Casuística de los hallazgos
Una vez vistos los
precedentes arqueológicos, pasaremos a revisar algunos de estos hallazgos
modernos, si bien hay que admitir que en muchas ocasiones nos falta información
clave y que las fuentes originales son problemáticas o inexistentes (sobre todo
en la Red). Empezaremos con una selección de ejemplos de todo el mundo excepto
Estados Unidos, que merece una consideración aparte:
- En Nueva Zelanda, un periódico local informaba en 1875 del descubrimiento de un esqueleto de unos 8 metros en la localidad de Timaru. Según las tradiciones nativas maorís, tal ser pertenecía a una raza de gigantes llamada Te Kahui Tipua, que habitó en las cercanías de Timaru hasta el siglo XVIII.
- En 1890, en Castelnau-le-Lez (Francia), se descubrió en una necrópolis de la Edad del Bronce la calavera de un joven que mediría en total unos 2,13 metros y algunos huesos de un hombre cuya altura se estimó en 3,35 metros. Este hallazgo se publicó en la revista científica francesa La Nature y posteriormente apareció en el New York Times en 1892.
- Según un recorte de prensa de Nayarit (México), fechado en 14 de mayo de 1926, los capitanes D. W. Page y F. W. Devalda [¿militares?] descubrieron esqueletos de gigantes, con una media superior a los tres metros de altura. Las leyendas locales aseguraban que tales gigantes provenían de Ecuador.
- A inicios de la década de 1930, en el gran cañón del Barranco del Cobre (al norte de México), el explorador Paxton Hayes encontró 34 momias, todas ellas de pelo rubio y con una altura de entre 2,13 y 2,44 metros.
- En 1936, el antropólogo alemán Ludwig Khol-Larsen halló a orillas del lago Elgasi (Tanganika) unos huesos pertenecientes a individuos enormes[1].
- A finales de los 50 del siglo pasado, mientras se construía una carretera cerca de Homs (al sudeste de Turquía), se hallaron varias tumbas de gigantes. Se recuperó un fémur que medía unos 120 cm., lo que daría una altura total de unos 4,50 metros. Este hueso fue luego reproducido y exhibido en un famoso museo “creacionista” (Mount Blanco Fossil Museum, Texas, EE UU).
- En 1960, en la localidad de Tura (en el estado de Assam, India), al realizar la cimentación de un edificio, los obreros hallaron un montículo de piedra, bajo el cual había un esqueleto de unos 3,35 metros. Los expertos que lo estudiaron afirmaron que se trataba de un gran simio, si bien algunos testigos se reafirmaron en que los huesos eran indiscutiblemente humanos, y además parece ser que había algunos artefactos junto a los huesos.
- En 1969, en Terracina (Italia) en una excavación dirigida por el arqueólogo Luigi Cavallucci, se hallaron unos 50 sarcófagos con esqueletos de entre 1,83 y 2,44 metros aproximadamente, bastante bien conservados, todos masculinos y de unos 40 años en el momento de su muerte, según los estudios realizados. Se pensó que se podía tratar de un grupo de legionarios romanos, pero no se encontraron inscripciones ni objetos ni armaduras, e incluso la propia datación de los restos era muy dudosa.
Restos humanos hallados en Borjomi |
Y
ya en tiempos muy recientes tenemos noticia de un hallazgo de cierta solidez.
Así, en 2008 se hallaron en Borjomi (Georgia) unos huesos humanos de gran
tamaño, pertenecientes a un individuo que medía –según las estimaciones– entre
2,50 y 3 metros. Este descubrimiento
fue objeto de investigación científica y llegó a difundirse en los noticieros
de TV. Los restos fueron datados en una antigüedad de 25.000 años. Sobre este
caso, existen
varios precedentes de hallazgos insólitos en las montañas del Cáucaso, como un
esqueleto de cuatro metros descubierto por dos arqueólogos aficionados en el
año 2000, en la localidad de Udabno, o diversos esqueletos gigantes hallados en
una cueva cercana al pueblo de Gora
Kazbek, Georgia, en los años 20 del pasado siglo.
Centrándonos ya en los
descubrimientos realizados en los Estados Unidos, tenemos un gran número de
noticias en diferentes partes del país, desde principios del siglo XIX. Buena
parte de ellas proceden de la prensa local, pero también existen informes
aparecidos en publicaciones científicas o históricas (muchas también de
carácter local) como Nature, Ancient American, American Antiquarian, Memoirs
of the Historical Society of Pennsylvania, Ohio Historical and Archaoelogical
society, 12th Annual Report of the Bureau of Ethnology to the Secretary
of the Smithsonian Institution (1890-91), The
American Anthropologist, NEARA Journal, etc. Sólo
a efectos ilustrativos vale la pena mencionar algunos casos destacados:
- John Haywood, en su libro The Natural and Aboriginal History of Tennessee, describe dos hallazgos realizados en Tennessee en 1821: en Williamson County se encontraron huesos muy grandes en unas tumbas de piedra, y en White County se encontró una antigua fortificación que contenía esqueletos humanos de una media de 2,13 metros.
- Según el libro Forbidden Land (1971) de Robert Lyman, en 1833 unos soldados que estaban cavando un foso en el rancho Lompock (California) hallaron un sarcófago de piedra en cuyo interior había el esqueleto de un gigante de 3,60 metros con una doble hilera de dientes en ambas mandíbulas. En la tumba también se hallaron algunos artefactos, incluyendo unas tablillas de pórfido con un extraño tipo de escritura. Preguntado un chamán nativo por este hallazgo, dijo que se trataba de un alhegewi, una raza de titanes que vivió en aquellas tierras antes de la llegada de los indios.
- En 1872, según la publicación Historical Collections of Noble County Ohio, se excavó un túmulo en el que se hallaron los restos de tres esqueletos de por lo menos 2,44 metros. Los tres tenían una doble hilera de dientes. Los huesos se deshicieron muy rápidamente al ser expuestos a la atmósfera.
- En el condado de Bradford (Pennsylvania), en 1880, unos excavadores –entre los que se encontraban dos profesores y un historiador– hallaron en un túmulo sepulcral varios esqueletos humanos cuyos cráneos mostraban unos cuernos de cinco centímetros, por encima de los arcos ciliares. La altura media de los esqueletos era de aproximadamente 2,13 metros y su antigüedad se calculó en unos 800 años. Los huesos fueron llevados al American Investigating Museum de Philadelphia, y allí se perdió su pista.
- La publicación local St Paul Pioneer Press del 29 de junio de 1888 informaba del hallazgo de seis enormes esqueletos humanos en unos túmulos situados al oeste de Chatfield (Minnesota), todos ellos entre 2,13 y 2,44 metros y con la frente huidiza. En Clearwater (también en Minnesota), se encontraron los esqueletos de siete gigantes con frentes huidizas y doble hilera de dientes.
- La revista Nature, en su número de 17 de diciembre de 1891, informaba que a una profundidad de unos 4,30 metros bajo un túmulo funerario en Ohio se había encontrado el esqueleto de un hombre enorme envuelto en una armadura completa de cobre y un casco del mismo metal. A su lado yacía una mujer, posiblemente su esposa.
- En su edición del 14 de marzo de 1891, el Desert Weekly of Salt Lake City (Utah), informaba de que unos operarios que estaban trabajando en la cimentación de un edificio cerca de Crittenden (Arizona) habían desenterrado un enorme sarcófago de piedra a 2,4 metros bajo la superficie. Al abrirlo, descubrieron una caja antropomórfica de granito, que contenía el cuerpo de un hombre de más de 3,7 metros, con una larga melena y un tocado en forma de pájaro. Lastimosamente, para cuando llegaron unos expertos a examinar el esqueleto, los huesos ya se habían reducido a polvo. La forma de esta caja estaba diseñada para una persona con seis dedos en los pies.
- Según el Chicago Record (24 de Octubre de 1895), en un túmulo cerca de Toledo (Ohio) se descubrieron 20 esqueletos, sentados mirando hacia el este, cuyas mandíbulas y dientes eran el doble de grandes que los de la gente actual; junto a cada esqueleto había un gran bol con “curiosas figuras jeroglíficas”.
- En el Indiana History Bulletin (Vol. III, Oct. 1925 - Sept. 1926) se informa de que en 1925 unos arqueólogos aficionados excavaron un túmulo en Walkerton (Indiana) y encontraron ocho esqueletos de entre 2,44 y 2,74 metros, situados en círculo con el cráneo hacia el centro, y al menos uno de ellos con placas de armadura de cobre. Tanto los huesos como los artefactos se perdieron sin dejar rastro.
- En 1940 el San Antonio Express daba la noticia del hallazgo de un cráneo de tamaño doble del normal por parte de antropólogos de la Universidad de Texas. El texto decía que podía ser la calavera “más grande del mundo” encontrada hasta la fecha. El cráneo se encontró en 1939 en el túmulo de Morhiss, pero al parecer no fue objeto de estudios posteriores (ni se mencionó en los informes de la excavación) y tampoco se expuso al público, siguiendo directrices museísticas.
- Según Ivan T. Sanderson, en la isla de Shemya (Aleutianas) en 1943, se encontraron varios estratos de fósiles mientras se construía una pista de aterrizaje. Junto a restos de mamuts y mastodontes, se halló lo que parecía un cementerio, con algunos huesos humanos y varios cráneos de tamaño enorme. Los cráneos, que estaban trepanados, medían de 56 a 61 cm. de la base a la coronilla, lo que en proporción suponía una altura de más de 3,50 metros.
- Según una noticia del San Diego Union (del 5 de agosto de 1947), se habían encontrado en el Death Valley los restos de varias momias de gigantes, extrañamente vestidos, de entre 2,44 y 2,74 metros. Los restos se dataron en una antigüedad de 80.000 años [sin referencia a cómo fue obtenido este dato].
Noticia periodística sobre el hallazgo de huesos de gigantes (New York Times, 1916) |
En lo que serían sólo hallazgos indirectos –esto
es, objetos no asociados a huesos– tenemos varias referencias, algunas de las
cuales tienen un alto grado de fiabilidad. Por ejemplo, en Australia (en un
antiguo lecho de río cerca de Bathurst, NSW) se hallaron
artefactos (hachas, cuchillos, azuelas, etc.) de gran tamaño y peso, de entre
3,6 kilos hasta más de 11 kilos, que difícilmente podrían haber sido manejados
por humanos de complexión normal[2].
En la misma zona se encontraron huellas de pisadas humanas de gran tamaño,
alrededor de 60 cm. lo que daría una altura estimada de 3 a 3,60 metros, así
como un descomunal diente molar fosilizado, de 67 mm. de largo, lo que se
correspondería con un ser de unos 7,60 metros.[3]
Hachas halladas en Makgadikgadi |
En la década de 1990, en el ahora
desecado lago de Makgadikgadi, en el desierto de Kalahari (África), unos investigadores de la
Universidad de Oxford hallaron cuatro gigantescas hachas de mano, de más de 30
cm. y gran peso[4]. Para el
director de la excavación, David Thomas, la supuesta finalidad de estos
artefactos era “la pregunta del millón
de dólares”. Su explicación es que no eran realmente “herramientas”, sino un
recurso para extraer herramientas más pequeñas, sin descartar otras hipótesis
como objetos ceremoniales u ornamentales.
Y aunque no es información del
todo clara, también cabe citar una referencia del libro “La Tierra sin tiempo”
(1966) del escritor Peter Kolosimo, según la cual el capitán francés
Lafenechère encontró en Agadir (Marruecos) un arsenal de armas
prehistóricas, entre ellas unas 500 hachas de dos filos de unos 8 kilos de
peso, con una datación extremadamente antigua de 300.000 años.
Lovelock: ¿encuentro del mito con la arqueología?
Entre los muchos
hallazgos de gigantes en Estados Unidos, vale la pena destacar el caso de
Lovelock (Nevada), en el que se puede constatar la gran barrera que separa la
visión alternativa de la académica. Mientras que para la primera existe aquí
una correspondencia directa entre la mitología indígena y los restos físicos,
para la segunda no ha habido más que falsedades y exageraciones sobre un
yacimiento arqueológico que no encierra ninguna característica “especial”.
Este caso tiene su
fundamento en las leyendas de los indios de la tribu paiute, establecidos entre
los estados de Nevada, Utah y Arizona, en las que se narraba sus
enfrentamientos con un pueblo de gigantes caníbales de pelo rojo que medirían
alrededor de 3,60 metros. Estos gigantes vivían junto a un gran lago y eran
conocidos por comer y utilizar profusamente una planta de agua, el tule, y de
ahí el nombre por el que los conocían los paiute: Si-Te-Cah (“comedores
de tule”). Sobre el fin de estos gigantes existe una referencia escrita, ya que
a finales del siglo XIX una princesa paiute, Sarah Winnemucca, relató en un
libro cómo sus antepasados habían acabado con los últimos de estos Si-Te-Cah,
prendiendo fuego a la entrada de la cueva donde se habían refugiado.
Según diversas fuentes alternativas, y ya en el
ámbito arqueológico, los hechos arrancan en 1911, momento en que se abrió la
cueva de Lovelock para extraer guano de murciélago. Después de meses de
trabajos mineros, se empezaron a encontrar muchos artefactos y, supuestamente,
grandes huesos y momias de individuos de entre 2 y 2,74 metros y de pelo
rojizo. El ingeniero John T.
Reid, que era también arqueólogo aficionado, intentó que algunos profesores de
la Universidad de California examinasen los extraños restos, pero sólo llegó el
antropólogo Llewellyn L. Loud, acompañado de otro experto, procedente de Nueva
York (del cual se afirma que ordenó volver a enterrar una momia que se había
encontrado en la cueva). Estos investigadores recogieron vasijas y cestería,
entre otros objetos, y publicaron sus resultados sobre estos hallazgos, pero no
mencionaron el tema de los huesos gigantes.
Más tarde, en 1931, se hallaron más esqueletos de entre 2,44 y 3,05
metros en el lecho del lago Humbolt, cerca de la cueva de Lovelock. En este
caso, los restos estaban recubiertos de unos vendajes engomados parecidos a los
de las momias egipcias[5].
Finalmente, en 1939, se descubrió otro esqueleto, de unos 2,30 metros, en el
rancho Friedman, también cercano a Lovelock.
Cráneos de Lovelock (Museo Winnemucca) |
Sobre
los restos recuperados, el
investigador noruego Terje Dahl ha podido confirmar que, pese a que casi todos
los huesos de Lovelock se perdieron en un incendio, todavía hoy el Humbolt
Museum de Winnemucca conserva algunos de ellos, incluyendo una calavera de grandes
proporciones. Como dato a tener en cuenta, un investigador local,
Stan Nielsen, fue autorizado a examinar esta calavera. Cuando estuvo allí, pudo
comparar un molde de una mandíbula inferior humana normal con la
mandíbula inferior de la calavera de Lovelock, y en efecto su molde era mucho
más pequeño, y los dientes eran por lo menos la mitad de grandes que los del
ejemplar de Lovelock.
Ahora
veamos la otra cara de la moneda. Así, según fuentes académicas, la cueva fue
examinada por expertos por primera vez en 1912 y se realizaron varias campañas
arqueológicas (1924, 1936, 1949, 1950 y 1965) que permitieron datar la
ocupación más antigua de la cueva en unos 4.000 años de antigüedad (la llamada
“cultura de Lovelock”). Durante estos trabajos se llegaron a desenterrar más de
10.000 artefactos antiguos, pero nunca se halló el más mínimo rastro de
“gigantes” de pelo rojo. Para la autora Adrienne Mayor, las confusiones sobre
estos grandes huesos tienen su origen en los restos de la megafauna de finales
de la edad del hielo, que –dado su gran tamaño– fueron malinterpretados por las
personas sin formación. Asimismo, se
aporta como explicación adicional el hecho de que muchos cuerpos fueron
enterrados desencajados, con los huesos separados de tal modo que para un neófito
podrían parecer de una persona de 2,10 ó 2,40 metros.
En
lo que concierne a la cuestión del pelo rojo, sólo se trataría de una simple
reacción química, pues bajo ciertas condiciones de enterramiento la
pigmentación oscura se vuelve rojiza, cosa común en todas las momias del mundo.
Por otro lado, parece que se hallaron pruebas de un esporádico canibalismo,
pero que se debería a circunstancias temporales de gran hambruna. Finalmente,
sobre el relato de Sarah Winnemucca,
se sugiere que se manipularon sus palabras, pues nunca se habría referido a
“gigantes” sino a una tribu de “bárbaros”.[6]
La sombra del encubrimiento
Para
los defensores a ultranza del actual paradigma histórico-arqueológico, todo el
tema de los gigantes sobrevive en una esfera pseudocientífica, dado que, en su
opinión, los creyentes en los gigantes –a los que se suele relacionar con
posiciones creacionistas– recurren básicamente a la invención o manipulación de
pruebas. Sin embargo, hablando de pruebas, no todo es tan simple como parece y
hay muchos factores que invitan a una reflexión más profunda, aunque ello nos
obligue a adentrarnos en terrenos ciertamente pantanosos.
Así,
uno de los puntos que más llama la atención cuando se profundiza en esta
materia es la recurrente apelación por parte de algunos autores alternativos a
la pérdida intencionada de las pruebas. Es decir, se formulan
acusaciones directas de prácticas ilícitas de ocultación y/o destrucción de
pruebas. En otras palabras: se plantea un escenario conspirativo, según el cual
la ciencia oficial impide que salgan a la luz determinados restos, ya que de un
modo u otro podrían poner en entredicho ciertos axiomas o teorías del actual
paradigma científico. Este no es un tema nuevo, pues la muy citada obra
alternativa Forbidden Archaeology (de M. Cremo y R. Thompson) incide
exactamente en el mismo punto: durante décadas se habrían ido tapando,
eliminando o menospreciando las pruebas contrarias al paradigma oficial para
dejarlas fuera del debate científico.
En
esta misma línea, y en la cuestión específica de los gigantes, muchos dedos
acusatorios han señalado a la misma institución: el Smithsonian Institute,
que supuestamente se habría quedado con estos restos y se habría preocupado de
que no apareciesen por ningún lado. Esta institución, fundada en 1829 gracias a
la herencia del científico y millonario inglés James Smithson, se debía
orientar “al aumento y difusión del conocimiento entre las personas” en el
Nuevo Mundo. Así pues, el Smithsonian, que es un organismo federal independiente,
se ha dedicado durante más de siglo y medio a patrocinar actividades
arqueológicas y a acopiar los restos hallados para su grandiosa colección
museística[7].
Frente
a esta fachada oficial, algunos autores alternativos, como David Hatcher
Childress, han denunciado que lo que ha hecho realmente el Smithsonian es
ocultar o suprimir determinadas evidencias arqueológicas incómodas, y muy
especialmente en lo referente a los mound builders y a posibles culturas
foráneas. Así, para la arqueología oficial, los constructores de los túmulos no
serían más que los antepasados de las tribus indias. No obstante, ya desde el
siglo XIX, varios investigadores habían apuntado a la existencia dos culturas
diferentes: una más civilizada y tal vez de origen foráneo, y otra local, que
sería propiamente el sustrato nativo indio.
Túmulo funerario indio |
Este
debate no llegó a ninguna parte pues a finales del siglo XIX el Smithsonian favoreció la idea del
autoctonismo (o aislacionismo) frente al difusionismo, que estaba muy en boga
en aquellos tiempos. Dicho de otro modo, en la antigua América no habría habido
más población que las tribus indígenas, descartando todo posible contacto con
cualquier cultura “exterior”. Así pues, los autores alternativos han visto aquí
una mano negra que no tiene interés alguno en indagar sobre la extraña
presencia de ciertas razas o civilizaciones en el continente americano en
tiempos remotos, esto es, antes del descubrimiento “oficial” de América por
parte de los europeos.
Ya a mediados del siglo pasado, algunos investigadores habían topado con
la extraña política del Smithsonian
acerca de los restos hallados. En el caso que ya expusimos de la isla de
Shemya, fue un ingeniero el que escribió una
carta al zoólogo Ivan Sanderson para darle a conocer los pormenores del
descubrimiento. Pero cuando éste quiso investigar el caso, se encontró con la
falta de pruebas. Tanto este ingeniero, como después otro colega suyo, le
confirmaron que el Smithsonian había recogido los restos, y ya nada más
se supo.
David H. Childress ha
seguido la pista de algunos casos y ha encontrado indicios de que las
consabidas acusaciones de encubrimiento podrían tener algún fundamento. Por
ejemplo, un investigador histórico muy conocido (que desea mantenerse en el
anonimato) le explicó a Childress en una conversación privada que un antiguo
empleado del Smithsonian –que fue
despedido por defender el difusionismo en América– le había confesado que una
vez el Smithsonian había llenado una
barcaza con artefactos anómalos y la había hundido en el Atlántico.
Otro caso se refiere a una carta escrita en 1950 por el
investigador americano Frederick J. Pohl al arqueólogo inglés Tom Lethbridge,
acerca de un antiguo hallazgo, datado en 1892 y citado en una publicación
oficial (el informe anual del U.S. National Museum). En dicha carta se mencionaban unos grandes ataúdes de madera –de unos
2,20 metros de largo– hallados en una cueva (Crumf cave) en Murphy's Valley, Blount
(Alabama). Ocho de estos ataúdes fueron llevados al Smithsonian. Childress
escribió al Smithsonian preguntando por el paradero de dichos objetos y recibió
esta respuesta del conservador jefe del departamento de Antropología, el señor
F. M. Seltzer: “No nos ha sido posible encontrar los especímenes en nuestra
colección, si bien los registros muestran que fueron recibidos.” Sin embargo,
en 1992 David Barron, presidente de la Gungywamp Society,[8] recibió otra
información al respecto: los ataúdes no eran tales sino abrevaderos, y no
podían exponerse porque estaban en un almacén contaminado de asbesto. Este
almacén estaría cerrado durante los siguientes diez años y nadie podía acceder
a él, excepto el personal del Smithsonian.
Igualmente, Jim Vieira, investigador especializado en los túmulos funerarios norteamericanos, ha denunciado que el Smithsonian está detrás de la desaparición de pruebas relevantes sobre la existencia de gigantes. En su opinión, tras un extenso trabajo de campo y de documentación sobre el tema, existen miles de relatos o informes sobre hallazgos de enormes esqueletos con doble hilera de dientes, a veces acompañados de armaduras, armas o ricos ajuares. Cuando en 2012 Vieira expuso su visión en un evento TED, fue criticado por estamentos oficiales científicos y su vídeo fue retirado de la página de esta institución por no ajustarse a los patrones científicos aceptados. En una carta que contenía ocho argumentos que justificaban este proceder (incluido el inevitable recurso a los conocidos fraudes), una responsable de TED tocaba el tema del Smithsonian y negaba cualquier tipo de encubrimiento. En su alegato exponía que esta entidad también exhibe artefactos raros y que por política museística, al igual que la mayoría de museos, “sólo mostraba al público menos de un 1% de sus colecciones en un momento dado, lo cual implica que mucho material pasa décadas (o tristemente siglos) [la cursiva es mía] en sus almacenes esperando ser exhibido.”[9]
Igualmente, Jim Vieira, investigador especializado en los túmulos funerarios norteamericanos, ha denunciado que el Smithsonian está detrás de la desaparición de pruebas relevantes sobre la existencia de gigantes. En su opinión, tras un extenso trabajo de campo y de documentación sobre el tema, existen miles de relatos o informes sobre hallazgos de enormes esqueletos con doble hilera de dientes, a veces acompañados de armaduras, armas o ricos ajuares. Cuando en 2012 Vieira expuso su visión en un evento TED, fue criticado por estamentos oficiales científicos y su vídeo fue retirado de la página de esta institución por no ajustarse a los patrones científicos aceptados. En una carta que contenía ocho argumentos que justificaban este proceder (incluido el inevitable recurso a los conocidos fraudes), una responsable de TED tocaba el tema del Smithsonian y negaba cualquier tipo de encubrimiento. En su alegato exponía que esta entidad también exhibe artefactos raros y que por política museística, al igual que la mayoría de museos, “sólo mostraba al público menos de un 1% de sus colecciones en un momento dado, lo cual implica que mucho material pasa décadas (o tristemente siglos) [la cursiva es mía] en sus almacenes esperando ser exhibido.”[9]
Como colofón de estas graves sospechas, vale la pena citar las palabras
de un experto en el tema de los túmulos funerarios, Vine Deloria, autor y
erudito nativo americano:
«El gran intruso de
los antiguos enclaves funerarios,
la Institución Smithsoniana del siglo
XIX, creó un portal
de un solo sentido, a través del cual
se han esfumado incontables huesos.
Esta puerta y el contenido de su cripta están virtualmente sellados a cualquiera, excepto a los funcionarios del gobierno. Entre estos huesos pueden encontrarse respuestas, ni
siquiera buscadas por estos funcionarios, acerca del pasado profundo.» (Deloria
Jr., Vine. Red Earth, White Lies:
Native Americans and the Myth of Scientific Fact. Fulcrum Publications, 1997)
Llegados a este punto,
con dos versiones claramente enfrentadas, poco más se puede añadir. A falta de
pruebas decisivas, los autores alternativos no pueden aportar más que
rumorología conspirativa. Además, como hemos visto, el tema de grandes
esqueletos aparecía en los propios informes del Smithsonian de finales del
siglo XIX. En todo caso, haya habido o no intención dolosa, casi todos los
supuestos restos de gigantes se han perdido o no son accesibles por diversas
razones, lo cual –como es lógico– dificulta grandemente la labor de los
investigadores desde el punto de vista arqueológico.
[1] La presumible fuente de esta información
es el libro The Nazi Occult, de Kenneth Hite. De hecho, este antropólogo
formó parte de expediciones en busca de pruebas que afirmaran los ideales
racistas nazis. Sólo por este motivo ya está desprestigiado ante la comunidad
científica, si bien es cierto que no hay más datos específicos sobre el
hallazgo.
[2] De hecho en Australia los antropólogos
reconocieron la existencia de una raza de homínidos de gran tamaño, a los que
se bautizó como meganthropus, que medirían entre 2,13 y 3,60 metros.
[3] Según Rex Gilroy, del Mount York
Natural History Museum, en Mount Victoria (Australia)
[4] El informe del hallazgo se puede leer
en: www.sciencedaily.com/releases/2009/09/090911134624.htm
[5] Esta información apareció en la
publicación Nevada Review-Miner (19 de junio de 1931).
[7] En ámbitos alternativos se suele afirmar
que el gigantesco almacén que aparece en las películas de Indiana Jones no es
una ficción, sino un fiel reflejo de la realidad del Smithsonian.
[8] Institución cultural que investiga el
fenómeno megalítico en Nueva Inglaterra (EE UU).
[9] El texto completo de la carta (en
inglés) puede leerse en: http://tedxshelburnefalls.wordpress.com/2012/12/14/jim-vieiras-talk-removed-from-internet/
4 comentarios:
De esta apasionante investigación se concluye que 1-Los Gigantes dominaban casi en completo el hemisferio terrestre, no pueden encasillarse como una raza de una region, 2-En su condición mas pura alcanzarían hasta 8 mts de altura aunque los de 2.13mts también pertenecían a su especie, 3- esta raza si bien fue antropomórfica no pudo estar emparentada con el ser humano normal,quizás eventualmente hubo cruze hasta terminar siendo nativos de estatura alta y 4- esta especie sufrió un proceso gradual extintivo debido a que la naturaleza misma del planeta lo excluye ante la presencia de la evolución en la humanidad. mil Gracias por compartir su conocimiento. saludos desde Venezuela.
Amigo Óscar:
Muchas gracias por su comentario. Sobre estos puntos que menciona, lo cierto es que nos movemos aún en el terreno de la especulación, pues no sabemos exactamente el origen de esta raza y las causas de su extinción, pero los indicios arqueológicos y los relatos mitológicos nos inducen a pensar que sí hubo cruce, y desde timepos remotos, y que una razón de la desparición de estos seres sería la progresivadegeneración genética por hibridación con el Homo sapiens. Creo que hemos de ir desterrando la visión de razas o especimenes puros, pues los estudios paleoantropológicos nos muestran que varios homínidos del pasado se cruzaron, dando origen a cierta diversidad morfológica que pese a todo aún se sigue viendo como especies diferentes.
Saludos,
X.
Muchas gracias por la información y comentarios.
Cito :" progresiva degeneración genética por hibridación con el homo sapiens".
- lo dicho es una hipótesis?
- necesariamente se degenera el gen de esta raza gigante?
- habra sido una cacería de gigantes o el resto de los gigantes que quedaban vs el hombre?
- tan seguros están de que fuerob extintos? En Perú circula un video de una niña que grabó a un ser de mas de 5mts en lejana distancia.
- mi hipótesis es que la raza de gigantes aún está entre nosotros pero viven en lugares donde nosotros generalmente no podemos llegar, por que es muy alto o por las condiciones geológicas y las autoridades y grandes lideres si saben sobre esto pero lo ocultan al rebaño ignorante (pero en busqueda de la verdad) que somos nosotros. Saludos desde chile
Amigo chileno
En efecto, la degeneración por hibridación es sólo una hipótesis; es factible, pero habría que demostrarla. En cuanto a la presencia de gigantes en Sudamérica en tiempos modernos, apenas tengo alguna información como la citada en el artículo, pero no descarto que haya seres de esta naturaleza ocultos en las selvas o montañas, tal como se dice de los llamados bigfoot o sasquatch en Norteamérica. También en el artículo de este año sobre gnomos (el caso contrario, de seres diminutos), he recogido testimonios de encuentros recientes, sobre todo en Asia.
Saludos.
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