Aun después de pasado más de
medio siglo de su descubrimiento, los antiguos códices de Nag Hammadi (Egipto),
al igual que los hallados en el Mar Muerto hacia la misma época, siguen
despertando interés y controversia por tratarse de unos textos heréticos, fundamentalmente
gnósticos, que de alguna manera podrían comprometer o generar dudas acerca de
las verdades de la ortodoxia cristiana.
En el artículo que presento seguidamente,
el reputado antropólogo norteamericano John L. Lash, experto en el gnosticismo,
nos describe con detalle el trasfondo ideológico y religioso de esta polémica.
Así, según su visión, los escritos de Nag Hammadi podrían constituir el último
reducto de las llamadas escuelas mistéricas, esto es, las comunidades espirituales
de la Antigüedad reservadas a los iniciados en las que se impartían los Misterios, esto es, los saberes
más esenciales y profundos sobre la humanidad, el universo y la divinidad, y
que derivaban de antiquísimos conocimientos paganos –procedentes del Antiguo Egipto
principalmente– cuyo origen se hunde en la noche de los tiempos.
En su escrito, John Lash incide
en la persecución e intolerancia sufrida por los gnósticos por parte del
naciente cristianismo –consolidado nada menos que como religión oficial imperial–
que trató de tergiversar u ocultar su verdadero mensaje. Asimismo, Lash pone de
manifiesto que las escuelas mistéricas eran de hecho una red global de sabiduría
esotérica que incluía no sólo el gnosticismo sino también otras prácticas o
creencias como el druidismo, el budismo, el chamanismo, etc. Pero toda esta
sabiduría de los Misterios, tachada ahora de superstición y paganismo, fue
sepultada por una ortodoxia intransigente que pretendía someter o aniquilar la auténtica
espiritualidad al tiempo que imponía una religión dogmática e intolerante.
En fin, les dejo ya con John L. Lash
y este fascinante viaje a Egipto y a un mundo desaparecido de ideas y creencias
que apenas hoy en día somos capaces de reconstruir parcialmente a partir de un
tenue legado.
Cuando los Misterios murieron
Éxtasis e intolerancia en el
Mundo Clásico
“Los dioses paganos, incluso los
dioses de los Misterios, no son celosos unos de otros. Ellos forman una
sociedad abierta” (Walter Burkert, Ancient
Mystery Cults).
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Situación de Nag Hammadi, al sur de Egipto |
Los trece códices descubiertos en el Alto Egipto en diciembre de 1945 han
llegado a ser conocidos como la Biblioteca de Nag Hammadi, tomando ese nombre
de una aldea situada en la orilla oeste del río Nilo. En el mismo lado del río,
aproximadamente a 32 kilómetros al Sur, está el templo de Hatshepsut, escena de
la masacre terrorista de turistas en Noviembre de 1997. Se cree que los autores
llegaron desde la desolada tierra montañosa donde fueron encontrados los raros
códices. Cuando visité la región en Febrero de 1999 en un viaje con la Marion
Foundation, se habían establecido fuertes medidas de seguridad.
Yo llegué desde Luxor río arriba hasta Dendera,
emplazamiento del antiguo templo de Hathor, en un convoy armado, acompañado por
dos docenas de soldados con las metralletas a punto. Extrañamente, los
académicos no se refieren al templo ptolemaico de Hathor en Dendera, localizado
a tiro de piedra de Nag Hammadi. Desde la azotea del templo se puede contemplar
la impresionante curva del Nilo, y se tiene una visión directa de los
acantilados de Jabal Al-Tarif donde estaban escondidos los códices.
El poblado más cercano a la
cueva, Hamra Dun, es demasiado pequeño para ser mencionado, pues de otro modo
estos textos perdidos durante tanto tiempo hubieran sido denominados la
biblioteca de Hamra Dun. Hamra Dun es el nombre árabe del lugar de antiguo
nombre cóptico Chenoboskian, “el refugio de los gansos salvajes”; a su
vez detrás de ese nombre hay otro, el nombre egipcio del lugar, Sheniset,
“las acacias de Seth”, indicando una asociación con la secta gnóstica que se refería
a sí misma como la Secta de los Setianos.
El ocaso egipcio
La proximidad de Dendera a Hamra Dun es notable, pero hasta donde sé, ningún
erudito lo ha apreciado. Según el consenso actual, se supone que la
“biblioteca” de Nag Hammadi procede del monasterio de Pacomio, un lugar de
reclusión de monjes cristianos coptos que estuvo localizado en Tabennisi en la
orilla oriental, como se muestra en el mapa.
“Su fundador pionero, Pacomio,
había establecido una regla para unir a gente dispar y solitaria dentro de una
comunidad cuya práctica del trabajo agotador implicaba una disciplina estricta,
casi militar.” (Tobias Churton, The Gnostics, p.3)
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Detalle de la situación de Nag Hammadi |
Se supone que alguno de este
heterogéneo grupo reunió improvisadamente los trece paquetes encuadernados en
cuero, los puso luego en una vasija de arcilla roja y los escondió en una cueva
en la ladera. Basándose en el examen del “cartonaje”, las cartas fechadas y los
recuentos contenidos en las ligaduras de los códices, los expertos han
determinado que los pergaminos debieron haber sido ocultados en la cueva entre
345 y 348 d.C. La fecha es bien precisa y, quizás por coincidencia, se
corresponde con la muerte del monje maestro, Pacomio. Escondidos en el 345 d.
C.: ¿Por quién? ¿Por qué? ¿Para qué propósito futuro? Nadie lo sabe.
Los estudiosos que proponen la teoría del monasterio copto para explicar el
origen de los textos dejan de mencionar que el asentamiento de Pacomio,
establecido alrededor de 300 d.C., fue un pobre asunto comparado con el
complejo de Dendera, construido 500 años antes sobre asentamientos que se
remontan al 5.200 a. C.
El Templo de Hathor fue una
construcción ptolemaica tardía en un antiguo lugar sagrado, Tentyrs,
considerado como el lugar de nacimiento de Isis. Si Isis puede ser considerada
la equivalente de la Virgen María del cristianismo, Hathor fue la Eva egipcia.
Sus prehistóricos y autóctonos ritos eran propios de las perdidas culturas
sudanesas que precedieron con mucho al culto hollywoodiense de Osiris.
Hathor era una diosa de sabiduría, como la Sofía de los gnósticos. Su culto
celebraba el éxtasis, la sanación y la comunión mística con el cosmos.
Quizás entre la “gente dispar y solitaria” que encontró refugio en el
monasterio de Pacomio hubo algunos gnósticos que huían de la persecución o algo
peor. No obstante, pienso que es igualmente probable que los códices coptos
vinieran de Dendera, o que pudieron haber llegado a los monjes mediante alguna
asociación con los incondicionales del culto de Hathor y Horus instaurado allí.
Cada templo en Egipto tenía su propia biblioteca, y Dendera no era ninguna
excepción. Los textos sagrados eran guardados en estancias especiales en el
interior de la entrada, de modo que los sacerdotes pudieran seleccionar un
texto y luego proseguir a la parte apropiada del complejo del templo para
leerlos o (más probablemente) recitarlos.
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Zodíaco de Dendera |
La verdad es que no hay ninguna
indicación explícita del material que se refiere a Hathor en la Biblioteca de
Nag Hammadi, pero hay claras alusiones astronómicas. Dendera era conocido por
su Zodíaco sagrado, uno de los artefactos más espectaculares de la sabiduría
antigua que sobrevive intacto. La ciencia de las estrellas era importante para
el culto de Hathor, y los gnósticos –desde las épocas más antiguas– tenían la
reputación de ser astrónomos expertos.
El historiador del siglo I d. C.
Josefo (Antigüedades Judías I, 2.3) relata la tradición existente desde hacía
mucho tiempo de que “los hijos de Set eran considerados como los primeros
profesores de la ciencia astronómica” (Plunkett,
Calendars and Constellations of the Ancient World, p. 20). Jacques
Lacarriere (The Gnostics, p.31 y ss.) piensa que la ciencia del cielo es
la matriz original de su sistema de conocimiento.
Yo no puedo leer copto, pero con la ayuda de algunos eruditos gnósticos de
categoría mundial en la Universidad Católica de Leuven en Bélgica, he logrado
el nivel en que puedo andar a tientas en dicha lengua. Se trata de un lenguaje
torpe y compuesto, con poco alcance para la expresión sublime o compleja.
Después de unos años de tener mi nariz enterrada en los códices, o más bien
como un cerdo desenterrando trufas, tuve la viva impresión de que estaba
observando una especie de taquigrafía.
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Inscripción demótica |
El copto fue inicialmente
inventado por sacerdotes egipcios (paganos) para conservar la
pronunciación de la escritura de los amuletos que vendían. Esta lengua usa una
versión modificada de las letras griegas y de caracteres tomados prestados de
la escritura demótica [egipcia] para denotar sonidos que se dan en el egipcio
antiguo pero no en el griego. El resultado es un idioma artificial que no se
presta a la expresión filosófica. Se asemeja a la escritura taquigráfica usada
para registrar procedimientos judiciales. No es el mejor medio para conservar
las elevadas enseñanzas de los iniciados gnósticos en el momento del ocaso de
la civilización egipcia.
Mi impresión de los códices coptos de Nag Hammadi es que son traducciones de
notas apresuradas, y, en gran medida, notas incompetentes, anotadas en griego
por estudiantes de los Misterios, quizá estudiantes pertenecientes al complejo
de la escuela mistérica de Dendera. Los griegos habían estado yendo a Egipto
para aprender la ciencia y la metafísica desde los días de Pitágoras, alrededor
de 600 a. C. Con la decadencia y la dispersión de la civilización egipcia en la
época helenística, las capacidades del alumnado pudieron haber sido inferiores
a lo deseable. Incluso la antiquísima diseminación de la sabiduría egipcia en
la mente griega también pudo haber alcanzado un grado febril en los primeros
siglos después de Cristo.
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Interior del templo de Dendera |
Siendo, como lo es, una obra de la época ptolemaica (323-30 a. C.), Dendera a
menudo es desestimada como demasiado tardía para venerar la sabiduría pura y
antigua de los egipcios, pero ¿quién puede decir que el final de algo no puede
ser tan profundo como su principio? Dendera y otros templos ptolemaicos, como
el de Edfú, están inscritos con jeroglíficos en una densidad asombrosa, como si
los últimos sacerdotes que podían leer y escribir los textos arcanos estuvieran
concentrados en poner por escrito todo lo que pudieran para la posteridad.
En esta atmósfera, los
estudiantes griegos bien podrían haber estado peleándose por cada último trozo
del conocimiento que pudieran conseguir, y escribiendo algunas notas bastante
inconexas sobre lo que los profesores-sacerdotes les estaban explicando.
Si los presuntos “originales griegos” fueron notas de aula, no excesivamente
claras en primera instancia, y luego fueron traducidas del griego al copto por
escribas que apenas entendían lo que estaban leyendo, esto explicaría la
naturaleza alarmantemente caótica y contradictoria de estos textos. La
Biblioteca de Nag Hammadi es un tesoro espiritual de la Humanidad, y es también
una maraña confusa y mutilada.
Lugar de
nacimiento de Isis
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Vista de Luxor |
En Luxor, la antigua capital del Alto Egipto (en el sur), las enormes columnas
inscritas con jeroglíficos tallados con precisión revisten los santuarios
abandonados de los dioses egipcios, repletos de turistas en casi todas las
temporadas. Los recintos sagrados de la antigua capital irradian un encanto y
una mística que compiten con Guiza. Las pirámides al Oeste de El Cairo
permanecen como un mudo desafío para la comprensión humana, pero aquí en el Sur
otro esplendor comunica su hechizo. Aquí, una revelación diferente de los
muertos dinásticos asciende desde la tierra.
Dentro de un perímetro de unos 30 kilómetros está el Valle de los Reyes, el
emplazamiento de la tumba de Tutankamón y otros faraones, aproximadamente unos
cuarenta según Estrabón, un historiador griego de la época de Augusto (25 a.
C.). Hoy en día, una media docena de tumbas son accesibles a los visitantes, y
hay mucho más para encantar el ojo y arrobar la mente: el magnífico templo de
Hatshepsut en Deir Al-Bahari, el Ramasseum con su coloso despedazado como un
titán que cayó a la Tierra, los largos santuarios mortuorios de Seti I y
Rameses III, IV y IX, las tumbas de muchos nobles, el templo tardío de Ptolomeo
V en Deir el-Medina, los colosos gemelos de Memnón... Todo esto está en la
ribera Oeste, mientras que en la orilla del Este se extienden los majestuosos
terrenos de Karnak y el templo de Luxor, llamado “el Libro del Génesis en
piedra” por el egiptólogo disidente Schwaller de Lubicz.
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Exterior del templo de Hathor en Dendera |
Un poco más al Norte en la ribera occidental está Dendera, el emplazamiento del
templo de Hathor, la Eva egipcia. La masiva estructura de piedra arenisca está
instalada en la curva del Nilo donde el río se desliza hacia el Este antes de
volverse atrás a Qena, para luego fluir al Oeste más allá del extremo Sur de una
enorme roca saliente conocida como Jabal-al-Tarif. En su pendiente oriental,
los blancos acantilados están acribillados por 150 cuevas que fueron usadas
como refugios por místicos del desierto durante siglos antes del cambio de era.
Algunas cuevas dan acceso a galerías donde los príncipes faraónicos de la Sexta
Dinastía (2.500 a.C.) fueron sepultados, pero la mayor parte de ellas son
toscas grutas salpicadas quizás con unos cuantos fragmentos de vasijas.
Escarpadas e imponentes, las áridas laderas no ofrecen ninguna seña o
atractivo. Nag Hammadi está muy lejos de los lugares más frecuentados por el
turismo global. El lugar está en una región controlada por partidarios
islámicos responsables de la masacre de 54 turistas en el
templo de Hatshepsut en 1997. Normalmente, ningún turista se acerca a esta
aldea desolada o sin una fuerte imaginación como guía.
No queda nada que ver ahora de la
antigua maravilla que debió haber coronado este lugar, y sólo el serpenteante
susurro del viento del desierto alude a su misterio. Aquí los pasadizos
secretos que esperan ser descubiertos están escondidos dentro del que busca, no
en el lugar. Aquí yace el turbulento vórtice de ruinas invisibles.
Una red antigua
Un manual medieval elaborado por el ficticio guía turístico Ladâmes el Grande,
describe el paisaje donde se descubrió la biblioteca gnóstica:
“Verás, hacia el Noroeste, siete
tumbas establecidas en el lado del valle: cuatro juntas, luego dos juntas, y
luego la última aislada. Cava en esta última, a la profundidad de un qamah:
encontrarás el cadáver, y junto a él todas sus posesiones. Verás también
algunos elevados promontorios alrededor de este mismo cementerio hacia el lado
del Este. Entre estos promontorios hay cinco grandes tumbas, cada una con una
piedra en la cabeza y otra piedra en los pies, ambas puestas en la arena.
Levanta la lápida y cava...”
Ladâmes obviamente tuvo la
intención de abrir el apetito de los buscadores de tesoros tangibles, de
botines que podían ser transportados lejos y vendidos. Cuando escribió esto,
alrededor del 1.200 d. C., el tesoro intangible de Nag Hammadi había estado
perdido durante 800 años. Él pudo no haber tenido ninguna noción de su
existencia, ni tampoco le hubiera interesado. No consistía ni en príncipes embalsamados
ni en sus brillantes joyas. No formaba parte de ningún grandioso santuario
presentado en proporciones sagradas y alineado con las estrellas circundantes.
Nunca fue un objetivo de los saqueadores de tumbas en busca de riquezas
rápidas. Fue finalmente descubierto, después de otros 800 años, por un par de
campesinos beduinos que buscaban un abono natural llamado sebaj.
El hallazgo tuvo lugar en la
primera semana de diciembre de 1945, pero los trece códices de descascarados
papiros no llamaron la atención de los eruditos capaces de evaluar su
relevancia sino hasta el verano de 1947. El lugar preciso carece de marcas y es
poco notorio para el ojo humano, que se cansa rápidamente de los blanquecinos e
inhóspitos acantilados. Son la escasa evidencia visible de vastas ruinas
invisibles. Estos libros encontrados allí son significativos no simplemente por
su contenido sino más aún por su valor simbólico.
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Paisaje de las cuevas de Jabal-al-Tarif |
Los trece bultos representan más
de la sabiduría gnóstica que contienen. Son como fragmentos de las ruinas de
una enorme cúpula de cristales de colores que describía los orígenes de la
Humanidad, su sitio en el cosmos, y la causa de su extraño y desesperado exilio
en la Tierra. El color de los fragmentos es luminoso y humeante, como la luz
acaramelada. Para el ojo de la mente, confieren una lucidez inquietante, un
atisbo de extrañas enseñanzas que describen nuestro cautiverio en un mundo
desviado, un cosmos que ocurrió por error.
Las ruinas, incluso si son invisibles, deben ser ruinas de algo. Lo que estaba
sepultado en Nag Hammadi eran los últimos rastros de un completo mundo
visionario, una enorme hazaña de la imaginación que alguna vez vivió en las
mentes y los corazones de innumerables personas. El valor de la visión
consistía en su poder para iluminar la vida y guiar a la Humanidad. Tanto la
visión como el proceso de orientación fueron venerados en una enorme
organización, la red de las escuelas mistéricas, en las cuales los gnósticos
participaban como miembros escolares con responsabilidades especiales.
Confusa y fragmentaria como es, la Biblioteca de Nag
Hammadi es la evidencia existente primaria de un sistema educativo perdido
dedicado a la dirección espiritual de la Humanidad. En Nag Hammadi las ruinas
de los Misterios son sólo accesibles para el ojo de la imaginación, la facultad
que construyó la visión. Su presencia puede agitar el corazón con una angustia
de pérdida inexplicable, pues cuando murieron los Misterios se hizo añicos el
gran experimento visionario guiado por la Humanidad a través de los milenios.
La sabiduría preservada en recintos sagrados como esta aldea desolada guió a
innumerables personas durante incalculables siglos. Finalmente, los maestros y
los administradores de las escuelas mistéricas fueron tachados de herejes,
perseguidos y asesinados. No murieron por sus pecados, sino por lo que sabían.
Hoy hablamos informalmente de redes que unen lugares físicos dedicados a un
objetivo o actividad común. Todos los estadios de fútbol en el mundo forman una
red dedicada a un solo deporte. Todos los laboratorios bioquímicos que trabajan
para descifrar el genoma humano forman una sola red integrada. En Inglaterra,
las impresionantes estructuras –existentes desde hace mucho tiempo– de Oxford y
Cambridge son pruebas visibles de la red de universidades británicas, que
abarcan todos los campus del país. El conjunto total de los campus es mayor que
cualquier unidad sola. Una red compuesta de componentes visibles es en sí misma
invisible.
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Los templos de Egipto fueron escuelas de iniciación |
Dentro de un círculo con radio de unos 56 kilómetros alrededor de Luxor, se
concentran más ruinas que la suma total de ruinas halladas en cualquier otra
parte del mundo entero. Nag Hammadi se encuentra justo en el borde de este
impresionante perímetro. Los conjuntos-templos del Alto y el Bajo Egipto no
fueron las únicas escuelas mistéricas de la Antigüedad, pero sí es probable que
fueran las más longevas, las mejor organizadas y las mejor financiadas, la
élite de las religiones mistéricas.
Dado que las referencias
históricas de los Misterios se derivan casi exclusivamente de la época en que
estaban siendo eliminados, los estudiosos han fomentado la impresión de que las
religiones de Misterios consistían en unos pocos y dispersos centros de culto
más que una organización enorme que circunscribía al mundo antiguo. Pero los
restos arquitectónicos en Egipto y en otras partes dan testimonio del enorme
alcance de las religiones mistéricas. Incluso las diatribas de los Padres de la
Iglesia, que se enfurecieron contra la sabiduría pagana, atestiguan
involuntariamente la extendida organización transcultural de los cultos de
Misterios.
El Philosophumena (o
“Refutación de Todas las Herejías”, c. 230 d. C.), atribuido a Hipólito de
Roma, es una enciclopedia que describe a los gnósticos al lado de druidas,
brahmanes y una variedad de otros religiosos exóticos. Los historiadores hoy
saben que los druidas eran endémicos en la cultura celta que se extendía desde
las lejanas islas occidentales de Escocia e Irlanda hasta lo profundo del Asia
Menor. Los brahmanes de India eran conocidos en Alejandría, como lo fueron los
monjes budistas, cuyas peregrinaciones por Egipto y Palestina están registradas
en los anales del rey Asoka, de la dinastía mauria (gobernó entre 269 y 232 a. C.).
Una tablilla de piedra en Girnur en Gujarat declara el objetivo de Asoka de
extender el budismo a través del valle entero del Nilo.
C. W. King (Gnostics and Their
Remains) observa el parecido cercano entre la disciplina budista y la
esenia, y cita el testimonio del historiador judío Josefo de que los centros
esenios de culto en el Mar Muerto habían existido durante “miles de años” antes
de su época. Los colegios gnósticos pertenecieron a esta gran organización
milenaria de sabiduría nacida en Asia; sin embargo, “la regla observada por
todos los posteriores historiadores del gnosticismo consiste en representarlo
como una mera falsa herencia y corrupción del cristianismo.”
Intolerancia cristiana
Las escuelas mistéricas constituían una amplia red de colegios eclécticos y
multidisciplinarios que compartían un lenguaje universal de sabiduría
esotérica. Los brahmanes, druidas, budistas, gnósticos, esenios y muchos otros
habrían sido capaces de comunicarse íntimamente unos con otros, a pesar de las
diferencias culturales, lingüísticas y raciales. El fundamento común de los
Misterios se sabía que había sido el culto asiático de la Gran Diosa, la Magna
Mater.
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Manuscritos gnósticos de Nag Hammadi |
La identidad de la budista Prajnaparamita, “la Sabiduría
de la Madre Suprema”, con la gnóstica Sofía, ha sido afirmada por Evens-Wentz,
un erudito pionero del budismo tibetano. El temprano erudito gnóstico G.R.S.
Mead, los estudiosos de mitología comparada Mircea Eliade, Joseph Campbell y
Alain Danielou, y el erudito budista John Myrdhin Reynolds, han desarrollado
paralelos budistas-gnósticos. La enseñanza del gnóstico Basílides es
prácticamente indistinguible de los tratados sobre la filosofía Mahayana de la
escuela de Nalanda. El gran erudito budista y sabio Nagarjuna era contemporáneo
de los gnósticos del siglo II que estuvieron bajo el fuego intenso de los
heresiarcas cristianos.
En el Segundo Tratado del Gran
Set (NHL VII, 2), un maestro gnóstico habla con franqueza de su grave
situación y de la clase de conducta que estaban afrontando:
“Nosotros fuimos odiados y
perseguidos, no sólo por aquellos que simplemente son incapaces de entendernos,
sino también por aquellos que piensan que están contribuyendo al crecimiento
del nombre de Cristo, aunque sin darse cuenta estuvieran vacíos,
ignorantes de quiénes son, como animales mudos... Persiguieron a aquellos que
han sido liberados por mí, porque los odian; esos que, si cerrasen sus bocas,
llorarían con gemidos inútiles porque no me conocen. En cambio, sirvieron a dos
amos, incluso a una multitud. Pero llegarán a ser victoriosos en todo, en
guerras y batallas, en la división por celos y la ira... habiendo proclamado la
doctrina de un hombre muerto y otras mentiras para parecerse a la libertad y a
la pureza de la congregación perfecta. Y así, uniendo en su doctrina de temor y
esclavitud las necesidades mundanas y el abandono del respeto profundo, siendo
insignificantes e ignorantes, no pueden albergar la nobleza de la verdad, ya
que ellos odian lo que son y aman lo que no son.”
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Imagen de Jesucristo |
Este pasaje revela cómo eran
vistos los primeros cristianos a los ojos de los gnósticos. Contiene varias claves
importantes para el punto de vista del partido perseguido, el lado raramente recogido
en la narrativa histórica. El autor condena a los cristianos por su ignorancia
y su incapacidad para abrazar “la nobleza de la verdad”. La liberación de la
ignorancia y la dedicación a la verdad eran los criterios supremos de la
religión gnóstica. Los cristianos son criticados por servir a dos señores y
complacer a la multitud. En otras palabras, son hipócritas que procuran gobernar
por su gran número. Esto contrasta profundamente con el elitismo gnóstico. La
alusión a “esos quienes, si cerrasen sus bocas” implica la necesidad de ser
iniciado. La palabra “misterio” (mysterion, en griego) se deriva del
verbo griego myein, “cerrar”, refiriéndose al cierre de los labios o de
los ojos. “Los que deberían cerrar la boca” son forasteros profanos que muy
probablemente no saben lo que están atacando.
Sin embargo, los perseguidores prevalecerán, predice el maestro, porque ellos
usan la guerra y la violencia para conseguir sus objetivos. Significativamente,
fomentan “la división por celos y la ira”. En términos gnósticos, este lenguaje
se refiere a la actitud de Yahvé, la deidad colérica, identificada por los
gnósticos como el jefe supremo de los Arcontes, los alienígenas o la
especie extraterrestre que intenta desviar a la Humanidad de su curso apropiado
de evolución. Los gnósticos vieron el poder de los Arcontes detrás de la
ideología y la política cristianas. Aunque “su doctrina de temor y esclavitud”
sea ridícula, es eficaz, porque los Arcontes pueden ejercer un efecto insinuante
en nuestras mentes, un tipo de malévola telepatía inter-especies, se podría
decir. Obligados por un proceso de pensamiento distorsionado por los Arcontes,
los primeros ideólogos cristianos imitaron los Misterios de los hijos de la luz
e hicieron pasar mentiras por verdades. El complejo del redentor cristiano
impone “la doctrina de un hombre muerto” en lugar de la gnosis de la vida
eterna.
En opinión de la última generación de gnósticos, los conversos al cristianismo
eran seres humanos invertidos, al odiar lo que son y amar lo que no son. Para
la mente gnóstica, la hipocresía final es la traición de la inteligencia divina
que está en la Humanidad y la adopción de una ideología basada en el error.
La actitud pagana de la tolerancia se infiltró en las escuelas mistéricas, aun
cuando las Escuelas mantuvieron criterios estrictos para la admisión, e
impusieron un voto de secreto que parece que casi nunca fue transgredido. El
contraste con la evangelización cristiana no podía ser más dramático. En The
Mystery Religions, S. Angus observa: “En materia de intolerancia, el
cristianismo se diferenciaba de todas las religiones paganas, y superaba al
judaísmo; en este sentido, estuvo en directa oposición al espíritu de la
época.”
Se han dado muchas explicaciones
para dilucidar por qué el cristianismo prevaleció sobre los Misterios, pero
sería negligente no aplicar el sentido común: la intolerancia usualmente
prevalece sobre la tolerancia porque la tolerancia –por definición– permite que
aquella actúe así; y si no es así, la intolerancia prevalecerá por la fuerza,
si es necesario. Los Misterios no murieron por causas naturales. Fueron
activamente suprimidos y, dondequiera que fue posible, suprimida su raíz y sus
ramas.
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dios pagano (Mercurio) |
“Los dioses paganos no son
celosos unos de otros”, dice Burkert. Ningún sistema social es perfecto, pero
la filosofía pagana fomentaba una sociedad abierta en la cual las enseñanzas
espirituales universales podían asumir una amplia variedad de expresiones.
¿Qué posición sostuvo el
gnosticismo en el foro abierto de las escuelas mistéricas? Tal posición debió
haber sido central y crucial para la red entera de algún modo, porque las
enseñanzas gnósticas fueron el objetivo número uno a erradicar por parte de los
misioneros e ideólogos cristianos. La palabra gnosis es griega, y con
mucho, la más convincente prueba de que los Misterios provienen de la cultura
greco-romana. Esto ha conducido a la impresión de que la gnosis estuvo
confinada a un pequeño entorno cultural y geográfico en Oriente Medio y Egipto.
Considerando lo que sabemos ahora acerca de las enseñanzas de los gnósticos, es
procedente asumir que –en su trabajo en las escuelas mistéricas– proporcionaron
un conocimiento especial sobre fenómenos extraños y paranormales. O sea, eran
maestros en ciencias noéticas
y en parapsicología. En este sentido, son comparables a los sofisticados
chamanes de otras partes de la antigua Europa, así como de Asia. Los budistas
de Nalanda en la India y los druidas del país de Gales pueden haber estado
cultural y geográficamente separados, pero espiritualmente habrían estado
implicados en actividades paralelas. Merlín, que quizás vivió en el siglo VII,
tiene equivalentes exactos en sabios tibetanos como Naropa y Milarepa. No hay
ninguna razón para excluir a los gnósticos de este cuadro, y de hecho toda la
evidencia disponible los señala desempeñando un papel de esta clase en el marco
cultural y religioso de su tiempo.
Los gnósticos, preocupados por el descubrimiento de la influencia de los
Arcontes, podrían haber dialogado abiertamente sobre hechizos mágicos y zonas
planetarias con los sabios visitantes llegados desde los confines del
continente o de la India. Las distancias geográficas no pueden ser vistas como
disuasorias, pues los viajes en la Antigüedad eran mucho más comunes y
extendidos que lo que se ha supuesto. Hasta muy recientemente era imposible
deducir de la narrativa histórica cómo la red de las escuelas mistéricas pudo
haber proporcionado el contexto para la diseminación intercultural. El
gnosticismo ya no puede ser identificado exclusivamente con unos pocos cultos
dispersos en Asia Menor y Egipto. El final de los Misterios se llevó a efecto
mucho más allá de las áridas laderas de Nag Hammadi. Implicó el colapso de una
vasta y bien tejida organización dedicada a la guía espiritual de la Humanidad.
Una religión diabólica
Hacia el tiempo en que fueron escondidos los manuscritos de Nag Hammadi,
Agustín de Hipona, uno de los padres fundadores de la fe cristiana, estableció
la política de la Iglesia para la apropiación sistemática de los lugares y los monumentos
anteriormente ocupados por el sistema de universidades de los Misterios:
“Cuando los templos, ídolos, arboledas, etc., son
derribados con el permiso de las autoridades –a pesar de que nuestra
participación en este trabajo es una clara prueba de que no honramos, sino que más
bien detestamos estas cosas– debemos abstenernos sin embargo de apropiárnoslos
para nuestro propio uso personal y privado, de manera que sea manifiesto que al
derribar estas cosas estamos influidos no por la avaricia sino por la piedad. Cuando,
sin embargo, los despojos de estos lugares son destinados al beneficio de la
comunidad y dedicados al servicio de Dios, son tratados de la misma manera que
los hombres mismos cuando se convierten de la impiedad y el sacrilegio a la
religión verdadera.”
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Cruz copta |
Este pasaje muestra el otro
aspecto de la situación descrita en el Segundo Tratado del Gran Set, citado
hace poco. Aquí la historia está vista por los ojos del partido predominante.
Con una astuta tergiversación, Agustín autoriza el acto de saqueo, pero
absuelve a aquellos que lo perpetran por causa de cualquier atisbo de motivos
egoístas, como envidia, celos o sed de poder. Él afirma que “los despojos de
estos lugares” tienen el propósito de servir a Dios, tal como aquellos que los
crearon harían cuando fueran convertidos a “la religión verdadera”.
Para asegurar el monopolio sobre Dios,
era necesario legitimar el derrocamiento y la apropiación de la sabiduría
pagana. Para derrotar a la verdad, ésta tiene que ser diabolizada. Aquello que
es “distinto” debe ser derrotado mediante una apropiación cultural
(cooptación). En este sentido, el cristianismo puede ser designado como una
religión adversativa o diabólica, de dia-bolos (bolos, arrojar; dia,
en contra). No prevalece por lo que ofrece sino más bien por aquello que
derrota. El cristianismo es único en este respecto, aunque éste no sea
ciertamente el modo en que se apreciaría su singularidad por el mundo en
general. Desde su creación, el cristianismo exhibió una capacidad especial para
doblegar a todo lo que le fuera diferente. Se define a sí mismo por aquello a
lo que se opone. Incapaz de tolerar la coexistencia, debe destruir
completamente. La historia de la Iglesia demuestra este patrón de usurpación
totalitaria.
En la visión gnóstica, tipificada
por el autor del Segundo Tratado, la ira, la división, la imitación
(cooptación) y la esclavización del espíritu humano –características obvias del
imperialismo cristiano– son síntomas de los extremadamente perversos efectos de
los Arcontes. Por supuesto, los humanos son capaces de este tipo de
comportamiento por sí mismos; pero también pueden comprender lo que hacen y
corregirlo, desistiendo así del daño. Cuando la acción se desborda y escapa a
la rectificación, es debido a la influencia arcóntica. Así pensaban los
gnósticos.
La cooptación –esto es, tomar algo desde su ámbito original y adaptarlo o
distorsionarlo para objetivos para los cuales no estaba destinado a servir– es
una eficaz técnica adversativa, usada a menudo en los conflictos legales.
Usualmente, el acusador tomará un asunto o incidente presentado por la defensa
y lo convertirá en “evidencia irrefutable” contra el acusado. En un caso de
violación, por ejemplo, la conducta o el estilo de vida de la mujer víctima,
que de ninguna manera invita a la violación, pueden ser cooptados por la
defensa del violador, de modo que parezca que “ella lo estaba pidiendo”, y sólo
más tarde, después del hecho, ella decidió verlo como violación. Tales
cuestiones son abundantes en el mundo moderno, y ciertamente nos ponen enfermos sólo con oirlas.
Pero es precisamente la táctica
de la distorsión adversativa la que define las guerras contra la herejía
emprendidas por los primeros cristianos contra los gnósticos, en particular, y
las escuelas mistéricas, en general. La contrainteligencia gnóstica se enfocó
en los poderes anormales de los Arcontes. Inspirados por la envidia, trabajan
mediante la imitación; sobre este punto, las escrituras gnósticas son unánimes.
Siendo esto así, las ondas expansivas debieron haber resonado a través de los
pasillos de los templos de las Escuelas Mistéricas cuando los primeros cristianos
cazadores de herejías acusaron a los gnósticos de imitar los sacramentos
cristianos. Justino Mártir (siglo II), el primer representante registrado de
los agresivos heresiarcas, acusó a los gnósticos de robar descaradamente textos
de la Biblia. Un siglo más tarde, Hipólito afirmó que todo lo que se encuentra
en las escrituras gnósticas fue plagiado de fuentes antiguas. Al decir esto, involuntariamente
dio fe de las antiguas raíces pre-cristianas del gnosticismo, pero su
comentario no fue interpretado de esa manera. Se quiso entender que las
doctrinas cristianas, dadas por Dios, debían proceder de antes del tiempo de la
creación, y que estas antiguas enseñanzas eran las que los gnósticos imitaban.
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Tertuliano |
Tertuliano, que escribe alrededor
del 200 d. C., argumentó que “El Diablo, cuyo negocio es pervertir la verdad,
imita las circunstancias exactas de los sacramentos divinos, en los Misterios
de los ídolos. Él mismo bautiza a algunos, es decir, a sus creyentes y
seguidores a los que promete el perdón de los pecados desde la Fuente Sagrada,
y los inicia por lo tanto en la religión de Mitra. Así marca en la frente a sus
propios soldados; allí celebra la ofrenda del pan; trae el símbolo de la
Resurrección y gana la corona con la espada.”
Este argumento logra dos cosas a
la vez: establece la apropiación (cooptación) de los sacramentos mitraicos en
las ceremonias cristianas y encubre el hecho afirmando que el Diablo –a menudo
identificado como el autor de las enseñanzas gnósticas– estaba imitando los
ritos cristianos cuando introdujo la liturgia mitraica. El cristianismo no está
secuestrando la religión mitraica, como tan evidentemente parece ser el caso,
sino que simplemente ¡está retomando lo que originalmente le perteneció! La
expropiación, identificada con una alta especificidad en el caso del mitraísmo,
era una política general aplicada a las escuelas mistéricas, e incluso a
ciertas enseñanzas gnósticas, en la medida en que los cristianos tenían acceso
a ellos. Armado con la lógica de Tertuliano, el cristianismo robó extensa y
desvergonzadamente de las religiones paganas.
El secuestro de la religión pagana era tan obvio para la gente de ese tiempo –y
no sólo para los teólogos, sino para la gente corriente de sentido común que
estaba familiarizada con la religión pagana– que Tertuliano tuvo que reelaborar
su argumento de un modo tortuoso. Él cita el poder de la imitación como la
obra del Diablo. Con una astuta tergiversación, defiende su religión contra
la acusación gnóstica de que los Arcontes, que sólo pueden imitar, estaban
trabajando detrás de la fachada de la ideología de la Redención.
Tertuliano ofrece la fantástica explicación de que Satán
evocó los sacramentos antes de que Cristo tuviera la posibilidad de encarnar y
experimentar la Pasión, Crucifixión y Resurrección, proporcionando con ello los
dramáticos precedentes sobre los cuales los sacramentos se basarían: así, “el
Diablo imita las circunstancias exactas de los sacramentos divinos”. Ésta es
una clave gnóstica, o al menos sería tomada por un gnóstico como una clave, ya
que esto alude a la influencia mimética de los poderes alienígenas, los “seres
de la semejanza”.
El hecho de que los primeros ideólogos cristianos se hubieran apropiado de
sitios y ritos paganos y los renombraran como cristianos es un tedioso
cliché en la historia de la religión. Hoy, por todo el mundo, las iglesias
católicas se levantan en los emplazamientos de los antiguos santuarios paganos.
La catedral de Chartres, por ejemplo, está construida sobre una gruta
pre-cristiana dedicada a la Virgen Negra, una versión de la gnóstica Sofía.
Literalmente se podrían dar miles de ejemplos similares, pero nos aburrimos
demasiado fácilmente... La inefable luz de la gnosis alimenta cada vela que se enciende
a los santos cristianos.
Una maldición sobre el aprendizaje
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Estatua de Mitra |
La Historia nos dice que ganó el argumento establecido por Tertuliano, pero el
sentido común nos dice que la imitación depende de algo genuino que existe de
antemano (“No habría oro falsificado si el oro verdadero no existiera”, dice un
proverbio sufí). Es posible que los principios básicos del mitraísmo se
remonten al IV milenio a. C., una fecha apoyada por los estudios
arqueo-astronómicos que usan la precesión de los equinoccios. El dualismo zoroástrico
y la adoración solar, incorporados en la religión mitraica, se pueden remontar
a los registros persas existentes de 2234 a. C. (Laura Elizabeth Poor, Sanskrit
and its Kindred Languages, p. 142), y las notas adjuntas a las copias más
antiguas de los diálogos de Platón indican que en el tiempo de éste se pensaba
que la antigüedad de Zoroastro se extendía al 6000 a. C. Las enseñanzas y ritos
zoroástricos existían mucho antes del cristianismo, desde siglos incontables.
Entonces, ¿qué es lo que estaba siendo imitado? ¿Estos modelos antiguos o las
nociones recién aparecidas que surgieron entre los conversos cristianos después
del año 75 d. C.?
Los convertidos al cristianismo
en los cinco primeros siglos de nuestra era estuvieron dedicados a una campaña
de “purga intelectual”. Su objetivo general eran los intelectuales paganos de
aquella época, muchos de los cuales eran prominentes gnósticos, maestros y
formadores vinculados a las escuelas mistéricas. Y dado que el conocimiento y
el aprendizaje eran sagrados en el gnosticismo, los libros y las bibliotecas de
las escuelas mistéricas fueron los principales objetivos para el holocausto
intelectual.
La alfabetización era una cuestión importante en las guerras contra la herejía.
Muchos conversos al cristianismo eran esclavos que no podían leer o escribir. Los
pocos que sí podían leer se dedicaron a establecer un canon de textos
aceptables, es decir, de escrituras ortodoxas. Extraño como ahora pudiera
parecer, defendieron la ortodoxia contra la herejía incluso antes de que el propio
canon se hubiera establecido. El fundamentalismo cristiano, desde Oklahoma City
al Vaticano, custodia la Sagrada Escritura como un monopolio sobre la
primogenitura espiritual de la Humanidad. Para incontables millones de personas
a través de los siglos la Biblia ha sido el único texto autorizado de la
espiritualidad, pero los gnósticos tenían miles de textos sagrados. Sus
escrituras eran su riqueza, un hecho que enfureció a los primeros Padres de la
Iglesia, que se opusieron a ellos.
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San Agustín de Hipona |
San Agustín protestó amargamente contra los “muchos y enormes libros” que los
gnósticos habían producido, que él comparaba al alimento comido durante un
sueño. Como si no fuera bastante malo que los gnósticos fueran escritores
lúcidos y prolíficos, eran también, “grandes habladores, cuya boca es una
trampa del Diablo, y una trampa para aves compuesta de una mezcla de las
sílabas de tu nombre [Señor Jesús]. Los místicos de hablar rápido son
avasalladores porque ellos repiten la Verdad y la Verdad
como si fuese una mujer que conocieran en términos íntimos.” Pues bien, lo
era. Los gnósticos llamaban a la sabiduría que reverenciaban como Sofía,
una palabra femenina en griego, “y así ellos me repitieron su nombre, pero ella
no estaba en ninguna parte entre ellos, pero decían cosas falsas, no sólo acerca
de Ti que eres la Verdad en la verdad, sino incluso acerca de los elementos de este
mundo nuestro, tu creación”.
En las palabras “incluso acerca
de los elementos de este mundo nuestro”, Agustín ciertamente alude a las
enseñanzas gnósticas sobre el desviado sistema del mundo. En esa época, la
sugerencia de que el dios creador pudiera ser un monstruoso alienígena había
sido sepultada detrás de un potente tabú.
Cuando las escuelas mistéricas se cerraron, los gnósticos ya no tenían un
ambiente seguro donde pudieran escribir, enseñar y conferir la iniciación. El
aprendizaje preparatorio y la transmisión (paradosis) que tuvo lugar en
el ámbito de los Misterios, así como el concienzudo y exacto conocimiento
requerido para la continuación de la antiquísima formación, fueron
interrumpidos para nunca más ser restaurados.
Con la supresión de la gnosis, la detección de los poderes arcónticos que
funcionan dentro de la mentalidad cristiana se hizo cada vez más difícil. ¿Qué
mejor manera de asegurar el triunfo de la ideología de la salvación, influida
por los Arcontes, que eliminar a los altamente expertos videntes que eran
excepcionalmente capaces de detectarla y denunciarla?
El conocimiento no ordinario, la síntesis de los especializados conocimientos
gnósticos, ha llegado a ser extremadamente difícil de adquirir desde que murieron
los Misterios. Incluso el conocimiento corriente se extinguió en la Edad Media.
El foro abierto de las escuelas mistéricas había proporcionado la inspiración
ética y cultural a todo el mundo circundante en la Antigüedad. El orador romano
Cicerón certificó que “en realidad hemos aprendido de ellas los fundamentos de
la vida”. No es de extrañar que su destrucción tuviera tal costo para el
espíritu humano.
Cuando el cristianismo subió al
poder, el mundo clásico se convirtió en una tierra espiritualmente baldía.
Milenios de aprendizaje murieron en la viña. La demolición completa de la
literatura pagana estaba ya estaba muy avanzada en la época de Agustín. Un
siglo o dos más tarde, cuando ya no quedaban más bibliotecas que destruir,
Europa se sumergió en la Edad Oscura, llevándose el mundo luminoso de los
Misterios con ella hacia el olvido.
© John L. Lash 2005
Fuente:
http://www.bibliotecapleyades.net/mistic/mistic_31.htm
Fuente original: www.metahistory.org
Fuente imágenes: Wikimedia
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