lunes, 20 de junio de 2016

Piezas de cerámica de hace más de 15.000 años: no son ooparts, sino realidades


Nuestro bien instalado paradigma en arqueología nos lleva diciendo desde hace muchas décadas que la cerámica es un producto típico de la fase cultural prehistórica llamada Neolítico, que es la época en la que el hombre fue dejando la práctica habitual de la caza y la recolección –actividades que no desaparecieron pero sí quedaron relegadas a la categoría de recurso secundario– y emprendió el camino de la producción de alimentos, mediante la domesticación de plantas y animales. De este modo, abandonó su modo de vida nómada y optó por el sedentarismo en un territorio determinado, haciéndose agricultor y pastor.

Este proceso hacia una nueva forma de subsistencia tuvo lugar una vez superada la última era glacial (alrededor del 10.000 a. C.), si bien se ha identificado algún experimento de cultivo en fechas anteriores, hacia el 11.000 a. C.[1] Sin embargo, los datos disponibles apuntan a que el inicio de la agricultura como práctica normal se sitúa hacia el 9.000 a. C., principalmente con el cultivo del trigo y la cebada. Por supuesto, esta transición no ocurrió de la noche a la mañana y tardó siglos e incluso milenios en consolidarse, primero en el valle del Jordán y en el creciente fértil de Oriente Medio (Mesopotamia) y luego en otros focos como Egipto, el valle del Indo, China, América, etc. hasta irse extendiendo paulatinamente por otras regiones del planeta[2]. En este desarrollo, los hombres ampliaron y mejoraron ostensiblemente su cultura material, pasando a pulimentar la piedra y a usar una gran variedad de artefactos, cada vez más adaptados a las distintas labores productivas.

Vasija de cerámica (Neolítico cretense)
Así, uno de los progresos que suele asociarse directamente al Neolítico es la producción de cerámica, que fue la lógica consecuencia de manipular arcilla plástica –dándole una determinada forma– y comprobar que podía adquirir solidez mediante la cocción al fuego. Por supuesto las primeras cerámicas eran relativamente toscas, se moldeaban a mano, y se cocían en hogueras. Hubo que esperar más o menos hasta el 5.000 a. C. para ver los primeros hornos de cocción a altas temperaturas, mientras que la tecnología del torno –que facilitó la producción “en masa”– no apareció hasta alrededor del 3.500 a. C.

En cuanto a la razón de ser de la cerámica, siempre se le ha concedido una función básicamente utilitaria. Así, este avance habría respondido a la necesidad de tener objetos sólidos y duraderos para almacenar, cocinar y servir los alimentos, cosa que encaja en el contexto de una economía productiva y unos asentamientos estables. De todas maneras, se acepta que el uso generalizado de la cerámica fue posterior a la domesticación de las plantas y animales, y así los arqueólogos hablan de un Neolítico pre-cerámico (más conocido por sus siglas en ingles, PPN[3]), con una cronología que arranca hacia 8.500 a. C., si bien muchos investigadores le conceden aún más antigüedad. Lo que sí es cierto es que esta fase neolítica “sin cerámica” perdura en muchos lugares hasta 5.500 a. C. aproximadamente.

Hasta aquí todo encaja en unos patrones tecnológico-culturales más o menos lógicos. El Paleolítico había sido una época de primitivismo o salvajismo, en la que las comunidades humanas procuraban subsistir en duras condiciones, viviendo en cuevas, cazando y recolectando y con una cultura material relativamente basta y limitada. Frente a esto, el Neolítico ha sido visto como una etapa de desarrollo enorme[4], marcada por la aparición de una economía productiva, el proto-urbanismo, la especialización de trabajo, la progresiva jerarquización social, etc. que acabaría desembocando en la Edad de los Metales (según la clásica división cultural propuesta por Thompsen), que sería el germen mismo de la civilización[5].

Lo que ocurre es que el propio registro arqueológico nos ha deparado más de una  sorpresa, provocando que los modelos que intentan encuadrar las fases de desarrollo cultural –siempre desde un modo de pensamiento evolucionista lineal– se vean ampliamente superados, dejando a los arqueólogos con la boca abierta y con muchas incógnitas por resolver. El caso más paradigmático es sin duda el famoso yacimiento de Göbekli Tepe (Turquía), un espectacular enclave megalítico que ha sido bien datado por Carbono-14 en una época “imposible” (entre 9.500 y 8.000 a. C.), en la cual el hombre estaba saliendo de su estadio de cazador-recolector o como mucho estaba en una etapa de Neolítico incipiente (el mencionado pre-cerámico).

Exterior de la cueva de Vela Spila (Korcula, Croacia)
En referencia a este tipo de hallazgos que cuestionan la visión primitiva que se tiene del Paleolítico, me ha llegado un interesante artículo de la arqueóloga croata Vesna Tenodi, publicado recientemente en el boletín de la Pleistocene Coalition[6]. Tenodi nos habla de un yacimiento llamado Vela Spila, situado en la isla de Korcula, frente a la costa de Croacia. Se trata de una cueva con una gran cámara de unos 50 metros de longitud por 30 de anchura, que ya fue identificada en 1835, pero que no empezó a ser investigada hasta mediados del siglo XX. Desde entonces los trabajos en este yacimiento se han ido sucediendo regularmente y, dada la importancia de los hallazgos, en los últimos años han sido llevados a cabo por cualificados expertos multidisciplinares de varias universidades europeas (Zagreb, Pisa y Cambridge).

Tras los primeros estudios, se comprobó que la cueva había servido como estación de caza, almacén de productos del mar e incluso como lugar de enterramiento, y se dató el yacimiento en un horizonte temporal mesolítico[7]-neolítico, concretamente en un marco comprendido entre 7.380 a. C. y 5.920 a. C. No obstante, la cueva tiene una gran potencia estratigráfica (más de 10 metros) y al ir excavando los estratos más profundos se siguieron hallando artefactos, lo que probaba que la cueva había tenido una ocupación muy extensa en el tiempo, con dataciones bastante más antiguas, de entre 13.500 y 12.600 a. C., si bien las últimas fechas obtenidas por Carbono-14 se remontan incluso a 20.000 años de antigüedad. Así, parecía del todo confirmado que los moradores más antiguos de Vela Spila habían sido cazadores-recolectores del Paleolítico Superior.

Los 36 objetos cerámicos del Paleolítico hallados en Vela Spila
Pero las excavaciones realizadas hace unos pocos años iban a procurar datos aún más notables. Así, en las campañas arqueológicas del periodo 2001-2006 se encontraron en esos estratos más profundos unos objetos bastante inesperados. En efecto, lo que llamó poderosamente la atención de los arqueólogos fue la presencia de 36 piezas de cerámica, en unos estratos datados en una horquilla ¡de entre 17.500 y 15.000 años de antigüedad! Se trataba de diversos fragmentos de cerámica figurativa de tipo ornamental o simbólico (representaciones de animales) y que estaba decorada finamente con punciones, incisiones e impresiones. Los arqueólogos comprobaron además –por el color marrón anaranjado de las piezas y por la suave textura de la pasta– que habían sido cocidas a una temperatura bastante alta, lo que constituye una característica de cerámicas relativamente “avanzadas”.

Ante este hallazgo, alguien podría decir que estamos ante unos auténticos ooparts, o sea, objetos que “no deberían estar ahí”, pues estarían teóricamente desplazados de su contexto natural, dado que la tecnología empleada no se ajusta a lo que sabemos sobre el Paleolítico superior. Por otra parte, también se podría objetar que quizás se  cometieron errores metodológicos o de interpretación en la excavación,  que habrían llevado a una confusión. Sin embargo, los datos aportados por Tenodi dejan poca duda de que el trabajo arqueológico fue correcto y que las dataciones realizadas no están bajo sospecha, si bien el Carbono-14 –así como otros metros de datación radiométrica– no están ni mucho menos exentos de error o contaminación, como se ha comprobado en numerosas ocasiones.

De todas formas, es oportuno recordar que ya anteriormente se habían encontrado restos de artefactos cerámicos en otras partes de mundo con dataciones excepcionalmente antiguas. Por ejemplo, tenemos 46 fragmentos de una vasija hallada en Japón, que se dató indirectamente mediante C-14  (por unos restos de carbón contiguos) en una increíble fecha de 14.000 a. C. En este mismo país tenemos además otros yacimientos, correspondientes a la llamada cultura Jomon, que presentan fragmentos de cerámica con dataciones alrededor de 10.500 a. C.[8] Y ya en el continente euroasiático, se identificaron restos esporádicos de cerámica en yacimientos  de la Rusia oriental, con cronologías que oscilan entre 13.000 y 9.000 a. C. Asimismo, tenemos otros restos de cerámica en China fechados entre 11.000 y 8.800 a. C.

Detalle de un fragmento cerámico decorado de Vela Spila
Si ahora recapitulamos, se nos presenta una curiosa paradoja. Así, vemos por un lado que el “desarrollado” Neolítico no conoció la cerámica en muchos lugares durante milenios, cuando la agricultura y la ganadería ya llevaban practicándose durante mucho tiempo. Por otro lado, parece que algunas comunidades de cazadores-recolectores sí conocían la tecnología precisa para fabricar cerámica –y con cierta calidad– ya en épocas muy remotas. Se podría argüir al respecto que lógicamente debieron existir experimentos y primeras pruebas con la cerámica durante los últimos coletazos del Paleolítico o durante el Mesolítico (todo ello alrededor del 10.000 a. C. o poco después), pero las fechas de 17.500 a. C. de Vela Spila son realmente impresionantes. Y para complicar más este escenario, Vesna Tenodi recalca que los estratos atribuidos al Mesolítico en este yacimiento no presentan ni una sola pieza de cerámica. En otras palabras, la tecnología cerámica se perdió en cuestión de unos dos o tres mil años y ya no volvió a reaparecer hasta el Neolítico típico de la zona, lo que constituye un desfase temporal enorme y una fuente de preguntas: ¿De dónde salió este conocimiento? ¿Dónde están los supuestos antecedentes más primitivos de esta cerámica? ¿Por qué se abandonó esta tecnología y no se volvió a recuperar hasta muchos milenios después?

Y para cerrar esta reflexión, deberíamos referirnos al trabajo de algunos investigadores como Alexander Marshack o Richard Rudgley[9] que propusieron –con escaso éxito entre el mundo académico– la existencia de claros indicios de un estadio de pre-civilización en el Paleolítico superior, a partir de ciertos elementos de la cultura material. Según esta visión avanzada del Paleolítico, los seres humanos que vivían en cuevas, incluidos los neandertales, habrían tenido una vida simple pero no exenta de un alto conocimiento y dominio de su medio natural. Así, a estos primitivos cazadores-recolectores se les atribuyen ciertos conocimientos matemáticos, prácticas médicas que incluyen cirugía, actividades mineras, fabricación de instrumentos musicales[10], una notable joyería, ropaje de piel y cuero (bien cosido con finas agujas de hueso), incipientes métodos de escritura y sobre todo conocimientos astronómicos basados en la atenta observación del firmamento. Y todo ello por no hablar de sus sofisticadas industrias líticas y de su arte plasmado en las famosas pinturas rupestres[11] o en los bellos artefactos tallados sobre piedra o hueso. 

Dicho todo esto, el estamento académico ya reconoce gran parte de lo que se acaba de exponer, pero no quiere oír hablar de un estadio de pre-civilización ni nada parecido pues la civilización, a su juicio, procede directamente de la herencia neolítica[12]. A ello responden algunos autores alternativos afirmando que la civilización fue un tenue legado de un mundo muy desarrollado que desapareció en tiempos remotos, y que ello explicaría la existencia de Göbekli Tepe en una época tan temprana, sin descartar que otros múltiples monumentos datados en el Neolítico o en la Edad de los Metales –entre ellos la Gran Esfinge de Guiza y muchos enclaves megalíticos– hayan sido mal datados y sean en realidad mucho más antiguos. Pero adentrarnos por este camino ya sería tema para otro artículo.

© Xavier Bartlett 2016

Fuente imágenes: Wikimedia Commons y Pleistocene Coalition News vol. 8 issue 3


[1] Se trata de indicios de centeno cultivado localizados en el yacimiento de Abu Hureyra (Siria)
[2] Por ejemplo, la agricultura no llegó a la Península Ibérica hasta el 6.000 a. C., aproximadamente.
[3] Pre-Pottery Neolithic (dividido en dos fases, A y B). Cabe señalar que en los últimos tiempos la denominación PPN viene siendo sustituida por el término de Neolítico acerámico.
[4] El ilustre arqueólogo Vere Gordon Childe llegó a hablar de “revolución neolítica” para calificar este salto evolutivo cultural de la Humanidad.
[5] Otro tema, objeto de cierta polémica que no vamos a tratar aquí, sería dilucidar cómo se produce el gran salto de las sociedades neolíticas hasta las civilizaciones plenamente formadas con todos sus rasgos típicos, como es el caso de Sumeria o Egipto.
[6] La Pleistocene Coalition es una asociación que agrupa a profesionales estudiosos de la Prehistoria de varios países que se muestran críticos o disidentes con respecto al paradigma científico actual, sobre todo en cuestiones relacionadas con el Paleolítico y el evolucionismo. El artículo, titulado From Stone Age to Space Age, se ha publicado en el n.º 3, volumen 8 (mayo-junio 2016) del Pleistocene Coalition News.
[7] Etapa de transición entre Paleolítico y Neolítico.
[8] Cabe reseñar que estas dataciones de Japón tan antiguas ya despertaron en su momento la reticencia y el escepticismo de muchos arqueólogos, que las creían equivocadas.
[9] Es muy recomendable la lectura del libro de Rudgley titulado The lost civilizations of Stone Age (1998), que tiene versión castellana: Los pasos lejanos, publicado por la editorial Grijalbo.
[10] Por ejemplo, el instrumento musical más antiguo reconocido es una flauta tallada en hueso que se atribuye a neandertales, con una gran antigüedad que oscila entre 67.000 y 43.000 años.
[11] De hecho, cuando en el siglo XIX fueron halladas las primeras pinturas rupestres paleolíticas en el norte de la Península Ibérica y el sur de Francia los prehistoriadores se negaron a creer –a la vista de su perfección y naturalismo– que hubieran sido realizadas por hombres “salvajes” y consideraron que se trataba de meros fraudes.
[12] Aquí es oportuno citar que para la arqueóloga Marija Gimbutas el Neolítico fue de algún modo la verdadera civilización, una sociedad matriarcal, avanzada, creativa, próspera y pacífica, en clara contraposición a lo que vino después.

lunes, 13 de junio de 2016

Qué ocurre cuando la "ciencia dura" se adentra en el Antiguo Egipto



José Álvarez López (1914-2007) fue un destacado científico y espiritualista argentino, catedrático de Química y Física en la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina). También fue conferenciante y autor de numerosas publicaciones técnicas. Pero aparte de una reconocida trayectoria profesional en su ámbito de conocimiento científico, Álvarez exploró otros caminos más heterodoxos de la ciencia, concretamente en el ámbito de la denostada Piramidología, la disciplina no reconocida que no sólo trata de aportar nuevos enfoques histórico-arqueológicos sobre las pirámides sino que plantea también un estudio de las pirámides como forma constructiva capaz de producir ciertos efectos biológicos, químicos o energéticos.

En este campo, es de destacar el libro escrito por Álvarez titulado “El enigma de las pirámides”, una obra de referencia alternativa en la cual el sabio argentino lanzaba osadas propuestas (para la Egiptología, claro está) sobre el sentido y función de las pirámides, y muy en particular de la Gran Pirámide de Guiza. A modo de homenaje a su trabajo, adjunto seguidamente una entrevista disponible en Internet en la cual el Profesor José Álvarez nos habla en profundidad de esa faceta paracientífica de las pirámides y también de la fabulosa tecnología del Antiguo Egipto, centrándose en el famoso “Informe Baker”, que ponía de manifiesto la gran perfección de los trépanos sobre piedras duras (granito y diorita) observados en la meseta de Guiza y que llamaron la atención del ilustre egiptólogo Flinders Petrie. 


Entrevista a JOSÉ ÁLVAREZ LÓPEZ


El ilustre científico argentino José Álvarez López concedió al ingeniero Osvaldo J. Casero una entrevista exclusiva en su casa de campo cercana al pueblo de Tala Huasi, en la serranía de Córdoba, provincia homónima, de la República Argentina.

Osvaldo J. Casero: Vamos a hablar sobre un tema tabú para los científicos, ya que el profesor Álvarez ha encontrado vestigios de una avanzada civilización extraterrestre tras sus investigaciones y viajes a Egipto. ¿Por qué existe ese misterio en torno a la tecnología de construcción extraterrestre de las pirámides egipcias?

Profesor Álvarez: Bueno, la definición que se acaba de dar sobre el tema es correcta. Hay como una especie de tabú de los científicos. Es incongruente, pero hay que calificarlo así.

Por ejemplo, en un libro publicado en España por editorial Aura titulado “El mensaje de la gran pirámide”, en la página 100 aparece la fotocopia de una plancha n.º 40 del libro de Petrie “Pyramids and temples of Gizah” (“Las Pirámides y los templos de Guiza”): al pie de la página aparece la frase “un tabú que dura 100 años”.

Fíjese qué barbaridad decir eso, que haya un tabú que dure 100 años y que los científicos decidan que no se remueva. El tabú tiene que seguir por imperio de los científicos. Esto es un contrasentido total. ¿Cómo puede haber un tabú en ciencia? Hay tienen ustedes la prueba, la plancha n.º 40 de un libro de Petrie, publicado en 1901 es impublicable por los científicos por un tabú; yo la publiqué, convirtiéndola en una herejía científica, por eso la publiqué.

La obra cumbre de W.M. F. Petrie
Ustedes me preguntarán ¿por qué motivo se hace ese tabú con esa plancha de Petrie? Se trata de una serie de fotografías de piedras trabajadas con máquinas-herramientas especiales de la antigüedad, de las cuales hay toneladas en Egipto. Voy a aclarar que Petrie está considerado el arqueólogo más grande del mundo y el creador de la denominada “arqueología científica”; no obstante, le aplican el tabú a Petrie.  ¿Qué les parece? Este profesor, censurado por sus colegas, publicó y fotografió en su libro piedras que fueron trabajadas con máquinas-herramientas de 4.000 años de antigüedad, y demuestran que tenían una capacidad de trabajo que no tienen las herramientas modernas.

Ustedes dirán ¿esto lo dice usted? Sí, es cierto. En el libro de Petrie (1901) -que no se ha vuelto a publicar- ya que en la ciencia hay un “index” de libros prohibidos, y el libro de Petrie está en dicho “index”. Pueden consultarlo en la biblioteca del British Museum, Londres, en la Biblioteca Nacional de París y en el Museo de El Cairo, los únicos tres sitios del mundo en donde se puede consultar.

Petrie envió desde Londres allá por 1900 a un equipo de ingenieros especialistas en máquinas-herramientas comandado por Benjamin Baker, que habían inventado la máquina-herramienta de más calidad por aquel entonces. El torno fue inventado por dicho ingeniero, al que debemos respetar como un gran técnico. Baker analizó una veintena de piedras en las que se veían las huellas de las herramientas que las trabajaron (sobre el 3.000 a. C.) Dichas piedras estaban tiradas en los basureros egipcios con los restos de las construcciones de templos, pirámides, etc.  Baker hizo un informe que  ocupa cinco páginas del libro de Petrie; empieza así: “Si un ingeniero moderno fuera capaz de reproducir la herramienta antigua, no sólo se haría millonario, sino que revolucionaría la industria moderna…” Imagínense ustedes, para un inglés, la posibilidad de hacerse millonario es lo que más le importa. Se lanzaron a la tarea de averiguar el secreto del trépano egipcio, con un equipo de 20 ó 30 ingenieros.

Seguía el informe: “…se trataba de un taladro para piedra que penetraba y horadaba la piedra…” como los que tenemos actualmente en canteras, pozos petrolíferos, etc. Pero el taladro egipcio era muy particular: al analizar las piedras egipcias, las huellas se veían, ya que bajaban 1 centímetro, mientras que en las modernas la huella baja 0,10 cm. Hay una gran diferencia entre 1 cm. y 0,1 cm. (yo he visto las fotos personalmente).Trataron de descubrir como funcionaba el trépano egipcio: por movimiento rotatorio inverso, o sea, por contragolpe, la herramienta entra por un lado y después por el otro. No se puede, por esto y lo otro; una herramienta que entra por dentro de otra: no se puede, por esto, y lo otro…; máquina por polvo abrasivo, por ablandamiento químico… descartan todos los procedimientos que se le pueden ocurrir a un ingeniero y llegan a la siguiente conclusión, que quiero destacar: Un taladro moderno de acero al cromo-vanadio y punta de diamante, aguanta 50 kilos máximos, pero el egipcio aguantaba sin lugar a dudas ¡MÁS DE 2.000 KILOS! ¡Fíjense que herejía científica e histórica es decir esto, dicho por Benjamin Baker, uno de los técnicos más grandes de todos los tiempos!

¿No es un tabú que ustedes no se hayan enterado antes de esto, y que se enteren por mí, casi 100 años después de haber sido publicado en 1901? ¿No es una monstruosidad? ¿No es un baldón para nuestra civilización? ¡Es cuestión de una barbarie incrustada en nuestras instituciones científicas!

O. J. Casero: ¿Qué podría contarnos sobre su último viaje a Egipto y lo que investigó allí?

Prof. Álvarez: Fui a Egipto hace unos 30 años viendo diversas cosas, luego volví hace 10 años, y hace 6 meses estuve casi un mes. Ésta última vez estuve buscando información sobre los trépanos egipcios. Mi primera sorpresa fue que en el Museo de El Cairo, recuerdo que la penúltima vez que fui había una sala en la que estaban trozos de piedras trabajadas con dichas herramientas, pero la última vez descubrí que habían sido extirpadas, eliminadas del museo. Los conservadores del museo se habían tomado la molestia de eliminar todo lo concerniente a dichas piedra trabajadas por herramientas antiguas. ¿Qué les parece? ¿No es casualidad que las hayan tirado?


Andando un día por Egipto, hay basureros de piedras en donde tiran los restos de las grandes obras, tuve la suerte de encontrar 4 ó 5 piedras taladradas por dichas máquinas. Una de ellas, cerca de Sakkara, tenía una perforación de 5 centímetros (2 pulgadas) aproximadamente, pero no se veía mucho el interior. Metí el dedo índice, y comprobé una cosa que ya sabía: que el perfil de la perforación en vez de ser rectilíneo era ondulado, una onda sinusoidal perfecta. La separación de cada onda era de medio centímetro, y además me llamó la atención la suavidad que tenía el corte. Si hubiera sido trabajado por fuerza de ruptura técnica, como nuestros trépanos, arrasando y rompiendo la piedra, habría quedado basto, pero la egipcia había dejado una huella completamente lisa, pulida y suave. Evidentemente, según mi opinión como técnico, aquello no fue producido por un procedimiento de abrasión sino por algún otro procedimiento de alta tecnología, tipo láser, que perfora, se mete en la piedra y la deja suave.

Esa es la impresión que me ha dado la perforación dejada por la máquina antigua que, como dije, fue fotografiada por Petrie.

O. J. Casero: En base a esas observaciones hechas en Egipto, ¿qué método de trabajo podría usarse para investigar la forma en que se construyeron las pirámides y cómo ha influido el uso del taladro en dichas obras?

Prof. Álvarez: Esa investigación es imposible de hacer, ya que desde el mismo momento que existe un tabú de los investigadores y científicos, el problema es ver cómo superar el tabú de los arqueólogos en torno a las máquinas-herramientas egipcias.

Ésa es mi versión, cómo puede hacerse. Yo soy pesimista: han pasado 100 años y no se ha podido levantar el tabú. No sé cuántos años han de pasar; alguna vez se levantará, pero no sé cuando será. Yo no me tomaría el trabajo de levantarlo, ya que yo sé que cualquier cosa que yo publique o hable es impublicable en los tratados científicos.

O. J. Casero: ¿No cree que lo que usted ha publicado ya sobre el tema es una buena base para sustentar nuevas investigaciones?

Prof. Álvarez: Yo ya me he tomado el trabajo de publicar en cientos de miles de publicaciones mías y libros míos “bestseller”, y no he podido doblegar a ni uno solo de los arqueólogos acerca de la existencia de estas herramientas. Están fotografiadas y yo he tocado las piedras. De manera que existen, pero los arqueólogos no pueden aceptar la existencia de estas herramientas porque se les derrumbaría su teoría de la arqueología. La arqueología tiene una teoría que se derrumbaría si se demostrara la existencia de estas herramientas, y como ellos no están dispuestos a que se derrumbe, porque viven de ella, es su “modus vivendi”, viven de la arqueología, no están dispuestos a investigarlo nunca. Es muy grave lo que acabo de decir, pero es una denuncia.

O. J. Casero: Desde el punto de vista de la tecnología del futuro, ¿cuáles serían las posibilidades que encontraríamos al profundizar sobre estas técnicas egipcias?
 
Prof. Álvarez: Bueno, el informe Baker del libro de Petrie dice que: “Si un ingeniero moderno contara con estas herramientas no sólo se haría millonario, revolucionaría la industria moderna…”El estudio de estos temas es de una importancia capital, ya que reportarán grandes avances para el futuro, ya que ahora estamos detenidos por este tabú, que nos inhabilitan para investigar estos temas, nos prohíben comentarlos y sobre los cuales no pueden tratarse en los libros y publicaciones científicas.

Porque un tabú es una cosa tremenda; ahora lo pienso y es realmente sorprendente que no se haya podido investigar, que yo no lo haya podido investigar, que Baker, Petrie y los señores más importantes de los arqueólogos no pudieron, no les hayan dejado investigarlo. Esto es una cosa gravísima. Es una monstruosidad en el campo científico que está pegada a las críticas que hacíamos a los procesos de la Inquisición, por ejemplo, las barbaridades de la Edad Media, las monstruosidades del mundo antiguo. Este caso que estoy comentando son las monstruosidades del mundo moderno. Claro, a ustedes, a nosotros no nos afectan; pero a la gente que contemplaba desde la otra acera a la gente que quemaban viva en las plazas públicas tampoco les afectaba. ¿Y qué diferencia hay entre nosotros que estamos viendo el auto de fe científico y aquellos que veían aquel otro auto de fe? Estamos todos inmersos en un estado de barbarie porque decir que esto sucede es estar en la barbarie.

O. J. Casero: ¿Qué relación hay entre la velocidad de precipitación de las enzimas humanas y el campo energético producido por las pirámides?

Prof. Álvarez: Eso requiere hablar de una teoría sobre la longevidad de los faraones, que alargaban la vida en el interior de las pirámides.

Eso, dicho a priori, habría que negarlo, pero resulta que existe una relación entre la precipitación coloidal y las pirámides. Eso lo investigué en Florencia con el profesor Piccardi, con quien tuve el honor de trabajar tres meses sobre precipitación coloidal. El método de Piccardi consistía en medir la velocidad de precipitación coloidal del oxicloruro de bismuto. Se pone 1 cm3 de cloruro de bismuto en el fondo de un tubo de ensayo transparente y 10 cm3 de agua, y se produce un líquido lechoso que comienza a decantar; deja de decantar, y se produce una columna de líquido transparente de 2 cm. que va aumentando. La medida de la velocidad de producción de este líquido transparente, o sea, la velocidad de precipitación del coloide era la línea de investigación de Piccardi. Entonces colocamos varios tubos de ensayo. 

El primer tubo lo pusimos dentro de un blindaje de cobre, formando lo que se llama una “jaula de Faraday”; el segundo lo dejamos a la intemperie; el tercero tenía al lado un transmisor de 1500 megaherzios que daba su situación; el cuarto estaba bajo una pirámide de cartón de 30 cm. de lado. Hicimos simultáneamente la precipitación en los 4 tubos, midiéndola en los aparatos de Piccardi: Vimos que el tubo que estaba en el blindaje de cobre precipitó 1cm3 más o menos de precipitado en 1 minuto. El segundo tubo que estaba a la intemperie en el laboratorio precipitó 1 cm3 en 3 minutos. El tercer tubo que estaba junto al transmisor de 1500 megaherzios precipitó 1 cm3 en 5 ó 6 minutos. Y el cuarto tubo que estaba bajo la pirámide NO PRECIPITÓ EN MEDIA HORA. Ciertamente era impresionante. Entonces se veía cosa curiosa: la energía de la pirámide permitía la floculación permanente, o sea que el coloide no podía flocular, no precipitaba. Por asociación de ideas se dice que el envejecimiento de los mamíferos ocurre cuando el citoplasma precipita como coloide dentro de la célula. Con lo cual, si se pudiera evitar la precipitación del coloide citoplasmático se arreglaría la vida humana.

Entonces, si los faraones se introducían en las pirámides, por algún procedimiento especial, conseguían atrasar el envejecimiento, ya que no precipitaba el citoplasma de sus células. Bueno, eso es realmente curioso; nosotros seguimos investigándolo en el laboratorio del Instituto de Estudios Avanzados y encontramos otras cosas curiosas: que la pirámide tenía la virtud de modificar el accional de la enzima. El funcionamiento de la enzima dentro de la pirámide quedaba modificado. Por ejemplo, rápidamente, la enzima llamada ureasa (que transforma la urea en amoníaco) que se utiliza para hacer análisis clínicos, si se coloca en un tubo de ensayo con urea, forma una cantidad “X” de amoníaco, en 5 minutos, por ejemplo. Si se mide con cualquier método electrónico, la ureasa colocada bajo la pirámide tenía un 150 % más de rendimiento que otra no colocada, demostrando que hay una relación entre la forma piramidal y la enzima. Hicimos un catastro de enzimas. La invertasa, que transforma la sacarosa en glucosa aumentaba el 80 %. En cambio, había un 80 % de disminución de la eficacia en el cuajo, que produce menos queso bajo la pirámide. Es recomendable que los que hacen queso no pongan sus instalaciones bajo las pirámides. Elevamos un informe a la Facultad Bioquímica de la Universidad de Córdoba, y no les interesó investigarlo como diciendo que no estaba previsto dentro de su investigación. ¡Los científicos tienen tabúes, y los tienen que investigar! Yo considero que es necesario investigar el accional de una enzima bajo una pirámide ya que, aunque a primera vista no pareciera que pudiera tener influencia alguna, experimentalmente se ha demostrado lo contrario.

O. J. Casero: ¿Para que cree usted que fueron construidas las pirámides?

Prof. Álvarez: Hay varias teorías; una de ellas es que fueron construidas para rejuvenecer a los faraones. Esta no es una teoría de charlatanes, ni de novelistas ni de periodistas, es una teoría de científicos ya que los arqueólogos han investigado este problema y, efectivamente, dentro de las pirámides se colocaban los faraones cuando habían reinado 30 años, y después de un tiempo (que no se conocía, era secreto) volvían a reasumir el mando y hubo faraones que reinaron 90 años. Evidentemente se rejuvenecían en las pirámides. En la Egiptología hay mucha bibliografía sobre este tema, sobre todo en el Departamento de Egiptología de la Universidad de Chicago, que ha investigado sobre este fenómeno del rejuvenecimiento de los faraones dentro de las pirámides, que era denominado como “el jubileo del faraón”. Pero ocurre que la discusión no es si los faraones rejuvenecían dentro de la pirámide tras concluir un período o no, sino si era real o ficticio, o sea, si se trataba de una estafa, que hacían creer a la gente que rejuvenecían o, si realmente el faraón rejuvenecía. Eso no lo hemos podido aclarar; pero que las pirámides eran utilizadas para los faraones, y que después de eso reinaban 30 años más, eso está establecido por la Egiptología, es público y conocida.

En todos los templos egipcios y en las pirámides se pueden ver en los frisos alusiones a dicha ceremonia. Se llama la ceremonia del Hebzed. Algunos arqueólogos sostienen que no se pudo basar un imperio, una sociedad, en una mentira; no tiene sentido. Lo que es indudable es que usaron las pirámides para dicho fin, fuese cierto o no que rejuvenecieran los faraones.

O. J. Casero: Hablando ahora sobre sus investigaciones acerca del hatha-yoga, ¿qué influencia tiene el pranayama o energía invisible del aire en la fisiología humana?

Prof. Álvarez: Esto fue publicado en mi libro “Avances sobre Yoga” (Editorial KIER, Buenos Aires) al que yo le puse el subtítulo “yoga electrónico”. Investigando los fenómenos del yoga, se vio que existe una diferencia de potencial eléctrico en la nariz, una diferencia entre la fosa derecha y la izquierda de 65 milivoltios.

Es curioso, en las mujeres es negativa en la nariz derecha y en los hombres es positiva. De modo que hay tres definiciones de sexo: el anatómico, el endocrino según las secreciones endógenas; y el sexo eléctrico, que para mí es el más seguro de todos, es el determinante, ya que a muchos hombres el anatómico no les sirve (y a muchas mujeres tampoco) porque no lo usan. Pero el sexo eléctrico es el más ajustado a las inclinaciones y gustos de las personas. Por ejemplo, el 85% de hombres y mujeres tienen el sexo correcto con la polaridad correspondiente, pero hay un 15% de excepciones en el que están los desviados y los neuróticos.

Nosotros hemos hecho un catastro en varios lugares: Madrid, Córdoba y Miami. Pasó una cosa curiosa: en Madrid y Córdoba si encontramos un 85% de coincidencia, pero en Miami no, hay un auténtico revuelto (50% de coincidencia). No sabemos por qué, pero en Miami debe haber alguna causa que nos es desconocida, y que altera la estadística del 85% de coincidencia.

O. J. Casero: ¿Qué podrá decirnos acerca del “pranayama” o técnicas de respiración de los hindúes?

Prof. Álvarez: Como dije en mi libro “Avances en Yoga” el hombre tiene 2 pulmones para el oxígeno, y 2 pulmones para el “prana” que están en la nariz, las mucosas nasales. Este prana es absorbido alternativamente por la nariz izquierda y la nariz derecha y se hace mediante el yoga. Hay un ritmo de 50 minutos en el ser humano que no solo está establecido por los hindúes, sino por unos rinólogos suecos que han investigado el tema. Yo investigué esto porque no creía en la existencia del prana y creía que era un proceso de exitación energética del ADP (adenosinadifosfato) que después de la mucosa nasal se transformaría en ATP (adenosinatrifosfato) por medio de un proceso oxidativo, y por medio del sistema vascular interno y linfático de la parte superior de la nariz sería absorbido por la sangre.

Hice las investigaciones en el laboratorio de bioquímica, y no dieron resultado por diversas razones, y llegué a la conclusión que no había explicación para la llamada “absorción del prana”. De modo que en estos momentos, pienso y acepto que existe un fluido en el aire que absorbe el pulmón nasal y ese fluido es el “prana”, es un fluido polar, con polaridad positiva y negativa; todo esto ha sido el fruto de investigaciones como dije en mi libro “Avances en Yoga”, las primeras investigaciones hechas en occidente sobre yoga.

Es sorprendente que no hayan hecho investigaciones científicas sobre yoga, es una cosa increíble. Les aclaro que el subtítulo del libro es “yoga electrónico” porque las investigaciones se realizaron con dispositivos electrónicos...


Fuente: http://perso.wanadoo.es/wolf359/dr_jose_alvarez_lopez/dr_jose_alvarez_lopez.htm

jueves, 2 de junio de 2016

De la mitología hindú al catastrofismo científico


En la línea de algunos artículos precedentes sobre la llamada historia cíclica, me complace presentar aquí el trabajo del investigador independiente indio Bibhu Dev Misra, graduado del Instituto Indio de Tecnología y del Instituto Indio de Management, pero que desde que hace años viene escribiendo sobre temas relacionados con las antiguas civilizaciones, los mitos, los símbolos, la religión y la espiritualidad.

Lo que este autor indio nos propone es una revisión en clave científica de la antigua mitología hindú, en particular las referencias a los grandes ciclos de creación y destrucción de la vida en el Universo (“Días y Noches de Brama”), cuya duración coincidiría muy aproximadamente con la de los periodos en que se ha identificado una importante aparición o extinción de especies.

Según Bibhu Dev Misra, la evolución de las especies, así como la evolución humana, no encaja en una dinámica de selección natural. Desde su punto de vista, los cambios observados en el mundo natural se explicarían mucho mejor en un contexto de catastrofismo cíclico a gran escala porque el registro fósil aceptado por la comunidad científica no muestra precisamente una “evolución morfológica gradual” sino cambios relativamente bruscos, con la súbita aparición de nuevas especies y la extinción de otras antiguas, todo ello tras periodos de invariabilidad de millones de años. 

Y aun reconociendo que posiblemente su argumentación mitológica peca de muchas licencias y especulaciones, no deja de ser muy significativo que algunas posturas creacionistas se vayan acercando a los datos científicos y a los enfoques relacionados con la conciencia, entendida como generadora de todas las posibles realidades.

Evolución por catástrofe: ¿señal de un Diseño Inteligente?



En un artículo anterior titulado Un Día y Noche de Brahma: La evidencia de los registros fósiles, he señalado que el período de tiempo entre dos eventos sucesivos de “disolución cósmica”, tal como se menciona en los antiguos textos védicos, es de 24 millones de años. Esto tiene una correlación sorprendente con los datos de los registros fósiles, que nos dicen que cada 26 millones de años hay una extinción masiva de especies en la Tierra.
Representación de Brahma
 

Los textos védicos nos hablan de un gran ciclo de tiempo conocido como el Día de Brahma que se extiende durante 12 millones de años. Al final de un Día de Brahma todas las formas de vida del universo son destruidas. Esto es seguido por una Noche de Brahma, que es de igual duración que el Día de Brahma, y en la cual no existen formas de vida. Al final de la Noche de Brahma, el universo es creado una vez más por Vishnu a partir de la materia no manifestada. Así pues, tenemos un periodo cíclico de 24 millones años de creación y disolución cósmica, al igual que el ciclo precesional de 24.000 años y las 24 horas del día y la noche.

Incluso las fechas de los eventos de extinción anteriores, proyectados a partir de la información contenida en el Vishnu Purana, se correlacionan con las fechas calculadas por Raup y Sepkoski partir de los datos fósiles. De acuerdo con el Vishnu Purana, han transcurrido aproximadamente 5,5 millones de años desde el comienzo del actual Día de Brahma. Por lo tanto, los eventos de destrucción anteriores deberían haber tenido lugar según los siguientes plazos: hace 17,5 millones de años, 41,5 millones de años y 65,5 millones de años. Esto coincide muy aproximadamente con las fechas calculadas por Sepkoski: hace 11 millones de años, hace 38 millones de años y hace 65 millones de años. Las pequeñas variaciones son posiblemente debido a que el ciclo de 24 millones de años del Día y la Noche de Brahma puede fluctuar entre 22 millones y 26 millones de años, con un valor de media de 24 millones de años. La periodicidad exacta de esta fluctuación no está claro. Además, las fechas calculadas por Raup y Sepkoski son aproximadas, y otros científicos han llegado a valores ligeramente diferentes.

El ciclo de 26 millones de año de la extinción en masa tiene importantes implicaciones para la biología evolutiva. De acuerdo con el darwinismo, el proceso evolutivo es gradual, y se lleva a cabo a través de la selección natural. Sin embargo, los datos paleontológicos nos dicen algo muy diferente. Además, la evolución parece estar guiada por factores extraterrestres[1]. La presencia de mayores niveles de iridio en las capas de suelo en los contornos geológicos, así como el descubrimiento de cráteres de impacto en la Tierra que coinciden con la periodicidad de las extinciones, han convencido a los científicos de que los eventos de extinción han sido desencadenados por impactos de grandes cuerpos procedentes del espacio exterior.

David Raup, paleontólogo de la Universidad de Chicago, quien –junto a Sepkoski– había identificado la periodicidad de las extinciones en los registros fósiles, afirma lo siguiente:

“Las implicaciones de la periodicidad para la biología evolutiva son profundas. La más obvia es que el sistema evolutivo no está “solo” en el sentido de que es parcialmente dependiente de influencias externas más profundas que los cambios ambientales locales y regionales que suelen tenerse en cuenta [...] Con tasas estimadas de desaparición de especies tan elevadas como el 77% y el 96% para las mayores extinciones, la biosfera es forzada a través de estrechos cuellos de botella y la recuperación de estos eventos suele ir acompañada de cambios fundamentales en la composición biótica. Sin estas perturbaciones, el curso general de la macroevolución podría haber sido muy diferente.”[2]

Afirma además que “las mayores extinciones masivas producen una importante reestructuración de la biosfera en la que algunos grupos exitosos son eliminados, permitiendo que los grupos anteriormente menores se amplíen y diversifiquen [...] Hay pocas pruebas de que la extinción sea selectiva en el sentido positivo sostenido por Darwin. Por lo general ha sido imposible predecir, antes del hecho, qué especies serán víctimas de un evento de extinción.”[3]

Las observaciones de Raup acerca de que la extinción o supervivencia de una especie es un evento azaroso tienen el apoyo de los estudios realizados por el paleobiólogo John Alroy de la Universidad Macquarie, el cual dice que “la extinción masiva cambia fundamentalmente la dinámica. Se cambia la composición de la biosfera para siempre. Simplemente no se puede predecir a los ganadores y perdedores a partir de lo que han hecho antes los grupos.”[4] El evento de extinción masiva en sí es de corta duración, muy a menudo por debajo de la capacidad de resolución del registro geológico (inferior a 10.000 años), y posiblemente instantánea.

S. J. Gould
Por lo tanto, la “evolución por catástrofe” (un término usado por Rampino en la Enciclopedia de las ciencias planetarias) está en marcado desacuerdo con los habituales conceptos darwinianos de la evolución. Cabe reseñar ahora que en 1972 los paleontólogos de la Universidad de Harvard Steven Jay Gould y Niles Eldredge desarrollaron independientemente una nueva escuela de pensamiento evolutivo conocida como equilibrio puntuado. Propusieron que la especiación se produce rápidamente en momentos de estrés ambiental, y que los largos intervalos –de millones de años– entre la especiación están marcados por la estasis (inmovilidad) en general, con poco cambio evolutivo. La mayoría de las especies surgen en el registro fósil mostrando el mismo aspecto que cuando desaparecen. Y en tiempos de estrés ambiental, la especiación tiene lugar bruscamente en el espacio de unos pocos miles de años. Las nuevas especies aparecen todas a la vez y “totalmente formadas”.


Gould y Eldredge creen que la especiación se produce muy rápidamente en los momentos de estrés, de forma que hay muy poco tiempo para que las formas de transición se fosilicen. Este es el motivo por el que no encontramos ningún “eslabón perdido” en los datos fósiles. En la década de 1970, otros especialistas propusieron una serie de ejemplos de gradualismo en los fósiles con el fin de refutar el concepto de equilibrio puntuado. Gould y Eldredge invalidaron estas afirmaciones argumentando que “prácticamente ninguno de los ejemplos traídos a colación para refutar nuestro modelo puede presentarse como soporte para el gradualismo filogenético.”[5]

En 1977, Gould dijo: “La extrema rareza de las formas de transición en el registro fósil persiste como el secreto profesional de la paleontología [...] Para preservar nuestro discurso preferido de la evolución por selección natural vemos tan mal nuestros datos que nunca vemos el mismo proceso que decimos estudiar.”[6] En 1980 Gould reiteró los problemas del gradualismo en el registro fósil: “La ausencia de pruebas fósiles de etapas intermedias entre las transiciones importantes en el diseño orgánico, de hecho, nuestra incapacidad –incluso en nuestra imaginación– de construir en muchos casos formas intermedias funcionales, ha sido un problema persistente y molesto para los discursos gradualistas de la evolución.”[7] Vale la pena señalar que la ausencia de “eslabones perdidos” en los datos geológicos también había afectado a Darwin. Así, en El origen de las especies (1859), afirmó que la ausencia de formas intermedias “es la objeción más grave y clara que puede presentarse en contra de mi teoría.”

El equilibrio puntuado también plantea preguntas incómodas para el campo de la genética. Se debe incorporar demasiada complejidad biológica en muy pocas generaciones. El nivel de cambio de ADN que una especie puede sufrir en unos pocos miles de años es totalmente insuficiente para justificar los saltos morfológicos rápidos y sin transición en el registro fósil, que el equilibrio puntuado pretende que son posibles durante la especiación.

En 1999, escribiendo para la revista Nature, el zoólogo de Oxford Mark Pagel declaró al revisar un libro de Niles Eldredge: 

“los paleobiólogos [...] vieron en los registros fósiles rápidas explosiones de cambio, la aparición de nuevas especies aparentemente de la nada y que luego permanecen inalteradas durante millones de años, patrones que son inquietantemente reminiscentes de la creación.”[8]


Fósil de un ammonites
Es fácil ver que la extinción repentina de formas de vida cada 26 millones de años, provocada por impactos de grandes cuerpos procedentes del espacio exterior, y la aparición igualmente repentina de nuevas especies “plenamente desarrolladas” después del evento de extinción, es compatible con los relatos védicos de los eventos que acontecen en un Día y una Noche de Brahma. El Vishnu Purana nos dice que Brama, en Kalpas[9] anteriores, ha creado miríadas de seres diferentes con diferentes características, tanto físicas como mentales. Proporciona una lista de nueve de estos eventos de creación, que nos recuerdan mucho el modelo de equilibrio puntuado de la evolución.

También encontramos mención de similares eventos episódicos de creación en los relatos mesoamericanos. Sus mitos nos dicen que los dioses Tepeu y Gucumatz decidieron crear una raza de seres que pudieran adorarlos. Huracán, el Corazón del Cielo, que es la Deidad Suprema, realizó la creación real, mientras que Tepeu y Gucumatz guiaron el proceso. En primer lugar se creó la Tierra. Sin embargo, los dioses pasaron por muchas pruebas y errores antes de la creación de los seres humanos. En primer lugar se crearon los animales; sin embargo, con todos sus aullidos y graznidos no adoraban a sus creadores y por lo tanto fueron desterrados para siempre a la selva. El hombre fue creado primero del barro, pero simplemente se derrumbó y se deshizo. El siguiente hombre fue creado de la madera pero no tenía alma, y ​​pronto se olvidó de sus hacedores, por lo que los dioses volvieron todas sus posesiones contra ellos y produjeron una lluvia resinosa negra sobre sus cabezas. Finalmente el hombre fue formado del maíz, incluso por más dioses, y su trabajo quedó completado.
 

Estos relatos míticos parecen describir un proceso episódico de creación, que se extiende a través de muchos Kalpas, esto es Días y Noches de Brahma. Al comienzo de cada día de Brahma aparecen nuevas formas de vida en la superficie de la tierra, guiadas por el Espíritu Supremo. Esto es exactamente lo que encontramos reflejado en los registros fósiles.

Otra conclusión interesante a la que se puede llegar desde el modelo del equilibrio puntuado de la evolución es que el hombre moderno, es decir el Homo sapiens, debe haber aparecido también de una manera totalmente formada después de uno de los eventos de creación. Dado que el evento de creación más reciente tuvo lugar a principios del actual Kalpa, hace cerca de 5,5 millones de años, ello implica que los seres humanos modernos deben haber estado caminando sobre la tierra durante al menos 5,5 millones de años. Esta observación va directamente en contra de la visión de la evolución actual, según la cual los seres humanos modernos evolucionaron en el planeta Tierra a partir de sus ancestros simiescos, unos 100.000 años atrás.

Libro de Cremo & Thompson
En el libro exhaustivamente documentado Forbidden Archaeology: The Hidden History of the Human Race (“Arqueología Prohibida: la historia oculta de la raza humana”), los autores Thomson y Cremo proporcionan una gran cantidad de pruebas que ponen de relieve la extrema antigüedad del hombre[10]. En la década de 1880, en Castenedolo (Italia), G. Ragazzoni, un geólogo, encontró huesos fósiles de varios individuos Homo sapiens sapiens en capas de sedimentos del Plioceno de 3 a 4 millones de años. En 1913, el científico alemán Hans Reck halló en la garganta de Olduvai, en Tanzania, un esqueleto completo de un humano anatómicamente moderno en unos estratos de un millón de años. En 1979, los investigadores[11] que trabajaban en el yacimiento de Laetoli (Tanzania, en África oriental) descubrieron huellas de humanos modernos en depósitos de ceniza volcánica de más de 3,6 millones de años. En un artículo publicado en la edición de marzo de 1990 del Natural History, R.H. Tuttle, de la Universidad de Chicago, confesó que “estamos ante una especie de misterio”. En 1965, Bryan Patterson y W.W. Howells encontraron un húmero (hueso del brazo) sorprendentemente moderno en Kanapoi, Kenia. Los científicos estimaron que el húmero tenía más de 4 millones de años. Henry M. McHenry y Robert S. Corruccini de la Universidad de California, dijeron que el húmero de Kanapoi era “apenas distinguible del de un Homo moderno”. Todos estos descubrimientos anómalos, que han sido convenientemente ignorados por los evolucionistas de la ortodoxial, puesto que no se ajustan a sus modelos teóricos propuestos, apoyan la afirmación de que los seres humanos modernos deben haber aparecido hace al menos 5,5 millones de años, a principios del actual Kalpa.

Además de los restos humanos, diferentes tipos de artefactos hechos por el hombre apuntan a la inmensa antigüedad de éste. En el siglo XIX, Carlos Ribeiro, jefe del Servicio Geológico de Portugal encontró herramientas del Mioceno (5-25 millones de años). En una conferencia internacional de arqueólogos y antropólogos celebrada en Lisboa, un comité de científicos investigó uno de los yacimientos donde Ribeiro había hallado los implementos. Uno de los científicos encontró una herramienta de piedra aún más avanzada que el mejor de los especímenes de Ribeiro. También se encontraron bastos paleolitos en formaciones del Mioceno en Thenay, Francia. S. Laing, un escritor científico inglés, señaló: “En general, las pruebas de estos implementos del Mioceno parece ser muy concluyentes, y las objeciones al respecto apenas tienen ningún otro motivo que no sea la renuencia a admitir la gran antigüedad del hombre.” En 1880, J. D. Whitney, geólogo del estado de California, publicó una extensa revisión de las avanzadas herramientas de piedra encontradas en las minas de oro de California. Los implementos, que incluían puntas de lanza, morteros de piedra y manos de mortero, fueron hallados en los profundos pozos de la mina, bajo gruesas capas de lava no perturbadas, en formaciones que los geólogos ahora dicen que tienen una antigüedad ¡de 9 millones a más de 55 millones de años!

Cada nuevo descubrimiento retrasa la antigüedad del hombre en millones de años. Sin embargo, las pruebas incongruentes, en el modo y momento en que aparecen, simplemente son filtradas como anomalías. En la publicación L'Anthropologie de 1995, Marylène Pathou-Mathis escribió: “M. Cremo y R. Thompson han escrito expresamente una obra provocativa que plantea el problema de la influencia de las ideas dominantes en un tiempo determinado en la investigación científica. Estas ideas pueden obligar a los investigadores a orientar su análisis de acuerdo con las concepciones permitidas por la comunidad científica.”[12] Y en el British Journal for the History of Science, de 1995, Tim Murray señaló que “la arqueología se encuentra ahora en un estado de flujo, con los profesionales debatiendo las cuestiones que afectan al núcleo conceptual de la disciplina.”[13]

Si bien el descubrimiento de artefactos hechos por el hombre, que se remontan a unos 55 millones de años, parece indicar que los seres humanos anatómicamente modernos pudieron haber aparecido en la tierra poco después de la extinción de los dinosaurios hace 65 millones de años, también debemos permanecer abiertos a la posibilidad de que estos instrumentos de piedra fueran fabricados por los diferentes precursores humanos, supuestamente creados en los anteriores Días de Brahma, tal como se menciona en los textos antiguos.

Vale la pena, en este contexto, dirigir una nueva mirada a los relatos de la creación en el Génesis. Según el Génesis, la creación tuvo lugar en seis días y seis noches. Sin embargo, el texto menciona específicamente que las aves y los animales marinos fueron creados en el quinto día, mientras que los animales terrestres y el hombre son creados en el sexto. Por lo tanto, aunque todo el proceso de creación duró seis días y noches, todos los seres vivos se crean en sólo dos días y noches.

Podemos suponer razonablemente que el relato de la creación en el Génesis describe los acontecimientos que tuvieron lugar en el comienzo de uno de los Días de Brahma. En este contexto, es fácil ver que el día y noche mencionado aquí no se refiere a un día y noche normal de 24 horas de los seres humanos, dado que no existían los seres humanos cuando se inició el proceso creativo. Es mucho más probable que se refiera a un día y noche de los dioses.

Movimiento de precesión de la Tierra
De acuerdo con los textos védicos, un Ciclo de los Yugas se completa una vez que el sol hace una revolución completa alrededor del mítico monte Meru, el eje central del mundo. También nos dicen que una revolución completa del sol alrededor del Monte Meru se traduce en un día y noche de los dioses y los seres celestiales que residen en el Meru. Esto implica que un día y noche de los dioses no es más que el ciclo completo Yuga de 24.000 años de duración, que es igual al valor del año precesional. Por lo tanto, la mitad ascendente del año precesional de 12.000 años puede ser vista como el día de los dioses, y la mitad descendente del año precesional –de otros 12.000 años– como la noche de los dioses.

Por lo tanto, los seis días y noches de la creación equivalen a 144.000 años, mientras que los dos días y noches durante los cuales fueron creadas todas las formas de vida, equivalen a 48.000 años. Según las estimaciones propuestas por Gould y Eldredge, la especiación después de una catástrofe se desarrolla en un periodo de entre 5.000 y 50.000 años. ¡Este es el mismo valor que se obtiene del Génesis! Curiosamente, los números 12.000 y 144.000 aparecen muchas veces en el Apocalipsis y tienen una serie de significados esotéricos asociados con ellos. 144.000 se menciona como el número de “servidores de Dios” que serán sellados en sus frentes antes del Apocalipsis, mientras que 12.000 es el número de tribus espirituales del reino celestial de Dios. La aparición de estos números en relación con los eventos de creación en el Génesis no es ciertamente una mera coincidencia.

Está claro que los datos de los registros fósiles corroboran lo que los antiguos textos sagrados nos dijeron todo el tiempo: que hay ciclos de creación y destrucción, y que son guiados de forma inteligente por fuerzas superiores. No sólo se mencionan en los textos antiguos los períodos de tiempo entre los sucesivos eventos de destrucción, sino que también se especifica correctamente el tiempo necesario para la especiación en el comienzo de un Kalpa. A la vista de estas enormes evidencias, la propuesta del Diseño Inteligente difícilmente puede ser ignorada por más tiempo.

© Bibhu Dev Misra 2011


Fuente original (en inglés): https://grahamhancock.com/dmisrab3/





[1] No se confunda aquí el término con “seres inteligentes venidos de otro planeta”. (n. del t.)

[2] Raup and Sepkoski, PNAS, USA, Vol 81, pp 801-805, Feb 1984.

[3] The role of extinction in evolution, D M Raup, PNAS July 19, 1994 vol. 91 no. 15 6758-6763.

[4] “The Shifting Balance of Diversity Among Major Marine Animal Groups.” By J. Alroy. Science, Vol. 329 No. 5996, September 3, 2010.

[5] Gould, S. J. and Eldredge, N., 1977. Punctuated equilibria: the tempo and mode of evolution reconsidered. Paleobiology, 3:115–151 (pp. 115).

[6] Gould, S. J., 1977. Evolution’s erratic pace. Natural History, 86(5):14.

[7] Gould, S.J., 1980. Is a new and general theory of evolution emerging? Paleobiology, 6:119–130 (p.127).

[8] Eldredge, N. and Gould, S. J., 1972. ‘Punctuated equilibria: an alternative to phyletic gradualism’, Time Frames: the Rethinking of Evolution and the Theory of Punctuated Equilibria, N. Eldredge, Heinernann, London, 1986, pp. 202.

[9] En la tradición védica hindú, el Kalpa es un enorme periodo de tiempo, correspondiente a 4.320 millones de años. (n. del t.)

[10] Michael Cremo and Richard Thompson, Forbidden Archaeology: The Hidden History of the Human Race, Bhaktivedanta Book Publishing, January 1998.

[11] El autor se refiere al equipo de Mary Leakey, esposa de Louis Leakey. (n. del t.)

[12] Marylène Pathou-Mathis, L’Anthropologie, 1995 v.99, no. 1, p. 159.


[13] Tim Murray, British Journal for the History of Science, 1995 v. 28, pp. 377–379.