miércoles, 22 de abril de 2020

El pasado se muda a Somnium Dei


Queridos amigos y amigas, lectores de La otra cara del pasado:

A finales de 2013 retomé en blogger la publicación de La otra cara del pasado a partir de un blog anterior que cayó por causas técnicas. Mi intención fue la de crear un espacio de debate imparcial, crítico y riguroso para analizar la llamada arqueología alternativa, a la que dediqué mi extenso libro “La historia imperfecta”, que ya estaba escrito pero que por varias demoras editoriales no apareció hasta 2015.

A lo largo de estos ocho años he publicado más de 200 entradas (artículos), más algunas páginas específicas con información básica sobre arqueología alternativa. En este empeño ha tratado de tocar todos los temas principales del fenómeno y he recurrido a dar voz a expertos internacionales a través de sus documentos y algunas entrevistas. La lista no es muy larga, pero sí quisiera destacar a personalidades como Graham Hancock, Robert Bauval, Robert Temple, Virginia Steen-McIntyre, John Lash, Chris Dunn, John A. West, Andrew Collins, Phillip Coppens, etc. Aparte quedarían otros investigadores quizá “menores”, con menos impacto mediático, pero con conceptos interesantes que también han merecido su espacio de atención.

De todos modos, por decisión personal, la gran mayoría de materiales han salido de mi cosecha de investigación y recopilación, lo que me ha consumido mucho tiempo y esfuerzo de documentación y redacción en vez de echar mano al clásico “copiar y pegar” de otros. Esto ha provocado que la producción fuese escasa para intentar mantener la calidad y la coherencia, lo que ha dejado el blog en unas 30 entradas anuales como media.

Como resultado de todo ello, he estimado conveniente “congelar” el blog y hacer la mudanza a mi otro blog Somnium Dei, que de hecho ya dispone desde el principio de una sección dedicada a historia y arqueología. Así, a partir de este momento los materiales propios de este blog se incorporan a Somnium Dei, en tanto que La otra cara del pasado quedará como “depósito de conocimiento” mientras blogger lo mantenga activo.  

Finalmente, quisiera agradecer la atención de los lectores y comentaristas, a los que no puedo mencionar para no dejarme a nadie, recalcando su interés, buena educación, preguntas, consultas y reflexiones que han enriquecido el debate. Repito, mil gracias a todos.

Xavier

viernes, 10 de abril de 2020

En defensa de las pirámides canarias


Como homenaje al trabajo y empeño del fallecido investigador independiente Manuel Fernández Saavedra, me gustaría reincidir en este artículo en el polémico asunto de la inequívoca existencia de pirámides en suelo español (aunque fuera de la Península). Por desgracia, como ya es sabido, la arqueología oficial ha tirado de clichés y observaciones superficiales para reducir o marginar este debate científico, pues por alguna razón misteriosa no resulta cómodo admitir que hubo en las Islas Canarias una cultura (la guanche u otra anterior) aparentemente primitiva pero capaz de realizar monumentos de piedra con unas ciertas precisiones matemáticas, geodésicas y astronómicas que están en la línea de los modernos estudios alternativos sobre la función de las pirámides en todo el mundo. Pero vayamos por partes.

Sobre el origen de las principales estructuras que son objeto de discusión, sitas en la localidad de Güímar (Tenerife), la versión oficial apunta a que a mediados del siglo XIX un masón del lugar, Antonio Díaz Flores, compró una finca llamada Chacona y edificó allí su residencia, alrededor de la cual se erigieron estas estructuras con la intención de sembrar cochinilla (planta típica canaria). El redescubrimiento o interés por las estructuras tendría lugar a inicios  del siglo XX a cargo de un personaje notable de la isla, Juan Bethencourt. En principio, los restos visibles fueron tomados –según la tradición oral– como simples majanos, esto es, apilamientos de piedras más o menos regulares como resultado de la limpieza del terreno dedicado a labores agrícolas (para el cultivo de la citada cochinilla). Sin embargo, los estudios posteriores y más detallados sobre las estructuras iban a cambiar completamente esta visión simplista.

Una de las pirámides de Güímar
Lo más evidente para tirar por tierra la teoría de los majanos era precisamente su forma y tipo de obra. Así, no resultaba difícil apreciar que las estructuras eran unas terrazas rectangulares perfectamente escalonadas construidas con piedra volcánica bien encajada y dispuesta, que daban como resultado unos monumentos troncopiramidales. Además, pese a su relativo buen estado de conservación, se veía que se trataba de construcciones muy antiguas que debían datar de bastante antes del siglo XIX, si bien era obvio que se habían realizado reparaciones o rellenos en época reciente. No obstante, nunca hubo por parte de la autoridades culturales un interés en estudiar científicamente los restos, mientras se siguiera insistiendo en que aquello no tenía nada de arqueológico. Hubo que esperar pues a finales del siglo XX para que se empezaran a implementar trabajos sistemáticos y rigurosos sobre el terreno para certificar que los “apilamientos” no eran tales, sino estructuras realizadas en un pasado remoto para otros fines.

Quizá no por casualidad tuvo que ser un extranjero, el famoso etnógrafo y explorador noruego Thor Heyerdhal, el que se fijara en 1991 en las peculiares características de los aterrazamientos y relacionara tales estructuras con otras que ya había visto en varios lugares del mundo, sobre todo en América. Sus primeras observaciones fueron del todo acertadas en la comprensión del conjunto de Güímar, en particular para distinguir lo que podría ser un simple trabajo agrícola de una elaborada construcción que nada tenía que ver con cultivos. Así, Heyerdhal destacó, entre otros, estos elementos:
  • Las estructuras estaban hechas con piedras angulares procedentes de flujos de lava y no con cantos rodados de la tierra circundante. Eso implica un trabajo extra y fatigoso al tener que transportar allí la piedra volcánica.
  • Las terrazas, dada su precisa disposición, fueron bien trazadas a base de cuerdas, y las piedras se colocaron cuidadosamente con su lado plano dando al exterior, siendo talladas cuando eran necesario para ajustarse a los muros.
  • Se observaba la presencia de unas escalinatas de acceso –por la cara oeste– desde la base hasta la terraza superior de las pirámides, de tal modo que al subir por éstas el sol naciente siempre quedaba de cara.
  • Se intuían unas ciertas alineaciones astronómicas en la posición de los monumentos, relacionadas con el solsticio de verano (luego ampliaremos este particular).

Vista parcial del conjunto monumental
Tras estos estudios meramente superficiales del paisaje, por fin se pudieron llevar a cabo excavaciones arqueológicas y geológicas durante los años 90 a fin de clarificar la verdadera naturaleza de las estructuras y su más que evidente contexto arqueológico. De este modo, se pudo hace una descripción física bastante precisa de la disposición y la relación entre todas las estructuras existentes (5 plataformas y 5 pirámides en una extensión de 150 x 250 metros) y se comprobó la presencia de diversos objetos arqueológicos –ubicados en la llamada “Cueva de Chacona”– atribuibles a la cultura guanche, como cerámica, restos de obsidiana, punzones, conchas, cuentas de collar, trazas de carbón, etc.

A su vez, se pudo constatar, a partir de la prospecciones sobre el terreno, que el lugar nunca se empleó como base para cultivo, pues el relleno estaba constituido por arena y pequeñas piedras, aparte de unos pocos restos óseos animales, madera y otros restos orgánicos. En cuanto al origen de la piedra de construcción, las investigaciones geológicas determinaron que el material empleado fue trasladado desde la Montaña Nueva, un enclave situado a unos 4 Km. de Chacona, lo que venía a confirmar la intencionalidad de usar esa piedra volcánica y no de recoger y amontonar la piedra local existente. Asimismo, se pudo constatar que en época contemporánea (mitad del s. XIX) había tenido lugar un cierto remodelado o restauración de las terrazas, pero que de ningún modo podía tapar la evidente divergencia en los materiales y forma de colocación de las piedras.

No obstante, el punto central para desvelar el posible sentido de las estructuras estaba en las alineaciones observadas por Heyerdhal y luego medidas y comprobadas por otros especialistas españoles e internacionales del ámbito de la antropología y la arqueoastronomía. En este sentido, las investigaciones más detalladas las llevó a cabo el Instituto Astrofísico de Canarias (IAC), liderado por el profesor Juan Antonio Belmonte, que en 1991 llevó a cabo un exhaustivo análisis de todas las alineaciones de carácter astronómico, empezando por la perfecta orientación de los lados de las estructuras a los cuatro puntos cardinales. Según el trabajo desplegado, el equipo del IAC afirmó lo siguiente:

“Mediante esta investigación, hemos encontrado que, independientemente del propósito con que fuesen construidos o de su fecha de erección, los majanos[1] podrían ser útiles, como estación astronómica, para la predicción de fechas clave del ciclo agrícola y, en consecuencia, para establecer un calendario. Esta afirmación se sustenta en el hecho de que el eje principal del complejo en que los majanos se hallan insertos, así como el mayor de éstos, se encuentran orientados, con extremada precisión, a la puesta del Sol en el solsticio de verano. Además, un segundo eje, también importante, apunta hacia la salida del Sol, seis meses más tarde, en el solsticio de invierno.”

En concreto, tenemos una descripción bastante gráfica de los fenómenos observados que confirmarían que no podían darse felices casualidades en las orientaciones marcadas sobre el terreno:

“El Sol casi se estaba ocultando cuando visitamos los majanos de Güimar, por vez primera, en Febrero de 1991. Ese día cuatro hechos llamaron especialmente nuestra atención: en primer lugar, eran mucho más impresionantes de lo esperado; en segundo lugar, la orientación aproximada este-oeste del complejo; tercero, el hecho de que el eje principal del conjunto apuntaba hacia una gran caldera volcánica de erosión (Pedro Gil), en la serranía que ocupa el horizonte oeste y, finalmente, pensamos en la posibilidad de que estos dos últimos hechos no fuesen fortuitos.

Medidas realizadas in situ, varias semanas más tarde, confirmaron plenamente nuestras sospechas: el eje principal “a” apunta con extraordinaria precisión a la puesta del Sol en el día más largo del año. Por otro lado, un observador que ascendiera, en el amanecer del solsticio de invierno a la parte superior de los majanos A o C, a través de las escaleras situadas en sus caras noroeste, vería al Sol saliendo justo a su frente detrás de la isla de Gran Canaria.

Estos resultados obtenidos sobre el papel meses atrás por medio de cálculos teóricos se vieron confirmados de forma extraordinaria el día 21 de Junio de 1991, cuando nos trasladamos a Chacona con el fin de observar la puesta de Sol desde los majanos (el solsticio astronómico era a las 22 horas, hora local de Canarias). No sólo nuestras predicciones eran las correctas, y el Sol se puso en el lugar esperado sino que, además, nuestra sorpresa fue enorme cuando después de una primera ocultación, en el borde interno sur de la caldera de Pedro Gil, parte del disco solar emergió de nuevo [...], siendo el fenómeno visible durante unos dos minutos. El Sol se ocultó de forma definitiva en el extremo sur del fondo de la caldera, exactamente allí hacia donde apunta el eje principal “a” del complejo de los majanos[2].
Lugar de doble ocultación del Sol en la caldera de Pedro Gil durante el solsticio (círculo naranja)
Con este trabajo no estamos tratando de explicar ni qué son los majanos de Güímar, ni con qué propósito fueron construidos.... Sin embargo, no deja de ser importante que, como hemos demostrado, los majanos y todo el complejo en que se hallan insertos se construyeron con una maravillosa y perfecta orientación astronómica, tan bien definida, que resulta difícil creer que sea debida a mera casualidad. Con estas construcciones, bien los pobladores de la zona anteriores a la conquista o los habitantes del valle posteriores a la misma (independientemente de la fecha de construcción), habrían sido capaces de predecir con suma precisión las fechas de algunos eventos astronómicos cruciales para el ciclo agrícola.”

No me extiendo con más detalles técnicos de las observaciones efectuadas, pero sí creo que vale la pena sacar a colación que, aparte de la atención al ciclo solar, en Güímar también se detecta un interés por la Luna, según apuntan los autores del estudio:

“Otros eventos importantes, que son algunas veces observables utilizando alineaciones presentes en construcciones con usos astronómicos (Stonehenge, ver Hawkins, 1973), son los ortos y ocasos de la Luna en los momentos de máxima o mínima declinación (± 28º 5´). Es interesante señalar que el eje principal de la estructura F (del complejo de Chacona) está apuntando precisamente a la salida de la Luna en el instante de mínima declinación con una precisión relativamente alta, dando un posible sentido a las orientaciones correspondientes y a la existencia de la misma estructura F: una contrapartida lunar al complejo mayor, principalmente dedicado al Sol.”

Las conclusiones científicas finales ya no dejan lugar a dudas:

“Nuestra conclusión principal es que los Majanos de Güímar y el complejo que forman, están orientados astronómicamente. El hecho de que pudieran haber sido utilizados para determinar la fecha del solsticio de verano, con una notable precisión, ha quedado bien establecido. Por otra parte, es posible determinar también otras fechas importantes, como el solsticio de invierno, los equinoccios, el día del año nuevo guanche y otros eventos astronómicos como por ejemplo el orto y el ocaso de la Luna en los momentos de declinación extrema.”

Con todo este arsenal de pruebas, ya tenemos un escenario bastante claro de construcciones piramidales altamente sofisticadas en su diseño y elaboración con unas finalidades a veces calificadas de rituales o prácticas (a efectos de calendario). Pero lo más significativo es que no estamos hablando de un caso aislado, sino de un fenómeno que observamos en otros puntos de Canarias y en otros muchos lugares del mundo. En la misma isla de Tenerife tenemos las pirámides de Icod de los Vinos, que desgraciadamente hoy en día están en un pésimo estado de conservación, pero que tienen un paralelismo completo con lo que podemos ver en Güímar. Asimismo, se han identificado estructuras similares en la zona de Los Cancajos (isla de La Palma), que tampoco han sido objeto de estudio, más alguna otra de la que se tiene noticia pero que resultó destruida.

Thor Heyerdhal
Ahora bien, lo más interesante es la comparación cultural que puede hacerse con otras pirámides escalonadas muy semejantes, lo que nos permitiría hablar de un conocimiento ancestral que estaba extendido por amplias regiones del planeta en una indeterminada época prehistórica. El propio Heyerdhal decía:

“Las pirámides de Güímar se asemejan a otras construcciones similares en el mundo datadas en 3.000 años a.C. Formas similares se encuentran en Sicilia y Cerdeña (Italia), de las cuales se decía que también eran agrupamientos agrícolas. Las Pirámides de Italia se culminan con un altar esculpido en la piedra. Las construcciones canarias se asemejan a las sicilianas. Es muy probable que las de Güímar tuvieran un uso de culto religioso por su forma y el enfoque hacia la puesta de sol.”[3]

Dichas estructuras insulares italianas han sido estudiadas con algún detalle y se ha podido determinar una datación en la época neolítica (hace 5.000 años), cuando existía una cultura ritual megalítica. Pero, además, esas mismas estructuras escalonadas con evidentes alineaciones surgen en lugares tan alejados entre sí como Mesopotamia, Egipto, norte de África, México, Perú, las Islas Mauricio, Asia, el Pacífico... En algunos casos, los parecidos son asombrosos, sobre todo en Sicilia e Islas Mauricio, con un diseño, tipo de obra y tamaño muy parejos.

Para concluir, estimo oportuno añadir las interesantes observaciones que en su momento hizo Manuel Fernández Saavedra, que van bastante más allá de las investigaciones practicadas y que reinciden en la sofisticación y complejidad del conjunto bajo una apariencia de simples amontonamientos de piedra en terrazas. Así, Manuel había detectado una serie de medidas y relaciones matemáticas que vemos presentes en conjuntos megalíticos o en otras pirámides. Copio directamente un fragmento de la entrevista que le hice en 2015, en el cual tocaba este punto concreto:

“Por otro lado, lo que he resaltado en el documental es que –aparte de las orientaciones astronómicas ya conocidas–  el conjunto de pirámides contiene unas matemáticas áureas bastante complejas, si bien esto sólo se ha podido observar en plano. Estando en Extremadura, revisando la documentación, me puse a dar vueltas a las medidas y vi que había algo ahí. Entonces encontré unas relaciones coherentes a partir de la vara (o yarda) megalítica, una medida algo inferior al metro. Así pues, transformé los metros a varas megalíticas de cada uno de los lados de las pirámides y patios, y en ese momento me empiezan a surgir los números π (pi) y φ (phi) por todas partes. Por ejemplo, en las dos pirámides enlazadas, si dividimos la longitud de la primera pirámide por su ancho nos da exactamente π. Y en la siguiente, si dividimos la longitud por el ancho nos da φ.

Asimismo, con la colaboración de mi ingeniero de sonido, vimos que las pirámides se desdoblan y encajan en los patios y refuerzan las alineaciones ya observadas, y todavía hay otras conjunciones que hay que estudiar más a fondo y que no incluimos en el documental. Estoy seguro que si mirásemos las alturas y trabajásemos en 3D incluso obtendríamos unas matemáticas aún más complejas.”

Alineación de las principales pirámides
Además, Manuel creía que –pese a la obvia presencia de restos guanches– había rastros de otra cultura material que le empujaba a pensar que tal vez las pirámides perteneciesen a un periodo “pre-guanche” indefinido y muy antiguo, y que luego los guanches reaprovecharon o rehicieron. Esto es, sin desmerecer las capacidades de los nativos guanches, sería posible que los monumentos fueran el legado de unos ocupantes anteriores y muy versados en la conexión firmamento-tierra, aunque tal planteamiento se quedaría en el terreno de la conjetura.

En suma, parece más que evidente que no se puede negar que las estructuras canarias son típicas pirámides escalonadas que encajarían en modelos similares de otras partes del planeta, con unos propósitos que no siempre son claros pero que apuntan a un interés por el estudio y correlación del firmamento y los fenómenos celestes con los eventos terrestres, el marcado de las estaciones y el paso del tiempo, dejando a un lado otras teorías más audaces como la condensación de energía o las prácticas de iniciación. Creo que en gran medida seguimos sin entender la mente y el espíritu de los antiguos porque nuestra conexión con ellos en términos de conciencia se perdió hace milenios.

© Xavier Bartlett 2020

Nota: Buena parte de la información adjunta ha sido tomada del trabajo del investigador canario Francisco P. De Luca, defensor de la autenticidad de las pirámides, según un artículo titulado En relación a las pirámides canarias (2005).

Fuente imágenes: archivo del autor



[1] Cabe señalar que para no levantar polémicas, las estructuras siguen denominándose “majanos”.
[2] En efecto, Belmonte descubrió que las tres pirámides principales alineadas señalan al este una doble puesta de Sol en el solsticio de verano, ya que apuntan a una zona montañosa donde el Sol se oculta y luego vuelve a salir brevemente entre dos picos, lo que popularmente se conocía como el “baile del Sol”.
[3] Declaraciones al diario La Opinión (18-11-1999).