Introducción
Las capacidades paranormales de Edgar Cayce
Edgar Cayce |
De alguna manera, se suponía que
Cayce, una vez dormido, entraba en contacto con un tipo de inteligencia o saber
cósmico[3]
a través del cual tenía acceso a conocimientos del pasado, del presente y del
futuro, de tal modo que muchas de sus revelaciones eran en realidad profecías o
bien una especie de prospecciones en un remotísimo pasado. Cayce pronunció en
trance miles de discursos –concretamente 14.306– a preguntas de sus
interlocutores, que fueron recogidos en forma de “lecturas”, y que versaban
sobre cuestiones paranormales, filosófico-metafísicas, científicas (orientadas
a la sanación), o histórico-arqueológicas[4].
Sobre las profecías en particular, se puede decir que acertó en bastantes, por
ejemplo el crash bursátil del 29 o la Segunda Guerra Mundial, pero
también falló en otras tantas, mientras que algunas han quedado por comprobar
en un futuro próximo[5].
Cayce falleció en 1945 y su legado se ha trasmitido a través de la organización
sin ánimo de lucro Association for Research and Enlightment (A.R.E.,
“Asociación para la Investigación y la Iluminación”), que él mismo fundó en
1931, y que sigue plenamente activa en la actualidad.
La historia vista desde la experiencia psíquica
Recreación artística de la Atlántida |
Historia de América
Cayce tocó el tema de la historia
de América (más bien centrada en Norteamérica) en 68 lecturas, de las cuales
cerca de la mitad han sido corroboradas a posteriori con datos
científicos. Básicamente, lo que Cayce dijo es que la población de América no
tenía un solo origen (asiático) sino que habían existido aportaciones
procedentes tanto del este como del oeste, y desde tiempos muy remotos. En
concreto, afirmó que hacia el 28.000 a. C. llegaron al continente gentes
venidas de China, del Pacífico y de ¡la Atlántida! Además, especificó que la
última migración tuvo lugar poco antes del 10.000 a. C. y que se trató de
refugiados atlantes.
Estos datos podrían parecer muy
especulativos (por decir algo), pero lo cierto es que los estudios genéticos
más recientes de las poblaciones indígenas americanas –aparte de confirmar la
migración siberiana– muestran rastros de diversos haplogrupos de ADN
mitocondrial originarios de localizaciones lejanas[6],
y de un tiempo muy anterior a la llegada “oficial” de los europeos y de otros
pueblos al continente.
Los papiros del Mar Muerto
Rollos del Mar Muerto |
Antiguo Egipto
Cayce dijo haber soñado –o conectado–
con el Antiguo Egipto en muchas ocasiones (más de mil), en escenas que habría
experimentado con identidades de personajes del pasado, como por ejemplo el
sumo sacerdote Ra-Ta. Estas experiencias revelaron en particular que el periodo
álgido de esta civilización no habría sido la conocida época faraónica, sino
mucho antes, hacia el 10.000 a. C. Esa habría sido una era caracterizada por
una avanzada tecnología y una rica cultura, pero sobre todo por una marcada
comprensión espiritual. Y entre otras cosas, afirmó que “presenció” la
dedicación de la Gran Pirámide, que no habría sido erigida en el Imperio Antiguo (hacia el 2500 a. C.),
sino mucho antes: entre 10490 a. C. y 10390 a. C., en los tiempos de un
desconocido rey llamado Arart. Por otro lado, Cayce vinculó el Antiguo
Egipto al legado de la Atlántida, como luego veremos.
Pero más allá de estas oscuras
visiones, cabe señalar que Cayce fue sorprendentemente preciso al describir el
antiguo paisaje que circundaba al río Nilo, afirmando que había cambiado su
curso a lo largo de los milenios, que una vez había desembocado en el Atlántico
y que el Sahara había sido un territorio fértil y frondoso. Todo esto pudo ser
contrastado y validado años después (en los 80 y 90) por los estudios de la
NASA mediante satélite.
La Atlántida
Como ya se ha comentado, desde 1922 Cayce empezó a
referirse a la Atlántida, y ofreció extensa información sobre su devenir pero
especialmente sobre su trágico final, y todo ello sin haber leído previamente
nada sobre el tema, particularmente los famosos diálogos de Platón, si bien
algunos contenidos de sus lecturas recuerdan algo al relato platónico y especialmente
al discurso teosófico de Madame Blavatsky.
Cayce situó la
Atlántida en medio del Atlántico, y al parecer habría sido en origen una masa
continental, luego disgregada en varias islas. Respecto al mito de su
destrucción, Cayce apuntó que habría sufrido más de un cataclismo;
concretamente al menos tres. En el primero, acaecido hacia el 15600 a. C., el
continente ya se habría partido en tres grandes islas llamadas Poseidia, Og y
Aryan. La última y definitiva catástrofe, la recordada por los mitos, habría
sucedido hacia el 10000 a. C., una fecha no muy lejana de la cronología
tradicional basada en Platón, que ronda el 9500 a. C. Además, Cayce comentó la
existencia de otra gran civilización perdida, un continente que se hundió
en el Pacífico y al cual se refirió con distintas denominaciones: Lemuria, Mu,
Zu, y Oz.
¿La Sala de los Archivos atlante bajo la Gran Esfinge? |
Este último dato resulta muy significativo pues en 1968 se hallaron bajo
las aguas de las islas Bimini (en el Caribe) unas estructuras en piedra que por
su tallado y disposición parecían artificiales, formando una especie de avenida
o camino (“Bimini Road”). Para el mundo académico, empero, estos restos son
sólo resultado de la erosión natural. De todos modos, en los últimos tiempos
los investigadores de la A.R.E. han señalado que existen otros sospechosos
restos submarinos en el Caribe, como en la isla de Andros (del archipiélago de
las Bahamas) o cerca de la costa de Cuba.
A su vez, a día de hoy no se ha localizado en Egipto la famosa Sala de los Archivos, si bien la
exploración mediante georadar llevada a cabo en los años 90 por los geólogos
Schoch y Dobecki mostró ciertas anomalías debajo de las patas de la Esfinge de Guiza que, dada su regularidad,
podrían relacionarse con la hipotética Sala. De hecho, es bien sabido que bajo
la meseta de Guiza se han identificado numerosas cavidades y túneles, la
mayoría naturales, pero otros de origen artificial.
Análisis y conclusiones
Es muy complicado juzgar la validez de la vía parapsicológica en los
estudios históricos o arqueológicos. Para la ciencia oficial, esta vía carece
de la más mínima credibilidad o fiabilidad, de tal manera que los supuestos contactos
paranormales con el pasado suelen ser considerados un burdo fraude. Esta reacción
no nos debería extrañar, pues encaja bien con el profundo escepticismo, por no
decir desprecio, hacia la parapsicología por parte del estamento académico. Así,
este tipo de experiencias paranormales, salvo contadas excepciones, queda fuera
de la teoría y la metodología empírica del presente paradigma, que se ve incapaz
de contrastar lo que va más allá de la observación material y objetiva
de los fenómenos. No obstante, aun queriendo ser abiertos y generosos con estos
episodios paranormales, resulta difícil darles un voto de confianza por cuanto
presentan muchas más incógnitas y dudas que certezas.
En el caso concreto de la vasta obra dejada por Cayce a través de sus
lecturas, nos encontramos con el evidente problema de que –aparte de unos datos
concretos o ligados a realidades comprobadas a posteriori– la mayoría de las
revelaciones “históricas” se enmarcan en un mundo mítico, etéreo o difuso que hoy
por hoy no tiene respaldo documental ni arqueológico. Además, la obra de Cayce,
en general, respira un aire de filantropía[9],
espiritualidad o trascendencia, y en este sentido sus lecturas sobre temas históricos
se ceñían bastante a esta línea, mucho más próxima a una visión alternativa o
heterodoxa que a una convencional. Sea como fuere, no deja de resultar curioso
que de repente, a una edad avanzada, empezase a hablar de la Atlántida y
similares, cuando hasta ese momento había tocado temas relativamente alejados
de esta materia, sin que sepamos muy bien las motivaciones de este giro (¿el
interés de ciertas personas?).
Pero… ¿de dónde provenían esos mensajes? ¿Hasta qué punto es creíble esa
conexión con otras inteligencias? Estamos ante una situación muy semejante a la
de los llamados contactados o canalizadores, cuya credibilidad ha
sido puesta más de una vez en duda, en algunos casos por ser meros farsantes y en
otros por ser víctimas de simples sugestiones o de enfermedades mentales. Según
parece, Edgar Cayce carecía realmente de sólidos conocimientos sobre temas históricos,
mitológicos o arqueológicos, dado que su formación había sido bastante elemental,
y en consecuencia, no podía haber engaño acerca de su escaso bagaje en este
campo[10].
Sólo como hipótesis, podríamos preguntarnos si alguien de su entorno, de
algún modo, pudo “colocar” esos conocimientos en algún lugar recóndito de su
mente o bien influir en su subconsciente para “hacerle decir” determinadas
cosas. Porque lo que está claro es que su discurso contenía elementos ya
conocidos –e incluso populares– en aquellos tiempos, como el ocultismo, el Antiguo
Egipto o la Atlántida, sobre todo a partir del discurso alternativo teosófico, todavía
muy en boga a inicios del siglo XX. Y naturalmente nos quedaría el
planteamiento de que tales conexiones con una especie de base de datos cósmica
fueran reales, aunque otra cosa sería determinar hasta qué punto serían fiables
o comprobables (¿podría mentir o fantasear la fuente de tal base de datos?). Por
otro lado, esta vía nos llevaría a fascinantes especulaciones como la
posibilidad de que tanto el pasado como el futuro fuesen flexibles y contuviesen
muchos caminos por explorar, haciendo que tanto “lo verdadero” como “lo falso” deviniesen
términos más bien relativos.
En cualquier caso, es muy llamativa su profética visión de ciertos detalles
como el supuesto redescubrimiento de la Atlántida en 1968 (coincidiendo con el
hallazgo de Bimini)[11]
o el cauce del Nilo prehistórico, aparte de la incógnita de la escurridiza Sala
de los Archivos, cuya existencia sigue siendo una quimera... en tanto no se
den permisos para excavar debajo de la Gran Esfinge.
© Xavier Bartlett 2017
Fuente imágenes: Wikimedia Commons
[1] Capacidad de
hablar en una lengua extraña (y desconocida) para el individuo.
[2] Para los
escépticos, empero, este dato no es más que una leyenda sin ninguna credibilidad.
[3] Algunas
personas denominan a estas fuentes de conocimiento universal registros
akáshicos, sólo accesibles en determinados estados de trance o profunda meditación.
[4] Normalmente,
era su mujer Gertrude la que conducía las sesiones, pero ocasionalmente
participaban personas de diverso origen que formulaban preguntas concretas. Las
palabras de Cayce eran recogidas por una taquígrafa y luego redactadas como
“lecturas”.
[5] Entre lo más
destacado, dijo que pasado el año 2000, en la Era de Acuario, tendría lugar un
periodo de terribles catástrofes, tras el cual Jesucristo volvería a nuestro
mundo y el hombre retornaría a una era de armonía con la Naturaleza y con Dios.
También insinuó una posible Tercera Guerra Mundial desatada a partir de los conflictos
de Oriente Medio.
[6] En
particular, uno llamado “X”, procedente de Europa del Este y Oriente Medio.
También se identificó el haplogrupo B, típico de China, Japón, Sudeste
asiático, Polinesia y Melanesia.
[7] Sobre esta tecnología,
Cayce profetizó que los EE UU redescubrirían
en 1958 un cierto “rayo de la muerte” usado por los atlantes.
[8] Esta idea ya
había sido lanzada a finales del siglo XIX por Ignatius Donnelly y ha sido
seguida, con más o menos matices, por muchos autores actuales.
[9] De hecho, Cayce
ofreció muchísimas sesiones de trance para ayudar a la curación de enfermos, si
bien sus resultados han sido puestos en duda por los profesionales ortodoxos de
la medicina.
[10] A este
respecto, cabe apuntar que sus seguidores admiten que Cayce tenía un buen conocimiento del ámbito religioso,
en particular de temas bíblicos. No obstante, los críticos van más allá y consideran
que Cayce había leído y estudiado muchos otros temas (sobre todo de salud y
medicina) y que en realidad no era tan iletrado como desde la A.R.E. se quiere
hacer creer.
[11] Naturalmente,
tal hallazgo tiene que superar dos fuertes obstáculos: primero, demostrar que se
trata de una estructura artificial; y segundo, que pueda relacionarse de forma
fiable con el mito de la Atlántida.
2 comentarios:
Nunca me han convencido mucho los "canalizadores" y todo este tema de lo espiritual. Pero en estos temas soy un poco "agnóstico", no me convencen pero tampoco puedo negarlos.
Sobre la Atlántida, no me termina de cuadrar lo que dice Cayce. Según Platón, estaba localizada muy cerca del estrecho de Gibraltar. Posiblemente en el Golfo de Cádiz, y el actual Banco de Majuán sea parte de ella.
Que se encuentren restos de civilizaciones avanzadas para su época en otras partes del mundo (Bimini, Yonaguni, Creta, etc), significaría que la Atlántida no era la única civilización en esa época.
Tampoco me cuadra que fuese una civilización más avanzada que la nuestra. No podría desaparecer sin dejar rastro, estaría repartida por todo el mundo. No se tiene constancia de un cataclismo global en aquel tiempo. En todo caso, locales, terremotos, algún meteorito, el deshielo... Una civlización global sobreviviría porque estaría repartida por todo el mundo. En cambio una civilización avanzada para su época pero muy primitiva comparada con la nuestra, una civilización al estilo de los antiguos fenicios o cartagineses, localizada en una zona en concreto del planeta, sí podría desaparecer sin dejar rastro.
Gracias por el comentario Cobalt
Pues sí, yo también tengo mis serias dudas acerca de esta vía de conocimiento, y no porque niegue la parte paranormal sino porque puede haber "contaminación", por no hablar de fraude.
En cuanto a la Atlántida, se han dicho tantas cosas y tan dispares que resulta difícil hacerse un retrato fiel de cómo fue esa civilización, si es que existió realmente, Platón ha sido interpretado al gusto de mucha gente, aunque aún hay puristas como Diez-Montexano, "atlantólogo" reconocido, que hacen una lectura literal del relato platónico y lo ajustan en el espacio y el tiempo (justamente por donde señalas).
Claro que, y por aquí va mi opinión, la Atlántida podría ser una metáfora de una civilización perdida que existió en todo el mundo, no en un lugar concreto. Sobre sus avances tecnológicos, yo me remito a los restos arqueológicos "inexplicados" que se asignan a las antiguas civilizaciones, pero admitir lo que dijo Cayce me parece que tiene poco fundamento.
Saludos,
X.
Publicar un comentario