domingo, 26 de febrero de 2017

René Guénon y la historia cíclica



René Guénon (1886-1951) fue un matemático francés, miembro de la Masonería, que expandió su conocimiento hacia otras áreas como la espiritualidad, la filosofía y el esoterismo, llegando a escribir numerosos libros que se han vuelto obras de referencia para muchas personas que buscan la iniciación, el misticismo y la recuperación de la tradición, entendida como la sabiduría ancestral. Asimismo, Guénon trató de construir puentes de diálogo entre la tradición oriental (especialmente de la India y del Islam) y el pensamiento occidental.

Sobre la validez de sus aportaciones se ha escrito y debatido mucho, pero en lo que aquí nos ocupa –el campo de la arqueología y la historia– he creído interesante adjuntar un breve artículo de la autora norteamericana Susan Ferguson, estudiosa de la metafísica y de las antiguas escrituras védicas, que glosa la visión de Guénon acerca de la llamada “historia cíclica”. Este es precisamente un concepto muy arraigado en Oriente (así como en muchas culturas primitivas de todo el mundo), pero que es ignorado o rechazado por la ciencia occidental, probablemente a causa de la influencia ideológica judeo-cristiana.

En este documento, Ferguson nos introduce en una interpretación del todo heterodoxa sobre la historia de la Humanidad, que –tal como la veía Guénon– sería fruto de una evolución de la conciencia, con características bien diferenciadas en cada etapa y que afectaría tanto a la materialización como a la desmaterialización de los restos físicos que observan los arqueólogos. Pero sin duda lo más destacado sería la constatación de que no hay realmente “evolución” sino “involución”, o sea, un retroceso de un estadio superior a otro inferior, más limitado o restringido, que se traduce en una visión errónea del pasado como una era primitiva y carente de altos conocimientos. En fin, una vez más estamos ante un texto que se debe leer con la mente abierta y sin prejuicios, pues de otro modo resultaría del todo absurdo o confuso. 


Arqueología y Percepción Cíclica


El tema de los Ciclos del Tiempo nos ofrece una amplia perspectiva de la variedad de teorías, a menudo desconcertantes, acerca de las civilizaciones antiguas y perdidas. ¿Cómo es posible que tantos investigadores lleguen a conclusiones tan diversas? ¿Por qué la mente “moderna” ha estado tan cerrada a la idea de que las civilizaciones anteriores eran más avanzadas que las nuestras? René Guénon, el genial autor metafísico francés, arroja luz sobre nuestra capacidad de comprender el pasado en su libro “El reino de la cantidad y los signos de los tiempos” (1945).

En “Los límites de la Historia y la Geografía” (capítulo 19), Guénon afirma que hay diferencias cualitativas en los cuatro ciclos del tiempo. Estas diferencias cualitativas son expresiones de un amplio espectro de frecuencias siempre cambiantes, que reflejan diferentes estados de conciencia. Incluso dentro de cada ciclo hay ciclos dentro de ciclos que producen variaciones cualitativas, tanto en las apariencias manifestadas como en la percepción. 

Según la teoría de los Ciclos del Tiempo hallada en los antiguos textos sánscritos, comenzamos en los estados superiores de la conciencia y luego involucionamos. Contrariamente a la opinión científica actual, no estamos evolucionando, sino que estamos experimentando procesos de aumento de la limitación en la percepción, a medida que descendemos a través de las etapas de la Solidificación de la Materia.
Los Ciclos del Tiempo en la tradición hindú
 

A partir del 3.606 a. C., hemos estado viviendo en el último y más denso ciclo, el Kali Yuga, la Era de Confusión y del Conflicto. Por lo tanto, nuestras percepciones están atrofiadas y son más limitadas que nunca. En los ciclos previos no estábamos atrapados y limitados a la percepción diferenciada de los cinco sentidos. En los yugas anteriores, la visión remota, la telepatía y otras capacidades paranormales, por así decirlo, eran “normales” y en sánscrito ya se conocían con el nombre de Siddhis.

Quizás nuestra más absurda limitación es imaginar que los antiguos poseían una mentalidad similar a la nuestra. Juzgamos al pasado y a la gente de la antigüedad a través de nuestro moderno condicionamiento occidental filtrado por la ciencia. Asumimos que nuestra mentalidad es superior, avanzada, y de esta falsa premisa juzgamos y descartamos lo que de hecho somos incapaces de entender. Puesto que existimos dentro de un ciclo de densidad y confusión, un período avanzado en la solidificación de la materia, conferimos a todas nuestras percepciones apariencias correspondientes “según conceptos cuantitativos, mecanicistas o materialistas”. Guénon señala que si bien esto permite que las aplicaciones prácticas de la ciencia moderna tengan éxito, tan estrecha visión da lugar, sin embargo, a conclusiones equivocadas y a un enajenamiento cegador.


El mundo es conciencia


En los ciclos temporales anteriores, el mundo antiguo no era tan “sólido” como ha llegado a ser hoy y nuestra percepción condicionada de la separación entre lo que es corpóreo y lo que es “sutil” (bajo el umbral de cada átomo) aún no se había atrofiado tan completamente. “No fue sólo que el hombre, cuyas facultades estaban entonces mucho menos limitadas, no viera el mundo con los mismos ojos de hoy y que percibiera cosas que desde entonces se le han escapado por completo, sino que también, y correlativamente, el mundo en sí mismo –como entidad cósmica– era de hecho cualitativamente diferente...”

¿Monumentos solidificados en nuestra era?
Guénon afirma que incluso los restos arqueológicos de las antiguas civilizaciones se vieron afectados por la solidificación de la materia cuando descendimos a través de los Ciclos del Tiempo. Si, como él mismo dice, estos “vestigios” no habían sido parte de la solidificación en curso, simplemente habrían desaparecido de manera completa. De hecho, muchas estructuras antiguas desaparecieron, pero sólo para nuestros defectuosos ojos modernos. Esta comprensión va más allá de la capacidad de la mayoría de los arqueólogos e investigadores, que no tienen una comprensión de la metafísica tradicional y por lo tanto no tienen la conciencia necesaria para percibir a través de los velos del tiempo y, como un maestro ha dicho, “¡los oídos para oír!”

Según Guénon, cuando nos remontamos al Mundo Antiguo, surgen las barreras. Los intentos de establecer una cronología antes del siglo VI a. C. divergen en una plétora de estimaciones, “hasta tal punto que las divergencias en la estimación de las fechas de los objetos y de los acontecimientos ascienden a siglos y a veces incluso a milenios enteros...” Abundan las teorías contradictorias y recientemente hasta las dataciones por radiocarbono han caído bajo sospecha.


Miasma y desengaño


La reacción típica del pensamiento científico moderno es negar todo lo que pueda estar más allá de ellos, y por consiguiente se acusa a los antiguos de ser primitivos y carentes de procedimientos y tecnologías científicas modernas. Sin embargo, sólo nuestras propias facultades de percepción, continuamente debilitadas, nos permiten “sostener los relatos de los antiguos con sarcasmo”. A medida que nuestro mundo ha profundizado en la solidificación, “nuestras facultades de concepción y percepción –que permitieron al hombre alcanzar algo más que el modo más basto e inferior de la realidad– quedaron totalmente atrofiadas...”

Guénon también aporta pruebas de conceptos equivocados similares en geografía y afirma que hay una geografía “sagrada”, que es la base para el establecimiento de centros sagrados tradicionales. Guénon concluye ese capítulo con el entendimiento de que no podemos esperar mucho si no se da un cambio en el pensamiento y la erudición modernos: “...naturalmente se mantendrán en esta actitud negativa hasta que algunos cambios en la cara del mundo vengan a destruir de una vez por todas su engañosa seguridad.”


En un reciente artículo on-line que describe el fracaso y la influencia destructiva de los “elaborados modelos econométricos” utilizados por la Reserva Federal para predecir los eventos y los comportamientos humanos, el autor D. Devine cita a F. A. Hayek, Premio Nobel. Hayek predijo que la gente en el futuro miraría hacia atrás y “descubriría que las ideas más extendidas que dominaron el siglo XX (como la planificación científica) se basaban en supersticiones... una estimación excesiva de lo que la ciencia ha logrado.”

Hayek fue bastante presciente y correcto, sólo que no llegó a concebir la visión más amplia de que este proceso ha estado en curso durante los últimos 6.000 años, a lo largo del actual Kali Yuga, la Era de la Confusión. El planeta Neptuno ha estado en Piscis desde 2012 y lo seguirá estando hasta 2025. Neptuno en Piscis puede llevar al mundo a una mayor conciencia expandida, o hacia un tsunami de engaño tanto religioso como escolástico.

© Susan Ferguson 2013

Fuente: http://metaphysicalmusing.com/articles/2013/archeology.htm

Fuente imágenes: Wikimedia Commons

2 comentarios:

zangolotino dijo...

Muy bueno, me quedo con ganas de saber más.

Xavier Bartlett dijo...

Gracias Zangolotino,

Hará cosa de seis años que descubrí a Guénon a través de un investigador independiente, que me habló de su mensaje acerca de la tradición como saber ancestral. Lo cierto es que he intentado leer varias de sus obras y nunca he podido acabarlas, son muy espesas, y navegan entre lo más intelectual y lo más filosófico. Y sin duda este hombre estaba iniciado en ciertos misterios. En todo caso, no es una lectura fácil, por eso es mejor acceder a él por mediación de un comentarista como en este artículo.

Un saludo cordial,
X.