¿Qué conocimientos del universo y de la realidad tenían los
antiguos? ¿Carecían realmente de una visión científica de las cuestiones más
trascendentales? Estas preguntas han sido objeto de reflexión e investigación
por parte de varios autores alternativos, y sus conclusiones les han llevado
más de una vez a plantear escenarios “imposibles” para la ciencia ortodoxa.
Así, investigadores como Schwaller de Lubicz, J.A. West o Clesson Harvey han
puesto de manifiesto que los antiguos egipcios tenían una ciencia sagrada muy desarrollada
que enlazaba lo físico con lo metafísico y que de alguna manera había quedado
oculta bajo un manto simbólico o religioso.
Con relación a estos temas, me es grato presentar el siguiente
artículo de un autor norteamericano, Edward F. Malkowski, que sigue esta línea
de descubrir una ciencia insospechada en el arte, el simbolismo o la tecnología
de los antiguos egipcios, que podría conectarse con las antiguas escuelas
mistéricas de altos saberes reservados a unos pocos iniciados. Malkowski
escribió hace pocos años un libro (The Spiritual
Technology of Ancient Egypt: Sacred Science and the Mystery of Consciousness: “La
tecnología espiritual del antiguo Egipto: ciencia sagrada y el misterio de la
conciencia”) sobre esta cuestión y defendió la tesis de que los
egipcios ya tenían un conocimiento preciso de los principios de la física
cuántica, del cosmos y de la naturaleza de la conciencia. De este modo, y
tomando como referencia la visión de Schwaller, Malkowski cree que el antiguo
Egipto ha sido malinterpretado como un mundo de mito y superstición, cuando en realidad
disponía de una cosmovisión tan avanzada como la más moderna ciencia de nuestro
tiempo.
Filosofía cuántica y la antigua escuela mistérica
La Física cuántica, responsable de la tecnología
microelectrónica que nos trajo el teléfono móvil, el ordenador (o computadora)
e Internet, ha demostrado ser la teoría científica de más éxito de la historia.
La Física cuántica es también la fuente de una nueva comprensión del mundo que
nos rodea.
Aunque los principios fundamentales de la física cuántica se
desarrollaron en los años 20 y 30 del siglo pasado, no fue hasta 1970 en que su
influencia se filtró en nuestra visión del mundo cultural. En 1975, con el
respaldo de uno de los creadores de la Física cuántica, el Premio Nobel Werner
Heisenberg, Fritjof Capra exploró las similitudes entre la Física cuántica y la
tradición mística oriental en su obra El Tao de la Física. Y cuatro años
después se publicó otro libro de referencia: La danza de los maestros de Wu
Li: una visión general de la nueva Física, de Gary Zukav. Con estos libros,
y muchos otros que siguieron, comenzó a surgir una nueva visión del mundo que
abordaba la interconexión entre el Hombre y la Naturaleza.
Todo está conectado a través de un campo universal de
partículas virtuales, y todos somos parte de un solo sistema viviente. Lo que
esta nueva visión del mundo sugiere es que la forma física como conciencia
biológica es una expresión local de un fenómeno universal comúnmente conocido
como Conciencia. El ciclo de la vida y de la evolución de la forma son
procesos naturales que crean un marco para la experiencia en la que la
conciencia es un aspecto fundamental de la realidad, tanto como las dimensiones
espaciales. La Conciencia, que antaño fue concebida sólo como el producto de la
química del cerebro, es vista ahora como la fuerza impulsora eterna para todo
lo que existe, y se manifiesta por medio de la forma física con el fin de
experimentar.
Erwin Schrödinger |
Aunque la mente es en gran medida un concepto enigmático y
muy debatible, esta nueva visión del mundo también sugiere que la mente del
individuo es un proceso de este fenómeno universal de experiencia, en vez de
ser una entidad separada. Otro creador de la Física cuántica y Premio Nobel,
Erwin Schrödinger, ve este problema entre una Mente y la mente de muchos
como un problema de aritmética. Para Schrödinger, nuestra percepción es
científicamente indescriptible porque la mente es en sí misma esa imagen del
mundo. Por lo tanto, la mente individual es idéntica a toda la Mente y
por consiguiente no puede ser contenida en ella como parte de ella. Esto crea
un problema, porque hay una multitud de individuos que experimentan la
conciencia, pero sólo hay un mundo.
Una respuesta a esta paradoja es que cada uno de nosotros experimenta un mundo
único, lo que Schrödinger descarta sumariamente. Sólo hay una alternativa. La
multiplicidad de las mentes es sólo aparente; en realidad sólo existe una única
Mente. Tal concepto comporta consecuencias complejas para la definición y la
naturaleza del conocimiento.
Sabiduría Secreta - Ciencia Sagrada
Se podría pensar que, dado que la física cuántica es una
rama relativamente nueva de la ciencia, esta floreciente filosofía de la Nueva
Ciencia también es nueva. Pero no lo es. Estas nuevas visiones sobre la
naturaleza y la realidad son muy antiguas, pero han sido enmascaradas por los
modernos intentos de presentar la antigua cultura y religión egipcia como algo
primitivo. Los conceptos de mente y conciencia, así como reencarnación
y evolución, se expresaron hace mucho tiempo en lo que los historiadores
han llamado la Antigua Escuela Mistérica, o lo que Schwaller de Lubicz
denomina ciencia sagrada. Aunque fue ocultada por el secretismo del
templo y los ritos de iniciación, las antiguas escuelas egipcias enseñaron esta
sabiduría secreta a través del mito y del simbolismo, un enfoque que lleva a
una comprensión del mundo que es prácticamente idéntica a la filosofía de la
Nueva Ciencia de hoy.
De hecho, la ciencia sagrada de los antiguos egipcios, mejor
descrita como una filosofía de los principios de la Naturaleza, inspiró a los
hebreos, a los griegos, a los romanos y a los cristianos, lo que llevó a la
aparición de lo que llamamos civilización occidental. Pero para nosotros, miles
de años después, el conocimiento fundacional de nuestra civilización se ha
perdido del todo. Sin embargo, siempre ha habido un grupo de personas que han
transmitido la sabiduría secreta y la ciencia sagrada de los antiguos egipcios:
cabalistas, herméticos, gnósticos, sufíes, budistas y alquimistas. Y es secreta
sólo en el sentido de que esta sabiduría debe ser entendida a través del
esoterismo y del símbolo, y es sagrada sólo en el sentido de que la
investigación científica conduce inevitablemente a una comprensión del hombre y
de la Divinidad y a un conocimiento único del “yo mismo”.
Dejando atrás los prejuicios modernos y mirando profundamente la civilización
del antiguo Egipto, hallamos una brillantez y una comprensión que rivaliza con
nuestro conocimiento actual. Sus dioses eran de un orden diferente de
nuestro concepto occidental de Dios. No eran dioses en absoluto, sino los
principios de la naturaleza que representaban conceptos tales como la digestión
y la respiración. También representaban cualidades intangibles que se
encuentran en la humanidad como el conocimiento y la personalidad. Esta antigua
visión de la naturaleza ha sido confundida como religiosa y de culto, pero es,
de hecho, técnica y filosófica.
Por ejemplo, la diadema del rey con la serpiente y el buitre
simboliza los principios de la vida y la forma. La serpiente representa el
concepto de la fuente de todo lo que existe y su manifestación como el cosmos;
y el buitre, la inmortalidad espiritual del hombre. Al igual que un espíritu,
el buitre, volando alto en el cielo, se escapa de este mundo a una existencia
más allá de los límites de la Tierra. Por lo tanto, la diadema de Faraón
simboliza la realeza del hombre en un sentido cósmico y el misterio de la
esencia de la vida, donde el misterio es la realidad de Causa y Efecto. Este
misterio, que define la experiencia humana es abstracto, pero opera a través de
la corte de concreto de tres dimensiones para crear otra abstracción: lo que
experimentamos como conciencia y auto-percepción.
De qué modo los antiguos egipcios desarrollaron una filosofía tan refinada es
un misterio en sí mismo. Para estudiosos como Samuel Mercer, que tradujo los Textos
de las Pirámides de Sakkara durante la década de 1950, los principios de
esta filosofía parecen haber surgido totalmente formados hace casi 5.000 años
sin un precedente histórico. Es irónico que las capacidades técnicas del
antiguo Egipto, tan ambiciosas, tan precisas, también parecen haber surgido
completamente formadas y sin precedentes. Sin embargo, esto no nos debe
sorprender, ya que el desarrollo de una filosofía sofisticada no se da sin una
tecnología sofisticada.
R. Schwaller de Lubicz |
Tal visión de las tradiciones más antiguas del antiguo Egipto alimenta las
semillas de la duda sobre el modelo lineal de la historia del hombre y la
civilización. Especialmente, cuando la filosofía de la emergente Nueva
Ciencia es paralela a conceptos delineados hace mucho tiempo en el Templo
de Rameses de Amón-Mut-Khonsu, que fue tan meticulosamente descrito por
Schwaller de Lubicz en sus dos volúmenes de El Templo del Hombre. En
1937, el alquimista y filósofo hermético René A. Schwaller de Lubicz fue
atraído a Egipto por una inscripción en la tumba de Rameses en la cual el
Faraón estaba representado como el lado de un triángulo recto (3:4:5). Para
Schwaller de Lubicz, esto significaba que los antiguos egipcios entendieron la
geometría del Teorema de Pitágoras mucho antes del nacimiento de Pitágoras.
Así, intrigado, se trasladó a Luxor y estudió el arte y la arquitectura del
antiguo Egipto durante trece años, y llegó a la conclusión de que la arquitectura
del templo era un ejercicio deliberado de proporción. El templo, en su detalle,
era descrito como una ciencia de la naturaleza del hombre, una filosofía que
Schwaller de Lubicz denominó Antropocosmos, o el Hombre-Cosmos.
Filosofía del Antropocosmos
Quiénes somos y por qué estamos aquí, el último misterio, probablemente seguirá siendo un misterio científico. Intuitivamente, no obstante, este misterio se puede entender sobre la comprensión de que nuestra existencia como forma biológica consciente se puede remontar a los acontecimientos cósmicos, y que las condiciones para nuestra existencia se pueden remontar a un estado universal. Nuestra Tierra depende del Sol y del Sistema Solar en que está atrapada gravitacionalmente. Éste a su vez depende de la Vía Láctea, en el que está atrapado gravitacionalmente; que a su vez también se mantiene en su lugar por otras fuerzas, incluyendo (pero no limitándose a) nuestras galaxias vecinas. Cualquier interrupción en esta línea de dependencia cósmica probablemente resultaría en el cese de nuestra existencia. Por lo tanto, se puede decir que el cosmos es la verdadera naturaleza del hombre, y la forma es el único medio de su expresión.
El hombre transforma la energía en la realidad percibida. |
Aunque parezca que somos insignificantemente pequeños en comparación con el
resto del universo, hay una sola verdad de nuestra existencia que no puede negarse y que le da credibilidad a la
naturaleza abstracta del hombre: la realidad del observador. Nosotros
observamos y percibimos una disposición de energía ordenada –aunque dinámica–
que, de modo natural, transformamos en vista, oído, olfato, gusto y tacto.
Eliminar las medidas de esta realidad representa la destrucción de la realidad,
lo que sugiere que el universo nunca fue concreto en primera instancia. Sólo
percibimos que está. Por lo tanto, al igual que Platón en su cueva, se puede
concluir que la concreción y la forma en que vivimos son realmente sólo el
conocimiento de tales cosas. Einstein lo aceptó implícitamente en una de sus
famosas declaraciones: “La realidad es una ilusión, aunque sea muy
persistente”.
La pregunta más interesante es: ¿de dónde viene nuestra
capacidad para observar y percibir? Según los físicos, se trata de un evento
llamado colapso del vector de estado, donde todos los estados posibles
del sistema (el universo) colapsan en un solo estado observado.
Durante la década de 1920, mientras Heisenberg y Bohr estaban desarrollando la
teoría cuántica, se dieron cuenta de que tenía que crearse un nuevo punto de
vista para lograr una adecuada comprensión del mundo cuántico. La visión
clásica de un mundo discreto simplemente no funcionaría. Para lograr esto,
adoptaron la idea de que el mundo no es fundamentalmente una colección de
objetos discretos, sino un mundo unificado e indistinto de energía en el cual,
a veces, se perciben objetos discretos. Para explicar sus puntos de vista,
Heisenberg desarrolló su teoría de la matriz de ondas, y Schrödinger su
mecánica ondulatoria. Aunque son ligeramente diferentes en su enfoque, estas
dos teorías ofrecen una descripción más precisa de la estructura atómica que la
formulada por la física clásica.
Lo que sus teorías establecen es que toda la materia existe
como una estructura de onda que no podemos ver directamente. Lo que vemos es la
localización de la estructura de onda con su liberación de energía, que es una
forma sencilla de explicar el colapso del vector de estado. La energía liberada
es lo que los físicos llaman un fotón (una partícula de luz). Percibimos la
energía liberada como una partícula, a pesar de que en realidad es una onda; esto
es así porque es de este modo como funciona el cerebro humano.
Sin el colapso del vector de estado no habría ninguna
percepción de la separación, ninguna forma de experimentar y, en consecuencia,
ninguna expresión. El cosmos se mantendría en un estado indefinido de carácter
absoluto, un potencial de todas las posibilidades cósmicas. Toda la materia que
conforma el cosmos es en realidad energía configura que ahora existe como
resultado de la nucleosíntesis estelar y supernovas. El carbono, el nitrógeno,
el oxígeno y otros elementos pesados –los ladrillos que forman el edificio de
la vida– se crearon como resultado del colapso de grandes estrellas a causa de
su propio peso y de la posterior explosión de un calor tremendo, extendiendo
así los elementos recién creados en el espacio vacío para formar nubes
interestelares. Las recientes investigaciones sugieren que incluso los
aminoácidos, importantes para la síntesis de proteínas, se formaron en las
nubes interestelares. Por lo tanto, los científicos argumentan que, dado que
los elementos que componen nuestros cuerpos son el resultado de un proceso
cósmico, entonces estamos hechos de polvo de estrellas y somos, literalmente,
hijos de las estrellas.
El Big Bang como origen del universo ha sido el
modelo elegido por los cosmólogos durante muchas décadas, pero siempre ha sido
una paradoja científica. Nuestras leyes conocidas de la física no son válidas
hasta después del momento del Big Bang. Así que, ¿cómo se llega a un
universo que experimentamos, que surgió de la nada? Tal vez el Big Bang
es sólo una perspectiva para explicar el actual cuerpo de datos científicos, y
no representa con precisión los acontecimientos reales. Así como la naturaleza,
tal vez el universo sea cíclico y oscile entre la destrucción sin fin y la
creación de las galaxias. Nadie lo sabe realmente.
Sin embargo, lo que sí sabemos, y podemos estar seguros de
ello, es nuestra experiencia consciente. Es la única cosa en la que los seis
mil millones de humanos podemos estar de acuerdo, y es la clave para la
comprensión de la naturaleza. Según el Antropocosmos, la Conciencia crea un
lugar con el fin de tener una experiencia, y lo hace a través de la
cuantificación única de sus cualidades. Esta comprensión cósmica y antrópica de
la Nueva Ciencia del hombre presenta los mismos principios que fueron
conformados en la arquitectura del templo de Amón-Mut-Khonsu de Luxor.
El templo no era sobre la piedad de un hombre, sino sobre
nuestro legado solar en tanto que Hombre Divino filosófico retratado en
las grandes estatuas de Rameses: el nacimiento del sol. El templo era (y es)
una forma de comunicación, una lección, y en su esencia hallamos la filosofía
de sus constructores grabada en piedra. Amón, Mut y Khonsu no eran “dioses” en el
sentido religioso occidental, sino principios que forman y explican la
naturaleza de la humanidad, tan coherentemente como se puede explicar un tema
tan abstracto.
La definición del hombre y de la historia de la experiencia humana fueron
construidas en la arquitectura del templo. Físicamente, el templo describe la
estructura del hombre, desde la importancia del fémur en la creación de células
de la sangre hasta la función de la glándula pineal en el cerebro.
Espiritualmente, el templo transmite el drama cósmico de la vida y la
inmortalidad espiritual del hombre. Amón era “el Oculto” o “el Invisible”,
mejor descrito hoy como el concepto occidental de Dios, omnipotente y
omnipresente, o, desde un punto de vista científico, el campo de energía que
impregna todo lo que existe. Desde el punto de vista del antiguo Egipto, Amón
se autocreó como poder creador y fuente de todo lo que existe. Mut, que
significa “madre”, era la esposa cósmica de Amón y la madre del “Hijo” Khonsu
que representaba al Rey.
Sin embargo, la Realeza de Khonsu no era una realeza física, sino que más bien
se refiere a un gobernante cósmico (o espiritual) que se encarnó a través de
los principios de la naturaleza. Por lo tanto, Khonsu el Rey representa la
esencia de la humanidad –el “Hombre” arquetípico– y la esencia de todos los que
alguna vez vivieron, los que están vivos ahora y los que van a vivir en el
futuro. Khonsu, al estar asociado con Re y Thoth, representaba la esencia de la
energía de la vida y la sabiduría del hombre y el conocimiento, donde la humanidad
es una consecuencia de la evolución del universo que culminó con la dotación
física de la auto-percepción del universo. En el mito, Khonsu era un amante de
los juegos, pero también era el principio de la sanación, la concepción y el
parto. Literalmente, era “el rey-placenta”.
Tal como simboliza el antiguo Uroboros, la serpiente
circular que se muerde la cola, hemos llegado al punto de partida en la
comprensión de nosotros mismos a través de nuestros modernos esfuerzos
científicos. Nadie sabe a ciencia cierta en qué cultura o en qué momento se
plasmó el Uroboros como símbolo, pero sin duda es uno de los símbolos más
antiguos de la humanidad.
Representación del Uroboros |
Platón nos dice en el Timeo que esta serpiente era
autosuficiente, ya que nada existía fuera de ésta. El movimiento era el
adecuado para su estructura esférica, dado que se hizo para moverse de forma
circular. Por lo tanto, como resultado de sus propias limitaciones, da vueltas
en círculo, y a partir de este movimiento fue creado el universo. Desde el
período del Egipto ptolemaico, el artista que dibujó la Chrysopoeia
(orfebrería) de Kleopatra escribió dentro de la serpiente circular: “El todo es
uno”. Por lo tanto, la serpiente es el antiguo símbolo egipcio que representa
la auto-creación y la fuente de la vida: “Se mata, se casa, y se fecunda a sí
mismo”, escribe Erich Neumann en El origen y la historia de la conciencia;
“es el hombre y la mujer, el principio y la concepción, la depredación y el
nacimiento, lo activo y lo pasivo, lo que está arriba y abajo, a la vez.”
Para los antiguos egipcios, el Uroboros –la serpiente–
representa el principio creador del cosmos, así como el cosmos mismo. Dado que
la forma de la serpiente es singular, sin apéndices, pero tiene una lengua
bífida y el pene bifurcado, su forma es un símbolo apropiado del movimiento
inicial de la creación de un estado indiferenciado a un mundo de multiplicidad;
un movimiento de Uno a Dos. Lo que Schwaller define como “escisión primordial”.
El Uroboros, sin embargo, no es sólo un antiguo símbolo mítico,
ni es la imagen fabricada de la mente primitiva. Más bien es la identificación
del hombre con el constante estado eterno de Unidad, cuya esencia es un
profundo recuerdo de un origen que las palabras no pueden explicar y que tiene
que ser entendido a través de esoterismo. Como tal, el esoterismo del Uroboros
es hoy tan válido como lo era en los albores del hombre, como el físico Joel
Primack y su esposa Nancy Ellen Abrams demostraron en La visión desde el
centro del universo, un tratado cosmológico moderno en el que el Uroboros
se retrata como la representación de la unidad cuántica de todo lo que existe
dentro de las vastas dimensiones de la escala cósmica.
La tecnología espiritual del Antiguo Egipto
La visión del mundo occidental tiene una larga tradición de
separar lo físico de lo conceptual; lo científico de lo religioso. Así que, al
juntarse espiritualidad y tecnología, parecen contradictorias. Esta
contradicción, sin embargo, se basa en una visión ingenua y exotérica de los
conceptos de espíritu y tecnología.
El espíritu no es algo inconmensurable, metafísico. Más bien, el espíritu es la fuerza impulsora que está detrás de la experiencia humana, la búsqueda del conocimiento, y el poder constructivo de la civilización que se puede medir mediante el logro. La tecnología es la aplicación del conocimiento, que ofrece bienestar a la civilización. Igualmente, la tecnología, al ser la aplicación de la ciencia en los aspectos prácticos civiles, es también el poder constructivo de la civilización.
A pesar de que el producto final de la tecnología es del
todo evidente, es el espíritu del hombre el que transforma las ideas en
conceptos y los conceptos en conocimiento, el cual –a través de la deslumbrante
ingeniería– convierte la ciencia en tecnología y hace que la vida sea más
eficiente y cómoda. Todo producto comenzó alguna vez gracias a la inspiración y
la creatividad de alguien. Así, el espíritu y la tecnología son diferentes
aspectos de la misma actividad humana.
El deseo de saber nos inspira, y el siempre creciente nivel
de conocimiento y tecnología nos ha permitido alcanzar nuevas cotas en la
comprensión de nuestro estado de existencia. ¿Pero qué podría haber inspirado a
los antiguos egipcios? Schwaller de Lubicz cree que el antiguo Egipto fue el
legado de una civilización técnica de la cual no hay antecedentes o
conocimiento en el mundo actual, una civilización para la que el espíritu y la
tecnología estaban integradas en una cosmovisión que abarcaba el misterio de la
vida. Para mí, este es legado técnico y espiritual que es tan evidente en el
arte y la cultura del antiguo Egipto.
© E. F.
Malkowski 2008
Fuente original (en inglés):
http://grahamhancock.com/malkowskie1/
4 comentarios:
Espero con ansia sus próximos art´iculos.
Amigo Eduardo
Muchas gracias por su amable comentario. Me alegro de que el material de este blog sea de su agrado, trato de ser riguroso y selectivo en la elcción de artículos o en la composición de éstos, cuando yo soy el autor. Por ese motivo no suelo incluir más de dos o tres artículos al mes, porque creo que la calidad debe predominar sobre la cantidad.
Un saludo codial,
X.
Gracias Xabier por poner a nuestro alcance estos conocimientos.
Me encaaaaaaaaaaaaanta este Blog.
GRACIAS.
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