lunes, 11 de junio de 2018

El auténtico Oskar Schindler


Si ya la propia historia científica –por no decir la historia oficial– está sujeta a todo tipo de carencias, sesgos, subjetividades o manipulaciones, realmente no se puede esperar una objetividad total cuando un hecho histórico es narrado desde el mundo de la ficción literaria o cinematográfica. Así, por ejemplo, muchos de los lectores conocerán la historia del famoso empresario alemán Oskar Schindler (1908-1974) a través de la premiada película del director Steven Spielberg La lista de Schindler de 1993, o bien en menor medida por el libro original (“El arca de Schindler”) a cargo de Thomas Keneally, aparecido en 1982. En fin, en su día vi la conmovedora y bien realizada película, y me pareció un relato duro y sangrante de las persecuciones nazis y del valor de un hombre que se opuso al sistema, pero sobre todo no dudé de la veracidad de los hechos, y supongo que la mayoría de la gente se llevó esta misma impresión.

Sin embargo, unos años después leí el libro de Keneally –una novela basada en hechos supuestamente reales– y ya pude apreciar notables diferencias con la película, sobre todo en el desarrollo de la historia y en el papel real de varios de los personajes. La película había tendido a destacar a ciertas personas y actitudes y había hechos cambios narrativos para montar un buen relato lleno de dramatismo sobre el martirio judío. Y cabe decir que ni aun así gustó del todo al lobby judío, pues el no menos judío Spielberg osó presentar la tétrica escena de las mujeres en Auschwitz como una ducha de desinfección y no como el deseado gaseamiento que hubieran preferido otros. Sea como fuere, a partir de este punto empecé a buscar información alternativa sobre Oskar Schindler y todos los episodios narrados en la película y acabé por descubrir que la realidad histórica –aun con todas los puntos oscuros que queden pendientes– no era precisamente como se dibuja en la película.

El resultado de este viaje a la realidad histórica, corroborado incluso por el testimonio de su viuda Emilie[1], es que Schindler no fue un potentado humanitario y preocupado por los judíos sino un vividor y arribista interesado básicamente por su éxito y por el dinero, sin excesivos escrúpulos, al igual que muchos otros empresarios que florecieron bajo el régimen nazi y las eventualidades de la guerra. Sólo a modo de muestra de esta visión desmitificadora, quisiera destacar los siguientes elementos:
  • Schindler fue miembro del partido nazi y oficial de las SS; colaboró con la GESTAPO en tareas de información y espionaje en la represión de personas opositoras al régimen.
  • La fábrica de Cracovia (la Deutsche Emaillewaren-Fabrik o DEF) no fue comprada por Schindler, sino expropiada a sus propietarios por las autoridades alemanas. Además, Schindler no sólo fabricó allí marmitas y ollas sino también armamento (proyectiles).
El aspecto actual de la antigua fábrica DEF de Schindler en Cracovia (crédito foto: Noa Cafri)
  • Cuando Schindler se dedicó a fabricar munición, ésta era efectiva, a diferencia de lo que se relata en la película, en que se muestra una fabricación intencionada de munición defectuosa. De haber saboteado permanentemente la producción, hubiera tenido muy serios problemas.
  • Schindler no tenía una preocupación especial por su personal. No tenía particulares contemplaciones con sus trabajadores y no dudó en explotarlos cuanto pudo, como hicieron otros muchos empresarios alemanes en idénticas circunstancias.
  • El traslado de su fábrica de Polonia a Checoslovaquia se debió a la presión del Ejército ruso. Así, para que no cayera en manos enemigas, sus instalaciones –junto con sus trabajadores– fueron desplazados para poder seguir con la producción de armamento.
  • Su famosa lista de más de 1.000 personas no tenía nada de particular, pues –según exigía la burocracia nazi– era común realizar dichas listas cada vez que se producía un traslado de trabajadores. Existieron, pues, miles de listas similares. La lista no se hizo pues para “salvar” a los trabajadores judíos sino para registrar y oficializar su traslado.
  • Tras la guerra, Schindler, como otros muchos nazis (presuntos culpables de graves crímenes), se refugió en Argentina. Su reivindicación o exculpación a cargo de las autoridades israelíes no llegó hasta 1955[2], lo que parece un poco extraño si su proceder personal y profesional había sido tan inequívoco en defensa de los judíos.

Tumba de Schindler en Jerusalén
Dicho todo esto, reconozco que Schindler pudo ser un personaje ambiguo y ambivalente hasta cierto punto, con buenos sentimientos incluso, y que quizás no fuera un fanático nazi, sino más bien un “hombre del régimen”, que hizo todo lo posible para trepar social y económicamente, obteniendo el máximo beneficio de su privilegiada posición, sin que el asunto del problema judío le afectase más allá de lo que concernía estrictamente a sus intereses personales.

En cualquier caso, para profundizar en esta controversia, me remito al excelente trabajo del investigador independiente argentino Marcelo García, autor de varios libros y artículos, y a su magnífico blog “Historias del lado B”, en el cual expone gran parte de sus investigaciones centradas sobre todo en la historia reciente de Argentina y la presencia de los nazis en su país. En el caso de Oskar Schindler, García ha realizado un buen trabajo de documentación y ha podido realizar un perfil bastante más exacto de lo que presentó la ficción, y que no resulta muy políticamente correcto, pero que es de agradecer para las personas que buscan el rigor y la veracidad. Incluyo pues un enlace a su destacado artículo y recomiendo encarecidamente su lectura, así como la de otros materiales disponibles en el citado blog.


© Xavier Bartlett 2018

Fuente imágenes: Wikipedia Commons


[1] De hecho, existen serias diferencias entre las Memorias de Schindler y las de su esposa, que dan a entender que el empresario maquilló o tergiversó ciertos episodios de su vida.
[2] Años más tarde, Schindler fue declarado “justo entre las naciones” por el Museo israelí Yad Vashem y obtuvo una pensión vitalicia por parte del gobierno de Israel.

2 comentarios:

margarita dijo...

Caray...Pues qué extraño es todo esto, ¿qué intereses puede haber para hacer pasar a alguien del bando "enemigo" por lo que no era..? No lo entiendo...¿Se trata de la ingeniería social que tanto gusta a los "pastores" para que, en este caso, la gente se crea que hubo una "pimpinela escarlata" de los judíos...? es que lo de las listas y aún más las municiones defectuosas no hay quien se lo crea... Añado que yo seré una de las poquísimas personas que no quiso ir a ver esa película y tampoco he leído nada de ese personaje histórico, pero lo que leo en el blog, me asombra al mismo tiempo que me cuadran los argumentos de por qué todo eso es mentira...

Xavier Bartlett dijo...

Gracias por tu comentario

Bueno, a la vista de los datos disponibles parece que se maquilló la realidad para dar una imagen más benévola de este hombre, posiblemente con fines propagandísticos. No es que la película esconda el lado oscuro o egoista de Schindler, pero sí muestra un apreciable cambio que al parecer es muy dudoso o que nunca tuvo lugar. El artículo de García es muy claro en este sentido y expone cuáles pudieron ser las causas o los mecanismos de ese lavado de imagen.

Saludos,
X.