En varias ocasiones
me he referido aquí al portentoso conjunto arqueológico que forman las ruinas
de Tiahuanaco (o Tiwanaku) y Puma Punku, dos enclaves megalíticos que son
muestra de una gran civilización andina que desapareció muchos siglos antes del
arranque de la civilización inca. ¿Pero cuándo exactamente? De hecho, todavía
existe la polémica acerca de la datación de tales restos. Para la arqueología
académica, está claro que el gran conjunto monumental es posterior al cambio de
era (si bien los precedentes se pueden remontar al 2º milenio a. C.), pero para
la arqueología alternativa existen serias dudas al respecto, sobre todo a
partir de los conocidos trabajos de Arthur Posnansky, que –mediante métodos
arqueoastronómicos– envió la cronología de Tiahuanaco a una fecha aproximada de
15.000 a. C.
Este horizonte
prehistórico y antediluviano resulta del todo inverosímil y disparatado para el
mundo académico, pero desde el entorno alternativo se continúa defendiendo el
concepto de una civilización perdida, con grandes capacidades (sobre todo en la
arquitectura), que precedió a las civilizaciones históricas. Y, lo que es más,
varios autores del siglo XX –entre los que se contaba el mismo Posnansky–
sugirieron que el inicio del proceso de civilización debería trasladarse al
Nuevo Mundo, abandonando la clásica visión centrada en Oriente Medio (el
Creciente Fértil y Egipto, principalmente). Siguiendo esta propuesta, los
alternativos han insistido en que esa civilización primigenia fue destruida por
el gran cataclismo –o Diluvio Universal– de hace más de 12.000 años y que
apenas quedaron unos pocos rastros o indicios, entre los cuales destacarían los
colosales restos megalíticos.
Si nos referimos de
nuevo a Tiahuanaco, hace ya un tiempo que vengo recopilando información sobre
ese horizonte antediluviano imposible
en aquella región, y me gustaría centrarme en este artículo en ciertos aspectos
del inmenso lago Titicaca, muy cercano al conjunto arqueológico de Tiahuanaco,
para exponer unos hechos poco conocidos y para establecer algunas hipótesis que
tal vez nos ayuden a abrir nuevas puertas a la investigación. No obstante, a
modo de introducción y contexto, es preciso aportar previamente algunos datos
básicos para luego entrar en el análisis del ámbito estrictamente arqueológico.
Islote artificial de los urus (Foto: D. Álvarez) |
Es uno de los lagos más grandes del mundo y es el navegable de mayor altura. En su interior podemos hallar diversas islas, siendo la de mayor tamaño la isla del Sol (con unos 14 Km.2), que pertenece a Bolivia. Algunas de estas islas fueron habitadas desde tiempos inmemoriales por la comunidad aymara, y cabe destacar también la existencia de pequeños islotes artificiales hechos de totora (un tipo de junco), habitados aún en la actualidad por la etnia de los urus.
Mapa del lago Titicaca |
A partir de aquí, si
dejamos la geografía y nos vamos a la arqueología, cabe señalar que varios
investigadores han sugerido que el conjunto de Tiahuanaco –que está a unos
pocos kilómetros al sur del lago y a mayor altura– pudo un día haber estado
situado junto a la misma orilla del lago (o del “mar”), ejerciendo de puerto.
El propio Posnansky creía que, en efecto, Tiahuanaco dispuso de ese puerto
hacia el 15000 a. C. y por lo menos durante 5.000 años más, el tiempo en que el
nivel y extensión del lago se mantuvo estable. En dicha época, la zona propiamente
portuaria habría sido lo que hoy conocemos como Puma Punku (“La Puerta del
puma”), acondicionada con dos grandes muelles o dársenas artificiales a base de
enormes megalitos, y con capacidad para acoger cientos de naves.
¿Pero cuál habría sido el origen de la ciudad? Tenemos noticia de una tradición local que conecta el lago con la más antigua mitología sudamericana, en que destacaba la presencia de una divinidad principal llamada Viracocha. Así, los indígenas de la región tenían el recuerdo de un gran diluvio que se llevó por delante la población humana de ese tiempo. Sin embargo, de las aguas surgió Viracocha, que repobló la Tierra con una nueva humanidad y se estableció en la ciudad de Tiahuanaco. Además, existe una vieja leyenda de los citados urus en la que se afirma que, cuando el lago era bastante más grande que en la actualidad, existía una escalera o plataforma que conducía directamente a los grandes templos de la ciudad. Los urus no saben quiénes erigieron las estructuras y estatuas de la Tiahuanaco, pero sin duda no fueron los incas, cosa que los cronistas españoles (Cieza de León, Garcilaso de la Vega) ya pudieron confirmar en el siglo XVI cuando preguntaron a los nativos por el origen de tan excelsas construcciones. Y eso no es todo: los urus también aseguran que bajo el lago yacen las ruinas de una antiquísima ciudad de oro.
Restos megalíticos de Puma Punku (Foto: D. Álvarez) |
¿Pero cuál habría sido el origen de la ciudad? Tenemos noticia de una tradición local que conecta el lago con la más antigua mitología sudamericana, en que destacaba la presencia de una divinidad principal llamada Viracocha. Así, los indígenas de la región tenían el recuerdo de un gran diluvio que se llevó por delante la población humana de ese tiempo. Sin embargo, de las aguas surgió Viracocha, que repobló la Tierra con una nueva humanidad y se estableció en la ciudad de Tiahuanaco. Además, existe una vieja leyenda de los citados urus en la que se afirma que, cuando el lago era bastante más grande que en la actualidad, existía una escalera o plataforma que conducía directamente a los grandes templos de la ciudad. Los urus no saben quiénes erigieron las estructuras y estatuas de la Tiahuanaco, pero sin duda no fueron los incas, cosa que los cronistas españoles (Cieza de León, Garcilaso de la Vega) ya pudieron confirmar en el siglo XVI cuando preguntaron a los nativos por el origen de tan excelsas construcciones. Y eso no es todo: los urus también aseguran que bajo el lago yacen las ruinas de una antiquísima ciudad de oro.
A partir de este
punto vemos una clara interrelación entre el lago y la ciudad megalítica en
tiempos remotos, lo que dio forma a la cultura tiahuanacota. Pero, el asunto se complica cuando en vez de
referirnos al entorno del lago, nos fijamos en el interior del propio lago.
Así, hace no demasiado tiempo tuve conocimiento de que existían indicios de
estructuras en sus zonas superficiales, e incluso en las zonas más profundas.
Ello podría sugerir que en una época aún anterior a lo que actualmente vemos en
Tiahuanaco y Puma Punku pudo existir otra población que quedó sepultada bajo
las aguas del lago, quizá por efecto del gran cataclismo de finales de la
última Edad de Hielo. Tras un somero estudio de esta cuestión, fui a parar a un
artículo muy interesante y muy completo del investigador independiente Dave Truman,
que en su día publicó en Internet[2]
con el título The sunken cities of
Titicaca: just gilded fables or the relics of an ancient history that is being
suppressed? Así pues, toda la exposición –excepto algunos datos o
ampliaciones por mi parte–que sigue a continuación se debe al trabajo de
recopilación de Truman, que lleva años investigando la civilización ignota de
los Andes. Para los interesados en profundizar en este tema, les invito a que
visiten su sitio web (www.lostscienceoftheandes.com), donde podrán encontrar
mucha y variada información del ámbito de la arqueología sudamericana desde una
óptica alternativa.
Templo del Sol en la isla del Sol (lago Titicaca) |
Truman pone
contexto al tema aludiendo a las fuentes hispánicas, y cita que el propio
Garcilaso había visto las ruinas de un templo solar en la isla del Sol, todavía
con restos de oro y plata, y que podía rivalizar con el famoso gran templo de
Coricancha, en Cuzco (Perú). Asimismo, los nativos hablaron a Pedro Cieza de
León acerca de un líder local llamado Zapana, que había regido las ciudades que
luego quedaron sepultadas en las profundidades del lago. Esta historia de algún
modo fue corroborada en los años 50 cuando un pescador uru reconoció a la
exploradora francesa Simone Waisbard que durante una época de fuerte sequía
habían quedado al descubierto sobre la superficie las ruinas de una ciudad
sumergida que había pertenecido a un tal “Gran Zapana”. Si hacemos ahora un
repaso de las investigaciones modernas, Truman nos revela que los primeros
estudios metódicos in situ del lago
corrieron a cargo del norteamericano E. G. Squire, que en 1877 identificó
restos artificiales (sobre todo un gran muro o rompeolas) en las aguas poco
profundas del lago, junto a la península Sillustani. En su opinión, dichos
restos quedaron sumergidos a causa de un terremoto.
Ya en el siglo XX, en
los años 30, un oficial de la armada peruana llamado Antonio Rodríguez Ravitch exploró
algunas partes del lago e informó de la presencia de ruinas megalíticas cerca
de la isla de Kispinike. Años más tarde, su compatriota el doctor Waldemar
Espinoza Soriano alegó haber visto bajo las aguas unos templos realizados con
grandes monolitos y los atribuyó a una civilización pre-incaica. Con todo, la
exploración integral de las aguas del lago no cobró fuerza hasta los años 50,
con la aparición del buceador estadounidense William Mardoff, cuando ya habían
empezado a correr historias sobre posibles tesoros sumergidos. Mardoff no halló
ningún tesoro (se hablaba en particular de una gran cadena de oro con forma de
serpiente), pero sí unos fragmentos de cerámica y –según explicó él mismo en
una cena en su honor– las ruinas de una ciudad sumergida, a una profundidad de
unos 30 metros. Posteriormente, otra expedición subacuática identificó otros
restos de estructuras en el lago menor, cerca de la isla de Simillaque.
Bloques megalíticos de Sacsayhuaman |
Acto seguido, a
finales de los 60, entró en escena el famoso buceador y oceanógrafo francés
Jacques-Yves Cousteau, que montó una ambiciosa expedición con muchos medios técnicos
y un equipo de 17 personas, con la participación de un arqueólogo subacuático
profesional. Su intención era la de realizar una exhaustiva investigación
multidisciplinar, que incluía explorar y documentar las partes más profundas
del lago[4].
En la práctica, este equipo topó con muchas dificultades, pues los medios de
exploración oceánica (con dos mini-submarinos) no funcionaron bien en el lago,
aparte de otros obstáculos que ya habían encontrado los investigadores
precedentes: gran cantidad de algas y de totoras y también mucho lodo, con una
baja visibilidad a mayores profundidades.
Bloques trabajados hallados por el equipo de Cousteau |
Ya en la última
parte del siglo XX prosiguieron los estudios con la intervención del escritor y
cineasta boliviano Hugo Buero Rojo, que en 1979 llevó a cabo una exploración
del lago, que se plasmó en 1981 en una película titulada El lago sagrado. Buero tropezó con similares dificultades a las
padecidas por Jacques Cousteau, pero pudo documentar en el lago mayor algunas
vías pavimentadas y grandes muros ciclópeos que serían restos de templos ya
destruidos y de un conjunto de estructuras. Y una vez más, a pesar del interés
de estos hallazgos, el trabajo de Buero cayó en el olvido y sus materiales no
están disponibles al público –al menos en Internet– para su revisión y
análisis. Vale la pena destacar este fragmento de un artículo periodístico
sobre el contenido de esta película:
“Se hallaron
monumentales bloques de piedra que parecen ser muros de templos semidestruidos,
caminos enlosados que se pierden en unas cavernas profundas, caminos que se
internan en las profundidades del lago.”
Vista del lago desde la isla del Sol (Foto: Dave Truman) |
Más adelante, se
implementaron unas nuevas exploraciones en el lago, la Titicaca 2002 y la
Akakor 2004. La primera de ellas encontró varios bloques trabajados enlazados
entre sí, pero descartó sin demasiados argumentos la existencia de ciudades
sumergidas. La expedición Akakor 2004 contó con el apoyo oficial de la armada
boliviana y las autoridades culturales de ese país, con cierto despliegue de
medios, incluyendo pequeños robots subacuáticos. Así, se pudieron documentar
diversos restos a una profundidad de 80 metros, e incluso se pudo fotografiar
un gran objeto de oro (¿una estatua o ídolo?) que –inexplicablemente– no fue
rescatado por la expedición, alegando que el objeto en cuestión parecía
demasiado pesado. Y, por si esto no fuera poco, en una entrevista concedida a
un programa informativo italiano, los buceadores del equipo italo-brasileño reconocieron
haber grabado un muro caído revestido en oro (y se emitió alguna imagen de tal
hallazgo en el programa) y situaron algunos de los hallazgos en un horizonte de
más de 5.000 años de antigüedad.
Sin embargo, casi nada
de esto se hizo público en las noticias de Bolivia, donde pareció existir
cierta incomodidad o discordancia ante los hallazgos. De hecho, en una nota de
prensa aparecieron datos contradictorios acerca de la cronología y el significado
de los descubrimientos. Por un lado, el arqueólogo boliviano Eduardo Parejo
–portavoz del Ministerio de Cultura de su país en este asunto– afirmaba que los
restos eran relativamente recientes y que la estatua dorada pudo haber estado
alojada en el templo de la isla del Sol, omitiendo cualquier mención al muro
recubierto de oro. Por otro lado, se hacía referencia a varias conclusiones del
equipo Akakor 2004, según las cuales había claras pruebas de la existencia de
una civilización antiquísima (de entre 5.000 y 10.000 años de antigüedad) a una
profundidad de unos 100 metros. Además, se sugería que el lago había sufrido
fuertes cambios debidos a factores naturales, sobre todo terremotos e inundaciones,
que habrían afectado al nivel y extensión de las aguas.
Fragmento de la Fuente Magna con texto cuneiforme |
Hasta aquí el
relato de Truman, que nos muestra un panorama bastante claro en cuanto al
historial de las exploraciones subacuáticas del lago. No se puede negar que a
lo largo de las décadas se han ido encontrando restos artificiales o ruinas en
varios lugares del lago y a diversas profundidades, desde prácticamente la
superficie hasta los 100 metros por lo menos. Tampoco parecería razonable
argumentar que todos esos bloques “fueron arrojados al lago”. Pese a ello,
sigue sin organizarse una investigación exhaustiva, continuada y sistemática a
cargo del estamento científico y sólo se van realizando intervenciones
puntuales y no concluyentes, e incluso controvertidas, como hemos visto. Es
obvio que la tarea es grande, compleja y costosa, pero con voluntad y recursos
se podría avanzar mucho, aunque a lo mejor tampoco hay demasiado interés por la
labor. Por de pronto, sabemos que en la superficie también queda mucho trabajo
por hacer. Así, aunque el conjunto de Tiahuanaco y Puma Punku es imponente, en
realidad la parte excavada o restaurada sólo representa un 5% de todo el
yacimiento. Y si ya en tierra las cosas están como están, todo indica que bajo
las aguas no se van a realizar mayores esfuerzos.
Al lector todo esto
no le vendrá de sorpresa pues hace poco ya expuse el famoso caso de Yonaguni,
que presenta también varios frentes abiertos. Al parecer, el tema de las
ciudades sumergidas, ya sea bajo los mares o en este caso bajo un lago, es un
asunto poco agradecido y que la arqueología académica prefiere negar, esquivar
o minimizar en lo posible. Una vez más, aquí está el fantasma agitado por
autores como Graham Hancock, que defienden que las estructuras de piedra sospechosas son en realidad los restos
de las ciudades costeras de una civilización ignota que quedaron sepultadas con
la crecida de las aguas y otros desastres naturales, como consecuencia del
cataclismo global de hace 12.000 años. No voy a extenderme al respecto, pero
recuerdo que los indicios de estas supuestas ruinas submarinas los podemos
hallar en lugares tan diversos el Caribe, Malta, la India, Taiwán, Japón…
Muro del Kalasasaya (Tiahuanaco) |
El problema de
fondo en todo este asunto no es nuevo. Desde la ortodoxia se defiende una
cronología bastante rígida para el poblamiento de América y para el proceso de
civilización, en los dos subcontinentes americanos. Todo ello se ha basado en
dogmas, tipologías y sobre todo dataciones de Carbono-14, cuya fiabilidad está
más que bajo sospecha por diversos motivos de tipo técnico y metodológico, e
incluso por las propias tergiversaciones conscientes o inconscientes de los
investigadores. Frente a esto, la geología –más otras formas de datación–
apunta a otros horizontes, y como mínimo pone en duda los axiomas hasta ahora
intocables. Dejamos aparte los casos esporádicos en que han aparecido
dataciones extremadamente antiguas, que he comentado ampliamente en este blog,
y que han sido ignoradas o negadas por el mundo académico.
Ruinas de Tiahuanaco |
Para resumir y concluir,
tenemos una serie de hechos que, si bien necesitan ser consolidados con nuevas
investigaciones, nos ofrecen un panorama inequívoco. Por un lado, los estudios
geológicos y paleoclimáticos confirman los avances y retrocesos de las aguas
del lago, que pudieron ocurrir de forma gradual pero también de forma brusca en
tiempos muy remotos. Por otro lado, resulta evidente que se han identificado
estructuras artificiales, aparte de gran cantidad de objetos, a diversas
profundidades del lago. Por lo tanto, ya podemos decir el lago sagrado de los
urus encierra algo más que leyendas y mitologías. Existen restos sumergidos que
con toda probabilidad son más antiguos que la ciudad de Tiahuanaco y que
merecen una investigación rigurosa, completa y sin prejuicios, y que sobre todo
encare el tema cronológico con una total objetividad y precisión.
Llegados a este
punto, se podría empezar a recuperar la herética hipótesis de que existió en
América una civilización arcaica muy avanzada en diversos aspectos y que fue
víctima de un cataclismo –o una serie de ellos– hasta perderse en el olvido y
el mito. Más adelante, el legado de dicha civilización pudo reconstituirse,
dando así forma a las varias civilizaciones precolombinas conocidas, muchos
siglos o milenios después. Así pues, la comparación o contraste de los restos
bajo las aguas del Titicaca con el conjunto de Tiahuanaco y otros yacimientos
en superficie debería ofrecer pistas significativas para comprender el origen
de la civilización en el continente americano. La verdad está ahí abajo, a unos
cuantos metros de profundidad.
© Xavier Bartlett
2019
Fuente imágenes: Wikimedia Commons / David Álvarez / Dave Truman / archivo del autor
[1] Incluso hoy en día se puede encontrar en el lago cierta cantidad de
fauna típicamente oceánica. Además, el agua todavía en la actualidad es
ligeramente salina pese a haber trascurrido tantos millones de años.
[2] Fuente: https://grahamhancock.com/trumand2/
[3] Se
trata de Alfredo y Jesús Gamarra, padre e hijo, investigadores peruanos que
estudiaron especialmente los estilos arquitectónicos del Perú prehispánico.
[4] El documental realizado por Cousteau puede verse en youtube: https://www.youtube.com/watch?v=o3Cw9mGsea0
[5] Esta propuesta se basa en los estudios del ambientalista boliviano
Conde Villareal, que afirma que Huiñamarca estaba del todo seco aproximadamente
entre las fechas citadas, que coinciden más o menos con el Dryas reciente.
[6] Se trata de un bol de piedra hallado en 1960 por un indígena en las
cercanías del Titicaca y que, aparte de ciertos motivos decorativos, presenta
un texto escrito en caracteres cuneiformes arcaicos (proto-sumerio), y que pudo
ser traducido como una fórmula ritual o religiosa. El estamento académico lo ignora
o lo considera un fraude.
[7] Posnansky justificó esta interpretación en base a los estratos aluviales que excavó en Tiahuanaco, los cuales presentaban una mezcla desordenada de huesos humanos, utensilios, cerámicas, conchas, flora y fauna acuáticas, etc. También se hallaron cenizas volcánicas, lo que podría indicar la influencia de erupciones volcánicas.
[7] Posnansky justificó esta interpretación en base a los estratos aluviales que excavó en Tiahuanaco, los cuales presentaban una mezcla desordenada de huesos humanos, utensilios, cerámicas, conchas, flora y fauna acuáticas, etc. También se hallaron cenizas volcánicas, lo que podría indicar la influencia de erupciones volcánicas.
7 comentarios:
Hola buenas.
Hace tiempo que no escribía un comentario, aunque he seguido todos los articulos publicados desde el último que comenté.
El continente americano y los posibles "enigmas" que encierra ha sido un tema bastante utilizado por las arquelogia "alternativa". De hecho hay tres cosas que no estan del todo aclaradas por parte del mundo "academico" y como no suelen dar carpetazos.
1ª Antiguedad y origenes de la población humana del continente americano.
2ª Datación, tecnicas y motivo de ciertas construcciones precolombinas(en este caso preincaicas).
3ªLos viajes transoceanicos antes de Colón (aunque se esta reconociendo a regañadientes los posibles asentamientos vikingos).
Y para terminar hace poco se ha reconocido que el mundo preincaico es más antiguo debido a las excbaciones de Caral en el peru dandole un antiguedad de
aproximadamente de uno 5000 años. Muy buen Articulo.
Un saludo y gracias.
Apreciado José Luis,
Muchas gracias por el comentario. Coincido plenamente con esos tres grandes temas, y es que en el caso de América existe una cerrazón inexplicable ante cualquier evidencia de otros posibles escenarios. El dogma se estableció a inicios del siglo XX y ahí sigue -con poca modificación- y eso a pesar de las muchas excavaciones, hallazgos y adelantos técnicos que han generado serias dudas sobre el discurso oficial. El caso del Titicaca es una muestra más de esa incomodidad ante la realidad (que no leyenda).
Saludos,
X.
Hola Xavier
Hay varias cosas que no me quedan claras. Una de ellas es que si hay ruinas de ciudades, terrazas, muros, etc. a mucha profundidad ¿es porque casi no había agua en el lago o se hundió una isla o península en algún momento?
Saludos
Roberto
Apreciado Roberto
Gracias por el comentario. Como es lógico, si hay estructuras en el fondo es que allí antes no había lago. Como menciono en el texto, se han constatado avances y retrocesos del agua en aquella zona a causa de la probable subida de las tierras (el Altiplano) pero también de cataclismos naturales de gran magnitud. Pero en general, por lo que he leído, no se habla de hundimiento de la zona sino de que las aguas cubrieron lo que antes había estado en superficie y luego se retiraron parcialmente, hasta dejar Tiahuanaco en lugar seco y a cierta distancia de la orilla del lago. Por eso es tan importante determinar con estudios geológicos y paleoclimáticos qué pudo suceder en esa zona, sobre todo al final de la última era glacial.
Ahora bien, si se prueba definitivamente que tales cambios drásticos fueron muy antiguos y que hay restos artificiales en el fondo del lago, eso daría cierto crédito a Posnansky con su datación tan remota, y dejaría en mal lugar las versiones oficiales. En tal caso, van a tener que jugar mucho con la cronología para justificar todo esto (pero, por otro lado, no sería nada nuevo: ignorar y/o manipular pruebas).
Saludos
X.
Un gran artículo. Como siempre el aporte de pruebas es espectacular. Que puedo decir, los grandes enemigos de la arqueología estan al mando de los estamentos oficiales del academicismo. La verdad esta ahi fuera y tambien bajo las aguas. No desesperemos, continuemos investigando, todo llega para el que sabe esperar(y trabajar)
Un saludo y muchas gracias.
Gracias Vlad
Pues eso, no hay mucho más que decir. Los de siempre están enrocados en sus dogmas y tratan de mirar para otra parte. En este caso, siempre tendrán la excusa de que la arqueología subacuática es cara y compleja.
Saludos,
X.
Gracias Xavier, interesante articulo y mas por las controversias y deducciones que se plantean, quienes hemos recorrido el Ande y conocemos el perfil oceonografico de la fosa submarina de Nazca, hemos podido comprobar multitud de restos fósiles marinos a alturas mayores de los 4000 msnm, es mas existen en estas alturas como es en el Lago Junin y en el abra de Ticlio mas 5000 msnm. aves marinas como la gaviota andina y peces que morfologicamente corresponden al océano, lo que debe ser producto de la elevación brusca del fondo del lecho marino y que se corresponde con la pendiente de los Andes y la de la Fosa de Nazca que esta montada sobre la placa sudamericana y que es motivo de los grandes cataclismos que se suceden en nuestra región central del continente americano, por lo tanto es posible un cataclismo que hundió parte del lago Titicaca y origen de los grandes salares existentes en esas alturas altiplanicas que nos pueden sugerir grandes evaporaciones del agua de mar, ademas de las grandes temporadas de lluvias que han permitido diluir la salinidad del Lago y de que hayan cambiado su extensión original, espero que se aclare todo y podamos un día demostrar que lo nuestro es una cultura autóctona y no importada de ninguna otra, inventada por los bárbaros europeos anglo sajones. un abrazo Roque.
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