Graham Hancock (crédito: Santha Faiia) |
Desde sus inicios como
investigador de la llamada historia alternativa, el escocés Graham
Hancock ha insistido repetidamente en un tema principal: la existencia de una
gran civilización desaparecida mucho antes de la llegada de los “tiempos
históricos”. Para Hancock nunca ha cabido duda de que tal civilización habría
dejado un rastro o legado que fue retomado al menos parcialmente por las
primeras civilizaciones conocidas. Esta visión ya era compartida por otros
autores, pero el mérito de Hancock no sólo ha sido mostrarnos esas “huellas de
los dioses” (Fingerprints of the Gods, el
título de su primer best-seller en 1995, obra de culto del género) sino
que también ha buscado con ahínco el evento o causa que –de forma dramática y
relativamente súbita– puso fin a ese mundo de alta sabiduría y mayor
espiritualidad, lo que en muchas tradiciones se ha conocido como la “Edad de
Oro”. En Fingerprints ya lanzó
la hipótesis de un evento cósmico catastrófico, pero ha sido en su más reciente
obra, Magicians of the Gods (2015), en la que
Hancock ha podido aportar un sólido cuerpo de pruebas que explican el desastre
a partir del impacto de un cometa contra nuestro planeta a finales de la última
Edad del Hielo.
Así pues, Graham Hancock nos habla ahora de un gran cataclismo global que vino de las estrellas y que destruyó toda una civilización, forzándola a renacer de sus cenizas a través de sus pocos supervivientes (los “magos de los dioses”), a lo largo de varios milenios. Dado el interés de esta propuesta en el marco de la arqueología alternativa, he traducido la siguiente entrevista concedida por Hancock a David Thrussell, de la revista New Dawn, en la cual explica sus razones y expone su pensamiento, apuntando a lo que sucedió hace 12.000 años bien podría suceder en nuestra moderna era, acabando con la civilización actual, lo que de algún modo podríamos relacionar con las visiones catastrofistas del cosmos y la naturaleza[1].
Entrevista a Graham Hancock
David Thrussell: Desde la
distancia parece, Graham, que usted ha tenido lo que podría describirse como
una vida ideal, viajando por lugares exóticos e interesantes, y explorando las
fronteras de la historia y el conocimiento. ¿Hay contratiempos, desilusiones o
frustraciones en su trabajo?
Graham Hancock: Me siento
feliz de haber tenido en esta vida la oportunidad de explorar y pasar cierto
tiempo en tantos increíbles, misteriosos y profundamente conmovedores enclaves
antiguos, en todo el mundo. Ha sido un gran privilegio tener la oportunidad de
hacer esto, y no tengo ninguna queja. Estoy agradecido por mi vida. Tengo mucha
libertad y de hecho he trabajado fuera de casa desde los 29 años, que es cuando
decidí que no podía trabajar ya en una gran organización, y me independicé.
Durante mucho tiempo estuve completamente sin blanca. Finalmente empecé a
ganarme la vida. Pero no tengo ninguna queja. Creo que he sido muy afortunado y
estoy agradecido por la vida que he tenido la oportunidad de llevar.
DT: ¿Cuánto tiempo ha
estado trabajando en su nuevo libro [Magicians of the
Gods]?
GH: Bueno, en cierto
sentido, 25 años. Como proyecto específico, tres años y medio; pero este libro
se basa en mis intereses e investigaciones en este campo, que se remontan a
finales de la década de los 80.
DT: Ahora, si tuviese que
adelantarnos una sola prueba, la más convincente, que apoye su teoría, ¿cuál
sería y por qué?
GH: Bueno, es más
complicado que eso. Este no es un problema que pueda resolverse con una bala
mágica; es un problema que requiere la coordinación de pruebas de muchas
fuentes diferentes. Le ofrecería tres pruebas que en cierto sentido están
entrelazadas, y una de ellas, realmente importante, es algo que tenemos ahora,
pero que no tenía cuando escribí Las huellas de los
dioses en 1995. Es efectivamente una pistola humeante[2],
a nivel mundial: la prueba científica de un cataclismo global hace entre 13.000
y 12.000 años. Esa fue esencialmente la hipótesis que presenté en Las
huellas de los dioses: que se había producido un cataclismo global hace
entre 13.000 y 12.000 años, el cual había aniquilado una civilización avanzada,
y luego especulaba sobre las muchas posibles causas de ese cataclismo,
principalmente el cambio de los polos y el desplazamiento de la corteza
terrestre.
Lo que ha sucedido desde 1995, y en particular desde 2007, es que un grupo de científicos han presentado ante la comunidad científica –muy poco de esto todavía se ha filtrado a la opinión pública– la evidencia absolutamente convincente de que la Tierra sufrió una serie de impactos a partir de fragmentos de un cometa gigante, y estos impactos ocurrieron hace 12.800 años, cuando varios fragmentos golpearon la capa de hielo de América del Norte, causando inundaciones globales y un radical cambio climático. Esto sucedió de nuevo hace 11.600 años, cuando más fragmentos del mismo cometa salieron de su órbita e impactaron en un océano –casi con toda seguridad el Pacífico– levantando una enorme columna de vapor de agua en la atmósfera superior y causando un calentamiento global muy repentino. Así pues, el intervalo entre esos dos períodos, los 1.200 años entre hace 12.800 años y 11.600 años, es un episodio de cataclismo global casi sin precedentes, junto con la extinción masiva de especies animales, los grandes mamíferos: el mamut, el rinoceronte lanudo, etc. Y este es el evento que yo creo que nos hizo perder toda una civilización de la prehistoria que previamente no constaba en los registros arqueológicos.
Vista de un recinto de Göbekli Tepe |
También tenemos la difusión y penetración de la agricultura exactamente en la misma región, mientras que anteriormente los habitantes habían sido completamente cazadores-recolectores. Lo vuelvo a decir, lo que estamos viendo es una transferencia de tecnología, la huella de los supervivientes de una civilización que se perdió en los eventos catastróficos ocurridos hace entre 12.800 y 11.600 años.
Y menciono un tercer punto, el mito secular de la Atlántida, que en realidad no es tan viejo porque la versión que ha llegado hasta nosotros –la única versión que ha llegado hasta nosotros– está en las obras del filósofo griego Platón. Platón dijo que llegó a la historia del sumergimiento y destrucción de la civilización avanzada de la Atlántida a través de su antepasado Solón, el legislador griego que visitó Egipto en el año 600 a. C., al cual los sacerdotes egipcios explicaron la historia de la Atlántida. Y ellos le dijeron que la Atlántida había sido destruida y sumergida, habiendo incurrido en la ira de los dioses, 9.000 años antes de la época de Solón. Sabemos que Solón estuvo en Egipto alrededor del 600 a. C.; por lo tanto, están hablando del 9.600 a. C. en nuestro calendario, o sea hace 11.600 años, que es la fecha precisa de la aparición de estas técnicas hasta ahora ignoradas de arquitectura megalítica y de agricultura en la región del sureste de Turquía.
DT: El cataclismo de que
está hablando lo hemos tenido realmente delante de la cara, ¿no es así?
GH: Lo hemos tenido ahí en
la cara, pero no culpo a los historiadores y arqueólogos por no haberse
familiarizado con él antes, dado que los principales científicos en este campo
han estado recopilando y presentando pruebas de lo que ahora se conoce como el
cometa del Dryas Reciente sólo durante los últimos siete u ocho años. Es un
descubrimiento muy reciente y la razón por la que es un descubrimiento reciente
es que los principales efectos de este cometa de hace 12.800 años estaban
situados en la capa de hielo de América del Norte. Esto era todavía la Edad de
Hielo. América del Norte, hasta tan al sur como Nueva York, estaba cubierta de
hielo –una capa de 3,2 kilómetros de espesor– y al
menos cuatro fragmentos del cometa golpearon la capa de hielo. Sin embargo, no
dejaron cráteres prominentes en el suelo porque los cráteres estaban en el
mismo hielo y el gran calor y energía cinética del cometa fundieron ese hielo,
por lo que los cráteres fueron transitorios y lo que tenemos es el efecto del
choque en el suelo subyacente. Recientemente, se ha encontrado una serie de
cráteres: el tipo de cráteres que quedaría cuando un objeto golpease una capa
de hielo de 3,2 kilómetros de espesor y transfiriese su impacto a la roca
subyacente.
Mucho más importante es el conjunto de pruebas aportado por el equipo
científico del Dryas Reciente (más de 30 científicos están trabajando en el
cometa del Dryas Reciente). Esas pruebas se basan en lo que llamo “indicadores
de impacto”. Cuando tienes un objeto que llega a 96 ó 112 mil kilómetros por
hora, y ese objeto mide uno o dos kilómetros de diámetro, tiene una cantidad
increíble de energía cinética, y así estamos buscando un poder explosivo
comparable a todo el arsenal nuclear del planeta Tierra, tomado de una vez y en
uno solo de estos objetos. Y hay ciertos resultados muy reconocibles de esto.
Uno de ellos es el vidrio fundido. Tienes un calor liberado por encima del
punto de ebullición del cuarzo, temperaturas por encima de los 2.200 grados
centígrados. Esto produce un vidrio fundido que es indistinguible de la masa
fundida de vidrio que encontramos como subproducto de las explosiones
nucleares. También obtenemos micro-esférulas de carbono y unos nano-diamantes
muy distintivos que son causados por el choque y el calor. Estos nano-diamantes
sólo son visibles bajo el microscopio, y se combinan con el vidrio en fusión,
las micro-esférulas de carbón y otras pruebas en todo el mundo. Son pruebas
convincentes de un gigantesco impacto cósmico hace 12.800 años.
Y, por cierto, este es exactamente el tipo de prueba que se presentó al principio para demostrar el asteroide que acabó con los dinosaurios hace 65 millones de años. Hay sólo dos ocasiones en la historia de la Tierra, en los últimos 100 millones de años, en los que tenemos precisamente los mismos indicadores de impacto repartidos por todo el mundo. Uno de ellos es el llamado evento KT, hace 65 millones de años, que acabó con los dinosaurios. Y el otro es el evento a nivel de extinción hasta el presente no reconocido –pero ahora muy obvio– que ocurrió hace 12.800 años, y que fue causado por el cometa del Dryas Reciente. Digo Dryas Reciente, ya que es el nombre geológico dado para el período comprendido entre hace 12.800 años y hace 11.600 años, cuando el clima de la Tierra cayó en una hasta ahora inexplicable y repentina congelación. Ahora sabemos la causa de esto: fue nuestra interacción con los fragmentos de un cometa gigante, y los efectos resultaron verdaderamente catastróficos.
DT: ¿Es razonable sugerir
que la corriente principal del estamento académico, los medios de comunicación
y la ciencia están casados con una visión particular de la historia?
Megalitismo en el neolítico (Malta) |
GH: Sí. Es razonable
sugerirlo, y no es de extrañar tampoco. Siempre se trata de la manera –en
cualquier área de estudio, cualquier disciplina, tanto si es geología como si
es arqueología para el caso– en que se construye un cuerpo de conocimiento. Los
respetados veteranos han contribuido al conjunto de conocimientos, y la nueva
generación, obviamente, respeta el trabajo de sus mayores. Y así lo que se crea
gradualmente es un marco de referencia, una imagen de cómo debería ser esa área
de estudio. En el caso de la arqueología, la imagen que se ha construido a lo
largo de los últimos cien años de trabajo es el de una lenta evolución de la
civilización: nuestros antepasados eran cazadores-recolectores y hasta hace
nada más que quizás 8 ó 9 mil años. Entonces empezamos a ver un movimiento
gradual hacia una solución más permanente y hace unos 5.000 años tenemos las
primeras grandes ciudades y la primera gran arquitectura megalítica. Esta es la
imagen de la civilización que nos enseñaron los historiadores académicos y los
arqueólogos convencionales. Se enseña en las escuelas, y se transmite
ampliamente a través de los medios de comunicación, pero no es un hecho, es un
marco de referencia; un marco de referencia construido tras cien años de
estudio arqueológico.
Y este es, en mi opinión, el
problema de la arqueología y de otras disciplinas científicas que quedan
atrapadas en un marco de referencia particular. Cuando surgen nuevos hechos que
no encajan en el marco de referencia, les resulta difícil adaptarse a ellos, y
el primer paso es intentar desacreditarlos. Cuando se acumulan más y más
pruebas que el paradigma existente no puede explicar, el paradigma acaba por
ser derrocado. Una gran cantidad de gente buena que han hecho un muy buen
trabajo, que están convencidos de que tienen razón, que respetan el trabajo de
sus mayores, y que no quieren remover las aguas: creo que ese es el problema
central. Siempre ocurre en la ciencia. Ninguna idea cambia repentinamente de la
noche a la mañana sin la presencia de nuevas pruebas abrumadoras que el
paradigma anterior no puede explicar. Eso es lo que estamos encontrando ahora
en el campo de la historia y la arqueología: más y más pruebas nuevas que
simplemente no pueden explicarse en el actual marco de referencia de la
historia.
DT: Póngase a especular:
Si la teoría que está proponiendo es de hecho correcta, ¿Cómo se vería la
prehistoria? ¿Cómo se vería la historia de la Tierra antes de que ese cometa
golpeara el planeta?
GH: Un mundo mucho más
complejo que el que nos han mostrado los historiadores y arqueólogos
académicos. No es un mundo poblado enteramente por los cazadores-recolectores,
como sugieren, sino un mundo en el que coexistían cazadores-recolectores y una
civilización más avanzada. Esto, en cierto modo, no es extraño. Si se piensa en
ello, hoy en día somos una civilización tecnológica muy avanzada (la tecnología
occidental, el complejo tecnológico-industrial que se ha extendido por todo el
mundo), pero no estamos solos. Compartimos el mundo con pueblos
cazadores-recolectores: cazadores-recolectores en el desierto de Kalahari, por
ejemplo, y también en África del Sur, así como los cazadores-recolectores en la
cuenca del Amazonas. Incluso hay tribus en la cuenca del Amazonas con las que
nunca se ha contactado, y que ni siquiera saben que existimos; ninguna cultura
tecnológica avanzada ha incidido todavía en su visión del mundo. Así, esta
co-existencia de la tecnología avanzada con los cazadores-recolectores que
vemos hoy en día, yo la proyectaría en el pasado, y diría que hace más de
13.000 años, durante la Edad del Hielo, había en este planeta una civilización
mucho más avanzada de lo que historiadores y arqueólogos quieren reconocer.
Existe un recuerdo de esta civilización en el mito y la tradición de todo el
mundo, y cada vez tiene más apoyos por los recientes descubrimientos
arqueológicos tan sorprendentes como Göbekli Tepe.
DT: Ha mencionado dos
obvios eventos catastróficos, la extinción de los dinosaurios y los eventos del
Dryas Reciente. ¿Es posible que haya habido otros eventos catastróficos de los
que no tenemos la menor idea?
GH: Ciertamente, ha habido
otros eventos catastróficos, y tenemos indicios de ellos. La única pregunta es
si afectaron a la especie humana, y esto se convierte en una cuestión para
posteriores investigaciones. Sostengo, por el momento, la idea de que los
humanos anatómicamente modernos –las personas que se parecen a usted y a mí– sólo
han existido en la Tierra durante unos 200.000 años. Es muy posible que nuevos
descubrimientos aporten pruebas de humanos anatómicamente modernos anteriores;
no lo descarto. Pero por el momento la evidencia apunta a la aparición de
nuestra línea anatómicamente moderna hace unos 200.000 años. Tenemos, por
ejemplo, un esqueleto de Etiopía, de un
antigüedad de 196.000 años, que es indistinguible de un ser humano
anatómicamente moderno. Así que para estos cataclismos impliquen a la humanidad
e impacten en la historia humana, tienen que haber ocurrido en un marco
temporal humano. Es por esto que el evento Dryas Reciente es tan interesante
porque no sólo se sitúa en un marco temporal humano; de hecho está justo en el
límite, en la frontera de un período en el cual –según los historiadores y
arqueólogos– arrancó la civilización. Sin embargo, todavía no han tenido en
cuenta este cataclismo a nivel de extinción, justo en el patio trasero de la
historia, y yo diría que hasta que no lo tengan en cuenta, todas sus nociones
acerca de los orígenes de la civilización estarán en el aire.
Ha habido otros cataclismos
globales a un nivel de extinción que se remontan a cientos de millones, incluso
a miles de millones de años en el pasado. Estas cosas pasan de vez en cuando y
cada vez que se producen reajustan el reloj de este planeta, y la vida cambia
debido a estos acontecimientos dramáticos y radicales. Yo creo que ha sido sólo
el más reciente, el que ocurrió hace 12.800 años, el que afectó directamente a
la historia humana, si bien los historiadores y arqueólogos aún no lo han
tenido en cuenta en la construcción de modelos de nuestro pasado.
DT: ¿Es posible que la
ciencia convencional, los medios de comunicación, o incluso la población
general, en cierto sentido, no quieran saber nada acerca de nuestra propia
historia como especie?
GH: Parece que existe un
tipo de directiva, que opera a nivel gubernamental, de no exponer las cosas
demasiado alarmantes. En particular se refiere a las cuestiones que implican
cataclismos globales. Cualquiera que haya trabajado en el campo de la geología
sabrá que proponer un agente catastrófico comporta furiosas críticas. Hubo un
gran geólogo llamado Harlan J. Bretz –sobre cuyo
trabajo escribo en Magicians of the Gods– que proporcionó la primera
evidencia de una inundación catastrófica en América del Norte, en particular en
el noroeste del Pacífico, en los terrenos pelados erosionados, un área que he
investigado intensivamente para Magicians of the Gods. J. Harlan Bretz
estaba en lo cierto al 100%, pero su propuesta tardó desde los años 20 hasta
casi los 70 en ser aceptada como correcta. Y antes de ello, se le había
sometido a las injurias más graves y desagradables, que un hombre más débil no
hubiera podido soportar. Al final, resultó que Bretz tenía razón y vivió hasta
la edad de 99 años. Y cuando se le concedió el honor más alto para un geólogo
en los Estados Unidos, dijo: “Lo único que lamento es que todos mis enemigos
han muerto, y no tengo nadie ante quien regodearme”.
DT: Si existiera un esfuerzo
activo para olvidar u oscurecer la historia, ¿por qué sería?
GH: No estoy seguro. No
quiero ir en la dirección de una conspiración. Creo que es sólo la forma en que
trabaja la mente de las personas. Nos resulta difícil concebir ciertas cosas, o
aplicarlas a nosotros mismos. Es posible que haya una conspiración; he
contemplado mínimamente esta posibilidad en el libro. No me gustan las teorías
de la conspiración, es un área de investigación en que los hechos se minimizan
y la especulación se agranda y se extiende. Cuando miro al modo en que las
ideas de los catastrofistas han sido sistemáticamente negadas, a veces durante
décadas hasta que se demostraron correctas... sucedió lo mismo, por cierto, con
el impacto que eliminó a los dinosaurios. Inicialmente no había científicos que
creyeran en ello. Luis y Walter Álvarez, que originalmente propusieron la idea
de un impacto cósmico hace 65 millones de años, fueron objeto de insultos y
persecución, y también ellos fueron finalmente reivindicados.
DT: ¿Tiene conocimiento de
la obra de Steven y Evan Strong en Australia?
GH: Conozco a Steven y Evan Strong. Ellos
tuvieron la amabilidad de mostrarme una serie de lugares interesantes en
Australia el año pasado. Tengo mucho respeto por su trabajo de campo y he abierto
mis ojos a los misterios en Australia, que tengo la intención de ver en el
futuro. Australia no ha sido un gran foco de mi trabajo hasta ahora.
DT: ¿Alguna vez sufre de
“fatiga de Apocalipsis”? Parece que es un elemento básico de la actividad humana
pensar que hay un cataclismo a la vuelta de la esquina.
GH: No, no sufro de
“fatiga de Apocalipsis”, y tampoco voy por ahí pensando que el fin del mundo
está cerca. Yo creo que deberíamos prestar mucha más atención a nuestro entorno
cósmico. Por el momento la raza humana tiene sus prioridades desquiciadas.
Somos capaces de gastar miles de millones de dólares al año en armas de
destrucción masiva, listos para fulminar el uno al otro y destruir este hermoso
y valioso hábitat, la Tierra, que nos ha dado el universo. La humanidad muestra
en este momento todos los signos de ser una especie enloquecida e inconsciente,
totalmente dedicada a la producción y el consumo de bienes materiales, y está
poco interesada en los asuntos del espíritu y negligente con respecto a este
hermoso jardín en el que nos encontramos.
Si vamos a asumir la responsabilidad de la vida humana en serio, deberíamos inspeccionar de cerca y detalladamente nuestro entorno cósmico inmediato. En el libro he llamado la atención sobre el hecho de que la corriente de restos del cometa gigante que causó el cataclismo hace 12.800 a 11.600 años todavía está en órbita. Esta corriente de meteoros se llama las Táuridas, y pasamos por ella dos veces al año. Si fuéramos inteligentes pondríamos una gran atención en los objetos que orbitan en la corriente de meteoros de las Táuridas. Y si, como parece probable, algunos de ellos amenazan la Tierra en el futuro, tenemos la tecnología y la capacidad de evitar dicho peligro[3]. Sólo estoy interesado en el tema de los futuros cataclismos en la medida en que podamos evitarlos, y el conocimiento previo de ellos ayudaría a evitarlos, y yo creo que este es el caso de la amenaza cósmica. Existe una amenaza, existe un peligro en curso. La mayoría de los astrónomos responsables y serios estarían absolutamente de acuerdo con eso.
Marcamos el Día Mundial del
asteroide el 30 de junio, que es un intento de llamar la atención sobre los
peligros de nuestro entorno cósmico inmediato, y para hacer algo al respecto.
Probablemente somos la primera civilización en la historia de la Tierra que
tiene la capacidad de intervenir en nuestro entorno cósmico y evitar o desviar
objetos que puedan poner en peligro la vida. Creo que lo estaríamos haciendo
mucho mejor si empleásemos nuestros recursos de manera más responsable –una
gran parte del dinero que gastamos en actividades militares inútiles en este
momento– y los canalizásemos a un proyecto de vigilancia espacial que
garantizara que la Tierra nunca vuelva a sufrir el tipo de desastres que sufrió
hace entre 12.800 y 11.600 años. Vamos por el camino de la insensatez y la
locura con nuestro gasto militar. Con todo el miedo, el odio y la sospecha que
circula en el mundo en este momento, tenemos que reconocer que todos somos
hermanos y hermanas, somos una sola familia humana, y tal vez la posibilidad de
hacer frente a una amenaza común compartida sería precisamente lo que nos
uniría.
DT: Es irónico, ¿no? Puede
que un arma de destrucción masiva esté planeando sobre nosotros ahora mismo.
GH: Sí, exactamente. Esto
es posible. Varios astrónomos (incluyendo a Bill Napier) y el matemático Emilio
Spedicato de la Universidad de Bérgamo, están profundamente preocupados por la
corriente de meteoros de las Táuridas. Ellos creen que tiene una serie de objetos
muy grandes, incluyendo uno que puede tener 30 kilometros de ancho, y la Tierra
cruza esta corriente dos veces al año. Algunos cálculos indican que podemos
estar cruzando una parte particularmente densa y peligrosa de esta corriente en
los próximos 30 años, más o menos. En realidad, nada podría ser más urgente.
Tenemos que prestar atención a este problema. Necesitamos identificar los
objetos que pongan en peligro la Tierra, y tenemos que desplazarlos. Todo se
puede hacer, sólo se necesita voluntad. Ya tenemos la tecnología. Pero mientras
vamos por ahí temiendo, odiando y sospechando unos de otros, nuestro ojo no
está en la diana. Nuestros ojos están en el lugar totalmente equivocado.
DT: No podría estar más de acuerdo con usted.
Fuente: revista New Dawn
n.º 153 (Nov.- Dic. 2015)
[1] De todos
modos es oportuno puntualizar que Hancock, tal como corroboré en la entrevista
que mantuve con él en 2013, nunca se ha adherido a la corriente catastrofista
“a la Velikovsky” y tampoco ha querido dar un tono apocalíptico o siniestro al
tema de un posible cataclismo cósmico al estilo “2012”.
[2] Típica
expresión anglosajona que indica el origen o causa evidente de un efecto
observado: el humo delata que la pistola ha sido utilizada.
[3] De hecho, en
otra entrevista, Hancock menciona que el catastrófico evento que tuvo lugar en
Tunguska (Siberia) en 1908 fue probablemente fruto del impacto de un fragmento
de las Táuridas que cayó sobre nuestro planeta (por fortuna en una región
apenas habitada), justo en uno de los dos periodos anuales de cruce de la
Tierra con esta corriente de meteoritos.
6 comentarios:
A estas alturas creo que cada vez tiene menos sentido discutir si existió una civilización avanzada en la antigüedad, por más que atente contra el dogma es algo innegable, a mi la única duda que ya me queda es cuantas veces habrá sido destruido nuestro mundo y sus civilizaciones. Quizás algunas hayan sido tan diferentes a la actual y haga tanto tiempo que nos sea imposible reconocer sus restos.
Saludos.
Hola Piedra,
De hecho, las antiguas tradiciones de varias culturas nos hablan de una historia cíclica con diversas humanidades que nacen, crecen y luego desaparecen, algo parecido a la propia vida humana. El tema clave es que no hay huellas del todo claras aunque sí indicios de esos ciclos y de esas humanidades pasadas. Es como si tocáramos el tema de la reencarnación: ¿existió esa "otra vida", y si es así ¿por qué no la recordamos conscientemente? ¿Cuál es el motivo de la "amnesia"? Lo que sí es cierto es que la arqueología convecnional ha querido tapar ese fondo subyacente y le ha dado vagas explicaciones; otra cosa sería poder demostrar fehacientemente con pruebas irrefutables que esa civilización existió. A mi entender todavía no hemos lllegado a ese estadio.
Saludos,
X.
Estimado Xabier.
Ando hambriento de recibir sus artículos, la frecuencia con la que los publica me resulta insuficiente, disculpe mi adicción pero este tipo de conocimiento y la forma rigurosa con que nos es presentado me tiene encandilado y adicto.
Muchísimas gracias por su gran labor divulgadora. Siga con ello.
Un abrazo desde las Islas Canarias.
Apreciado Eduardo
Muchas gracias por sus amables palabras, y un cariñoso saludo a toda la gente canaria, más aún por mi reciente estancia en Tenerife para investigar ciertos asuntos de arqueología alternativa.
Sobre su interés por estos temas, me consta que hay mucha gente que busca este tipo de material con un análisis riguroso pero sin ningún tipo de cortapisa o prejuicio. El problema es que quiero ser escrupuloso con lo que publico, pues hay mucha materia académica en la Red y también mucha información "alternativa", pero dar con planteamientos alternativos serios que valgan la pena es arduo y laborioso. Aparte, yo me tomo mi tiempo para seleccionar mis propios temas, documentarme, redactar, corregir y maquetar. Por eso no acostumbro a sacar más de 2 ó 3 artículos al mes, pero desde el principio decidí renunciar a la cantidad en aras de mantener la calidad y evitar el simple "copia y pega" que arrasa en Internet.
Además creo que es importante acercar al público hispano muchos documentos que vienen del mundo anglosajón y que ofrecen dificultades a los no versados en la lengua inglesa. Por esta razón también invierto cierto tiempo en traducciones, pero considero que es un tiempo bien invertido para que la gente vea que existen muchos enfoques alternativos que nada tienen que ver con sensacionalismos, fuegos artificales y puro espectáculo. Y quien quiera de eso, ya tiene el "4º milenio", "ancient aliens" y similares, dicho sea con todos mis respetos.
Un saludo cordial,
Xavier
Felicidades por su blog Xavier, muy interesante todo. Mi posición sobre el tema es que han sucedido dos importantes catástrofes: la primera el diluvio bíblico de Noé conocido por los griegos como la inundación de Deucalión (hacia 2300-2400 a Jc) y una segunda catástrofe ocurrida hacia 1500 a Jc: el final de la edad de hielo y la edad del bronce y el consiguiente aumento del nivel del mar. Esta segunda catástofe es conocida por los griegos como la inundación de Ogyges. Mi interpretación surge de la lectura del libro del Génesis y también de los artículos y libros del geólogo creacionista James Nienhuis.
Gracias Galileo por el comentario.
Sobre las catástrofes, hay opiniones y teorías para todos los gustos, basados en antiguos textos, en arqueología o en geología. Sobre las fechas, algunos autores como Velikovsky sugirieron un catastrofismo "tardío" pero a día de hoy la ciencia ortodoxa sigue sin aceptarlo, y ni siquiera se plantean la gran catástrofe defendida por Hancock y otros a finales de la Edad del Hielo. En fin, es un tema muy complejo y confieso que no tengo respuestas para tantas incógnitas.
saludos,
X.
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