Uno de los temas
más polémicos presentados por la arqueología alternativa en las últimas décadas
ha sido el de las ciudades subterráneas, o por extensión, las antiguas
estructuras artificiales halladas en el subsuelo de muchas regiones del
planeta. En este asunto, empero, cabe distinguir bien entre lo que es mera
ficción o conjetura y los restos observables en el terreno. Así, es evidente
que existe una amplia literatura sobre ciudades o reinos intraterrestres de
carácter casi mágico como Shambala o Agartha, o incluso una hipotética
civilización perdida en la Antártida (relacionada con la “Tierra hueca”). Sobre
estos refugios o santuarios de antiguas civilizaciones o de hombres sabios se
ha escrito mucho y se ha especulado más, y no suelen faltar los clásicos
elementos esotéricos o mitológicos –e incluso ufológicos– que bien poco ayudan
a desvelar las incógnitas. Confieso que es un tema apasionante como mero
ejercicio de fantasía alternativa, pero no me interesa demasiado desde el punto
de vista estrictamente histórico o arqueológico.
Ahora bien, el tema
adquiere otro cariz si nos referimos a ciertos restos arqueológicos, más o
menos explorados y estudiados. En este ámbito tenemos constancia de diversas
estructuras subterráneas –sobre todo en forma de túneles, cuevas, catacumbas,
laberintos, hipogeos, etc.– que nos indican que en un momento remoto de la
Antigüedad algunas sociedades avanzadas hicieron uso del subsuelo para fines no
siempre bien identificados. En algunos casos se aprecia una clara finalidad
ritual o funeraria, pero en muchos otros no hay certeza sobre el propósito de
las obras, en particular cuando no hay restos materiales in situ que permitan asociar la estructura a una función
determinada. En su momento ya dediqué una entrada a la cuestión de la red de
túneles que podía existir en América del Sur, que apenas ha sido objeto de
investigación y que suscita muchas más preguntas que respuestas. Estamos
hablando de una extensa red de kilómetros y kilómetros de terreno excavado a
cierta profundidad en un tiempo indefinido, aunque se haya querido asociar tales
obras a las antiguas civilizaciones precolombinas.
Por desgracia, hay
muy poca información completa y fiable en este tema, así como en otras posibles
redes de túneles en otros puntos del planeta (en Europa, Asia, África…), que apuntarían
a una interconexión entre territorios muy distantes entre sí. He leído algo
sobre estas propuestas, y realmente la imaginación se dispara a partir de
pequeños indicios o de rumores, que dan pie a hablar de incluso una
civilización subterránea mundial que existió en una época remotísima. En todo
caso, quisiera destacar ahora un fenómeno intraterreno que ha sido estudiado en
parte por la arqueología académica y reinterpretado a su vez por la arqueología
alternativa, sin que ni unos ni otros muestren gran seguridad en sus argumentos
y explicaciones. Me voy a referir pues a lo que podríamos llamar “el misterio
de las ciudades subterráneas”, y muy en concreto a las ciudades que encontramos
en la región de Capadocia (Turquía).
Lo cierto es que la
arqueología ortodoxa tiene muchos focos de interés en Turquía y el asunto de
estas ciudades subterráneas ha quedado relegado a un segundo o tercer plano, teniendo
en cuenta además las propias dificultades y altos costes de emprender intervenciones
de este tipo. En este punto, hay que remarcar que no se trata de estructuras
que quedaron abandonadas en superficie y luego sepultadas por capas de
sedimentos, sino que se trata realmente de hábitats excavados en la roca o
subsuelo ya en épocas antiguas, lo que implica un trabajo ingente. Además, no
se puede decir que este fenómeno sea algo marginal o de poco alcance, pues
hasta la fecha se han identificado en la zona nada menos que unas doscientas
poblaciones subterráneas, de las cuales sólo una pequeña parte ha sido abordada
por los investigadores. Actualmente son accesibles al público 37 de estas
estructuras, si bien dicho acceso está restringido a una porción acondicionada
(“turística”) del yacimiento, pues la mayor parte de estos complejos
subterráneos aún está siendo documentada por los profesionales o está por
explorar. Y de entre todos ellos, hay dos que destacan poderosamente, y más en
particular uno llamado Derinkuyu (“pozo profundo”, en idioma turco), del cual
hablaremos más extensamente.
Vista de las estructuras de Kaymakli |
Y a unos 12 km. de
este enclave tenemos la ciudad subterránea por excelencia, Derinkuyu, que
estaba conectada a la anterior por un túnel hoy parcialmente derruido. Cabe
señalar que la ciudad había sido abandonada y olvidada, pero en 1963 fue
redescubierta fortuitamente y enseguida fue objeto de exploración, hasta ser
abierta al público en 1969. Aquí ya hemos de emplear palabras mayores, pues los
niveles o pisos identificados hasta la fecha son unos 20 –aunque sólo son
visitables los ocho más próximos a la superficie– y se estima que la
profundidad alcanzada estaría alrededor de los 85 metros bajo la superficie,
con una extensión horizontal de unos 4 km2. Los distintos niveles
estaban conectados por pasajes y escaleras talladas en la roca. En este caso,
las valoraciones acerca de la capacidad de población se sitúan sobre las 20.000
personas[1],
más los animales y otros bienes, como en el caso anterior. En cuanto a la
estructura y disposición de los espacios, se repite más o menos lo visto en
Kaymakli pero a una escala superior. Así pues, aquí encontramos habitáculos,
establos, cocinas, prensas de vino y de aceite, almacenes, graneros, comedores,
escuelas, talleres de metalurgia y también una iglesia de tamaño respetable de
planta cruciforme. Como dato a destacar, en el segundo nivel se halló una
enorme sala cubierta por una bóveda de cañón, que se cree que pudo ser usada
como escuela religiosa.
Mapa de la ciudad subterránea de Derinkuyu |
En lo referente a la datación y ocupación, se constata una vez más que la ciudad fue habitada de manera ocasional durante muchísimos siglos por distintas culturas, con una especial incidencia en la era bizantina –cuando supuestamente tuvo lugar una ampliación de la ciudad– y prácticamente hasta épocas recientes, llegando a inicios del siglo pasado. Según algunos estudios arqueológicos, las dataciones de los niveles superiores se podrían remontar hasta la época hitita (entre el 1800 a. C. y 1200 a. C. aproximadamente), pasando luego por las diversas civilizaciones posteriores (frigios, griegos, romanos, bizantinos, árabes, otomanos…). Eso sí, no hay datos concluyentes sobre los niveles más profundos, que están pendientes de posteriores estudios.
Dicho esto, debo
precisar que en este punto he hallado informaciones dispares, pues según las
autoridades culturales turcas, Derinkuyu fue excavada en época frigia (siglos
VIII – VII a. C.), aprovechando cavidades naturales existentes, y no hay ningún
otro precedente histórico. En todo caso, cabría preguntarse cómo se obtuvieron
las dataciones; si fue por tipología de objetos, por dataciones radiométricas
de C-14, o por otros métodos. Por lo que he podido rastrear someramente, parece
ser que en efecto se encontraron algunos objetos claramente hititas en los
túneles y de ahí las estimaciones cronológicas más arcaicas, que se van al
segundo milenio a. C. Lamentablemente, las referencias históricas no aportan
luz sobre el origen de estas ciudades, pues el primer documento escrito que las
cita es la Anábasis, un relato de
Jenofonte datado en siglo IV a. C.
Paisaje de la región de Capadocia |
Una vez presentada
la cuestión en sus elementos esenciales, vamos a adentrarnos en los dos
aspectos más oscuros del tema, que han atraído la atención de las propuestas
más variopintas de la arqueología alternativa: 1) el motivo por el cual se
construyeron estas ciudades subterráneas, y 2) su contexto histórico, con la
polémica específica sobre el origen y datación de las estructuras. Como
veremos, todo apunta a que ambos aspectos están muy relacionados, y en esta
ocasión la arqueología alternativa presenta una serie de escenarios que poco o
nada tienen que ver con las explicaciones oficiales, aunque –en honor a la
verdad– hay que reconocer que algunos investigadores ortodoxos ofrecen unas
interpretaciones relativamente audaces.
Si nos centramos en
la razón por la que se realizaron estas impresionantes obras, el contexto dado
por el estamento académico es categórico: estas ciudades fueron construidas
como grandes refugios para casos de guerra, en una región que precisamente
vivió innumerables conflictos e invasiones desde el mismo principio de la
civilización. Así, ante el peligro de que la población fuese saqueada,
esclavizada o asesinada, se habrían construido unas fortificaciones
subterráneas capaces de mantener a gran cantidad de personas durante cierto
tiempo. Esta idea viene reforzada por la discreción de los accesos, la
estrechez de los pasadizos y sobre todo por los potentes sistemas de bloqueo
que ya hemos citado. Todo esto tiene sentido en una zona devastada por las
guerras, con continuos ataques y contrataques de los imperios que se disputaban
el dominio del territorio.
Túnel con sistema de bloqueo mediante una enorme rueda-puerta (Derinkuyu) |
Finalmente, el
enorme trabajo de excavar la roca y acondicionar los espacios implica una labor
coordinada de mucha gente durante muchos años, y todo ello fue… ¿para construir
un mero refugio temporal? Está claro que vivir lejos de la luz solar y el aire
libre acarrearía graves problemas, pero todo indica que estas ciudades estaban
diseñadas para resistir durante mucho tiempo, no sólo para ocultarse durante
unas semanas o meses. En realidad, más bien parece que estas ciudades
pretendían replicar la vida normal en superficie en la mayoría de los aspectos,
lo cual sí justificaría el enorme esfuerzo realizado. No obstante, en aquellas
épocas el sistema de defensa por excelencia era la construcción de fuertes murallas
en torno a las ciudades, y tenemos ejemplos de éstas en toda Turquía. A veces
resistían y a veces no, pero los defensores ya contaban con ello. En cambio,
sobre el posible éxito o eficacia de los hábitats subterráneos poco sabemos,
pero ya hemos visto que podían convertirse en ratoneras en caso de ser
localizados, lo que tampoco era un panorama muy halagüeño.
E. Von Däniken |
Sin embargo, existe
otra línea alternativa que también plantea una situación de gran catástrofe,
con dos opciones más o menos interrelacionadas. En este caso, no habría guerras
(del tipo que fueren), pero sí un tremendo cambio en el medio ambiente de la
superficie terrestre provocado por factores naturales, lo que habría empujado a
los habitantes de la región a buscar refugio en el subsuelo durante periodos de
tiempo muy extensos. Para los que siguen este blog este asunto ya les resultará
familiar y no es otro que el del cataclismo global que asoló la Tierra hace
unos 12.000 años y que autores como Graham Hancock defienden a capa y espada,
si bien esta idea ya había arrancado con fuerza en los años 60 con Charles Hapgood,
e incluso se podría remontar al siglo XIX, en los tiempos de Ignatius Donnelly.
¿Un desastre natural de gigantescas proporciones? |
El investigador
inglés Andrew Collins estima que precisamente durante esta etapa los habitantes
de la región construyeron las ciudades subterráneas para resguardarse de las
inclemencias climáticas superficiales y disponer de un microclima con una
temperatura fresca pero estable, en el que –por cierto– se darían las
condiciones óptimas para la conservación de los alimentos. Collins también
apuntaba al detalle de que los niveles o zonas más antiguas de la ciudad eran
de mayor altura, lo que vendría a sugerir que los hombres de aquella época eran
bastante más altos. ¿Tal vez serían los famosos Cro-Magnon del paleolítico
superior, cuya altura media rondaría los dos metros? Estaríamos hablando de
meras conjeturas.
G. Hancock |
Actividad solar devastadora |
Llegados a este
punto, ya podemos entrar de lleno en la segunda cuestión a debate, que es una
continuación directa de la primera: ¿Cuál es la auténtica antigüedad de estas
estructuras? Como hemos visto, las interpretaciones alternativas suponen la
negación de la versión académica, pues sitúan la construcción de estas ciudades
subterráneas en otro momento muy anterior de la historia; para ser exactos, de
la prehistoria. Para empezar, hay que remarcar que no es posible datar las
estructuras subterráneas en sí mismas por los métodos habituales, pues aquí se
trata de roca excavada y trabajada a golpe de pico y cincel. En cuanto a los
objetos o posibles restos óseos, hay que tener en cuenta que pueden haber sido
depositados durante muchos siglos –de forma “intrusiva”– por lo cual es muy
difícil datar el momento original de la excavación.
Lo que choca es
que, mientras que varios científicos académicos han reconocido que hay
evidencia hitita en los túneles y que por ello las dataciones deberían
remontarse al segundo milenio antes de Cristo, las autoridades culturales han fijado el horizonte frigio como el
momento original de la excavación. La verdad es que no se entiende mucho esta
postura, cuando todavía hay una duda o controversia científica sobre una
datación fiable. El historiador y arqueólogo turco Ömer Demir no sólo tiene en
cuenta la cronología hitita, sino que se atreve a remontar el origen de las
ciudades del subsuelo al final del periodo paleolítico. De este modo, viene a
confirmar las opiniones de los alternativos en el sentido de que las
civilizaciones de época histórica simplemente se encontraron con las
estructuras y las reaprovecharon y modificaron para sus necesidades en sus
respectivas épocas.
Una de las salas de la ciudad de Derinkuyu |
Demir sustenta su
opinión en varios elementos. Primeramente, se aprecian diferencias de estilo
entre los distintos niveles, lo que demuestra que hubo un cierto lapso temporal
entre las obras. Después, se observa que los niveles más antiguos no presentan
las típicas marcas de los utensilios al trabajar la roca, pues éstas
desaparecen tras muchos siglos de estar expuestas; en cambio, dichas marcas todavía
son observables en los niveles más modernos. Finalmente, está el problema de
localizar los materiales que fueron extraídos del subsuelo para crear las
cavidades. En este caso, no se han localizado en torno a Derinkuyu, sino que han
sido identificados en un río, a bastante distancia (26 km), lo que indica que
fueron arrojados a varios ríos de la zona para que se los llevara la corriente.
Pero lo más llamativo es que allí mismo se encontraron diversas herramientas de
piedra del paleolítico. En conjunto, no son pruebas definitivas, pero sí al
menos indicativas de que la ciudad pudo ser excavada muchísimo antes de lo
aceptado en el entorno académico.
Sea como fuere, no
tenemos realmente certezas acerca del momento fundacional de estas ciudades, y
el origen prehistórico no debería descartarse, aunque parezca algo forzado.
Ahora bien, hemos de recordar que las versiones alternativas sitúan la
cronología en función de la tesis del gran cataclismo de hace más de 12.000
años, pero no pueden aportar ninguna prueba directa de ello, ni una relación
causa-efecto indiscutible que justifique la creación de esas ciudades; son sólo
hipótesis. De hecho, aún abandonando la tesis oficial del “refugio en tiempo de
guerra”, quedan muchos cabos sueltos que se ofrecen a múltiples
interpretaciones y posibilidades.
Yacimiento de Göbekli Tepe (Turquía) |
Otro asunto es valorar
la capacidad de supervivencia en estos complejos y el tiempo que podían pasar
las personas sin salir al exterior. En efecto, parecen ser ciudades completas y
bien preparadas en las que poder subsistir durante periodos extensos, pero surgen
varios problemas, como la necesidad de recurrir a la alimentación vegetal (para
personas y animales) y de obtener materias primas, aparte del propio contacto
con el aire fresco y la luz solar. Si las condiciones externas eran durísimas
–y no sabemos hasta qué punto– tal vez el cultivo de plantas en superficie
sería inviable o problemático. Es obvio que se podría almacenar gran cantidad
de alimentos, la mayoría en seco, pero una población de miles de personas acabaría por consumir las
reservas en cuestión de meses. Por tanto, es complicado hallar un equilibrio entre
la tesis oficial –un refugio temporal– y la alternativa, que nos muestra
escenario poco menos que apocalíptico. Tal vez deberíamos pensar en alguna
solución intermedia, en que se podía combinar una reducida actividad exterior
con una más intensa actividad interior, a la espera de disponer de datos
paleoclimáticos más precisos.
Concluyendo,
considero que tanto las visiones ortodoxas como las alternativas se mueven
todavía en datos parciales e inseguros, y deben recurrir a especulaciones y
escenarios probables para tratar de dar una explicación coherente. No descarto,
empero, que ambas tengan su parte de razón, sin entrar en contradicciones, pues
el uso original pudo tener como motivo un problema climático, mientras que el
uso “histórico” pudo estar más relacionado con las guerras locales. Sólo el
tiempo e investigaciones más profundas podrán darnos pistas más sólidas sobre
estas asombrosas ciudades subterráneas de hace tantos siglos.
© Xavier Bartlett
2019
Fuente imágenes: Wikimedia Commons
Fuente imágenes: Wikimedia Commons
6 comentarios:
Curiosamente,hace un par de semanas,estaba leyendo unos articulos sobre la cantidad de estos subterraneos,que aun estan pendientes de exploracion y estudio.
Si le soy sincero,ninguna de las teorias,tanto alternativas,como digamos academicas,me convence,claro que yo no poseo ni el conocimiento ni la experiencia necesaria,como para dar una opinion medianamente relevante.
Un dato que no tengo claro y puede que ud. me lo indique,es saber si estos subterraneos,estan construidos de arriba hacia abajo,es decir,los mas antiguos encima y los mas recientes,mas profundos,porque siendo asi,puede que exista una pequeña posibilidad,a una explicacion mucho mas simple y sencilla,al menos para el origen y solamente valida para el origen de dichas construcciones.
Gracias por su trabajo. Un saludo.
Gracias Alarico
Por lo que sé, parece ser que los niveles superiores son los más antiguos (por lógica, se excava de arriba hacia abajo), pero podría ser que también hubiera ampliaciones posteriores en horizontal, y es posible que en algunos puntos la excavación original fuera más profunda y llegara a niveles que luego no fueron proseguidos. En todo caso, la dificultad de datar las estructuras complica una interpretación segura.
Saludos
Hola Xavier
De acuerdo a los descubrimientos que se hacen queda más claro, a mi modo de ver, que la civilización empezó mucho antes de la escritura. Si estas ciudades hubieran sido hechas en la época histórica habría muchos textos explicando su construcción y quienes las construyeron. Creo que hubo una época, talvez de más de mil años, en que la temperatura de la tierra fue muy elevada. En Australia se construyen casas subterráneas para poder vivir en zonas calurosas. Son solo casas particulares porque la población es escasa, pero si hay pueblos es lógico que existan estas ciudades.
Espero haber sido claro.
Saludos
Roberto
Gracias por el comentario Roberto
Tus argumentos son lógicos y confirman que la hipótesis climática (y prehistórica) tiene bastante peso. Otra cosa es el reaprovechamiento a lo largo de los siglos y otros posibles usos. En todo caso, tanto esfuerzo -y con tanta inteligencia- para albergar a tanta gente bajo tierra da mucho que pensar sobre lo que pudo pasar en superficie...
Saludos,
X.
Buenas Xavier, dices "Pero lo más llamativo es que allí mismo se encontraron diversas herramientas de piedra del paleolítico."
¿Es viable construir algo así con herramientas de piedra? En un tiempo razonable.
Gracias Cobalt
Bueno, la verdad es que llama la atención tanta obra y de tal tamaño hecha en la prehistoria, pero te puedo decir que existen extensas minas del neolítico que fueron realizadas con herramientas de piedra (aunque teóricamente un poco mejores). En Cataluña hay una de ellas y francamente es de admirar. En el caso de Turquía, si hemos de creer en la prehistoria convencional, hace 12.000 años no tenían ni por asomo herramientas metálicas, pero sí a partir de la Edad del Cobre, lo que nos explica que la parte "moderna" de los túneles pudo ser excavada con cinceles metálicos. Lo cierto es que no he hallado demasiadas explicaciones sobre cómo se realizaron estos complejos, pero sí parece seguro que estuvieron implicadas muchas personas durante mucho tiempo, aparte de las sucesivas ampliaciones.
Saludos,
X.
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