martes, 23 de mayo de 2017

¿Casualidades en la historia?


El pasado año publiqué en mi otro blog, Somnium Dei, un artículo sobre ciertas casualidades históricas -centradas en las vidas de dos presidentes de Estados Unidos- que me dejaron realmente sorprendido porque investigando un poco no me imaginé hasta dónde podían llegar las coincidencias. Y todavía me sorprende más que la llamada historia alternativa no haya querido meterse a fondo en este intrigante tema, quizá porque el asunto se va por derroteros metafísicos y "astrológicos" que podrían conducir a conclusiones del todo incómodas. ¿O será el miedo a parecer un chalado, un iluminado o un encantador de serpientes? 

En fin, como a estas alturas ya no creo en el azar ni en el caos, creo que este tema es lo suficientemente serio como para que se aborde sin prejuicios ni sesgos y se empiecen a levantar los velos que ocultan lo que estás detrás del escenario. 


Muy posiblemente la mayoría de las personas habrá oído alguna vez la famosa frase de “La historia se repite”, o aquella de “Nada nuevo bajo el Sol”. Y aun cuando parezca un tópico, hemos de admitir que con el devenir de los siglos se han dado diversos hechos o situaciones muy similares –por no decir idénticas– que dan la impresión de que la historia parece estar regida por una especie de plan cíclico o inteligente en el cual nada es casual ni gratuito. Todo ello por no hablar de felices casualidades, como –por ejemplo– la oportuna aparición de Hernán Cortés en las costas de México en 1519, que era para los aztecas un año Ce-Acatl (“uno-caña”), una fecha sagrada en la cual, según se había profetizado, iba a retornar el dios Quetzalcóatl para poner fin al imperio azteca. Y dicho año fatídico se repetía una vez cada 52 años... ni siquiera dos veces en mismo siglo.

Abraham Lincoln
Pero centrándonos en el terreno de las repeticiones históricas, quisiera referirme ahora a uno de estos sucesos que realmente se sale de lo común, porque en él se dan una serie de datos específicos muy particulares que parecen sacados de la mente de un genial guionista, y sin embargo, son hechos contrastados por la historiografía ortodoxa, sin ningún tipo de manipulación o tergiversación. El caso que expongo seguidamente es el de las increíbles similitudes entre las vidas de dos presidentes de los EE UU, Abraham Lincoln (1809-1865) y John F. Kennedy (1917-1963), que fueron asesinados durante el ejercicio de su cargo, con un siglo de diferencia por medio.

Antes de proseguir, hay que señalar que este tema no es precisamente nuevo, pues se remonta ya a hace medio siglo, cuando –poco después del asesinato de Kennedy– un periódico norteamericano publicó un listado de curiosas coincidencias entre ambos magnicidios. Lo que ha venido después ha sido en cierta manera una especie de leyenda urbana, aumentada desde la irrupción de Internet, en la que algunos hechos se han distorsionado o sacado de contexto, por no hablar de datos que no responden a la verdad.

John F. Kennedy
De todas maneras, los historiadores aceptan que muchos de los datos coincidentes son verídicos, si bien consideran no hay ningún misterio especial en ellos, pues es normal que dos personas dedicadas a la política, y que funcionan dentro de cierto sistema, compartan muchos puntos en común. Sin embargo, algunos investigadores más heterodoxos han profundizado en los datos y han observado que las semejanzas se prolongan mucho más allá de lo que se había dicho en primer término. Así pues, paso a comentar estas coincidencias, agrupadas en cuatro bloques.

En primer lugar, en lo referente a sus datos personales, familiares y vida privada vemos algunas curiosas similitudes: 

  • Ambos presidentes eran el segundo hijo de sus padres, después de una chica. En ambos casos, sus hermanas mayores fallecieron antes de que llegaran a la Casa Blanca. Igualmente, tuvieron dos hermanos menores (Thomas Lincoln y Joe Kennedy) que llevaban el nombre de su padre y que también murieron antes de su nominación a presidente.
  • A los pocos años de nacer los futuros presidentes, sus familias se trasladaron a una población cercana, y luego fueron a vivir a otro estado antes de que cumplieran los diez años.
  • Las familias de Lincoln y de Kennedy procedían originariamente de un suburbio de Boston y sus ancestros se remontaban a Gran Bretaña[1].
  • El hijo de Lincoln, Robert, fue embajador de EE UU en Gran Bretaña y el padre de Kennedy, Joseph, ocupó el mismo cargo en la época de la Segunda Guerra Mundial. Además, Robert Lincoln[2] se graduó en Harvard, fue abogado y Fiscal General, trabajó en los gabinetes de dos presidentes y fue aupado a la carrera presidencial... exactamente igual que Robert F. Kennedy, hermano de John.
  • Las esposas de ambos presidentes (Mary Todd y Jacqueline Bouvier) perdieron algún hijo cuando estaban en la Casa Blanca. Las dos sobrevivieron a sus maridos en 17 años y murieron a una edad muy similar (alrededor de los 64 años). Tras la muerte de sus maridos, vivieron en Europa y en una gran ciudad americana (Chicago y Nueva York, respectivamente) en la que no habían residido nunca antes.  
  • Las dos mujeres tuvieron cuatro hijos y, en ambos casos, dos de ellos no llegaron a la edad de diez años. De los otros hijos, sólo uno de ellos tuvo hijos: Robert Lincoln y Caroline Kennedy, que coincidieron en tener dos niñas y un niño. En cuanto a los hijos más jóvenes, Tad Lincoln y John F. Kennedy Jr., murieron sin descendencia un 16 de julio (de 1871 y 1999).
  • Tanto Lincoln como Kennedy se hicieron famosos por su elocuencia y oratoria. Asimismo, los dos solían contar historias y anécdotas jugosas y citaban con frecuencia pasajes de la Biblia y de las obras de Shakespeare.
  • Los dos estuvieron a punto de morir ahogados en una ocasión: Lincoln en un accidente, y Kennedy en una acción militar.
  • Ambos capitanearon barcos: Lincoln, un barco fluvial y Kennedy, una lancha patrullera militar (PT-109).
  • Lincoln fue muy amigo de un político demócrata llamado Adlai E. Stevenson. Kennedy fue muy amigo de otro político de igual nombre, nieto del anterior.
  • Lincoln y Kennedy tuvieron sendos consejeros personales (o espirituales) con el mismo nombre y apellido: William Graham.
  • Los dos eran descuidados con el dinero. No solían llevar dinero en efectivo y a menudo pedían dinero prestado a sus acompañantes.
  • Según varias personas próximas, los dos presidentes tenían una libido exacerbada (casi adicción sexual) y de hecho, la fama de mujeriego de Kennedy era bien conocida.

En segundo lugar, en lo tocante a su carrera profesional y política, que estuvo marcada por una difícil coyuntura a causa de cuestiones políticas y bélicas (sobre todo la Guerra Civil y la Guerra Fría), los parecidos se suceden en muchos puntos: 

  • Ambos presidentes se mostraron muy comprometidos en la lucha por las libertades y los derechos civiles, en especial por las personas de raza negra. Así, Lincoln mantuvo estrecha relación con el activista Frederick Douglass, y Kennedy con el pastor Martin Luther King. En general, ambos gozaron del favor popular y fueron vistos con recelo por el llamado “establishment”.
  • Los dos sirvieron como oficiales en algún conflicto: Lincoln en la guerra “del Halcón Negro” (contra los indios) y Kennedy, en la Segunda Guerra Mundial.
  • Lincoln mandó apoderarse de Arlington House (Virginia), la casa natal del general Lee, durante la Guerra Civil. John F. Kennedy fue enterrado allí, cuando el lugar ya era el Cementerio Nacional de Arlington[3].
  • Ambos presidentes fueron elegidos para el Congreso en un año 46 (1846/1946).
  • Ninguno de los dos era “favorito” de su partido respectivo; estaban en minoría y se enfrentaron a políticos de mayor edad y más experimentados.
  • Los dos optaron –sin éxito– a la nominación de aspirantes a vicepresidente (Lincoln en 1856, y Kennedy en 1956) por sus partidos. No obstante, en las siguientes elecciones presidenciales, vencieron a los vicepresidentes vigentes (Breckenridge y Nixon, respectivamente) [4]. Así, Abraham Lincoln fue elegido presidente en 1860 y Kennedy en 1960.
  • La secretaria de Kennedy se llamaba Lincoln[5].
  • El oponente político de Lincoln en la Guerra Civil fue el presidente confederado Jefferson Davis. El oficial de policía muerto durante el asesinato de Kennedy se llamaba Jefferson Davis Tippit.
  • Los dos presidentes quisieron frenar el gran poder de los cárteles económicos y financieros y trataron particularmente de liberarse de la tutela de los bancos y de la deuda. Lincoln, tras proclamar la National Banking Act, en 1862, mandó que el Tesoro de los EE UU emitiera billetes gubernamentales libres de intereses, los llamados “green backs”, utilizados principalmente para pagar a las tropas federales. Kennedy decidió hacer lo mismo en 1963 y ordenó imprimir moneda del gobierno, 4.000 millones de billetes llamados “US notes”, poco antes de ser asesinado. En ambos casos, al poco tiempo, los billetes del gobierno fueron retirados de la circulación[6].

En tercer lugar, tenemos las circunstancias de sus respectivas muertes, en las cuales se dan más casualidades:

  • Los dos presidentes fueron asesinados por un “loco solitario” un viernes. En los dos casos habían sido prevenidos por otras personas de no acudir al lugar de los hechos. Previamente, ambos ya habían recibido numerosas amenazas de muerte.
  • Los dos presidentes murieron al ser tiroteados en la cabeza a muy corta distancia[7], y cuando estaban al lado de sus esposas, que resultaron ilesas.
  • Tanto el asesino de Lincoln (John W. Booth) como el asesino “oficial” de Kennedy (Lee H. Oswald) eran sureños y de edad casi idéntica en el momento del crimen. Pero además compartían otras características: perdieron a su padre siendo pequeños, tenían una hermano/a llamada Junius/June, se hirieron accidentalmente al dispararse la pistola que manejaban, habían tomado parte en operaciones de inteligencia militar y los dos llevaban un diario personal que desapareció tras pasar a custodia federal. Y en cuanto a su destino, ambos consiguieron escapar de la escena del crimen pero fueron capturados y tiroteados antes de llegar a juicio[8].
  • En lo referente al atentado y la huida, Booth cometió el crimen en un teatro y fue acorralado en un almacén, mientras que Oswald disparó desde un almacén de libros y fue detenido en un teatro (sala de cine).
  • Por otra parte, Lincoln fue asesinado en el Teatro Ford, mientras que Kennedy fue asesinado en un coche de marca Ford, modelo Lincoln.
  • Las medidas de seguridad en el lugar de los dos asesinatos fueron inusualmente débiles, sobre todo por la ausencia de seguridad cercana a cargo de los guardaespaldas habituales.
  • Tras el asesinato de Lincoln, el sistema telegráfico de Washington D.C. dejó de funcionar, y tras el de Kennedy falló el sistema telefónico, también en Washington D.C.
  • En el día de sus respectivos asesinatos, los dos presidentes llevaban ropa de la firma Brook Brothers.
  • Ambos presidentes no murieron inmediatamente, si bien las heridas eran mortales. La muerte clínica se produjo horas después en Petersen House (Lincoln) y Parkland Hospital (Kennedy). Ambas localizaciones poseen las mismas iniciales.
  • Las dos autopsias fueron llevadas a cabo por médicos militares y se comprobó que los presidentes habían sufrido un gran daño en uno de los dos hemisferios cerebrales a causa del impacto de bala. Además, en los dos casos se extrajeron los cerebros de los cadáveres; de hecho, ambos presidentes fueron enterrados sin este órgano.

Pero las coincidencias no acaban aquí. Vamos a hacer un breve repaso de lo que vino después de los respectivos asesinatos. 

  • Los funerales de ambos tuvieron muchos puntos en común, pero principalmente porque la viuda de Kennedy así lo quiso expresamente.
  • Los dos presidentes fueron reemplazados por sus vicepresidentes, que eran demócratas de origen sureño y compartían el mismo apellido: Johnson. Andrew Johnson llegó a la presidencia en 1865 y Lyndon B. Johnson en 1963. Sus fechas de nacimiento estaban separadas exactamente por un siglo: 1808 / 1908.
 
El asombroso parecido entre los dos presidentes Johnson
  • Asimismo, ambos presidentes eran de origen modesto, hijos de conserjes. Los dos tuvieron dos hijas, eran bebedores y a veces bruscos en el trato, desarrollaron una carrera militar y no optaron a la reelección. Andrew Johnson cayó en desgracia por un proceso de destitución (“impeachment”) y Lyndon Johnson se hizo muy impopular debido a la guerra de Vietnam. Los dos murieron justo 10 años después de las respectivas muertes de Lincoln y Kennedy, y con su fallecimiento no quedó ningún expresidente vivo.
  • Los dos presidentes que sucedieron a los Johnson, Ulysses Grant y Richard Nixon respectivamente, compartían también algunos rasgos: sus madres se llamaban Hannah, sus padres eran metodistas y oriundos de Ohio, ambos fueron elegidos (68) y reelegidos (72) y se vieron envueltos en escándalos políticos (Whiskey Ring y Watergate).

Todavía quedarían otras semejanzas presentadas por ciertos autores que sobrepasan la esfera de los eventos históricos y se introducen en el terreno numerológico, astrológico o simbólico. Sólo a modo de ejemplo, se suele citar la coincidencia en el número de letras de los apellidos presidenciales, la misma disposición de vocales y consonantes en dichos apellidos, el mismo número de letras en los nombres completos de los asesinos, las similitudes entre las cartas astrales de nacimiento y muerte de ambos presidentes, o incluso la influencia de un cierto “ciclo maldito de 20 años”, que habría afectado a ambos presidentes[9]. Y más o menos en la misma línea también se pueden encontrar otros estudios comparativos basados en la creencia en la reencarnación de las almas, como algo real y comprobable. En este campo incluso se han realizado análisis de la fisonomía de los personajes implicados, y ciertamente en algunas ocasiones se pueden apreciar rasgos muy similares que llaman la atención. En fin, sin menospreciar la validez que puedan tener todos estos datos, dejo aparte su valoración porque se escapan de mi entendimiento o capacidad crítica.

Estatua de Lincoln en Washington
En lo que respecta a las múltiples coincidencias de tipo profesional o político, desde luego es razonable pensar que los cargos, fechas o carreras tengan paralelismos evidentes porque el sistema político estadounidense se ha mantenido prácticamente inalterado desde sus inicios y porque dicho sistema “uniformiza” el perfil de presidente o político de alto nivel en muchos aspectos. Esto explicaría en buena parte las semejanzas en el devenir de las trayectorias personales de ambos (y de su círculo próximo), teniendo en cuenta, además, que las personas que han copado las más altas posiciones de poder en los EE UU suelen proceder de una casta o élite que tiene formas de ser y actuar muy similares. 

No obstante, cuando las coincidencias se extienden de manera tan marcada y detallista a situaciones concretas y a características personales (y a todo un conjunto de personajes secundarios, por decirlo así), el simple azar parece demasiado caprichoso como para resultar creíble. Humildemente, no tengo explicación lógica para esa sucesión de repeticiones a no ser que entrásemos en el terreno de lo paranormal o metafísico[10], o bien que planteásemos un escenario de ciclos predeterminados inteligentes, como mencionaba al inicio. Y aun si optásemos por reconocer la hipótesis de la reencarnación, particularmente no veo ningún sentido a repetir exactamente las mismas vidas y situaciones, en las que no parece haber ningún “aprendizaje” o “evolución”.

Para concluir, por encima de todos los hechos paralelos presentados, nos queda el gran interrogante sobre el destino fatal de ambos presidentes, esto es, el motivo último de su asesinato. En este sentido, tanto en el siglo XIX como en el XX se recurrió a complicadas teorías de la conspiración, pues la historia que se vendió oficialmente en los dos casos no resultaba congruente para muchas personas, que no acababan de creer en la simple locura de un exaltado o radical que se oponía a las políticas presidenciales. En el caso de Kennedy, se llegó a hablar de la Mafia, de los castristas, de la CIA... e incluso de la connivencia o participación del vicepresidente Johnson en un complot para sacarse de encima al presidente, exactamente igual como se había sugerido un siglo antes tras el atentado contra Lincoln. Y por si fuera poco, varios autores coinciden en considerar que las dos investigaciones oficiales llevadas a cabo tras los asesinatos parecieron cerrarse de forma precipitada con conclusiones prefabricadas y con el ánimo de echar tierra sobre el asunto. Más de lo mismo.

Realmente, no se sabe aún quién estuvo detrás de ambos crímenes y si de alguna manera fue un golpe de estado o una maniobra política muy meditada y planeada en la cual los ejecutores fueron simples peones. El caso es que, dado que ambos presidentes se mostraron dispuestos a romper moldes y abrir una nueva etapa política, económica y social, no es de extrañar que se crearan poderosos enemigos. El mismo Lincoln dijo en 1865, el año de su muerte: “Tengo dos grandes enemigos: el ejército sureño frente a mí y las instituciones financieras detrás [de mí]. De los dos, el que está detrás es mi mayor adversario.” Así, no es descabellado pensar que los poderes fácticos afectados por las decisiones de ambos presidentes decidieran cortar por lo sano la disidencia de éstos, sobre todo ante la clara amenaza de “producir” dinero gubernamental libre de deuda, como ya se ha apuntado.

JFK en su limusina el día de su asesinato
Y acabo citando un fragmento de un famoso discurso de Kennedy realizado poco antes de ser asesinado sobre el poder de esos poderes fácticos que operan desde las sombras, a veces en forma de sociedades secretas o discretas[11]. En algunas páginas de Internet dicho parlamento está titulado como “el discurso que le costó la vida a John F. Kennedy”: 

«La propia palabra secreto es repugnante en una sociedad libre y abierta; y nos hemos opuesto intrínseca e históricamente a las sociedades secretas, a juramentos secretos, y a procedimientos secretos. Porque nos enfrenta en todo el mundo una conspiración monolítica y despiadada que se basa principalmente en medios encubiertos para expandir su esfera de influencia basada en infiltración en lugar de invasión, en subversión en lugar de libre elección. Es un sistema que ha usado vastos recursos humanos y materiales para construir una maquina eficaz estrechamente tejida que combina operaciones militares, diplomáticas, de inteligencia, económicas, científicas y políticas. Sus errores son enterrados, no salen en los periódicos, sus disidentes son silenciados, no elogiados. No se cuestionan los gastos, no se publican los rumores, no se revelan los secretos. Es por eso que el legislador ateniense Solón decretó como delito que los ciudadanos se desentiendan de las controversias. Pido su ayuda en la tremenda tarea de informar y alertar a la población norteamericana, confiamos que con su ayuda los hombres serán como han nacido, libres e independientes.»

© Xavier Bartlett 2016

Fuente imágenes: Wikimedia Commons

Referencias

www.rogerjnorton.com
www.abrahamlincoln.org
www.lincoln-institute.org
www.jfklibrary.org
www.jfk.org


[1] Aunque este dato no es muy conocido, algunos investigadores han hecho notar que la gran mayoría de presidentes proceden de familias aristocráticas de Gran Bretaña que emigraron a EE UU en los primeros tiempos. Además, estas familias están emparentadas entre sí, así como con la realeza británica y por ende con la realeza y nobleza europea. Los estudios genealógicos (de la New England Historical Genealogical Society) corroboraron que 33 de los 42 presidentes de los EE UU hasta Clinton descendían del emperador Carlomagno y que 19 de ellos estaban relacionados con el rey Eduardo III de Inglaterra.
[2] Resulta extraordinariamente llamativo que Robert Lincoln estuvo a punto de morir en un accidente de tren y fue salvado por Edwin Booth, hermano del asesino de su padre. (Estos hechos sucedieron antes del asesinato de Abraham Lincoln.)
[3] Se da la circunstancia que la tumba de Kennedy está muy cerca de la de Robert Lincoln, que fue enterrado en Arlington en 1926.
[4] En toda la historia de los EE UU, sólo en estas dos ocasiones los vicepresidentes vigentes que optaban al cargo de presidente fueron derrotados en los comicios.
[5] Se ha dicho en muchas ocasiones que el secretario de Lincoln se llamaba Kennedy, pero eso no es cierto, pues se sabe que los dos secretarios que tuvo se apellidaban Hay y Nicolay. Sin embargo, es cierto que el superintendente de policía de Nueva York que se encargó de la seguridad de Lincoln durante un viaje en 1861 se llamaba John A. Kennedy. Este policía también estuvo implicado en las investigaciones justo después del asesinato de Lincoln.
[6] Lincoln y Kennedy fueron los dos únicos presidentes de EE UU que intentaron llevar a cabo tal iniciativa. (Téngase en cuenta que la actual Reserva Federal no es una institución pública, sino privada, al igual que todos los bancos centrales del mundo.)
[7] Sobre el caso de Kennedy, aunque la versión oficial habla de un tirador con fusil (Oswald) desde una posición lejana, ciertas investigaciones alternativas apuntaron a que más personas dispararon contra el presidente desde distintas posiciones pero que el impacto mortal lo habría provocado un disparo del propio chófer del auto donde viajaba el presidente, tal como se intuye en una filmación de los hechos.
[8] Según otras fuentes, la persona tiroteada no era Booth. El auténtico Booth habría sido sacado de los EE UU por los banqueros Rothschild, que le sufragaron un generoso retiro en Inglaterra.
[9] Este ciclo estaría basado en ciertas conjunciones astrológicas de Júpiter y Saturno. Se habría iniciado con el presidente Harrison, electo en 1840, y habría seguido con los presidentes elegidos cada 20 años a partir de tal fecha. En todos estos casos los presidentes murieron asesinados o por enfermedad antes de acabar el mandato, si bien los conspiracionistas sospechan que algunas esas muertes naturales fueron más bien artificiales. En esta lista se incluirían los intentos de asesinato de Reagan (elegido en 1980) y de G. W. Bush (en 2000).
[10] Sobre esta cuestión, cabe citar la teoría de la sincronicidad de Carl Jung, que sería una respuesta más o menos científica basada en una interconexión de hechos que revelarían la existencia de un marco superior en que todo está relacionado.
[11] Cabe señalar, que tanto Lincoln como Kennedy –al menos oficialmente– no habían pertenecido a la Masonería, a diferencia de muchos presidentes norteamericanos que sí fueron masones (al menos 18).

sábado, 13 de mayo de 2017

Los códices de Nag Hammadi: ¿último testimonio de las escuelas mistéricas?



Aun después de pasado más de medio siglo de su descubrimiento, los antiguos códices de Nag Hammadi (Egipto), al igual que los hallados en el Mar Muerto hacia la misma época, siguen despertando interés y controversia por tratarse de unos textos heréticos, fundamentalmente gnósticos, que de alguna manera podrían comprometer o generar dudas acerca de las verdades de la ortodoxia cristiana.

En el artículo que presento seguidamente, el reputado antropólogo norteamericano John L. Lash, experto en el gnosticismo[1], nos describe con detalle el trasfondo ideológico y religioso de esta polémica. Así, según su visión, los escritos de Nag Hammadi podrían constituir el último reducto de las llamadas escuelas mistéricas, esto es, las comunidades espirituales de la Antigüedad reservadas a los iniciados en las que se impartían los Misterios, esto es, los saberes más esenciales y profundos sobre la humanidad, el universo y la divinidad, y que derivaban de antiquísimos conocimientos paganos –procedentes del Antiguo Egipto principalmente– cuyo origen se hunde en la noche de los tiempos.

En su escrito, John Lash incide en la persecución e intolerancia sufrida por los gnósticos por parte del naciente cristianismo –consolidado nada menos que como religión oficial imperial– que trató de tergiversar u ocultar su verdadero mensaje. Asimismo, Lash pone de manifiesto que las escuelas mistéricas eran de hecho una red global de sabiduría esotérica que incluía no sólo el gnosticismo sino también otras prácticas o creencias como el druidismo, el budismo, el chamanismo, etc. Pero toda esta sabiduría de los Misterios, tachada ahora de superstición y paganismo, fue sepultada por una ortodoxia intransigente que pretendía someter o aniquilar la auténtica espiritualidad al tiempo que imponía una religión dogmática e intolerante.

En fin, les dejo ya con John L. Lash y este fascinante viaje a Egipto y a un mundo desaparecido de ideas y creencias que apenas hoy en día somos capaces de reconstruir parcialmente a partir de un tenue legado.



Cuando los Misterios murieron


Éxtasis e intolerancia en el Mundo Clásico


“Los dioses paganos, incluso los dioses de los Misterios, no son celosos unos de otros. Ellos forman una sociedad abierta” (Walter Burkert, Ancient Mystery Cults).   

Situación de Nag Hammadi, al sur de Egipto
Los trece códices descubiertos en el Alto Egipto en diciembre de 1945 han llegado a ser conocidos como la Biblioteca de Nag Hammadi, tomando ese nombre de una aldea situada en la orilla oeste del río Nilo. En el mismo lado del río, aproximadamente a 32 kilómetros al Sur, está el templo de Hatshepsut, escena de la masacre terrorista de turistas en Noviembre de 1997. Se cree que los autores llegaron desde la desolada tierra montañosa donde fueron encontrados los raros códices. Cuando visité la región en Febrero de 1999 en un viaje con la Marion Foundation, se habían establecido fuertes medidas de seguridad.

Yo llegué desde Luxor río arriba hasta Dendera, emplazamiento del antiguo templo de Hathor, en un convoy armado, acompañado por dos docenas de soldados con las metralletas a punto. Extrañamente, los académicos no se refieren al templo ptolemaico de Hathor en Dendera, localizado a tiro de piedra de Nag Hammadi. Desde la azotea del templo se puede contemplar la impresionante curva del Nilo, y se tiene una visión directa de los acantilados de Jabal Al-Tarif donde estaban escondidos los códices.

El poblado más cercano a la cueva, Hamra Dun, es demasiado pequeño para ser mencionado, pues de otro modo estos textos perdidos durante tanto tiempo hubieran sido denominados la biblioteca de Hamra Dun. Hamra Dun es el nombre árabe del lugar de antiguo nombre cóptico Chenoboskian, “el refugio de los gansos salvajes”; a su vez detrás de ese nombre hay otro, el nombre egipcio del lugar, Sheniset, “las acacias de Seth”, indicando una asociación con la secta gnóstica que se refería a sí misma como la Secta de los Setianos.

El ocaso egipcio


La proximidad de Dendera a Hamra Dun es notable, pero hasta donde sé, ningún erudito lo ha apreciado. Según el consenso actual, se supone que la “biblioteca” de Nag Hammadi procede del monasterio de Pacomio, un lugar de reclusión de monjes cristianos coptos que estuvo localizado en Tabennisi en la orilla oriental, como se muestra en el mapa.

“Su fundador pionero, Pacomio, había establecido una regla para unir a gente dispar y solitaria dentro de una comunidad cuya práctica del trabajo agotador implicaba una disciplina estricta, casi militar.” (Tobias Churton, The Gnostics, p.3)
Detalle de la situación de Nag Hammadi
Se supone que alguno de este heterogéneo grupo reunió improvisadamente los trece paquetes encuadernados en cuero, los puso luego en una vasija de arcilla roja y los escondió en una cueva en la ladera. Basándose en el examen del “cartonaje”, las cartas fechadas y los recuentos contenidos en las ligaduras de los códices, los expertos han determinado que los pergaminos debieron haber sido ocultados en la cueva entre 345 y 348 d.C. La fecha es bien precisa y, quizás por coincidencia, se corresponde con la muerte del monje maestro, Pacomio. Escondidos en el 345 d. C.: ¿Por quién? ¿Por qué? ¿Para qué propósito futuro? Nadie lo sabe.
Los estudiosos que proponen la teoría del monasterio copto para explicar el origen de los textos dejan de mencionar que el asentamiento de Pacomio, establecido alrededor de 300 d.C., fue un pobre asunto comparado con el complejo de Dendera, construido 500 años antes sobre asentamientos que se remontan al 5.200 a. C.

El Templo de Hathor fue una construcción ptolemaica tardía en un antiguo lugar sagrado, Tentyrs, considerado como el lugar de nacimiento de Isis. Si Isis puede ser considerada la equivalente de la Virgen María del cristianismo, Hathor fue la Eva egipcia. Sus prehistóricos y autóctonos ritos eran propios de las perdidas culturas sudanesas que precedieron con mucho al culto hollywoodiense de Osiris. Hathor era una diosa de sabiduría, como la Sofía de los gnósticos. Su culto celebraba el éxtasis, la sanación y la comunión mística con el cosmos.

Quizás entre la “gente dispar y solitaria” que encontró refugio en el monasterio de Pacomio hubo algunos gnósticos que huían de la persecución o algo peor. No obstante, pienso que es igualmente probable que los códices coptos vinieran de Dendera, o que pudieron haber llegado a los monjes mediante alguna asociación con los incondicionales del culto de Hathor y Horus instaurado allí.
 

Cada templo en Egipto tenía su propia biblioteca, y Dendera no era ninguna excepción. Los textos sagrados eran guardados en estancias especiales en el interior de la entrada, de modo que los sacerdotes pudieran seleccionar un texto y luego proseguir a la parte apropiada del complejo del templo para leerlos o (más probablemente) recitarlos.

Zodíaco de Dendera
La verdad es que no hay ninguna indicación explícita del material que se refiere a Hathor en la Biblioteca de Nag Hammadi, pero hay claras alusiones astronómicas. Dendera era conocido por su Zodíaco sagrado, uno de los artefactos más espectaculares de la sabiduría antigua que sobrevive intacto. La ciencia de las estrellas era importante para el culto de Hathor, y los gnósticos –desde las épocas más antiguas– tenían la reputación de ser astrónomos expertos.

El historiador del siglo I d. C. Josefo (Antigüedades Judías I, 2.3) relata la tradición existente desde hacía mucho tiempo de que “los hijos de Set eran considerados como los primeros profesores de la ciencia astronómica” (Plunkett, Calendars and Constellations of the Ancient World, p. 20). Jacques Lacarriere (The Gnostics, p.31 y ss.) piensa que la ciencia del cielo es la matriz original de su sistema de conocimiento.
 

Yo no puedo leer copto, pero con la ayuda de algunos eruditos gnósticos de categoría mundial en la Universidad Católica de Leuven en Bélgica, he logrado el nivel en que puedo andar a tientas en dicha lengua. Se trata de un lenguaje torpe y compuesto, con poco alcance para la expresión sublime o compleja. Después de unos años de tener mi nariz enterrada en los códices, o más bien como un cerdo desenterrando trufas, tuve la viva impresión de que estaba observando una especie de taquigrafía.

Inscripción demótica
El copto fue inicialmente inventado por sacerdotes egipcios (paganos) para conservar la pronunciación de la escritura de los amuletos que vendían. Esta lengua usa una versión modificada de las letras griegas y de caracteres tomados prestados de la escritura demótica [egipcia] para denotar sonidos que se dan en el egipcio antiguo pero no en el griego. El resultado es un idioma artificial que no se presta a la expresión filosófica. Se asemeja a la escritura taquigráfica usada para registrar procedimientos judiciales. No es el mejor medio para conservar las elevadas enseñanzas de los iniciados gnósticos en el momento del ocaso de la civilización egipcia.
 

Mi impresión de los códices coptos de Nag Hammadi es que son traducciones de notas apresuradas, y, en gran medida, notas incompetentes, anotadas en griego por estudiantes de los Misterios, quizá estudiantes pertenecientes al complejo de la escuela mistérica de Dendera. Los griegos habían estado yendo a Egipto para aprender la ciencia y la metafísica desde los días de Pitágoras, alrededor de 600 a. C. Con la decadencia y la dispersión de la civilización egipcia en la época helenística, las capacidades del alumnado pudieron haber sido inferiores a lo deseable. Incluso la antiquísima diseminación de la sabiduría egipcia en la mente griega también pudo haber alcanzado un grado febril en los primeros siglos después de Cristo.
 

Interior del templo de Dendera
Siendo, como lo es, una obra de la época ptolemaica (323-30 a. C.), Dendera a menudo es desestimada como demasiado tardía para venerar la sabiduría pura y antigua de los egipcios, pero ¿quién puede decir que el final de algo no puede ser tan profundo como su principio? Dendera y otros templos ptolemaicos, como el de Edfú, están inscritos con jeroglíficos en una densidad asombrosa, como si los últimos sacerdotes que podían leer y escribir los textos arcanos estuvieran concentrados en poner por escrito todo lo que pudieran para la posteridad.

En esta atmósfera, los estudiantes griegos bien podrían haber estado peleándose por cada último trozo del conocimiento que pudieran conseguir, y escribiendo algunas notas bastante inconexas sobre lo que los profesores-sacerdotes les estaban explicando.
 

Si los presuntos “originales griegos” fueron notas de aula, no excesivamente claras en primera instancia, y luego fueron traducidas del griego al copto por escribas que apenas entendían lo que estaban leyendo, esto explicaría la naturaleza alarmantemente caótica y contradictoria de estos textos. La Biblioteca de Nag Hammadi es un tesoro espiritual de la Humanidad, y es también una maraña confusa y mutilada.

Lugar de nacimiento de Isis


Vista de Luxor
En Luxor, la antigua capital del Alto Egipto (en el sur), las enormes columnas inscritas con jeroglíficos tallados con precisión revisten los santuarios abandonados de los dioses egipcios, repletos de turistas en casi todas las temporadas. Los recintos sagrados de la antigua capital irradian un encanto y una mística que compiten con Guiza. Las pirámides al Oeste de El Cairo permanecen como un mudo desafío para la comprensión humana, pero aquí en el Sur otro esplendor comunica su hechizo. Aquí, una revelación diferente de los muertos dinásticos asciende desde la tierra.
 

Dentro de un perímetro de unos 30 kilómetros está el Valle de los Reyes, el emplazamiento de la tumba de Tutankamón y otros faraones, aproximadamente unos cuarenta según Estrabón, un historiador griego de la época de Augusto (25 a. C.). Hoy en día, una media docena de tumbas son accesibles a los visitantes, y hay mucho más para encantar el ojo y arrobar la mente: el magnífico templo de Hatshepsut en Deir Al-Bahari, el Ramasseum con su coloso despedazado como un titán que cayó a la Tierra, los largos santuarios mortuorios de Seti I y Rameses III, IV y IX, las tumbas de muchos nobles, el templo tardío de Ptolomeo V en Deir el-Medina, los colosos gemelos de Memnón... Todo esto está en la ribera Oeste, mientras que en la orilla del Este se extienden los majestuosos terrenos de Karnak y el templo de Luxor, llamado “el Libro del Génesis en piedra” por el egiptólogo disidente Schwaller de Lubicz.
 

Exterior del templo de Hathor en Dendera
Un poco más al Norte en la ribera occidental está Dendera, el emplazamiento del templo de Hathor, la Eva egipcia. La masiva estructura de piedra arenisca está instalada en la curva del Nilo donde el río se desliza hacia el Este antes de volverse atrás a Qena, para luego fluir al Oeste más allá del extremo Sur de una enorme roca saliente conocida como Jabal-al-Tarif. En su pendiente oriental, los blancos acantilados están acribillados por 150 cuevas que fueron usadas como refugios por místicos del desierto durante siglos antes del cambio de era. Algunas cuevas dan acceso a galerías donde los príncipes faraónicos de la Sexta Dinastía (2.500 a.C.) fueron sepultados, pero la mayor parte de ellas son toscas grutas salpicadas quizás con unos cuantos fragmentos de vasijas. Escarpadas e imponentes, las áridas laderas no ofrecen ninguna seña o atractivo. Nag Hammadi está muy lejos de los lugares más frecuentados por el turismo global. El lugar está en una región controlada por partidarios islámicos responsables de la masacre de 54 turistas en el templo de Hatshepsut en 1997. Normalmente, ningún turista se acerca a esta aldea desolada o sin una fuerte imaginación como guía.

No queda nada que ver ahora de la antigua maravilla que debió haber coronado este lugar, y sólo el serpenteante susurro del viento del desierto alude a su misterio. Aquí los pasadizos secretos que esperan ser descubiertos están escondidos dentro del que busca, no en el lugar. Aquí yace el turbulento vórtice de ruinas invisibles.

Una red antigua


Un manual medieval elaborado por el ficticio guía turístico Ladâmes el Grande, describe el paisaje donde se descubrió la biblioteca gnóstica:

“Verás, hacia el Noroeste, siete tumbas establecidas en el lado del valle: cuatro juntas, luego dos juntas, y luego la última aislada. Cava en esta última, a la profundidad de un qamah: encontrarás el cadáver, y junto a él todas sus posesiones. Verás también algunos elevados promontorios alrededor de este mismo cementerio hacia el lado del Este. Entre estos promontorios hay cinco grandes tumbas, cada una con una piedra en la cabeza y otra piedra en los pies, ambas puestas en la arena. Levanta la lápida y cava...”


Ladâmes obviamente tuvo la intención de abrir el apetito de los buscadores de tesoros tangibles, de botines que podían ser transportados lejos y vendidos. Cuando escribió esto, alrededor del 1.200 d. C., el tesoro intangible de Nag Hammadi había estado perdido durante 800 años. Él pudo no haber tenido ninguna noción de su existencia, ni tampoco le hubiera interesado. No consistía ni en príncipes embalsamados ni en sus brillantes joyas. No formaba parte de ningún grandioso santuario presentado en proporciones sagradas y alineado con las estrellas circundantes. Nunca fue un objetivo de los saqueadores de tumbas en busca de riquezas rápidas. Fue finalmente descubierto, después de otros 800 años, por un par de campesinos beduinos que buscaban un abono natural llamado sebaj.

El hallazgo tuvo lugar en la primera semana de diciembre de 1945, pero los trece códices de descascarados papiros no llamaron la atención de los eruditos capaces de evaluar su relevancia sino hasta el verano de 1947. El lugar preciso carece de marcas y es poco notorio para el ojo humano, que se cansa rápidamente de los blanquecinos e inhóspitos acantilados. Son la escasa evidencia visible de vastas ruinas invisibles. Estos libros encontrados allí son significativos no simplemente por su contenido sino más aún por su valor simbólico.

Paisaje de las cuevas de Jabal-al-Tarif
Los trece bultos representan más de la sabiduría gnóstica que contienen. Son como fragmentos de las ruinas de una enorme cúpula de cristales de colores que describía los orígenes de la Humanidad, su sitio en el cosmos, y la causa de su extraño y desesperado exilio en la Tierra. El color de los fragmentos es luminoso y humeante, como la luz acaramelada. Para el ojo de la mente, confieren una lucidez inquietante, un atisbo de extrañas enseñanzas que describen nuestro cautiverio en un mundo desviado, un cosmos que ocurrió por error. Las ruinas, incluso si son invisibles, deben ser ruinas de algo. Lo que estaba sepultado en Nag Hammadi eran los últimos rastros de un completo mundo visionario, una enorme hazaña de la imaginación que alguna vez vivió en las mentes y los corazones de innumerables personas. El valor de la visión consistía en su poder para iluminar la vida y guiar a la Humanidad. Tanto la visión como el proceso de orientación fueron venerados en una enorme organización, la red de las escuelas mistéricas, en las cuales los gnósticos participaban como miembros escolares con responsabilidades especiales.

Confusa y fragmentaria como es, la Biblioteca de Nag Hammadi es la evidencia existente primaria de un sistema educativo perdido dedicado a la dirección espiritual de la Humanidad. En Nag Hammadi las ruinas de los Misterios son sólo accesibles para el ojo de la imaginación, la facultad que construyó la visión. Su presencia puede agitar el corazón con una angustia de pérdida inexplicable, pues cuando murieron los Misterios se hizo añicos el gran experimento visionario guiado por la Humanidad a través de los milenios. La sabiduría preservada en recintos sagrados como esta aldea desolada guió a innumerables personas durante incalculables siglos. Finalmente, los maestros y los administradores de las escuelas mistéricas fueron tachados de herejes, perseguidos y asesinados. No murieron por sus pecados, sino por lo que sabían.
 
Hoy hablamos informalmente de redes que unen lugares físicos dedicados a un objetivo o actividad común. Todos los estadios de fútbol en el mundo forman una red dedicada a un solo deporte. Todos los laboratorios bioquímicos que trabajan para descifrar el genoma humano forman una sola red integrada. En Inglaterra, las impresionantes estructuras –existentes desde hace mucho tiempo– de Oxford y Cambridge son pruebas visibles de la red de universidades británicas, que abarcan todos los campus del país. El conjunto total de los campus es mayor que cualquier unidad sola. Una red compuesta de componentes visibles es en sí misma invisible.
 

Los templos de Egipto fueron escuelas de iniciación
Dentro de un círculo con radio de unos 56 kilómetros alrededor de Luxor, se concentran más ruinas que la suma total de ruinas halladas en cualquier otra parte del mundo entero. Nag Hammadi se encuentra justo en el borde de este impresionante perímetro. Los conjuntos-templos del Alto y el Bajo Egipto no fueron las únicas escuelas mistéricas de la Antigüedad, pero sí es probable que fueran las más longevas, las mejor organizadas y las mejor financiadas, la élite de las religiones mistéricas.

Dado que las referencias históricas de los Misterios se derivan casi exclusivamente de la época en que estaban siendo eliminados, los estudiosos han fomentado la impresión de que las religiones de Misterios consistían en unos pocos y dispersos centros de culto más que una organización enorme que circunscribía al mundo antiguo. Pero los restos arquitectónicos en Egipto y en otras partes dan testimonio del enorme alcance de las religiones mistéricas. Incluso las diatribas de los Padres de la Iglesia, que se enfurecieron contra la sabiduría pagana, atestiguan involuntariamente la extendida organización transcultural de los cultos de Misterios.

El Philosophumena (o “Refutación de Todas las Herejías”, c. 230 d. C.), atribuido a Hipólito de Roma, es una enciclopedia que describe a los gnósticos al lado de druidas, brahmanes y una variedad de otros religiosos exóticos. Los historiadores hoy saben que los druidas eran endémicos en la cultura celta que se extendía desde las lejanas islas occidentales de Escocia e Irlanda hasta lo profundo del Asia Menor. Los brahmanes de India eran conocidos en Alejandría, como lo fueron los monjes budistas, cuyas peregrinaciones por Egipto y Palestina están registradas en los anales del rey Asoka, de la dinastía mauria (gobernó entre 269 y 232 a. C.). Una tablilla de piedra en Girnur en Gujarat declara el objetivo de Asoka de extender el budismo a través del valle entero del Nilo.

C. W. King (Gnostics and Their Remains) observa el parecido cercano entre la disciplina budista y la esenia, y cita el testimonio del historiador judío Josefo de que los centros esenios de culto en el Mar Muerto habían existido durante “miles de años” antes de su época. Los colegios gnósticos pertenecieron a esta gran organización milenaria de sabiduría nacida en Asia; sin embargo, “la regla observada por todos los posteriores historiadores del gnosticismo consiste en representarlo como una mera falsa herencia y corrupción del cristianismo.”

Intolerancia cristiana


Las escuelas mistéricas constituían una amplia red de colegios eclécticos y multidisciplinarios que compartían un lenguaje universal de sabiduría esotérica. Los brahmanes, druidas, budistas, gnósticos, esenios y muchos otros habrían sido capaces de comunicarse íntimamente unos con otros, a pesar de las diferencias culturales, lingüísticas y raciales. El fundamento común de los Misterios se sabía que había sido el culto asiático de la Gran Diosa, la Magna Mater.

Manuscritos gnósticos de Nag Hammadi
La identidad de la budista Prajnaparamita, “la Sabiduría de la Madre Suprema”, con la gnóstica Sofía, ha sido afirmada por Evens-Wentz, un erudito pionero del budismo tibetano. El temprano erudito gnóstico G.R.S. Mead, los estudiosos de mitología comparada Mircea Eliade, Joseph Campbell y Alain Danielou, y el erudito budista John Myrdhin Reynolds, han desarrollado paralelos budistas-gnósticos. La enseñanza del gnóstico Basílides es prácticamente indistinguible de los tratados sobre la filosofía Mahayana de la escuela de Nalanda. El gran erudito budista y sabio Nagarjuna era contemporáneo de los gnósticos del siglo II que estuvieron bajo el fuego intenso de los heresiarcas cristianos.

En el Segundo Tratado del Gran Set (NHL VII, 2), un maestro gnóstico habla con franqueza de su grave situación y de la clase de conducta que estaban afrontando:
“Nosotros fuimos odiados y perseguidos, no sólo por aquellos que simplemente son incapaces de entendernos, sino también por aquellos que piensan que están contribuyendo al crecimiento del nombre de Cristo, aunque sin darse cuenta estuvieran vacíos, ignorantes de quiénes son, como animales mudos... Persiguieron a aquellos que han sido liberados por mí, porque los odian; esos que, si cerrasen sus bocas, llorarían con gemidos inútiles porque no me conocen. En cambio, sirvieron a dos amos, incluso a una multitud. Pero llegarán a ser victoriosos en todo, en guerras y batallas, en la división por celos y la ira... habiendo proclamado la doctrina de un hombre muerto y otras mentiras para parecerse a la libertad y a la pureza de la congregación perfecta. Y así, uniendo en su doctrina de temor y esclavitud las necesidades mundanas y el abandono del respeto profundo, siendo insignificantes e ignorantes, no pueden albergar la nobleza de la verdad, ya que ellos odian lo que son y aman lo que no son.”
Imagen de Jesucristo
Este pasaje revela cómo eran vistos los primeros cristianos a los ojos de los gnósticos. Contiene varias claves importantes para el punto de vista del partido perseguido, el lado raramente recogido en la narrativa histórica. El autor condena a los cristianos por su ignorancia y su incapacidad para abrazar “la nobleza de la verdad”. La liberación de la ignorancia y la dedicación a la verdad eran los criterios supremos de la religión gnóstica. Los cristianos son criticados por servir a dos señores y complacer a la multitud. En otras palabras, son hipócritas que procuran gobernar por su gran número. Esto contrasta profundamente con el elitismo gnóstico. La alusión a “esos quienes, si cerrasen sus bocas” implica la necesidad de ser iniciado. La palabra “misterio” (mysterion, en griego) se deriva del verbo griego myein, “cerrar”, refiriéndose al cierre de los labios o de los ojos. “Los que deberían cerrar la boca” son forasteros profanos que muy probablemente no saben lo que están atacando.

Sin embargo, los perseguidores prevalecerán, predice el maestro, porque ellos usan la guerra y la violencia para conseguir sus objetivos. Significativamente, fomentan “la división por celos y la ira”. En términos gnósticos, este lenguaje se refiere a la actitud de Yahvé, la deidad colérica, identificada por los gnósticos como el jefe supremo de los Arcontes, los alienígenas o la especie extraterrestre que intenta desviar a la Humanidad de su curso apropiado de evolución. Los gnósticos vieron el poder de los Arcontes detrás de la ideología y la política cristianas. Aunque “su doctrina de temor y esclavitud” sea ridícula, es eficaz, porque los Arcontes pueden ejercer un efecto insinuante en nuestras mentes, un tipo de malévola telepatía inter-especies, se podría decir. Obligados por un proceso de pensamiento distorsionado por los Arcontes, los primeros ideólogos cristianos imitaron los Misterios de los hijos de la luz e hicieron pasar mentiras por verdades. El complejo del redentor cristiano impone “la doctrina de un hombre muerto” en lugar de la gnosis de la vida eterna.
 

En opinión de la última generación de gnósticos, los conversos al cristianismo eran seres humanos invertidos, al odiar lo que son y amar lo que no son. Para la mente gnóstica, la hipocresía final es la traición de la inteligencia divina que está en la Humanidad y la adopción de una ideología basada en el error.
 

La actitud pagana de la tolerancia se infiltró en las escuelas mistéricas, aun cuando las Escuelas mantuvieron criterios estrictos para la admisión, e impusieron un voto de secreto que parece que casi nunca fue transgredido. El contraste con la evangelización cristiana no podía ser más dramático. En The Mystery Religions, S. Angus observa: “En materia de intolerancia, el cristianismo se diferenciaba de todas las religiones paganas, y superaba al judaísmo; en este sentido, estuvo en directa oposición al espíritu de la época.”

Se han dado muchas explicaciones para dilucidar por qué el cristianismo prevaleció sobre los Misterios, pero sería negligente no aplicar el sentido común: la intolerancia usualmente prevalece sobre la tolerancia porque la tolerancia –por definición– permite que aquella actúe así; y si no es así, la intolerancia prevalecerá por la fuerza, si es necesario. Los Misterios no murieron por causas naturales. Fueron activamente suprimidos y, dondequiera que fue posible, suprimida su raíz y sus ramas.

dios pagano (Mercurio)
“Los dioses paganos no son celosos unos de otros”, dice Burkert. Ningún sistema social es perfecto, pero la filosofía pagana fomentaba una sociedad abierta en la cual las enseñanzas espirituales universales podían asumir una amplia variedad de expresiones. 

¿Qué posición sostuvo el gnosticismo en el foro abierto de las escuelas mistéricas? Tal posición debió haber sido central y crucial para la red entera de algún modo, porque las enseñanzas gnósticas fueron el objetivo número uno a erradicar por parte de los misioneros e ideólogos cristianos. La palabra gnosis es griega, y con mucho, la más convincente prueba de que los Misterios provienen de la cultura greco-romana. Esto ha conducido a la impresión de que la gnosis estuvo confinada a un pequeño entorno cultural y geográfico en Oriente Medio y Egipto. 

Considerando lo que sabemos ahora acerca de las enseñanzas de los gnósticos, es procedente asumir que –en su trabajo en las escuelas mistéricas– proporcionaron un conocimiento especial sobre fenómenos extraños y paranormales. O sea, eran maestros en ciencias noéticas[2] y en parapsicología. En este sentido, son comparables a los sofisticados chamanes de otras partes de la antigua Europa, así como de Asia. Los budistas de Nalanda en la India y los druidas del país de Gales pueden haber estado cultural y geográficamente separados, pero espiritualmente habrían estado implicados en actividades paralelas. Merlín, que quizás vivió en el siglo VII, tiene equivalentes exactos en sabios tibetanos como Naropa y Milarepa. No hay ninguna razón para excluir a los gnósticos de este cuadro, y de hecho toda la evidencia disponible los señala desempeñando un papel de esta clase en el marco cultural y religioso de su tiempo.

Los gnósticos, preocupados por el descubrimiento de la influencia de los Arcontes, podrían haber dialogado abiertamente sobre hechizos mágicos y zonas planetarias con los sabios visitantes llegados desde los confines del continente o de la India. Las distancias geográficas no pueden ser vistas como disuasorias, pues los viajes en la Antigüedad eran mucho más comunes y extendidos que lo que se ha supuesto. Hasta muy recientemente era imposible deducir de la narrativa histórica cómo la red de las escuelas mistéricas pudo haber proporcionado el contexto para la diseminación intercultural. El gnosticismo ya no puede ser identificado exclusivamente con unos pocos cultos dispersos en Asia Menor y Egipto. El final de los Misterios se llevó a efecto mucho más allá de las áridas laderas de Nag Hammadi. Implicó el colapso de una vasta y bien tejida organización dedicada a la guía espiritual de la Humanidad.


Una religión diabólica


Hacia el tiempo en que fueron escondidos los manuscritos de Nag Hammadi, Agustín de Hipona, uno de los padres fundadores de la fe cristiana, estableció la política de la Iglesia para la apropiación sistemática de los lugares y los monumentos anteriormente ocupados por el sistema de universidades de los Misterios:

“Cuando los templos, ídolos, arboledas, etc., son derribados con el permiso de las autoridades –a pesar de que nuestra participación en este trabajo es una clara prueba de que no honramos, sino que más bien detestamos estas cosas– debemos abstenernos sin embargo de apropiárnoslos para nuestro propio uso personal y privado, de manera que sea manifiesto que al derribar estas cosas estamos influidos no por la avaricia sino por la piedad. Cuando, sin embargo, los despojos de estos lugares son destinados al beneficio de la comunidad y dedicados al servicio de Dios, son tratados de la misma manera que los hombres mismos cuando se convierten de la impiedad y el sacrilegio a la religión verdadera.”


Cruz copta
Este pasaje muestra el otro aspecto de la situación descrita en el Segundo Tratado del Gran Set, citado hace poco. Aquí la historia está vista por los ojos del partido predominante. Con una astuta tergiversación, Agustín autoriza el acto de saqueo, pero absuelve a aquellos que lo perpetran por causa de cualquier atisbo de motivos egoístas, como envidia, celos o sed de poder. Él afirma que “los despojos de estos lugares” tienen el propósito de servir a Dios, tal como aquellos que los crearon harían cuando fueran convertidos a “la religión verdadera”.

Para asegurar el monopolio sobre Dios, era necesario legitimar el derrocamiento y la apropiación de la sabiduría pagana. Para derrotar a la verdad, ésta tiene que ser diabolizada. Aquello que es “distinto” debe ser derrotado mediante una apropiación cultural (cooptación). En este sentido, el cristianismo puede ser designado como una religión adversativa o diabólica, de dia-bolos (bolos, arrojar; dia, en contra). No prevalece por lo que ofrece sino más bien por aquello que derrota. El cristianismo es único en este respecto, aunque éste no sea ciertamente el modo en que se apreciaría su singularidad por el mundo en general. Desde su creación, el cristianismo exhibió una capacidad especial para doblegar a todo lo que le fuera diferente. Se define a sí mismo por aquello a lo que se opone. Incapaz de tolerar la coexistencia, debe destruir completamente. La historia de la Iglesia demuestra este patrón de usurpación totalitaria.

En la visión gnóstica, tipificada por el autor del Segundo Tratado, la ira, la división, la imitación (cooptación) y la esclavización del espíritu humano –características obvias del imperialismo cristiano– son síntomas de los extremadamente perversos efectos de los Arcontes. Por supuesto, los humanos son capaces de este tipo de comportamiento por sí mismos; pero también pueden comprender lo que hacen y corregirlo, desistiendo así del daño. Cuando la acción se desborda y escapa a la rectificación, es debido a la influencia arcóntica. Así pensaban los gnósticos.

La cooptación –esto es, tomar algo desde su ámbito original y adaptarlo o distorsionarlo para objetivos para los cuales no estaba destinado a servir– es una eficaz técnica adversativa, usada a menudo en los conflictos legales. Usualmente, el acusador tomará un asunto o incidente presentado por la defensa y lo convertirá en “evidencia irrefutable” contra el acusado. En un caso de violación, por ejemplo, la conducta o el estilo de vida de la mujer víctima, que de ninguna manera invita a la violación, pueden ser cooptados por la defensa del violador, de modo que parezca que “ella lo estaba pidiendo”, y sólo más tarde, después del hecho, ella decidió verlo como violación. Tales cuestiones son abundantes en el mundo moderno, y ciertamente nos ponen enfermos sólo con oirlas.

Pero es precisamente la táctica de la distorsión adversativa la que define las guerras contra la herejía emprendidas por los primeros cristianos contra los gnósticos, en particular, y las escuelas mistéricas, en general. La contrainteligencia gnóstica se enfocó en los poderes anormales de los Arcontes. Inspirados por la envidia, trabajan mediante la imitación; sobre este punto, las escrituras gnósticas son unánimes. Siendo esto así, las ondas expansivas debieron haber resonado a través de los pasillos de los templos de las Escuelas Mistéricas cuando los primeros cristianos cazadores de herejías acusaron a los gnósticos de imitar los sacramentos cristianos. Justino Mártir (siglo II), el primer representante registrado de los agresivos heresiarcas, acusó a los gnósticos de robar descaradamente textos de la Biblia. Un siglo más tarde, Hipólito afirmó que todo lo que se encuentra en las escrituras gnósticas fue plagiado de fuentes antiguas. Al decir esto, involuntariamente dio fe de las antiguas raíces pre-cristianas del gnosticismo, pero su comentario no fue interpretado de esa manera. Se quiso entender que las doctrinas cristianas, dadas por Dios, debían proceder de antes del tiempo de la creación, y que estas antiguas enseñanzas eran las que los gnósticos imitaban.

Tertuliano
Tertuliano, que escribe alrededor del 200 d. C., argumentó que “El Diablo, cuyo negocio es pervertir la verdad, imita las circunstancias exactas de los sacramentos divinos, en los Misterios de los ídolos. Él mismo bautiza a algunos, es decir, a sus creyentes y seguidores a los que promete el perdón de los pecados desde la Fuente Sagrada, y los inicia por lo tanto en la religión de Mitra. Así marca en la frente a sus propios soldados; allí celebra la ofrenda del pan; trae el símbolo de la Resurrección y gana la corona con la espada.”

Este argumento logra dos cosas a la vez: establece la apropiación (cooptación) de los sacramentos mitraicos en las ceremonias cristianas y encubre el hecho afirmando que el Diablo –a menudo identificado como el autor de las enseñanzas gnósticas– estaba imitando los ritos cristianos cuando introdujo la liturgia mitraica. El cristianismo no está secuestrando la religión mitraica, como tan evidentemente parece ser el caso, sino que simplemente ¡está retomando lo que originalmente le perteneció! La expropiación, identificada con una alta especificidad en el caso del mitraísmo, era una política general aplicada a las escuelas mistéricas, e incluso a ciertas enseñanzas gnósticas, en la medida en que los cristianos tenían acceso a ellos. Armado con la lógica de Tertuliano, el cristianismo robó extensa y desvergonzadamente de las religiones paganas.

El secuestro de la religión pagana era tan obvio para la gente de ese tiempo –y no sólo para los teólogos, sino para la gente corriente de sentido común que estaba familiarizada con la religión pagana– que Tertuliano tuvo que reelaborar su argumento de un modo tortuoso. Él cita el poder de la imitación como la obra del Diablo. Con una astuta tergiversación, defiende su religión contra la acusación gnóstica de que los Arcontes, que sólo pueden imitar, estaban trabajando detrás de la fachada de la ideología de la Redención.

Tertuliano ofrece la fantástica explicación de que Satán evocó los sacramentos antes de que Cristo tuviera la posibilidad de encarnar y experimentar la Pasión, Crucifixión y Resurrección, proporcionando con ello los dramáticos precedentes sobre los cuales los sacramentos se basarían: así, “el Diablo imita las circunstancias exactas de los sacramentos divinos”. Ésta es una clave gnóstica, o al menos sería tomada por un gnóstico como una clave, ya que esto alude a la influencia mimética de los poderes alienígenas, los “seres de la semejanza”.

El hecho de que los primeros ideólogos cristianos se hubieran apropiado de sitios y ritos paganos y los renombraran como cristianos es un tedioso cliché en la historia de la religión. Hoy, por todo el mundo, las iglesias católicas se levantan en los emplazamientos de los antiguos santuarios paganos. La catedral de Chartres, por ejemplo, está construida sobre una gruta pre-cristiana dedicada a la Virgen Negra, una versión de la gnóstica Sofía. Literalmente se podrían dar miles de ejemplos similares, pero nos aburrimos demasiado fácilmente... La inefable luz de la gnosis alimenta cada vela que se enciende a los santos cristianos.

Una maldición sobre el aprendizaje


Estatua de Mitra
La Historia nos dice que ganó el argumento establecido por Tertuliano, pero el sentido común nos dice que la imitación depende de algo genuino que existe de antemano (“No habría oro falsificado si el oro verdadero no existiera”, dice un proverbio sufí). Es posible que los principios básicos del mitraísmo se remonten al IV milenio a. C., una fecha apoyada por los estudios arqueo-astronómicos que usan la precesión de los equinoccios. El dualismo zoroástrico y la adoración solar, incorporados en la religión mitraica, se pueden remontar a los registros persas existentes de 2234 a. C. (Laura Elizabeth Poor, Sanskrit and its Kindred Languages, p. 142), y las notas adjuntas a las copias más antiguas de los diálogos de Platón indican que en el tiempo de éste se pensaba que la antigüedad de Zoroastro se extendía al 6000 a. C. Las enseñanzas y ritos zoroástricos existían mucho antes del cristianismo, desde siglos incontables. Entonces, ¿qué es lo que estaba siendo imitado? ¿Estos modelos antiguos o las nociones recién aparecidas que surgieron entre los conversos cristianos después del año 75 d. C.?


Los convertidos al cristianismo en los cinco primeros siglos de nuestra era estuvieron dedicados a una campaña de “purga intelectual”. Su objetivo general eran los intelectuales paganos de aquella época, muchos de los cuales eran prominentes gnósticos, maestros y formadores vinculados a las escuelas mistéricas. Y dado que el conocimiento y el aprendizaje eran sagrados en el gnosticismo, los libros y las bibliotecas de las escuelas mistéricas fueron los principales objetivos para el holocausto intelectual.

La alfabetización era una cuestión importante en las guerras contra la herejía. Muchos conversos al cristianismo eran esclavos que no podían leer o escribir. Los pocos que sí podían leer se dedicaron a establecer un canon de textos aceptables, es decir, de escrituras ortodoxas. Extraño como ahora pudiera parecer, defendieron la ortodoxia contra la herejía incluso antes de que el propio canon se hubiera establecido. El fundamentalismo cristiano, desde Oklahoma City al Vaticano, custodia la Sagrada Escritura como un monopolio sobre la primogenitura espiritual de la Humanidad. Para incontables millones de personas a través de los siglos la Biblia ha sido el único texto autorizado de la espiritualidad, pero los gnósticos tenían miles de textos sagrados. Sus escrituras eran su riqueza, un hecho que enfureció a los primeros Padres de la Iglesia, que se opusieron a ellos.

San Agustín de Hipona
San Agustín protestó amargamente contra los “muchos y enormes libros” que los gnósticos habían producido, que él comparaba al alimento comido durante un sueño. Como si no fuera bastante malo que los gnósticos fueran escritores lúcidos y prolíficos, eran también, “grandes habladores, cuya boca es una trampa del Diablo, y una trampa para aves compuesta de una mezcla de las sílabas de tu nombre [Señor Jesús]. Los místicos de hablar rápido son avasalladores porque ellos repiten la Verdad y la Verdad como si fuese una mujer que conocieran en términos íntimos.” Pues bien, lo era. Los gnósticos llamaban a la sabiduría que reverenciaban como Sofía, una palabra femenina en griego, “y así ellos me repitieron su nombre, pero ella no estaba en ninguna parte entre ellos, pero decían cosas falsas, no sólo acerca de Ti que eres la Verdad en la verdad, sino incluso acerca de los elementos de este mundo nuestro, tu creación”.

En las palabras “incluso acerca de los elementos de este mundo nuestro”, Agustín ciertamente alude a las enseñanzas gnósticas sobre el desviado sistema del mundo. En esa época, la sugerencia de que el dios creador pudiera ser un monstruoso alienígena había sido sepultada detrás de un potente tabú.

Cuando las escuelas mistéricas se cerraron, los gnósticos ya no tenían un ambiente seguro donde pudieran escribir, enseñar y conferir la iniciación. El aprendizaje preparatorio y la transmisión (paradosis) que tuvo lugar en el ámbito de los Misterios, así como el concienzudo y exacto conocimiento requerido para la continuación de la antiquísima formación, fueron interrumpidos para nunca más ser restaurados[3]. Con la supresión de la gnosis, la detección de los poderes arcónticos que funcionan dentro de la mentalidad cristiana se hizo cada vez más difícil. ¿Qué mejor manera de asegurar el triunfo de la ideología de la salvación, influida por los Arcontes, que eliminar a los altamente expertos videntes que eran excepcionalmente capaces de detectarla y denunciarla?
 

El conocimiento no ordinario, la síntesis de los especializados conocimientos gnósticos, ha llegado a ser extremadamente difícil de adquirir desde que murieron los Misterios. Incluso el conocimiento corriente se extinguió en la Edad Media. El foro abierto de las escuelas mistéricas había proporcionado la inspiración ética y cultural a todo el mundo circundante en la Antigüedad. El orador romano Cicerón certificó que “en realidad hemos aprendido de ellas los fundamentos de la vida”. No es de extrañar que su destrucción tuviera tal costo para el espíritu humano.

Cuando el cristianismo subió al poder, el mundo clásico se convirtió en una tierra espiritualmente baldía. Milenios de aprendizaje murieron en la viña. La demolición completa de la literatura pagana estaba ya estaba muy avanzada en la época de Agustín. Un siglo o dos más tarde, cuando ya no quedaban más bibliotecas que destruir, Europa se sumergió en la Edad Oscura, llevándose el mundo luminoso de los Misterios con ella hacia el olvido.

© John L. Lash 2005


Fuente: http://www.bibliotecapleyades.net/mistic/mistic_31.htm


Fuente original: www.metahistory.org


Fuente imágenes: Wikimedia Commons / archivo del autor





[1] Véase la entrevista a Lash en este mismo blog sobre el tema de los Arcontes.

[2] Ciencias del conocimiento intuitivo.


[3] Una situación comparable podría ser la disolución del aprendizaje iniciatorio monástico con la invasión china del Tíbet en 1950.