Evolución de la historia alternativa

Resulta complicado fijar unos inicios concretos para la historia alternativa (HA en adelante), entendida como una visión diferente a la científica en el campo histórico. Las primeras aportaciones quizás las podemos remontar al siglo XIX y se fundamentan en los trabajos sobre la Atlántida a cargo de Helena Petrovna Blavatsky, de fuerte contenido filósofico-esotérico. y de Ignatius Donnelly, más orientado a un enfoque científico, aunque con altas dosis de mitología. 

Ignatius Donnelly
 Asimismo, algunos estudiosos del Antiguo Egipto se desviaron de la ciencia oficial proponiendo todo tipo de conexiones entre esta civilización y algunas culturas contemporáneas (como la anglosajona), e incluso se relacionaron ciertas medidas de la Gran Pirámide con datos bíblicos; esto sería el origen de la llamada piramidología, cuyo primer representante destacado fue Charles Piazzi Smyth. Todo ello conformaría una especie de periodo primitivo de la HA.


Por otro lado, el inicio del siglo XX también vio un fuerte renacer del interés por los fenómenos anómalos o metafísicos, que cristalizaron en algunas obras como The Book of the Damned («El libro de los condenados», 1919), de Charles Fort, que se centraba en los casos extraños no estudiados o no explicados por la ciencia. 

Charles Fort
El legado de Fort se ha materializado en los llamados estudios fortianos, que se ocupan de todos los eventos que son difíciles de explicar para la ciencia convencional. Para Fort, la ciencia no era más que una más de las formas de analizar el mundo, junto con otras de tipo espiritual o metafísico, lo cual enlaza con la visión de los autores que acabamos de citar.

Conforme fue avanzando el siglo XX se fue poniendo un mayor énfasis en la relectura de las mitologías y en su relación con acontecimientos del pasado, en especial con las catástrofes cósmicas. Aquí el principal exponente sería el autor norteamericano de origen ruso Immanuel Velikovsky, con su polémica obra Worlds in collision («Mundos en colisión») publicada en 1950. 
Immanuel Velikovsky
Posteriormente la aparición de nuevos fenómenos inexplicados como los platillos volantes, acabaron de configurar un panorama propicio para el misterio histórico más sofisticado, en que se empezaron a relacionar determinadas culturas con seres de otros mundos, siendo este el centro de atención de varios autores como Pauwels, Bergier, Charroux, Drake, Chatelain y Kolosimo, por destacar a algunos, ya en la década de 1960.

Ese fue el momento en que se abrió al gran público la caja de Pandora en forma de fantásticas hipótesis sobre la presencia de extraterrestes en nuestra historia, en conexión directa con la recién creada ufología. Según esta disciplina, que es calificada generalmente de pseudocientífica, los objetos volantes no identificados (o al menos un cierto porcentaje de ellos) podrían corresponder en realidad a naves espaciales tripuladas por entes extraterrestres, ya que ningún aparato de origen humano tendría las formidables características de estos objetos. Gran parte de los ufólogos apoyan esta teoría, si bien otros apuntan a explicaciones alternativas como, por ejemplo, seres de otra dimensión o de otro tiempo, o incluso seres intraterrestres (una civilización oculta bajo tierra y bajo las aguas).

Pero para entender la HA actual como un fenómeno cultural de masas debemos referirnos obligadamente a la irrupción en escena del suizo Erich Von Däniken, antiguo profesional de la hostelería, que en 1968 publicó su famoso libro Erinnerungen an die zukunft[1] (en versión española, «Recuerdos del futuro») del cual se hizo una posterior versión cinematográfica. Tras él vinieron muchos más autores y libros (bastantes de ellos best-sellers), revistas, documentales, series de televisión, etc. que acabaron de consolidar el género.

Zecharia Sitchin
Entre los seguidores del suizo –ya en la década de 1970– casi es obligado citar una figura de peso como el investigador estadounidense de origen ruso Zecharia Sitchin, que también estuvo rodeado de una gran polémica por sus teorías acerca de supuestas intervenciones extraterrestres basadas en sus estudios bíblicos y de la antigua Mesopotamia. Su obra The 12th planet («El 12º planeta») marcó un hito en 1976 y arrastró a toda una nueva hornada de investigadores alternativos.

Para entonces ya se había consolidado la interrelación de las teorías ufológicas con la historia antigua y la arqueología, esto es, la supuesta visita e influencia de seres de otros planetas en nuestra Historia (o Prehistoria) más remota, sin excluir ciertos hechos extraños observados en el cielo en los siglos más recientes. En resumidas cuentas, «si los extraterrestres se han presentado aquí en las últimas décadas, ¿por qué no en tiempos más antiguos?» Sobre esta base ufológica se reinterpretaron numerosos testimonios del pasado mediante esta fórmula: donde antes había dioses, ahora hay astronautas. Todo ello fue a confluir en la llamada «Teoría del antiguo astronauta», que tiene una gran cantidad de seguidores en el ámbito general de la HA.

Volvamos ahora al hilo que iniciamos al hablar de los orígenes de la HA como fenómeno cultural de masas. Hemos presentado a Erich Von Däniken —cuyo discurso es harto conocido a estas alturas— y la influencia de la ufología en la HA. Sin embargo, otros no apuestan tan abiertamente por esa presencia extraterrestre y apelan a una civilización perdida anterior a las primeras civilizaciones conocidas y que desapareció misteriosamente a causa de un desastre natural relacionado supuestamente con el mito del diluvio universal. Ello, en su opinión, coincidiría con la última era glacial, a finales del Paleolítico. En este caso, las conexiones con la Atlántida mencionada por Platón son evidentes, y en este campo hay gustos para todos: desde los que defienden abiertamente la existencia real de tal continente hasta los que se limitan a mostrar elementos culturales comunes que hacen pensar en un único origen anterior, pero sin apostar claramente por la Atlántida, al reconocer la falta de pruebas empíricas. 

En esta línea han despuntado varios autores, pero especialmente el escocés Graham Hancock, cuya obra de 1995 Fingerprints of the godsLas huellas de los dioses») se ha convertido en otro clásico de la HA.

Así pues tenemos hoy en día por tanto dos grandes líneas de pensamiento de la HA, que a veces aparecen combinadas:
  1. La presencia de una cultura extraterrestre como factor de cambio en la evolución humana, lo que incluye diversos aspectos, desde la propia creación genética de los humanos modernos hasta el impulso hacia la civilización, pasando por influencias de todo tipo.
  2. La existencia de una civilización desconocida que a través de su legado explicaría la súbita aparición y florecimiento de las primeras grandes civilizaciones (Egipto y Mesopotamia, principalmente).
Robert Bauval
Cabe señalar que Egipto y las pirámides constituyen de por sí un subgénero de gran entidad dentro de la HA, y no hay autor alternativo que se precie que no haya hecho su incursión por el Antiguo Egipto. En este subgénero deberíamos destacar a autores como John Anthony West, con su interpretación simbolista de la civilización egipcia y a Robert Bauval, con su teoría de la correlación de Orión

Quedaría como otra hipótesis de trabajo paralela a estas dos líneas la existencia de una Historia cíclica, en que diferentes Humanidades habrían surgido, evolucionado y desaparecido en ciclos de miles o incluso millones de años. Estos ciclos, desconocidos (y negados) por la ciencia actual, fueron citados por algunas culturas de la Antigüedad y serían la explicación para esos relatos míticos y para ciertas anomalías arqueológicas que han llamado la atención de algunos autores. Dentro de esta concepción cíclica caben otras propuestas que afirman que ciertos logros de los pueblos del pasado se debieron no a atlantes o extraterrestres, sino a un estado de conciencia superior propia de un ciclo álgido.

(c) Xavier Bartlett 2013

[1] Más conocido internacionalmente por su título en inglés: Chariots of the Gods?

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