Sobre las famosas
líneas y geoglifos de Nazca (Perú), redescubiertas hace casi un siglo, se ha
dicho ya prácticamente todo, habiendo sido objeto de múltiples propuestas y
teorías (académicas y alternativas), incluyendo algunas bastante radicales o
fantasiosas, como la inevitable intervención extraterrestre, según Erich Von
Däniken. Para los interesados en repasar el tema, en este mismo blog pueden
consultar dos artículos anteriores en los cuales ya desgrané los
argumentos más debatidos.
Ahora quisiera
referirme a una nueva y asombrosa teoría que ha sido recientemente difundida en
el sitio web de Graham Hancock, a cargo de tres investigadores independientes:
Frank Maglione Nicholson, Ken Phungrasamee y David Grimason. Estos
investigadores, que configuran un equipo de trabajo llamado “The Nazca Group”,
afirman haber dado por fin la clave definitiva de las líneas y los geoglifos,
aunque –con buen criterio– han bautizado a su propuesta como una mera
hipótesis: la hipótesis del gran mapa
circular de Nazca... si bien el concepto de mapa debe tomarse aquí de forma bastante abierta. Vamos pues a exponerla y analizarla brevemente a partir
del extenso documento original en inglés[1].
Toda la propuesta
está basada en dar un nuevo sentido al enorme despliegue de líneas rectas y figuras
geométricas que se pueden observar sobre el terreno, y que durante décadas han
sugerido todo tipo de interpretaciones, siendo las más comunes las referidas a
alineaciones de estrellas o constelaciones o bien a la indicación de una serie
de rutas sagradas. Aparte queda, por supuesto, la presencia de numerosos
geoglifos (la mayoría en forma de animales), cuyo sentido y relación con las
líneas aún se muestra –cuando menos– confuso. Sin embargo, para el Nazca Group no hay duda de que existió
una relación directa entre ambos elementos. En su opinión, todo el conjunto de
líneas tiene una coherencia interna pues formaría nada menos que una proyección
gnomónica con el centro de la Tierra como su punto de vista cartográfico. Dicho
de otro modo, se trataría de un inmenso mapa global en 2D que proyectaría en 3D
una serie de grandes círculos que recorrerían la superficie del planeta.
Según los autores,
existen hasta cinco centros radiales o focos de proyección de donde salen
multitud de líneas, y cada uno de estos centros representa un lugar específico
de la Tierra. En cuatro casos han podido reconocer concretamente las
ubicaciones: el río Amazonas, la isla de Pascua, Tiwanaku y el cabo Agulhas (en
el extremo sur de África). Quedaría un punto en el Pacífico sin un referente
específico. Para situar u orientar el mapa completo, se han fijado en un punto
concreto marcado por el geoglifo de unas llamas, que vendría a identificar la
propia región andina de Nazca. De hecho, creen que todos los geoglifos ejercen
una función de marcadores eco-geográficos,
esto es, que cada figura tiene una vinculación natural con el entorno
geográfico donde su ubica. Es, por decirlo así, como si un antiguo cartógrafo
se hubiera dedicado a dibujar los animales propios de cada región descrita en
el mapa.
Geoglifo del llamado perro |
A partir de esta
premisa, el Nazca Group se ha
dedicado a situar e identificar cada geoglifo según patrones geográficos. Así,
afirman que –de acuerdo con su posición y orientación– los animales en cuestión
se ajustan a su contexto sobre el mapa. Por ejemplo, el famoso mono-araña se corresponde con una región
muy concreta del Amazonas. O el llamado colibrí
también encajaría con la región norte de Sudamérica y Centroamérica. En otros
casos, empero, los autores entran en el terreno de la interpretación y sugieren
que algunas identificaciones clásicas de ciertas figuras han errado en la
diana. Así, consideran que el perro
no es tal, sino un mamífero arborícola de nombre tamandúa, exclusivo de Sudamérica. Del mismo modo, no ven ningún cóndor, sino un pájaro costero llamado willet, de la fachada atlántica
americana. Pero, puestos a sorprender, opinan que en la representación de
África aparece claramente un cocodrilo, pero la figura adjunta (considerada
como un árbol) no sería más que la forma aproximada del delta del río Okavango,
una gran rareza natural, pues se trata de un río que “muere” en el interior del
continente.
No obstante, el
argumento principal de la teoría se centra en la citada red de líneas radiales.
¿Qué sentido tendrían dichas líneas? ¿De qué modo podemos hablar de “mapa”? En
este punto, los autores exponen un estudio basado en un extenso trabajo
matemático-estadístico a base de repasar coordenadas, orientaciones y
coincidencias. En primer lugar, asumen que determinadas formas geométricas
representan áreas geográficas concretas, como ríos, corrientes de agua o mares.
En cuanto a las líneas radiales, distinguen entre líneas primarias y
secundarias en función de su relación directa con los cinco focos básicos. No
quiero extenderme en detalles, pero lo que se quiere demostrar es que las
líneas no fueron trazadas al azar sino con la intención de marcar o “capturar”
en su proyección una serie de elementos característicos distribuidos sobre la
superficie terrestre; a saber: antiguos monumentos (incluyendo algunos
sumergidos), volcanes y cráteres de impacto de meteoritos.
Panorámica de una amplia porción de las líneas de Nazca visibles desde el aire |
Para probar su
teoría, el Nazca Group ha echado mano
de ordenadores y de Google Maps para
poner de manifiesto que las líneas de Nazca –al ser proyectadas sobre el globo
terráqueo– pasan por una multitud de esos puntos. En su artículo, podemos
observar toda una serie de imágenes de docenas de circunferencias que pasan
inevitablemente por esos lugares señalados. Sólo por citar algunos de los
monumentos arqueológicos, están el Osireon de Abydos, el complejo de Baalbek,
las pirámides de Guiza, Stonehenge, los alineamientos de Carnac, la ciudad de
Derinkuyu, Gobekli Tepe, Harappa, Knossos, Angkor Wat, Machu Picchu, Nabta
Playa, Chitchén Itzá, Yonaguni, etc. Como vemos, se nos ofrece un amplio
muestrario de arqueología mundial, de épocas y culturas muy diversas.
Sobre los volcanes
y cráteres, hay también largos listados con muchos nombres conocidos, y también
repartidos por todo el mundo. Cabe añadir que los autores, para demostrar que
su enfoque es válido, han sometido a una sesuda prueba estadística su teoría de
la proyección de líneas, y concluyen que tal agrupación de elementos en torno a las líneas por la
acción del mero azar es prácticamente imposible. Ello implicaría un
conocimiento e intencionalidad a la hora de trazar las líneas, con el propósito
de crear un mapa sobre Nazca capaz de recoger una visión determinada de la
Tierra hace miles de años. Dicho esto, los tres investigadores se quedan en
este estudio meramente descriptivo –un punto de partida– y no ofrecen más
pistas sobre quiénes realizaron las líneas, ni cómo ni cuándo.
Hasta aquí los
datos, que nos presentan un panorama bastante impactante y espectacular, sugiriendo
–aunque sin mencionarla– la existencia de una remota civilización situada en
los Andes tenía altos conocimientos geográficos y cartográficos, que luego acabó
plasmando en forma de líneas y geoglifos que
sólo pueden ser observados correctamente desde una cierta altura, no lo
olvidemos. Los autores eluden
cualquier comentario sobre esta circunstancia, quizá para no meterse en viejos
callejones sin salida. Por supuesto, todo esto se enmarca en las diversas conjeturas
sobre esa visibilidad aérea de los trazados y las figuras, que ha dado mucho
que hablar, pero sin llegar a conclusiones sólidas. Lo cierto es que, más allá
de la acumulación de números, coordenadas y orientaciones, esta nueva propuesta
no parece aportar nada realmente fiable o contrastable por otros medios, y se
queda en un puro ejercicio teórico con bastantes cabos sueltos. Así pues,
cabría realizar una serie de objeciones fundamentadas en el sentido común y la
experiencia arqueológica.
El perro sería en realidad... ¿un tamandúa? |
En primer lugar,
los autores han tomado unos puntos básicos de referencia (los “focos radiales”)
y les han dado una ubicación geográfica concreta, creando un mapa a partir de
tales identificaciones, suponiendo que existe una relación directa
“eco-geográfica” entre la posición de ciertos geoglifos y su entorno “lineal”.
Las posiciones parecen cuadrar en algunos casos, pero los autores no explican
otros muchos y además juegan con fuego al interpretar la “verdadera” identidad
de algunos animales para que cuadren con su tesis.
Por ejemplo, pueden decir que el estilizado perro es un perro muy discutible, de acuerdo, pero el mamífero tamandúa no es que tenga precisamente un parecido mucho más claro con la figura del geoglifo en cuestión. En otros casos, los autores han ido bastante lejos, como afirmar que el raro delta africano del Okovango es en verdad el geoglifo en forma de “árbol”. Igualmente, aquí podemos decir que han arrimado el ascua a su sardina para que todo encaje (dejando a más de uno con la boca abierta…).
Por ejemplo, pueden decir que el estilizado perro es un perro muy discutible, de acuerdo, pero el mamífero tamandúa no es que tenga precisamente un parecido mucho más claro con la figura del geoglifo en cuestión. En otros casos, los autores han ido bastante lejos, como afirmar que el raro delta africano del Okovango es en verdad el geoglifo en forma de “árbol”. Igualmente, aquí podemos decir que han arrimado el ascua a su sardina para que todo encaje (dejando a más de uno con la boca abierta…).
En segundo lugar,
sobre el asunto de las líneas, estamos en la misma situación que otros muchos
investigadores que han relacionado las líneas y las figuras con múltiples
temas: estrellas, constelaciones, caminos rituales, vías de agua subterránea,
mensajes en clave, pistas de aterrizaje, etc. El caso es que, al haber tantas líneas
que se proyectan en forma de círculos (o circunferencias, para ser más
exactos), al final resulta que tenemos una inmensa red o entramado terrestre
que acaba pasando por cientos de lugares destacados, como antiguos yacimientos
arqueológicos, volcanes y cráteres. Y uno se puede preguntar: ¿Por qué los
autores escogieron tales elementos? Cabe suponer porque “lanzaron” sus
proyecciones y vieron que pasaban por allí, y los consideraron “relevantes” por
algún motivo. ¿Qué trataban pues de representar en tal mapa? Es obvio que las
coincidencias son múltiples, pero no son significativas por sí mismas ni
indican ninguna intencionalidad. Tal vez se podrían haber buscado –o
encontrado– otros elementos que hubieran dado también numerosas coincidencias.
Dicho esto, y en
honor a la verdad, se debe admitir que desde hace tiempo algunos autores
alternativos han llamado la atención sobre la posición de muchos enclaves
arqueológicos de cierta importancia y de las relaciones entre ellos, dando a
entender que no estaban distribuidos al azar sobre el planeta, sino que se
asentaban en puntos específicos sobre una trama o patrón global de coordenadas
y distancias cuya finalidad se nos escapa. Esta especie de red global podría
estar organizada a partir de ciertas líneas o corrientes de energía telúrica,
tal y como defiende la teoría de las llamadas ley-lines, sobre las cuales se sitúan determinados lugares
monumentales y sagrados, y las vías que las comunican entre ellas. Ahora bien,
asegurar que las líneas de Nazca pretendían reflejar esa supuesta red de forma
precisa sería, como poco, muy aventurado.
En tercer y último
lugar, podemos observar que el estudio cartográfico y estadístico basado en la
proyección de las líneas es más bien pobre en términos arqueológicos, pues no
nos dice nada de la sociedad que supuestamente construyó ese “mapa”. ¿Qué
sentido o mensaje habría detrás de tal enorme esfuerzo? ¿Cómo podían conocer
tan perfectamente la geografía global? Y si así fuera, ¿por qué lo hicieron de
forma tan complicada y confusa? Evidentemente, si no fue la antigua cultura
local nazca la que realizó tal proeza,
los autores deberían ofrecer alguna explicación sobre quién, cuándo y cómo
emprendió la tarea. Por desgracia, todo aparece fuera de la historia y de un
contexto razonable. Más bien da la impresión de que se han tomado coincidencias
y datos parciales y a partir de ahí se ha construido un enorme edificio basado
en números y coordenadas, pero que realmente carece de solidez argumental.
Concluyendo, como hipótesis
es un intento loable de ver las cosas de otro modo y de abrir la mente a todas
las posibilidades, pero a la hora de conjuntar todas las piezas y darles un
sentido creo que el Nazca Group se ha
quedado en el limbo. Se pueden desplegar muchas tecnologías de la información,
análisis estadísticos, diagramas y largos listados de datos, pero si se parte
del sesgo o prejuicio y se tiende a cuadrar los datos a la tesis prestablecida,
entonces no se está llevando a cabo ciencia rigurosa sino más bien juegos de
manos o fuegos artificiales. Lo que parece evidente es que, en cierta medida,
tanto la arqueología académica como la alternativa han sucumbido a esa fiebre
hipertecnológica y se dedican a avasallar por la mera potencia del despliegue
de datos, cuando en realidad lo que falla de principio es la carencia de una
verdadera mentalidad científica.
© Xavier Bartlett
2020
Fuente imágenes: Wikimedia Commons / archivo del autor
4 comentarios:
Otra nueva teoría, otro punto de vista, siempre es interesante.
Yo creo que más que mentalidad científica lo que falta es imaginación.
Un saludo.
Gracias Piedra
Desde luego, la imaginación no está reñida con el rigor científico. Ahora bien, lo que ocurre en este caso, en mi modesta opinión, es que se ha tirado de arbitrariedad y de sesgo, aparte de la falta de explicaciones.
Saludos,
X.
Hola buenas.
El asunto de los geoglifos de Nazca es uno de los temas más usados por la arqueología "alternativa", para especular sobre mas diversas hipotesis de todo tipo, igual que esta "nueva" del Naza Group, sin aclarar nada o aportar algún indicio de algo tangible; sigue siendo un misterio. Igualmente que el mundo "academico" algunos sectores reconocen que no esta del todo resuelto, el por que lo hicieron y quienes (la arqueóloga y matemática alemana Maria Reiche estuvo gran parte de su vida investigandolas aunque lanzo una hipotesis tampoco lo tenia parece ser muy claro). Y si se extrapola de Nazca la cuestión de los geoglifos están representados en diversas partes del globo y en diversas "culturas". Sin más.
Un saludo y gracias.
Gracias José Luis
En efecto, pese a todos los esfuerzos, el sentido o intencionalidad del conjunto de Nazca sigue siendo un misterio. Tenemos teorías para todos los gustos, pero ninguna certeza. Creo que esta nueva teoría quiere "romper moldes" pero no la veo mucho más sólida que otras anteriores.
Saludos,
X.
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