Hemos presentado la
teoría del fraude en la Gran Pirámide en el artículo anterior (en dos partes) de
Scott Creighton, según el cual es muy posible que Howard-Vyse falsificara un
documento histórico de tremenda importancia. Lo cierto es que a día de hoy
sigue la polémica en torno a la autenticidad de estos cartuchos, lo que ha generado
acalorados debates en Internet, especialmente en el foro de Graham Hancock. No
es preciso señalar que para los defensores de la ortodoxia egiptológica, todas
estas propuestas sobre el fraude de Vyse no tienen pies ni cabeza. No obstante, ya se han abierto nuevas grietas por las cuales sigue produciéndose un continuo goteo de datos
y detalles sobre el caso que de alguna manera proyectan nuevas sombras sobre el
proceder de Howard-Vyse. Así, los últimos argumentos de Creighton y de otros críticos
se han centrado en determinados aspectos formales que antes se habían pasado
por alto.
Facsímil del cartucho de Khufu, obra de J.R. Hill |
Posibles rastros de líneas de guía en el cartucho de Khufu |
En tercer lugar,
algunas voces críticas siguen especulando con la posibilidad de que las marcas
de cantera (o al menos algunas de ellas) no fueran realmente “de cantera” sino
que hubieran sido realizadas in situ, lo que podría conducir a un escenario
anómalo; esto es, a la posibilidad de que las marcas hubieran sido obra del
equipo de Vyse y no de los antiguos egipcios. Los argumentos que sustentan esta
visión, centrada en el cartucho de Khufu en la cámara de Campbell, se pueden
resumir del siguiente modo:
- El cartucho aparece en posición vertical, pero es plenamente visible en su totalidad, lo que es una feliz casualidad.
- Parece haber un ligero efecto de compresión hacia el final, lo que vendría a ser obra de una mano poco experta en la escritura de signos.
- Cuando se gira 90º el cartucho y se ven los signos en posición horizontal se aprecia un ligero efecto de oblicuidad o inclinación. Esto no hubiera ocurrido de haberse realizado las marcas en la cantera, en posición horizontal (y luego, lógicamente, el bloque se habría dispuesto verticalmente en la cámara).
- Las pinceladas de la escritura jeroglífica tienen alguna reminiscencia del estilo caligráfico victoriano (siglo XIX), circular y sinuoso.
Aparte de estos
indicios –que hasta cierto punto podrían considerarse como algo rebuscado o
especulativo– existen determinadas anomalías muy evidentes en los propios
signos y que ponen seriamente en duda la teoría de la autoría en cantera: concretamente,
la forma en que se pintaron el propio óvalo del cartucho y el jeroglífico con forma de tamiz (disco con
rayas en su interior). Por un lado, vemos que el óvalo
se pintó en sentido contrario a las
agujas del reloj, empezando con línea gruesa desde
la parte inferior derecha, hasta la
parte inferior izquierda, en línea más
fina, y no parece que se trate de un óvalo
completo. Los dos extremos parecen acabar justo antes de
la junta entre bloques, lo que resulta bastante raro si el cartucho se hubiera
pintado en la cantera. En otras palabras, ¿qué sentido tendría comenzar
y acabar el trazo del óvalo en el extremo distal y no en la base? Por otro lado,
la parte inferior del tamiz está trazada con una línea muy fina, a
diferencia de la línea del resto del círculo, que es apreciablemente más
gruesa. Esto se debería a que sería muy complicado rematar el disco o círculo
con una pincelada gruesa dado el espacio tan reducido y en ángulo en la juntura
de los bloques, lo que impediría completar la pincelada adecuadamente.
Finalmente, cabe citar un episodio también relacionado con
la famosa pintura ocre y que no ha hecho más que avivar la polémica. Este hecho,
que sobrevive entre el rumor y el escándalo, se refiere a tres investigadores alemanes
que supuestamente en 2013 habrían extraído sin permiso unas muestras de esta pintura
para ser analizadas mediante moderna tecnología de datación. Robert Bauval desmintió
esta historia[1], pero al
mismo tiempo aseguró firmemente que alguien indeterminado había extraído
esas muestras –dañando el propio cartucho– en algún momento entre julio de 2004
y diciembre de 2006. El autor anglo-egipcio sospechaba de un investigador alemán
llamado Stefan Erdmann que habría visitado las cámaras en las fechas antes
citadas y habría tomado estas muestras como elemento estrella para un
documental televisivo. Sin embargo, Bauval no pudo ir más allá de las simples conjeturas.
Cámaras de descarga sobre la Cámara del Rey |
Pero... ¿qué dicen los egiptólogos de todo esto? Aparte de
las declaraciones oficiales, Creighton sugiere que quizás muchos de ellos no
creen de verdad en la autenticidad de los cartuchos. De hecho, un amigo suyo
egiptólogo (cuyo nombre ha quedado en el anonimato), después de leer su trabajo
sobre Vyse, le hacía este comentario:
"…Tengo que mencionarte un problema, y es tu creencia de que los egiptólogos emplean el descubrimiento del cartucho por parte de Vyse como prueba de que la Gran Pirámide fue construida por Khufu. No sé con quién has estado hablando en este campo, pero nadie que yo conozca cree que el susodicho cartucho sea verdadero. ¡De hecho, la gran mayoría de egiptólogos saben bien que es una falsificación! […] (El fraude de Vyse) es un secreto a voces."
Por supuesto, habría
que ver quién es esta persona y cuáles son sus credenciales, pues más bien
parece que estamos ante la táctica de “tirar la piedra y esconder la mano” y lo
cierto es que nadie más del mundo académico parece apoyar estas afirmaciones. No obstante, si existiera realmente esta convicción
generalizada entre los académicos y se comentara sólo en privado a fin de
mantener el statu quo, hablaría bien poco a favor de la honestidad científica
de los egiptólogos.
En definitiva: ¿Tendremos algún día todas las claves y datos científicos sobre este asunto? Si es así, y las pruebas son contrarias a la versión académica, ¿se llegará a cuestionar seriamente la autoría de la Gran Pirámide e incluso su antigüedad? ¿De qué modo afectaría a la Egiptología el reconocimiento oficial de fraude por parte de Howard-Vyse? De momento todo sigue actual, al menos en apariencia. Veremos si las voces alternativas tienen la suficiente fuerza argumental para desafiar (y desacreditar) al paradigma actual en este tema.
(c) Xavier Bartlett 2014
Crédito de imágenes: 1. Scott Creighton 2. Robert Schoch 3. Biblioteca Pléyades
Crédito de imágenes: 1. Scott Creighton 2. Robert Schoch 3. Biblioteca Pléyades
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