En la línea de algunos artículos precedentes sobre la
llamada historia cíclica, me complace presentar aquí el trabajo del
investigador independiente indio Bibhu Dev Misra, graduado del Instituto Indio
de Tecnología y del Instituto Indio de Management, pero que desde que
hace años viene escribiendo sobre temas relacionados con las antiguas
civilizaciones, los mitos, los símbolos, la religión y la espiritualidad.
Lo que este autor indio nos propone es una revisión en
clave científica de la antigua mitología hindú, en particular las referencias a
los grandes ciclos de creación y destrucción de la vida en el Universo (“Días y
Noches de Brama”), cuya duración coincidiría muy aproximadamente con la de los
periodos en que se ha identificado una importante aparición o extinción de
especies.
Según Bibhu Dev Misra, la evolución de las especies, así
como la evolución humana, no encaja en una dinámica de selección natural. Desde
su punto de vista, los cambios observados en el mundo natural se explicarían
mucho mejor en un contexto de catastrofismo cíclico a gran escala porque el
registro fósil aceptado por la comunidad científica no muestra precisamente una
“evolución morfológica gradual” sino cambios relativamente bruscos, con la
súbita aparición de nuevas especies y la extinción de otras antiguas, todo ello
tras periodos de invariabilidad de millones de años.
Y aun reconociendo que posiblemente su argumentación
mitológica peca de muchas licencias y especulaciones, no deja de ser muy
significativo que algunas posturas creacionistas se vayan acercando a los datos
científicos y a los enfoques relacionados con la conciencia, entendida como
generadora de todas las posibles realidades.
Evolución por catástrofe: ¿señal de un Diseño Inteligente?
En un artículo anterior titulado Un
Día y Noche de Brahma: La evidencia de los registros fósiles, he señalado
que el período de tiempo entre dos eventos sucesivos de “disolución cósmica”,
tal como se menciona en los antiguos textos védicos, es de 24 millones de años.
Esto tiene una correlación sorprendente con los datos de los registros fósiles,
que nos dicen que cada 26 millones de años hay una extinción masiva de especies
en la Tierra.
Los textos védicos nos hablan de un gran ciclo de tiempo conocido como el Día de Brahma que se extiende durante 12 millones de años. Al final de un Día de Brahma todas las formas de vida del universo son destruidas. Esto es seguido por una Noche de Brahma, que es de igual duración que el Día de Brahma, y en la cual no existen formas de vida. Al final de la Noche de Brahma, el universo es creado una vez más por Vishnu a partir de la materia no manifestada. Así pues, tenemos un periodo cíclico de 24 millones años de creación y disolución cósmica, al igual que el ciclo precesional de 24.000 años y las 24 horas del día y la noche.
Representación de Brahma |
Los textos védicos nos hablan de un gran ciclo de tiempo conocido como el Día de Brahma que se extiende durante 12 millones de años. Al final de un Día de Brahma todas las formas de vida del universo son destruidas. Esto es seguido por una Noche de Brahma, que es de igual duración que el Día de Brahma, y en la cual no existen formas de vida. Al final de la Noche de Brahma, el universo es creado una vez más por Vishnu a partir de la materia no manifestada. Así pues, tenemos un periodo cíclico de 24 millones años de creación y disolución cósmica, al igual que el ciclo precesional de 24.000 años y las 24 horas del día y la noche.
Incluso las fechas de los eventos
de extinción anteriores, proyectados a partir de la información contenida en el
Vishnu Purana, se correlacionan con las fechas calculadas por Raup y
Sepkoski partir de los datos fósiles. De acuerdo con el Vishnu Purana,
han transcurrido aproximadamente 5,5 millones de años desde el comienzo del
actual Día de Brahma. Por lo tanto, los eventos de destrucción anteriores
deberían haber tenido lugar según los siguientes plazos: hace 17,5 millones de
años, 41,5 millones de años y 65,5 millones de años. Esto coincide muy
aproximadamente con las fechas calculadas por Sepkoski: hace 11 millones de
años, hace 38 millones de años y hace 65 millones de años. Las pequeñas
variaciones son posiblemente debido a que el ciclo de 24 millones de años del
Día y la Noche de Brahma puede fluctuar entre 22 millones y 26 millones de
años, con un valor de media de 24 millones de años. La periodicidad
exacta de esta fluctuación no está claro. Además, las fechas calculadas por
Raup y Sepkoski son aproximadas, y otros científicos han llegado a valores
ligeramente diferentes.
El ciclo de 26 millones de año de
la extinción en masa tiene importantes implicaciones para la biología
evolutiva. De acuerdo con el darwinismo, el proceso evolutivo es gradual, y se
lleva a cabo a través de la selección natural. Sin embargo, los datos
paleontológicos nos dicen algo muy diferente. Además, la evolución parece estar
guiada por factores extraterrestres[1].
La presencia de mayores niveles de iridio en las capas de suelo en los
contornos geológicos, así como el descubrimiento de cráteres de impacto en la
Tierra que coinciden con la periodicidad de las extinciones, han convencido a
los científicos de que los eventos de extinción han sido desencadenados por
impactos de grandes cuerpos procedentes del espacio exterior.
David Raup, paleontólogo de la
Universidad de Chicago, quien –junto a Sepkoski– había identificado la
periodicidad de las extinciones en los registros fósiles, afirma lo siguiente:
“Las implicaciones de la periodicidad para la biología evolutiva son profundas. La más obvia es que el sistema evolutivo no está “solo” en el sentido de que es parcialmente dependiente de influencias externas más profundas que los cambios ambientales locales y regionales que suelen tenerse en cuenta [...] Con tasas estimadas de desaparición de especies tan elevadas como el 77% y el 96% para las mayores extinciones, la biosfera es forzada a través de estrechos cuellos de botella y la recuperación de estos eventos suele ir acompañada de cambios fundamentales en la composición biótica. Sin estas perturbaciones, el curso general de la macroevolución podría haber sido muy diferente.”[2]
Afirma además que “las mayores
extinciones masivas producen una importante reestructuración de la biosfera en
la que algunos grupos exitosos son eliminados, permitiendo que los grupos
anteriormente menores se amplíen y diversifiquen [...] Hay
pocas pruebas de que la extinción sea selectiva en el sentido positivo
sostenido por Darwin. Por lo general ha sido imposible predecir, antes del
hecho, qué especies serán víctimas de un evento de extinción.”[3]
Las observaciones de Raup acerca
de que la extinción o supervivencia de una especie es un evento azaroso
tienen el apoyo de los estudios realizados por el paleobiólogo John Alroy de la
Universidad Macquarie, el cual dice que “la extinción masiva cambia
fundamentalmente la dinámica. Se cambia la composición de la biosfera para
siempre. Simplemente no se puede predecir a los ganadores y perdedores a partir
de lo que han hecho antes los grupos.”[4]
El evento de extinción masiva en sí es de corta duración, muy a menudo por
debajo de la capacidad de resolución del registro geológico (inferior a 10.000
años), y posiblemente instantánea.
S. J. Gould |
Por lo tanto, la “evolución por
catástrofe” (un término usado por Rampino en la Enciclopedia de las ciencias
planetarias) está en marcado desacuerdo con los habituales conceptos
darwinianos de la evolución. Cabe reseñar ahora que en 1972 los paleontólogos
de la Universidad de Harvard Steven Jay Gould y Niles Eldredge desarrollaron
independientemente una nueva escuela de pensamiento evolutivo conocida como equilibrio
puntuado. Propusieron que la especiación se produce rápidamente en momentos
de estrés ambiental, y que los largos intervalos –de millones de años– entre la
especiación están marcados por la estasis (inmovilidad) en general, con poco
cambio evolutivo. La mayoría de las especies surgen en el registro fósil
mostrando el mismo aspecto que cuando desaparecen. Y en tiempos de estrés
ambiental, la especiación tiene lugar bruscamente en el espacio de unos pocos
miles de años. Las nuevas especies aparecen todas a la vez y “totalmente
formadas”.
Gould y Eldredge creen que la
especiación se produce muy rápidamente en los momentos de estrés, de forma que
hay muy poco tiempo para que las formas de transición se fosilicen. Este es el
motivo por el que no encontramos ningún “eslabón perdido” en los datos fósiles.
En la década de 1970, otros especialistas propusieron una serie de ejemplos de
gradualismo en los fósiles con el fin de refutar el concepto de equilibrio
puntuado. Gould y Eldredge invalidaron estas afirmaciones argumentando que
“prácticamente ninguno de los ejemplos traídos a colación para refutar nuestro
modelo puede presentarse como soporte para el gradualismo filogenético.”[5]
En 1977, Gould dijo: “La extrema
rareza de las formas de transición en el registro fósil persiste como el
secreto profesional de la paleontología [...] Para preservar nuestro discurso
preferido de la evolución por selección natural vemos tan mal nuestros datos
que nunca vemos el mismo proceso que decimos estudiar.”[6]
En 1980 Gould reiteró los problemas del gradualismo en el registro fósil: “La
ausencia de pruebas fósiles de etapas intermedias entre las transiciones
importantes en el diseño orgánico, de hecho, nuestra incapacidad –incluso en
nuestra imaginación– de construir en muchos casos formas intermedias
funcionales, ha sido un problema persistente y molesto para los discursos
gradualistas de la evolución.”[7]
Vale la pena señalar que la ausencia de “eslabones perdidos” en los datos
geológicos también había afectado a Darwin. Así, en El origen de las
especies (1859), afirmó que la ausencia de formas intermedias “es la
objeción más grave y clara que puede presentarse en contra de mi teoría.”
El equilibrio puntuado también
plantea preguntas incómodas para el campo de la genética. Se debe incorporar
demasiada complejidad biológica en muy pocas generaciones. El nivel de
cambio de ADN que una especie puede sufrir en unos pocos miles de años es
totalmente insuficiente para justificar los saltos morfológicos rápidos y sin
transición en el registro fósil, que el equilibrio puntuado pretende que son
posibles durante la especiación.
En 1999, escribiendo para la
revista Nature, el zoólogo de Oxford Mark Pagel declaró al revisar un
libro de Niles Eldredge:
“los paleobiólogos [...] vieron en los registros fósiles rápidas explosiones de cambio, la aparición de nuevas especies aparentemente de la nada y que luego permanecen inalteradas durante millones de años, patrones que son inquietantemente reminiscentes de la creación.”[8]
Fósil de un ammonites |
Es fácil ver que la extinción
repentina de formas de vida cada 26 millones de años, provocada por impactos de
grandes cuerpos procedentes del espacio exterior, y la aparición igualmente
repentina de nuevas especies “plenamente desarrolladas” después del evento de
extinción, es compatible con los relatos védicos de los eventos que acontecen
en un Día y una Noche de Brahma. El Vishnu Purana nos dice que Brama, en
Kalpas[9]
anteriores, ha creado miríadas de seres diferentes con diferentes
características, tanto físicas como mentales. Proporciona una lista de nueve
de estos eventos de creación, que nos recuerdan mucho el modelo de equilibrio
puntuado de la evolución.
También encontramos mención de
similares eventos episódicos de creación en los relatos mesoamericanos. Sus
mitos nos dicen que los dioses Tepeu y Gucumatz decidieron crear una raza de
seres que pudieran adorarlos. Huracán, el Corazón del Cielo, que es la Deidad
Suprema, realizó la creación real, mientras que Tepeu y Gucumatz guiaron el
proceso. En primer lugar se creó la Tierra. Sin embargo, los dioses pasaron por
muchas pruebas y errores antes de la creación de los seres humanos. En primer
lugar se crearon los animales; sin embargo, con todos sus aullidos y graznidos
no adoraban a sus creadores y por lo tanto fueron desterrados para siempre a la
selva. El hombre fue creado primero del barro, pero simplemente se derrumbó y
se deshizo. El siguiente hombre fue creado de la madera pero no tenía alma, y
pronto se olvidó de sus hacedores, por lo que los dioses volvieron todas sus
posesiones contra ellos y produjeron una lluvia resinosa negra sobre sus
cabezas. Finalmente el hombre fue formado del maíz, incluso por más dioses, y
su trabajo quedó completado.
Estos relatos míticos parecen describir un proceso episódico de creación, que se extiende a través de muchos Kalpas, esto es Días y Noches de Brahma. Al comienzo de cada día de Brahma aparecen nuevas formas de vida en la superficie de la tierra, guiadas por el Espíritu Supremo. Esto es exactamente lo que encontramos reflejado en los registros fósiles.
Estos relatos míticos parecen describir un proceso episódico de creación, que se extiende a través de muchos Kalpas, esto es Días y Noches de Brahma. Al comienzo de cada día de Brahma aparecen nuevas formas de vida en la superficie de la tierra, guiadas por el Espíritu Supremo. Esto es exactamente lo que encontramos reflejado en los registros fósiles.
Otra conclusión interesante a la
que se puede llegar desde el modelo del equilibrio puntuado de la evolución es
que el hombre moderno, es decir el Homo sapiens, debe haber aparecido
también de una manera totalmente formada después de uno de los eventos de
creación. Dado que el evento de creación más reciente tuvo lugar a
principios del actual Kalpa, hace cerca de 5,5 millones de años, ello implica
que los seres humanos modernos deben haber estado caminando sobre la tierra
durante al menos 5,5 millones de años. Esta observación va directamente en
contra de la visión de la evolución actual, según la cual los seres humanos
modernos evolucionaron en el planeta Tierra a partir de sus ancestros
simiescos, unos 100.000 años atrás.
Libro de Cremo & Thompson |
En el libro exhaustivamente
documentado Forbidden Archaeology: The Hidden History of the Human Race (“Arqueología
Prohibida: la historia oculta de la raza humana”), los autores Thomson y Cremo
proporcionan una gran cantidad de pruebas que ponen de relieve la extrema
antigüedad del hombre[10].
En la década de 1880, en Castenedolo (Italia), G. Ragazzoni, un geólogo,
encontró huesos fósiles de varios individuos Homo sapiens sapiens en
capas de sedimentos del Plioceno de 3 a 4 millones de años. En 1913, el
científico alemán Hans Reck halló en la garganta de Olduvai, en Tanzania, un
esqueleto completo de un humano anatómicamente moderno en unos estratos de un
millón de años. En 1979, los investigadores[11]
que trabajaban en el yacimiento de Laetoli (Tanzania, en África oriental)
descubrieron huellas de humanos modernos en depósitos de ceniza volcánica de
más de 3,6 millones de años. En un artículo publicado en la edición de marzo de
1990 del Natural History, R.H. Tuttle, de la Universidad de Chicago,
confesó que “estamos ante una especie de misterio”. En 1965, Bryan Patterson y
W.W. Howells encontraron un húmero (hueso del brazo) sorprendentemente moderno
en Kanapoi, Kenia. Los científicos estimaron que el húmero tenía más de 4
millones de años. Henry M. McHenry y Robert S. Corruccini de la Universidad de
California, dijeron que el húmero de Kanapoi era “apenas distinguible del de un
Homo moderno”. Todos estos descubrimientos anómalos, que han sido
convenientemente ignorados por los evolucionistas de la ortodoxial, puesto que
no se ajustan a sus modelos teóricos propuestos, apoyan la afirmación de que
los seres humanos modernos deben haber aparecido hace al menos 5,5 millones de
años, a principios del actual Kalpa.
Además de los restos humanos,
diferentes tipos de artefactos hechos por el hombre apuntan a la inmensa
antigüedad de éste. En el siglo XIX, Carlos Ribeiro, jefe del Servicio Geológico
de Portugal encontró herramientas del Mioceno (5-25 millones de años). En una
conferencia internacional de arqueólogos y antropólogos celebrada en Lisboa, un
comité de científicos investigó uno de los yacimientos donde Ribeiro había
hallado los implementos. Uno de los científicos encontró una herramienta de
piedra aún más avanzada que el mejor de los especímenes de Ribeiro. También se
encontraron bastos paleolitos en formaciones del Mioceno en Thenay, Francia. S.
Laing, un escritor científico inglés, señaló: “En general, las pruebas de estos
implementos del Mioceno parece ser muy concluyentes, y las objeciones al
respecto apenas tienen ningún otro motivo que no sea la renuencia a admitir la
gran antigüedad del hombre.” En 1880, J. D. Whitney, geólogo del estado de
California, publicó una extensa revisión de las avanzadas herramientas de
piedra encontradas en las minas de oro de California. Los implementos, que
incluían puntas de lanza, morteros de piedra y manos de mortero, fueron
hallados en los profundos pozos de la mina, bajo gruesas capas de lava no
perturbadas, en formaciones que los geólogos ahora dicen que tienen una
antigüedad ¡de 9 millones a más de 55 millones de años!
Cada nuevo descubrimiento retrasa
la antigüedad del hombre en millones de años. Sin embargo, las pruebas
incongruentes, en el modo y momento en que aparecen, simplemente son filtradas
como anomalías. En la publicación L'Anthropologie de 1995, Marylène
Pathou-Mathis escribió: “M. Cremo y R. Thompson han escrito expresamente una obra
provocativa que plantea el problema de la influencia de las ideas dominantes en
un tiempo determinado en la investigación científica. Estas ideas pueden
obligar a los investigadores a orientar su análisis de acuerdo con las
concepciones permitidas por la comunidad científica.”[12]
Y en el British Journal for the History of Science, de 1995, Tim Murray
señaló que “la arqueología se encuentra ahora en un estado de flujo, con los
profesionales debatiendo las cuestiones que afectan al núcleo conceptual de la
disciplina.”[13]
Si bien el descubrimiento de
artefactos hechos por el hombre, que se remontan a unos 55 millones de años,
parece indicar que los seres humanos anatómicamente modernos pudieron haber
aparecido en la tierra poco después de la extinción de los dinosaurios hace 65
millones de años, también debemos permanecer abiertos a la posibilidad de que
estos instrumentos de piedra fueran fabricados por los diferentes precursores
humanos, supuestamente creados en los anteriores Días de Brahma, tal como se menciona
en los textos antiguos.
Vale la pena, en este contexto,
dirigir una nueva mirada a los relatos de la creación en el Génesis. Según el
Génesis, la creación tuvo lugar en seis días y seis noches. Sin embargo, el
texto menciona específicamente que las aves y los animales marinos fueron
creados en el quinto día, mientras que los animales terrestres y el hombre son
creados en el sexto. Por lo tanto, aunque todo el proceso de creación duró seis
días y noches, todos los seres vivos se crean en sólo dos días y noches.
Podemos suponer razonablemente
que el relato de la creación en el Génesis describe los acontecimientos que
tuvieron lugar en el comienzo de uno de los Días de Brahma. En este contexto,
es fácil ver que el día y noche mencionado aquí no se refiere a un día y
noche normal de 24 horas de los seres humanos, dado que no existían los seres
humanos cuando se inició el proceso creativo. Es mucho más probable que se
refiera a un día y noche de los dioses.
Movimiento de precesión de la Tierra |
De acuerdo con los textos
védicos, un Ciclo de los Yugas se completa una vez que el sol hace una
revolución completa alrededor del mítico monte Meru, el eje central del mundo.
También nos dicen que una revolución completa del sol alrededor del Monte Meru
se traduce en un día y noche de los dioses y los seres celestiales que
residen en el Meru. Esto implica que un día y noche de los dioses no es
más que el ciclo completo Yuga de 24.000 años de duración, que es igual al
valor del año precesional. Por lo tanto, la mitad ascendente del año
precesional de 12.000 años puede ser vista como el día de los dioses, y
la mitad descendente del año precesional –de otros 12.000 años– como la noche
de los dioses.
Por lo tanto, los seis días y noches de la creación
equivalen a 144.000 años, mientras que los dos días y noches durante los cuales
fueron creadas todas las formas de vida, equivalen a 48.000 años. Según las
estimaciones propuestas por Gould y Eldredge, la especiación después de
una catástrofe se desarrolla en un periodo de entre 5.000 y 50.000 años. ¡Este
es el mismo valor que se obtiene del Génesis! Curiosamente, los números 12.000
y 144.000 aparecen muchas veces en el Apocalipsis y tienen una serie de
significados esotéricos asociados con ellos. 144.000 se menciona como el número
de “servidores de Dios” que serán sellados en sus frentes antes del
Apocalipsis, mientras que 12.000 es el número de tribus espirituales del
reino celestial de Dios. La aparición de estos números en relación con los
eventos de creación en el Génesis no es ciertamente una mera coincidencia.
Está claro que los datos de los
registros fósiles corroboran lo que los antiguos textos sagrados nos dijeron
todo el tiempo: que hay ciclos de creación y destrucción, y que son guiados de
forma inteligente por fuerzas superiores. No sólo se mencionan en los textos
antiguos los períodos de tiempo entre los sucesivos eventos de destrucción,
sino que también se especifica correctamente el tiempo necesario para la
especiación en el comienzo de un Kalpa. A la vista de estas enormes
evidencias, la propuesta del Diseño Inteligente difícilmente puede ser ignorada
por más tiempo.
© Bibhu Dev Misra 2011
Fuente original (en inglés):
https://grahamhancock.com/dmisrab3/
[1] No se
confunda aquí el término con “seres inteligentes venidos de otro planeta”. (n. del t.)
[2] Raup and Sepkoski, PNAS, USA, Vol
81, pp 801-805, Feb 1984.
[3] The role of extinction in
evolution, D M Raup, PNAS July 19, 1994 vol. 91 no. 15 6758-6763.
[4] “The Shifting Balance of Diversity
Among Major Marine Animal Groups.” By J. Alroy. Science, Vol. 329 No. 5996,
September 3, 2010.
[5] Gould, S. J. and Eldredge, N.,
1977. Punctuated equilibria: the tempo and mode of evolution reconsidered.
Paleobiology, 3:115–151 (pp. 115).
[6] Gould, S. J., 1977. Evolution’s
erratic pace. Natural History, 86(5):14.
[7] Gould, S.J., 1980. Is a new and
general theory of evolution emerging? Paleobiology, 6:119–130 (p.127).
[8] Eldredge, N. and Gould, S. J.,
1972. ‘Punctuated equilibria: an alternative to phyletic gradualism’, Time
Frames: the Rethinking of Evolution and the Theory of Punctuated Equilibria, N.
Eldredge, Heinernann, London, 1986, pp. 202.
[9] En la
tradición védica hindú, el Kalpa es un enorme periodo de tiempo,
correspondiente a 4.320 millones de años. (n. del t.)
[10] Michael Cremo and Richard Thompson,
Forbidden Archaeology: The Hidden History of the Human Race, Bhaktivedanta Book
Publishing, January 1998.
[11] El autor se
refiere al equipo de Mary Leakey, esposa de Louis Leakey. (n. del t.)
[12] Marylène Pathou-Mathis,
L’Anthropologie, 1995 v.99, no. 1, p. 159.
4 comentarios:
Y... ¿la biblia tenía razón? ;)
Amigo Eduardo,
La Biblia, como otros textos o relatos religiosos, trataba de explicar el mundo a partir de unas "verdades mitológicas" (creencias) que se escapan del enfoque y el escutrinio científico de la ciencia moderna. Otra cosa es que de algún modo esos relatos contuvieran metafóricamente principios científicos absolutamente impensables para nosotros, según afirma el autor de este artículo. Pero ya ves que casando datos científicos comprobados con "verdades mitológicas" se pueden extraer algunos razonamientos interesantes. Ten en cuenta -por ejemplo- que el polémico Immanuel Velikovsky construyó sus teorías catastrofistas de este modo, reinterpretando las sagradas escrituras de varias culturas (en especial del Antiguo Testamento judío) y constrastándolas con datos científicos. Y en unas pocas cosas algunos expertos han reconocido que acertó, aunque sigue siendo considerado un farsante por la ciencia oficial
Saludos,
X.
Hola X,
entiendo que muchas veces en el artículo das a entender el concepto Kalpa como el ciclo de un día y una noche de Brahma (de unos 24 millones años), mientras que por otro lado anotas acertadamente que un Kalpa dura alrededor de 4320 millones años (muy cerca de la edad estimada del planeta Tierra). Es decir, entiendo que son periodos de tiempo completamente distintos, y sin embargo en el artículo parece que los tratas como si fueran lo mismo. Entiendo que esas referencias en el artículos a los Kalpas, es a los días y noches de Brahma. Más concretamente cuando dices:
"El Vishnu Purana nos dice que Brama, en Kalpas[9] anteriores, ha creado miríadas de seres diferentes con diferentes características, tanto físicas como mentales". ¿Ahí el Vishnu Purana se refería al Kalpa o al ciclo de 24 millones años?
Por otro lado, me parece interesante el señalar que, por las evidencias en las dataciones, tiene sentido que el ser humano (en su forma anatómica y cierto nivel de consciencia y pensamiento abstracto) sea tan antiguo como lo mencionas (proveniente del último o penúltimo ciclo de destrucción (cuello de botella evolutivo), es decir, de hace 5,5 o 17,5 millones años.
Pero sin embargo, no se poseen evidencias de una evolución posterior hacia un hombre actual (mayor capacidad de abstracción y consciencia) hasta digamos 70-75 mil años. Cuando casualmente se produjo la erupción del volcán Toba, que causó un gran cuello de botella evolutivo en nuestra especie. Es decir, que pudo producirse entonces un episodio a menor escala de extinción, que llevó a la especie a dar un salto adelante. Te remito el siguiente artículo de DFC para más información:
http://dfc-economiahistoria.blogspot.com/2012/12/la-expulsion-del-eden.html
Ya como duda, ¿cómo es posible una coincidencia tal entre los mitos hindúes, mesoamericanos, la teoría del equilibrio puntuado (ciclos de extinción), y que los ciclos de tiempo de las tradiciones se aproximen a grosso modo con las dataciones científicas?. Es decir, ¿cómo puede explicarse que el concepto de Historia cíclica proveniente de una época temprana, case de tal forma con las dataciones?
Gracias, un saludo, A.
Amigo anónimo
El tema de los ciclos cósmicos no es mi fuerte, pero por lo poco que sé, existen variaciones en los cálculos de los grandes periodos de tiempo; así, los ciclos budistas, por ejemplo, no coinciden con los hindúes. En este artículo me he limitado a reproducir exactamente lo que dice el autor, y no apoyo ni rechazo su teoría; simplemente la expongo a los lectores para que saquen sus conclusiones.
En cuanto a las coincidencias mitológicas que mencionas, ya las he tenido en cuenta en varios de mis artículos (por ejemplo sobre el mito de la Atlántida), y me remito a los autores que hablan de una humanidad muy remota que compartía unas mismas creencias, conocimientos o estado de conciencia. Esto implica que habría una fuente mitológica única que luego tomaría formas similares en diversas culturas, como ya se apuntaba en "Hamlet's Mill", de Santillana y Von Dechend.
Saludos,
X.
Publicar un comentario