzco. De hecho, hay muchas indicaciones que coinciden con las antiguas descripciones, tal y como confirmé con Jesús Gamarra.

Mi propia visión coincide con la reivindicación de Alfredo Gamarra de que Cuzco fue la Gran Babilonia, la ciudad que gobernaba todo el mundo, y que Sacsayhuamán, encima de Cuzco, podría haber sido la Gran Torre de Babel. Y aunque esta afirmación sea más bien atrevida, existen bastantes razones para pensar y creer así. Babilonia en Irak es una ciudad relativamente moderna, mientras que Cuzco, originalmente entre dos ríos, tal y como afirman los mapas antiguos de la ciudad, podría ser mucho mas antigua siguiendo la lógica de Alfredo Gamarra, con sus dos estilos de construcción extraordinariamente arcaicos.

Además, las descripciones de Babilonia y de la Torre de Babel (Etemenanki) de los historiadores griegos y los romanos coinciden con las características de Sacsayhuamán. Y recordemos que nunca se ha encontrado en Mesopotamia nada parecido a la Torre de Babel, donde se supone que debería estar. Aparte de estas referencias, existen en la Biblia otros  escenarios que bien podrían haber tenido lugar en el continente americano. Por ejemplo, según el explorador Gene Savoy, Ophir debía de haber estado en Perú. El documental Etemenanki y el libro Parawayso de Jesús Gamarra dan más detalles de este tema en concreto.

Conclusiones



Mis experiencias personales, que arrancan del rodaje del documental La Cosmogonía de los Tres Mundos, un trabajo que produje junto a Jesús Gamarra sobre la obra de su padre, son de alguna manera la confirmación de las conclusiones de Alfredo, que aunque puedan sonar un poco desubicadas, están mayormente respaldadas por pruebas objetivas, como hemos expuesto. Y ante todo, cabe destacar que los descubrimientos de Alfredo permiten explicar muchos misterios del pasado, gracias a que conectan muchos elementos concretos. Así pues, no hay necesidad, por ejemplo, de caer en la hipótesis alienígena por falta de explicaciones sobre fenomenología extraña o sobre determinados objetos o tecnologías.

Todas estas investigaciones, teorías y afirmaciones de los descubrimientos de Alfredo Gamarra deben ser evaluadas, desarrolladas y elaboradas con mayor profundidad, un trabajo que está llevando a cabo su hijo Jesús Gamarra. Las afirmaciones de Alfredo Gamarra son como poco atrevidas, pero podrían servir para atar los cabos sueltos de algunas teorías oficiales que todavía están por demostrar. Sea como fuere, el trabajo de Alfredo Gamarra es de gran valor, y esperemos que dentro de un tiempo se convierta en la base de futuras investigaciones que nos hagan entender mucho mejor el pasado remoto de la historia del ser humano.

© Jan Peter de Jong 2013