Graham Hancock |
Misteriosos extranjeros: Nuevos hallazgos sobre los primeros americanos
El best-seller de Graham Hancock |
Uno de los misterios históricos que me llevó a escribir Fingerprints fue el elocuente testimonio mítico y escultórico, relativo a una época muy lejana en el tiempo, en la que pueblos que indiscutiblemente no eran indios americanos habitaron el continente americano. Tanto el dios Viracocha, en América del Sur, como el dios Quetzalcóatl, en México, se han descrito como altos, de piel blanca y barba rubia, y a veces con ojos azules.
Figura precolombina de aspecto caucásico |
Más intrigante
aún, en La Venta también se encontraron otras esculturas, la mayoría en forma
de cabezas megalíticas, en los mismos estratos arqueológicos que las figuras
caucasoides. Una vez más, estas esculturas, llamadas cabezas olmecas, no
presentan las características típicas de los indios nativos americanos. Su
aspecto es de apariencia inequívocamente negroide, pues representan individuos
que se asemejan bastante a los modernos africanos, melanesios o aborígenes
australianos.
“Los esqueletos desenterrados en varios estados del oeste, y tan al este como Minnesota, están desafiando las concepciones tradicionales que veían a los primeros estadounidenses en todo semejantes a los asiáticos de hoy. Los cráneos de los esqueletos tienen características similares a las de los europeos, lo que sugiere que entre los primeros seres humanos que emigraron al Nuevo Mundo hace más de 9.000 años se hallarían gentes caucásicas. Los antropólogos ya tenían conocimiento de tales huesos hace años, pero no eran plenamente conscientes de su importancia hasta que se han vuelto a evaluar en los últimos meses. Los nuevos análisis estuvieron motivados por el descubrimiento el pasado verano de la última incorporación al cuerpo de pruebas: el esqueleto inusualmente completo de un hombre aparentemente caucasoide que murió hace unos 9.300 años cerca de lo que hoy es Kennewick, Washington [...] La cabeza del hombre y los hombros estaban momificados, y conservaban gran parte de la piel en esa zona [...] Los que examinaron los huesos creyeron al principio que se trataba de los restos de un colono europeo [hasta que el radiocarbono reveló su gran edad]. ‘Es un momento emocionante, y creo que vamos a ver algunos cambios reales en la historia del poblamiento de América del Norte’, dijo Dennis Stanford, una autoridad del Museo Nacional del Instituto Smithsoniano de Historia Natural.”[1]
No todos los
estudiosos están de acuerdo que el Hombre de Kennewick fuera un caucasoide[2].
Pero por lo menos el descubrimiento ha planteado serias dudas sobre el modelo
establecido del poblamiento de las Américas. Otros descubrimientos han
planteado nuevas dudas.
Similitudes con aborígenes de hoy en día o con africanos
Cabeza olmeca del yacimiento de Tres Zapotes |
“Era la cabeza
de un anciano con una nariz ancha y plana y labios gruesos. Los labios estaban
ligeramente abiertos, dejando al descubierto unos dientes fuertes y cuadrados.
La expresión en el rostro sugería una sabiduría antigua, paciente, y los ojos
parecían mirar sin miedo a la eternidad... Sería imposible para un escultor,
pensé, inventar todas las diferentes características combinadas de un tipo
racial auténtico. La representación de una auténtica combinación de
características raciales por tanto implicaba que seguramente se había utilizado
un modelo humano.”
“Caminé
alrededor de la gran cabeza un par de veces. Tenía 22 pies (unos 6,6 metros) de
circunferencia, pesaba 19,8 toneladas, se alzaba hasta casi 8 metros de altura,
había sido esculpida en sólido basalto, y mostraba claramente una genuina
combinación de características raciales. En efecto, al igual que otras piezas
que había visto, sin lugar a dudas y sin ambigüedades representaba un tipo
negro... Mi propia opinión es que las cabezas olmecas nos presentan imágenes
fisiológicamente exactas de personas reales de procedencia negroide...”
Volví a este
misterio en mi libro de 1998 Heaven’s Mirror:
“Los
historiadores ortodoxos no aceptan la presencia de africanos en el Nuevo Mundo
antes de la llegada de Colón y han tratado de eludir las consecuencias de las
características obviamente africanas de las 16 cabezas olmecas de 3.000 años de
antigüedad que han sido halladas hasta la fecha. ¡Al menos esto puede tomarse
como señal de que no hay racismo en la arqueología, dado que se supone también
que tampoco hubo caucásicos en el Nuevo Mundo antes de Colón! Los estudiosos han
planteado pues objeciones predecibles sobre el mito de Quetzalcóatl del hombre
alto con barba blanca y han tratado de desechar cualquier sugerencia que
pudiera derivarse de los numerosos relieves de caras caucásicas que se han
excavado en algunos de los yacimientos arqueológicos más antiguos de México. En
el área olmeca se hallaron varias de estas caras en los mismos estratos que las
cabezas africanas y algunas veces al lado mismo de éstas, pero también
tenemos imágenes de caucásicos en
lugares tan distantes como Monte Albán, en el sur-oeste, un yacimiento datado
entre 1000 y 600 antes de Cristo.”
“En 1996 y 1997,
el descubrimiento de huesos de raza blanca con más de 9.000 años en las
Américas parece, de repente, que ha validado el mito de Quetzalcóatl. Por
tanto, es legítimo preguntarse ahora cuánto tiempo pasará hasta que la
afortunada paleta del arqueólogo descubra los huesos de las personas que
podrían haber servido de prototipos para las grandes cabezas olmecas.”
Esa afortunada paleta del arqueólogo no se hizo esperar. El 22 de agosto de 1999, el London Sunday Times (y unos días más tarde, un documental de la televisión BBC2) informó del descubrimiento en Brasil y Colombia de más de 50 esqueletos y cráneos negroides de un pueblo que había vivido en América del Sur hace unos 12.000 años, aproximadamente 3.000 años antes de la primera penetración conocida de los pueblos mongoloides en esta región[3].
Esa afortunada paleta del arqueólogo no se hizo esperar. El 22 de agosto de 1999, el London Sunday Times (y unos días más tarde, un documental de la televisión BBC2) informó del descubrimiento en Brasil y Colombia de más de 50 esqueletos y cráneos negroides de un pueblo que había vivido en América del Sur hace unos 12.000 años, aproximadamente 3.000 años antes de la primera penetración conocida de los pueblos mongoloides en esta región[3].
Concretamente,
se ha descrito un ejemplar particularmente bien conservado, los restos de una
joven a quien los científicos han apodado “Luzia”, como el esqueleto humano
más antiguo encontrado en el continente americano. Ha sido estudiado por
Walter Neves, profesor de Antropología Biológica de la Universidad de Sao
Paolo, quien afirma:
“Cuando empezamos a ver los resultados fue increíble porque nos dimos cuenta de que los datos no mostraban que estas personas fuesen mongoloides; mostraban que eran cualquier cosa salvo mongoloide [...] Son similares a los aborígenes de hoy en día o a los africanos y no muestran similitudes en absoluto con los mongoloides de Asia oriental ni con los indios de hoy en día.”
El Sunday
Times también cita a Richard Neave, un artista forense de la Universidad de
Manchester, que ha realizado una reconstrucción del rostro de Luzia. “Esa cara
–comenta Neave– es negroide. Las proporciones de la cara no apuntan en absoluto
a que sea mongoloide.”
Hasta ahora, por lo que yo sé, ningún estudioso ha señalado que los descubrimientos en Brasil y Colombia puedan ofrecer alguna explicación acerca de los rasgos negroides de las cabezas olmecas. Es cierto que las esculturas olmecas fueron halladas en estratos de entre 3.000 y 4.000 años de antigüedad mientras que los esqueletos brasileños y colombianos son mucho más antiguos. Pero esto no excluye una posible conexión. Por lo menos, es sin duda una coincidencia interesante (a) que hayan llegado hasta nosotros piezas de escultura monumental que representan individuos negroides de la antigüedad prehistórica de las Américas, y (b) que se haya probado científicamente que un pueblo negroide, no identificado previamente e inesperado por los historiadores, habitó el continente americano hace unos 12.000 años. ¿Podría ser que las cabezas olmecas no hubieran sido realizadas de ningún modo por los olmecas, sino que las hubieran heredado como reliquias de familia, legadas de una época anterior?
Hasta ahora, por lo que yo sé, ningún estudioso ha señalado que los descubrimientos en Brasil y Colombia puedan ofrecer alguna explicación acerca de los rasgos negroides de las cabezas olmecas. Es cierto que las esculturas olmecas fueron halladas en estratos de entre 3.000 y 4.000 años de antigüedad mientras que los esqueletos brasileños y colombianos son mucho más antiguos. Pero esto no excluye una posible conexión. Por lo menos, es sin duda una coincidencia interesante (a) que hayan llegado hasta nosotros piezas de escultura monumental que representan individuos negroides de la antigüedad prehistórica de las Américas, y (b) que se haya probado científicamente que un pueblo negroide, no identificado previamente e inesperado por los historiadores, habitó el continente americano hace unos 12.000 años. ¿Podría ser que las cabezas olmecas no hubieran sido realizadas de ningún modo por los olmecas, sino que las hubieran heredado como reliquias de familia, legadas de una época anterior?
¿Una influencia china?
Antigua escritura china |
Como nota al pie de esta historia, y signo de la galopante caída del consenso
entre los estudiosos ortodoxos sobre el poblamiento de las Américas, tenemos la
disputa que comenzó a agitarse en los círculos académicos a finales de los 90
concerniente a los posibles vínculos entre culturas americanas y chinas de la
Antigüedad, específicamente entre la cultura olmeca y la Shang. Los principales
defensores de este punto de vista son el profesor Mike Xu, profesor del
departamento de lenguas extranjeras de la Universidad Central de Oklahoma,
EE UU, y Chen Hanping , del Instituto de Investigaciones Históricas de
China.
Según un
artículo publicado en US News y en World Report, e informaciones
en Internet, Xu cree que “la primera cultura compleja de Mesoamérica pudo
haberse originado con la ayuda de un grupo de chinos refugiados que huyeron a
través de los mares a finales de la dinastía Shang. La civilización olmeca
surgió alrededor del año 1200 antes de Cristo, lo que coincide con el momento
en que el rey Wu de Zhou atacó y derrotó al rey Zhou, el último gobernante
Shang, poniendo fin a su dinastía.”[4]
Xu también
afirma disponer de pruebas “explosivas” en forma de escritos arcaicos:
“En los últimos tres años [Xu] ha encontrado unos 150 glifos en fotografías de piezas auténticas de cerámica olmeca, artefactos de jade y esculturas. Aparte de revisar él mismo diccionarios de chino antiguo, también ha mostrado dibujos de estas marcas a expertos del continente chino en escritura antigua para que las examinaran, y la mayoría han coincidido en que se parecen mucho a los caracteres usados en los escritos adivinatorios chinos sobre hueso y en las inscripciones sobre bronce. ‘Al principio todos estos expertos trataron de echarme, diciendo que no podían emitir una opinión de artefactos extranjeros’, recuerda Mike Xu. Pero después de insistir en sus ruegos, les echaron un vistazo a regañadientes. Nada más ver esos dibujos, todos le preguntaron: ‘¿En qué parte de China se encontraron estas inscripciones?’ Cuando se enteraron de que procedían de América, se quedaron atónitos. ‘Si estas inscripciones se hubieran hallado en excavaciones en China’, dice Chen Hanping, investigador asociado en el Instituto continental de Investigación Histórica, ‘sin duda se habrían considerado símbolos de la época anterior a la dinastía Quin’.”
La reacción de
otros estudiosos ha sido generalmente hostil. Este texto de C. Cook, profesor
asociado de chino en la Universidad de Leigh, resume varias objeciones clave:
“Algunos me pidieron que publicara mis observaciones en respuesta al escrito sobre los signos olmecas identificados como chinos por Chen Hanping en US News y en World Report Nov 4, pp 46-8. Finalmente he visto el artículo con la reproducción de los gráficos olmecas y el conjunto que Chen consideraba similar a la escritura adivinatoria en hueso de los Shang.
1. Las grafías seleccionadas por Chen no son chinas. Tienen cierta similitud gráfica con algunas grafías chinas arcaicas o con parte de las grafías, pero como grafías individuales no coinciden ni se corresponden a los equivalentes que les ha asignado. Es falso.
2. Obviamente, las grafías/glifos aludidos por Chen deberían considerarse en el contexto de toda la inscripción. Esto es imposible ya que el resto de las marcas apenas presentan algunas semejanzas aisladas. De hecho, el texto olmeca puede que no represente un lenguaje en absoluto, sino que –al igual que el Naxi y otras escrituras ur– sería más bien un código para contar historias que una transcripción real de la lengua. Por otro lado, la grafía adivinatoria china Shang es muy avanzada y se da por hecho sin duda que pertenece a un sistema de escritura.
3. Por último, la inscripción debe considerarse en el contexto de las esculturas. En el arte del período Shang se muestra poco más que unas esporádicas caras en las representaciones humanas (tenemos algunas figuras talladas en jade, pero están arrodilladas, a menudo incisas, y cubiertas con una decoración de animales, tatuajes, ropa, etc.). Un famoso bronce presenta una figura como un chamán en la boca de un animal, pero no tiene ninguna similitud con las representaciones olmecas.
4. Una simple corrección: el US News y el artículo de WR afirman que Chen es la autoridad más destacada de entre sólo unos 12 expertos en todo el mundo formados en esta escritura antigua. En primer lugar, Chen es un erudito muy secundario. En segundo lugar, sólo en los EE UU hay más de 12 eruditos que pueden leer escritura Shang, y muchos más en China y en otros lugares.”[5]
Ojos saltones y una gran nariz respingona
Yo no tengo la
menor idea de si el profesor Cook y los otros críticos están en lo cierto o si
Xu y Chen han dado con algo con su conexión Shang-Olmeca. Se precisa una
investigación de mente abierta para resolver el problema, pero mientras tanto
me gustaría llamar la atención sobre un pequeña prueba que Santha [esposa de
Graham Hancock] y yo descubrimos por primera vez cuando asistimos a la
exposición Los misterios de la antigua China en el Museo Británico a
principios de enero de 1997 y, más recientemente, cuando vistamos el Museo de
Historia de Beijing en marzo de 1999. Estábamos intrigados por unos objetos
procedentes de las fosas de sacrificio de Sanxingdui, en la provincia de
Sichuan. Estos artefactos, que incluyen bronces en forma de cabezas humanas,
fragmentos de oro, muchos jades y un gran número de colmillos de elefante,
fueron descubiertos en 1986 y son obra de una gran civilización no identificada
previamente que floreció en Sichuan hacia el 1200 a. C. - 1000 a. C.
Máscara "chac" de Uxmal (Mesoamérica) |
¿Es una coincidencia que casi exactamente las mismas fantásticas y sorprendentes características –ojos saltones y una larga y curvada proyección de la nariz– las encontremos en las máscaras Chac de los antiguos mayas de Centroamérica, herederos de los olmecas? Las máscaras Chac también fueron incorporadas como elementos arquitectónicos en los templos mayas.
Extranjeros llamativos
Tal vez estas
similitudes sean sólo coincidencias, aunque personalmente más bien lo dudo.
Dejando a un lado todas las demás cuestiones y anomalías (y hay muchas; por
ejemplo, véanse las imágenes adjuntas), sostengo, no obstante, que los antiguos
esqueletos caucasoides y negroides que se han encontrado en el Nuevo Mundo dan
a entender que ya no puede haber lugar para nociones preconcebidas. Es probable
que la verdadera historia del poblamiento de las Américas resulte ser
extraordinariamente compleja y difusa, involucrando a diferentes grupos étnicos
y culturas en varias épocas. No me sorprende en absoluto que los chinos
pudieran haber estado aquí hace 3.000
años, o los fenicios en la misma época –como han sugerido otros– o la notable
cultura Jomon de Japón, o los egipcios, o –mucho después– los vikingos. Creo
que es muy probable, de hecho poco menos que una certeza, que todos estos
pueblos, así como otros diversos, también descubrieron independientemente
las Américas, en casos aislados, una y otra vez, desde los tiempos más remotos.
¿Pero cuán remotos? Si seguimos impulsando esta indagación hacia el pasado –de nuevo más allá de las más antiguas civilizaciones históricas conocidas– ¿a dónde vamos a parar finalmente?
¿Pero cuán remotos? Si seguimos impulsando esta indagación hacia el pasado –de nuevo más allá de las más antiguas civilizaciones históricas conocidas– ¿a dónde vamos a parar finalmente?
La posible
influencia Shang en la escritura y el arte olmeca nos retrotrae a 3.000 años
atrás, dentro de los límites de la historia. Pero el hombre de Kennewick y
Luzia nos llevan a hace 9.300 y 12.000 años respectivamente, siendo esta última
fecha unos 7.000 años anterior a Sumer y Egipto, las primeras civilizaciones
históricas conocidas, y justo en medio del final de la última Edad de Hielo,
cuando la Tierra pasaba por un gigantesco cataclismo y las inundaciones
causadas por la fusión de las capas de hielo asolaban el mundo.
Algunos estudiosos han expresado la opinión de que el pueblo de Luzia podría haber llegado a América del Sur desde el Pacífico y lo ha relacionado con los aborígenes australianos. Ciertamente hay evidencia de que en la antigüedad los aborígenes poseían sofisticadas habilidades marineras y de navegación. Hasta ahora, sin embargo, no existe una teoría histórica que pueda explicar la presencia en el Nuevo Mundo, y en fechas tan tempranas, no sólo de aborígenes negroides, sino también de caucasoides, y mucho menos el hecho de que la memoria de estos llamativos extranjeros se haya podido preservar en los mitos y las esculturas de lugares tan distantes como Bolivia y México.
Algunos estudiosos han expresado la opinión de que el pueblo de Luzia podría haber llegado a América del Sur desde el Pacífico y lo ha relacionado con los aborígenes australianos. Ciertamente hay evidencia de que en la antigüedad los aborígenes poseían sofisticadas habilidades marineras y de navegación. Hasta ahora, sin embargo, no existe una teoría histórica que pueda explicar la presencia en el Nuevo Mundo, y en fechas tan tempranas, no sólo de aborígenes negroides, sino también de caucasoides, y mucho menos el hecho de que la memoria de estos llamativos extranjeros se haya podido preservar en los mitos y las esculturas de lugares tan distantes como Bolivia y México.
Así pues, además
de constituir un intrigante misterio humano y arqueológico, lo que ahora
sabemos sobre los primeros americanos representa un sólido y radical desafío a
la ortodoxia académica. Sospecho que
esta historia va a seguir dando que hablar.
© 2000 Graham Hancock
Fuente texto: Dogmacero n.º 2 (2013)
Fuente imágenes: Wikimedia Commons
[1] Washington Post, Edición Final, martes 15
de abril de 1997
[2] Véase http://www.cr.nps.gov/aad/kennewick/
[3] Véanse http://www.crystalinks.com/abor.html
y http://www.crystalinks.com/archaeology3.html
[4] Véase
http://sinorama.com.tw/en/8605/605006e1.html
[5] Véase http://copan.bioz.unibas.ch/meso/shang.txt/
1 comentario:
No olviden los cráneos de Paracas. No parecen ni caucásicos, ni mongoloides, ni mucho menos negroides.
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