Seguramente, el mítico Diluvio Universal es un tema que ha suscitado numerosos estudios religiosos, antropológicos, históricos o mitológicos durante siglos, pero no ha sido hasta hace pocas décadas en que algunos autores alternativos empezaron a buscar rastros geológicos y arqueólogicos de un cataclismo global real de gigantescas proporciones. Sin embargo, ni todo está dicho ni todos los enfoques hacia el tema han sido explorados. Así, me es grato presentar este interesante artículo de Guillermo Caba Serra en que desarrolla una muy audaz teoría sobre el concepto de Diluvio, en que la física y la metafísica van unidas de la mano. Léase atentamente y sin prejuicios, porque lo que así se dice está bastante alejado de la ortodoxia.
Representación artística del Diluvio |
Cualquier persona que haya tenido interés en seguir los distintos
relatos que existen sobre el Diluvio Universal se habrá dado cuenta de dos
aspectos fundamentales que los caracterizan. En primer lugar, que son
universales, pues los encontramos en todas las tradiciones sagradas del
planeta. Y en segundo lugar, que los relatos, si se entienden de forma literal,
son absurdos. Una vez constatado este hecho, la pregunta que nos podemos hacer
es: ¿Por qué todas estas tradiciones antiguas se tomaron el interés en
transmitir el mismo mensaje absurdo según el cual una lluvia muy intensa inundó
la tierra y aniquiló a casi toda la humanidad?
Más extraño todavía es que las mismas tradiciones dijeran que se
salvaron los piadosos, los humildes, los sabios y los santos. ¿No es más lógico
pensar que se salvaran los que estaban muy fuertes o muy sanos, que serían los
que alcanzasen la cima de una montaña, o bien los que sabían cómo construir
embarcaciones? De manera que este dato añade más extrañeza al ya de por sí
absurdo relato del Diluvio. Y la pregunta que nos debemos plantear es: ¿Qué
lógica hay detrás de este relato? Esto es lo que voy a tratar de establecer a
partir de ahora en una hipótesis en la que se van a utilizar datos que proceden
de distintos campos de la ciencia.
Me voy a centrar en la descodificación del relato mesopotámico y del
americano precolombino. Pero antes de abordarlos, tenemos que dar tres pasos
hacia atrás para establecer unos marcos conceptuales. Estos datos, que nos van
a proveer de la llave para descifrar el código en que están escritos estos
textos, provienen de los siguientes tres puntos de anclaje:
1. Por un lado,
la interpretación que propongo sobre la razón de ser de la Gran Pirámide.
2. Por otro lado,
será necesario abordar el simbolismo felino en las tradiciones africanas, de
Oriente Medio, de Asia y de la América Precolombina.
3. Finamente,
incorporaremos datos aportados hoy por la investigación clínica y neurológica, así como por el geomagnetismo y
la astrofísica.
Una Gran Pirámide dedicada a la naturaleza espiritual del ser humano
En otro artículo que publiqué en esta revista formulé una hipótesis muy
sencilla sobre la Gran Pirámide. Básicamente, lo que decía allí es que este
monumento no es el mausoleo del faraón Keops. Esto se puede sostener porque,
por un lado, no hay ni un solo dato de la Antigüedad que nos aporte una prueba
directa y fehaciente de que así sea. Y por otro lado, porque si uno toma los Textos de las Pirámides, que es el
origen de la literatura funeraria egipcia, y pasa el tamiz, se puede constatar
que hay correspondencias entre lo que dicen algunos pasajes de estos textos
funerarios y la estructura interna de la Gran Pirámide.
Sección de la Gran Pirámide |
Si vamos a la Epopeya de Gilgamesh,
que es la obra literario-mitológica más conocida de la civilización sumeria,
encontramos que se dice por dos veces que Gilgamesh
era en dos tercios divino y en un tercio humano. De esta manera, encontramos
una correspondencia muy clara en lo que hemos propuesto para la mal llamada
Cámara del Rey de la Gran Pirámide: un sarcófago, que tiene asignado el cuerpo
físico, y un canal sur y un canal norte que tienen asignados respectivamente el
alma y el espíritu. Más interesante es que, en otro pasaje de la Epopeya de Gilgamesh, se indique que el
barquero Urshanabi es el personaje
que permite a Gilgamesh atravesar las
Aguas de la Muerte. Y es que Urshanabi
significa literalmente “servidor de dos tercios”. Es decir: el texto nos está
indicando que es la dimensión no física de Gilgamesh
la que puede cruzar este paso peligroso. Si la parte la parte física se queda
en la orilla y pasan los otros dos tercios, el alma y el espíritu, este texto
mesopotámico nos está hablando de algo que tiene mucho más que ver con la
mística que con un desplazamiento puramente geográfico. Podemos pensar que
estas correspondencias son casuales una vez más. Para darnos cuenta que esto no
es así vayamos al mundo acadio.
El poema de la creación acadio nos indica que el ser humano se “fabricó”
mediante la carne y la sangre de un dios, al que se inmoló, más la arcilla. En
este caso tenemos este último elemento, la arcilla, la que aporta el tercio
físico de la naturaleza del ser humano, mientras que la carne y la sangre del
dios aportan los dos tercios divinos. Así que, de forma clara, tenemos que
distintas tradiciones sagradas
comparten la misma concepción sobre la naturaleza espiritual del ser
humano. Esto podría ser debido a la proximidad geográfica y temporal entre
Egipto y Mesopotamia. Sin embargo, esto es poco probable porque el mismo
conocimiento lo encontramos en la América precolombina.
Figura 1. Glifos mayas |
En el mundo maya tenemos un glifo que indica la compleción de las cosas,
su perfección, que es el glifo ahau (ver figura 1). Un aspecto de este glifo que nos interesa
especialmente es que remitía a la naturaleza divina de aquel personaje que lo
detentaba. Es decir, todos aquellos personajes del mundo maya que detentaban
este atributo o título –básicamente gobernantes y sacerdotes– eran considerados
divinos. Esto es especialmente relevante porque dicho glifo está integrado por
tres círculos dentro de otro círculo. Según los especialistas en epigrafía maya,
este glifo representa el rostro de un ser humano o la cara de un mono. Sin
embargo hay otro glifo, que deriva de este glifo ahau, que es el glifo way (ver figura 1),
en el que aparece la parte superior derecha, en donde debería aparecer un
círculo, alterada por manchas. Según los especialistas, dichas manchas son
una referencia a una piel de jaguar. Por lo tanto, este glifo está haciendo
referencia a la actividad de los brujos y hechiceros que tomaban drogas
enteogénicas. Esto es muy interesante porque la alteración del glifo ahau nos está hablando de una dimensión
de la conciencia: aquella en la cual la mente funciona al margen de la
percepción física de la realidad porque alguien ha tomado algún tipo de
sustancia enteogénica.
De esta manera hemos entrado en el meollo del asunto porque el glifo ahau nos está señalando que entramos en el campo
de la conciencia. Es decir: si el glifo way nos indica ese ámbito de la conciencia en
el que la mente funciona con una alteración total de la percepción física de la
realidad, lógico es pensar que cada uno de los círculos del glifo ahau nos está hablando de un nivel de
conciencia distinto. Si esto es así, cuando hablamos del poema de la creación
acadio, los dos tercios divinos, que serían la carne y la sangre del dios que
se inmoló, nos estarían hablando de dos niveles de conciencia, mientras que la
arcilla sería otro nivel de conciencia. Asimismo, en la Epopeya de Gilgamesh sumeria los dos tercios divinos de nuestro
protagonista serían dos niveles de conciencia y el un tercio humano otro nivel
de conciencia. Y en el caso de la Gran Pirámide tendríamos que el sarcófago
remitiría a un nivel de conciencia, mientras que el canal sur –el alma o ba– tendría asignado otro nivel y el
canal norte –el espíritu o akh–
señalaría otro nivel de conciencia. Así que la pregunta que se nos suscita es:
¿de qué niveles de conciencia estamos hablando? Para aclararlo tenemos que ir a
la India.
La claridad que aporta la tradición Vedanta Advaita hindú
En la tradición hindú del Vedanta Advaita se dice que el ser humano vive
en tres niveles de conciencia básicos. El primero es el nivel de conciencia de
vigilia en el cual a través de los sentidos de nuestro cuerpo físico –el oído,
la vista, el tacto, el olfato y el sabor–, percibimos el mundo físico así como
nuestro cuerpo.
De acuerdo con la misma tradición, hay un segundo nivel de conciencia
que es ese estado en el que tenemos sueños cuando estamos dormidos. En esta
situación, la mente fabrica realidades puramente mentales. Finalmente hay un
tercer nivel de conciencia que es el del sueño profundo en el cual al
desparecer cualquier sujeto objetivador tampoco hay un mundo que se pueda
objetivar.
Esta clave tan sencilla nos permite descifrar el código en que se
expresaron los seres humanos que concibieron la Gran Pirámide, la Epopeya de Gilgamesh, el poema acadio de
la creación y los glifos mayas de los que hemos hablado.
Veamos su aplicación para explicar el significado de la mal llamada
Cámara del Rey de la Gran Pirámide: el sarcófago nos está remitiendo a la
conciencia de vigilia y esta conciencia muere cuando morimos; el canal sur, que
estaba dedicado al alma-ba, en
realidad nos está hablando de la conciencia del ser humano despojada de la
percepción física de la realidad. Es decir, al remitir al yo en estado puro
señala a lo que queda de nosotros cuando hemos disuelto nuestra vinculación con
los sentidos corporales; finalmente, el estado de conciencia de sueño profundo
estaría referenciado en el canal norte, al que asignamos el espíritu-akh que apunta hacia las estrellas
circumpolares.
Asimismo, los dos tercios divinos de Gilgamesh
remiten a los dos estados de conciencia, el primero de los cuales se
caracteriza por trascender la vinculación con los sentidos (sueño con sueños) y
el segundo se caracteriza por trascender la misma mente (sueño profundo),
mientras que el otro tercio remite a la percepción sensorial que tenemos en la
conciencia de vigilia. Finalmente, en el poema acadio de la creación la arcilla
remite a este estado de conciencia de vigilia mientras que la carne y la sangre
del dios Wê señalan respectivamente a la conciencia onírica y al sueño
profundo.
De entrada, estas asimilaciones pueden parecer bastante extrañas, pero
si vamos por ejemplo al Rig Veda, que
es el fundamento de la tradición sagrada hindú, veremos que al final todo
remite al mismo mensaje claro y sencillo. Allí se dice que el número de la
creación es el número tres y que este número tres remite a tres niveles de
conciencia que se reparten de una forma muy clara: un tercio del ser humano
pertenece a Yama, el dios de la Muerte, y dos tercios pertenecen a Suria, el
dios del Sol. Con lo cual volvemos a la misma proporción. Un tercio humana, que
es la percepción física de la realidad, y dos tercios divina, que es todo ese
tipo de percepciones, que trascienden lo que captamos a través de los sentidos.
Esta interpretación de la Gran Pirámide, y por extensión del mensaje
fundamental a partir del cual se articula, según mi hipótesis, el conocimiento
sagrado de Sumer, Acad y el mundo maya, también lo encontramos en el mundo de
la alquimia en donde tenemos el mercurio, el azufre y la sal. Y, en este
sentido, la enigmática operación alquímica de volatilizar lo sólido y
solidificar lo volátil no es nada más que, como indicaba de forma sencilla y
clara el gran místico hindú Ramana Maharshi, alcanzar un estado de conciencia
en el que aunemos la claridad de la vigilia con la paz del sueño profundo.
Sello templario |
Hasta aquí hemos dado el primer paso para entender los textos que nos
hablan del Diluvio: el ser humano participa de tres estados de conciencia
básicos. El primero es el de conciencia de vigilia, a través de la cual
percibimos la realidad física del mundo –y de nosotros mismos– a través de
nuestros sentidos. El segundo es el de la conciencia onírica y el de todas esas
experiencias que tienen las personas en el umbral de la muerte, ya sea porque
han tenido un paro cardíaco y se les genera una experiencia extracorpórea. Es
decir, este nivel de conciencia se correspondería con nuestro yo en estado
puro. Y luego el tercer estado que es el de sueño profundo en el cual
desaparece el sujeto observador porque ya no hay objeto que observar.
El mismo felino para distintas tradiciones sagradas
Ahora vayamos al segundo punto de anclaje que nos permitirá entender la
solución que propongo sobre el Diluvio Universal y a formular una hipótesis
sobre la razón de ser de la Esfinge de Guiza que entra en resonancia con dicha
solución. Este aspecto es el del común simbolismo felino que encontramos en las
tradiciones de todo el mundo. Es decir: el león en África y Oriente Medio tiene
un simbolismo sagrado que es el mismo que encontramos en Asia con el tigre y en
la América Precolombina con el jaguar. ¿Cuál es este simbolismo común?
En la tradición hindú, para alcanzar la iluminación, hay una indicación
poética muy interesante en la que el maestro le dice al discípulo: la mente
vagabundea de un pensamiento a otro de la misma manera que un elefante
vagabundea por el bosque. Tenemos que aniquilar, neutralizar, doblegar nuestra
propia mente de la misma manera que un tigre es capaz de atacar y aniquilar a
un elefante. Esta es una indicación que Ramana Maharshi dio algunas veces a sus
devotos. Dicho recurso simbólico también aparece en el Yoga Vasishtha, que es un texto del siglo IV d. C. Así que es un
recurso metafórico bastante extendido en la tradición hindú.
Sello de la civilización del Indo |
Sin embargo, si nos vamos a la Siberia el primer milenio a.C.,
encontramos muchos petroglifos en los que aparece la imagen superpuesta de un
felino atacando a un ungulado. Decir que se trata de lo mismo podría ser
demasiado aventurado. Las personas que han investigado estos petroglifos
afirman que forman parte de una visión del paso entre la vida y la muerte,
entendiendo esto como el paso de un nivel de realidad a otro nivel de realidad.
Es decir, pasamos de la realidad en la cual percibimos todo físicamente a otro
nivel de realidad en el que no se percibe nada físicamente porque el cuerpo ha
dejado de existir. Así que volvemos a la misma idea expresada a lo largo de más
de 5.000 años –pues este es el lapso de tiempo que hay entre el florecimiento
de la civilización del Valle del Indo y Ramana Maharshi– en la tradición hindú.
Dintel de la madraza |
La respuesta es afirmativa. A favor de esto tenemos que en este caso se
trata de un cervatillo, que sería una indicación del niño musulmán que todavía
no ha madurado espiritualmente y que va a ese lugar en el que se le va a
enseñar cómo ser uno con Alá. Este sería el objetivo de la escenificación del
tigre y del cervatillo que vemos en la entrada de la madraza.
Antes de acabar con el motivo felino, vayamos hasta la América
precolombina para darnos cuenta hasta qué punto este recurso metafórico para
explicar el paso del nivel de conciencia ordinario al trascendental es
universal.
En el mundo maya se utilizaba la misma palabra –balam– para identificar a los sacerdotes y chamanes así como a los
jaguares. Dicho claramente, en la medida en que los sacerdotes y los chamanes
eran los que dominaban el paso entre el mundo físico y el trascendente, eran
depositarios de poderes y capacidades que, por analogía con el mundo natural,
eran los atributos de los jaguares. Esto se traducía en la capacidad de
bloquear o neutralizar su percepción física de la realidad para acceder a otro
nivel de conciencia, de la misma manera que un jaguar bloquea o neutraliza su
presa.
Asimismo, podemos ir a la cultura de San Agustín que se desarrolló en
las estribaciones orientales de la cordillera andina colombiana. Ahí tenemos
estatuas en las que aparece un felino, en el que se destacan sus prominentes
colmillos, agarrando a un ser humano. Es decir, las personas que esculpieron
esas esculturas destacaban el atributo depredador de la escena. En este
sentido, los estudiosos de estos yacimientos dicen que dichas esculturas representan
una metáfora del paso de un nivel de existencia a otro nivel de existencia, de
la vida a la muerte, de la percepción física de la realidad a otro estado que
trasciende esa percepción. Con lo cual, encontramos el mismo recurso poético,
metafórico, que es la relación presa-depredador, para explicar el paso de un
nivel de existencia, o de conciencia, a otro.
El mismo mensaje en la cuna de la humanidad
Si algunos lectores aún tienen dudas acerca de la importancia y
universalidad de esta escenificación presa-depredador como recurso metafórico
para expresar el paso del nivel de conciencia de vigilia al de conciencia
trascendental, creo que les será de utilidad saber qué datos se han extraído
del yacimiento de Göbekli Tepe que se descubrió en 1993. Con 11.500 años de
antigüedad, hoy se considera que es la cuna de la civilización.
Este yacimiento nos
interesa por varios motivos: es el primer gran centro de peregrinaje conocido;
es el primer monumento utilizado como un sistema de almacenaje de contenido simbólico;
y su descubrimiento está obligando a replantear el porqué el ser humano pasó
del Paleolítico al Neolítico. De manera que Göbekli Tepe es cualquier cosa
menos banal y, por este motivo, cualquier dato que se pueda extraer de él y que
nos ayude a entender cuál era su función, nos interesa especialmente.
Pues bien, en este yacimiento hay muros de piedra circulares y monolitos
con imágenes de presas y depredadores. La parte ritual está dentro de este
círculo y para acceder a este espacio interior, hay que agacharse y pasar por
un paso estrecho, lo que indica que el ego debe doblegarse, tema que ya abordé
en mi primer libro Conciencia. El enigma
desvelado. Los arqueólogos que llevan a cabo el estudio del yacimiento
sostienen que en estos monumentos se llevaba a cabo un oscuro ritual vinculado
con la vida de ultratumba. De manera que, incluso en el monumento que a día de
hoy está considerado como el origen de lo que después serían todas las
tradiciones religiosas, aparece el simbolismo presa-depredador para escenificar
el paso entre el mundo físico y el mundo espiritual. En suma: el simbolismo
presa-depredador está muy profundamente anclado en la conciencia del ser humano
y por eso lo encontramos en todas partes.
Este ha sido el segundo aspecto importante a tratar. El primero era la
visión tripartita del ser humano: dos niveles divinos o trascendentes y uno
físico. Ahora hemos tratado el simbolismo felino y, antes de abordar los
textos, nos queda un tema fundamental: saber qué nos dice hoy la ciencia, qué datos
se están extrayendo en distintas áreas de conocimiento que nos pueden ayudar a
entender qué lógica tiene el relato del Diluvio Universal.
Lo que revela la neurología, el geomagnetismo y la astrofísica
En primer lugar hay que tener en cuenta los trabajos del científico
canadiense Michael Persinger, quien ha estado experimentando, entre otras
cosas, con un artefacto que él ha creado y que se ha venido en llamar el Casco
de Dios. Es un casco normal de motorista al que se le han incorporado unos
electrodos. La persona que se pone el casco, cuando se activan los electrodos,
queda bajo el influjo de unos campos magnéticos. Algunos de los voluntarios que
se han sometido a estos campos magnéticos aseguran que están percibiendo seres
que no existen físicamente, mientras que otros han tenido experiencias
extracorpóreas, aunque bien es verdad que muchos de los voluntarios no han
experimentado ninguna alteración respecto de la conciencia de vigilia.
"Casco de Dios" |
La primera es que tenemos el cerebro plagado de cristales de magnetita.
Es decir, somos magnéticamente sensibles. En segundo lugar, a algunas de las
personas a las que se les han colocado directamente electrodos en la cabeza, se
les ha incrementado muchísimo la memoria, mientras que otras han tenido
experiencias extracorpóreas. Estos experimentos son muy importantes porque a
través de ellos se constata la enorme plasticidad de la conciencia del ser
humano cuando está sujeta a campos electromagnéticos específicos, distintos a
los que estamos expuestos en nuestra cotidianidad. En tercer lugar, en un
artículo que apareció en el año 2011 en el Journal
of Human Evolution, se indicaba que en los inicios del Paleolítico parece
ser que los seres humanos tenían un interés especial en asentarse en lugares
tectónicamente activos. Según los científicos, esto era debido a que ahí tenían
mayor facilidad para la cacería, mayor protección frente a las fieras o mayor
cantidad de agua disponible. A mí, dicho sea de paso, no me parece que estas
ventajas de supervivencia estén más disponibles en lugares tectónicamente
activos. Lo que sí es verdad es que en dichos asentamientos se generan campos
magnéticos alterados.
Con lo cual, propongo que los seres humanos iban a vivir a estos sitios
porque la conciencia puede que ahí trabaje de forma más fina o de forma un poco
más alterada. Pienso que esto podría ser así porque buena parte de lo que son
los templos antiguos y las grandes tradiciones sagradas han nacido y se han
establecido en lugares telúricamente activos, donde hay terremotos. Tenemos
Guiza, tenemos Jerusalén, tenemos Delfos, que precisamente se asienta en un
cruce de fallas tectónicas. Asimismo, tenemos Teotihuacán, Tiwanaku, Cuzco o
Machu Picchu.
Es decir, tenemos muchos datos que nos permiten formular la hipótesis de
que el ser humano se ha asentado en lugares tectónicamente activos porque ahí
la conciencia ha estado más receptiva a lo que sería la trascendencia del ser
humano. Esta hipótesis se me hace muy verosímil porque, al fin y al cabo, lo
que tenemos en estos sitios son mensajes sobre trascendencia, sobre la
dimensión divina del ser humano. ¿Por qué construir estos monumentos tan
especiales y tan complejos en lugares en los que la tierra se mueve? La
respuesta que propongo es que había individuos especialmente sensibles a estas
emanaciones electromagnéticas y que ahí conectaban con otros niveles de
realidad, o bien que la intuición de esa otra realidad, que existe más allá de
lo puramente sensorial, se captase de forma más clara.
El Diluvio fue un fenómeno cosmológico
Este aspecto del magnetismo también nos interesa pero a una dimensión
más amplia: la que implica al planeta en su globalidad porque la Tierra es
magnéticamente sensible y, más concretamente, es como un imán. Tenemos dos
polos, que generalmente coinciden con los polos geográficos, y tenemos la
magnetosfera, un escudo protector que protege la biosfera de determinados haces
de energía que barren el cosmos continuamente. Desde el siglo XIX conocemos
bastante bien el viento solar y, más recientemente, gracias a los satélites,
sabemos que en el cosmos hay una auténtica orquesta de flujos de energía
electromagnética que continuamente barren el espacio en todas direcciones. De
vez en cuando, impactan con la Tierra y, a pesar de que pensábamos que
estábamos bien protegidos con nuestra magnetosfera, hoy sabemos que no es así.
Estos haces pueden penetrar, y de hecho penetran, en la biosfera, lo que ha
generado bastante desconcierto entre los astrofísicos.
Así que, y ahí entramos en el tema del Diluvio, podemos formular una
hipótesis sobre la razón de ser de este relato. Si el Diluvio Universal desde
el punto de vista atmosférico no tiene sentido, ¿podría ser que lo tuviera
desde el punto de vista electromagnético? Dicho claramente: propongo que el
Diluvio Universal es en realidad el efecto que produce en la mente de los seres
humanos un haz de energía electromagnética que barre el cosmos, interactúa con
la tierra y provoca en los seres humanos una alteración total de su percepción
física de la realidad. Y para verlo vamos a ir, de forma muy sintética, a los
textos antiguos.
El diluvio electromagnético en Mesopotamia
Vayamos a la tradición mesopotámica. Según esta versión, de la que
posteriormente derivaría el relato bíblico de Noé, el causante del diluvio es
un dios que se llama Enlil, cuyo
dominio es la atmósfera. Cuando leemos los textos en los que aparece como
protagonista, lo que encontramos es que personifica el más puro deseo sexual.
Es decir, las peripecias de este dios hablan de nuestra parte más burda.
Curiosamente, este es el dios que crea el diluvio, lo suscita.
En la misma tradición, el dios que permite la salvación de un ser humano
es el dios Enki, que es una deidad
que nos interesa muchísimo. En primer lugar porque dentro del sistema
sexagesimal sumerio, Enki tiene un
valor de 40, y ésta es una referencia clara de que Enki representa nuestros dos tercios divinos: la actividad de la
conciencia cuando ha trascendido su vinculación con la percepción física de la
realidad así como con la propia mente. En segundo lugar porque el dominio de
este dios es el apsu, palabra que dio
origen a nuestro vocablo “abismo”. Pues bien, según los textos mesopotámicos,
este apsu era el lugar de las aguas
cósmicas subterráneas, que se situaban en las fuentes, en los ríos y en los
aljibes; no obstante, los mesopotámicos creían que estas aguas rodeaban nuestro
mundo visible. De manera que encontramos una incoherencia. ¿Cómo puede ser que
estas aguas, el apsu, estén presentes
en las fuentes, en los aljibes y en los ríos, y que al mismo tiempo rodeen el
mundo físico visible? Lo que propongo es que, en realidad, estos dominios
acuáticos son una metáfora de lo que queda de la conciencia del ser humano
cuando ha disuelto la vinculación con los sentidos corporales y, por lo tanto,
ya no percibe la realidad física.
De acuerdo con esta interpretación de lo que es el apsu, el nivel del agua marcaría la diferencia entre el mundo
físico, que es lo que hay de la superficie para arriba, la atmósfera, mientras
que toda masa acuosa remitiría a toda aquella percepción que tenemos cuando ya
no estamos vinculados por los sentidos. Es muy curioso porque en el texto, Enki, el dios del apsu, es quien le dice a
Utanapishti, el Noé de este relato, que construya una arca.
Representación medieval del Arca de Noé |
A favor de esta interpretación tenemos que lo que quedó afuera del agua,
en el ámbito de la atmósfera, y por lo tanto quedó expuesto al efecto
destructor del diluvio, fue un tercio del arca. Y esto es coherente con el
hecho ya indicado de que Enlil, el
dios que suscita el diluvio, era el dios de la atmósfera.
De acuerdo con esta interpretación, el relato original del Diluvio
Universal dentro de la tradición mesopotámica nos está diciendo que la
percepción física de la realidad quedó afectada mientras que todo lo que era la
percepción que subyace más allá de lo que hay a nivel sensorial se salvó, esto
es, quedó fuera del alcance del Diluvio. ¿Absurdo?
Un tercer dato del mismo
relato da más solidez a esta interpretación. En este pasaje se indica que tras
el diluvio, los dioses conceden la inmortalidad al superviviente del Diluvio y,
a partir de ese momento le dicen “vas a vivir en la desembocadura de los ríos”.
¿Cuál era el lugar geográfico al que se referían los que crearon el relato? Yo
propongo que no es un lugar geográfico sino que es un lugar cognitivo.
De hecho, el sitio existe geográficamente: es la unión del Tigris y el
Éufrates, el lugar donde se juntan para desembocar al mar; sin embargo, hay que
entender la referencia del texto en clave simbólica. Basta ir a las tradiciones
místicas, desde Santa Teresa de Jesús hasta el yoga hindú, para darse cuenta de
lo que significa unión. La mística española utiliza hasta la saciedad la
expresión de la unión con Dios, con Jesús, para explicar sus experiencias
trascendentes. Por otro lado, ¿qué significa yoga?: “unión”. Y a esta
interpretación mística se referían los mesopotámicos cuando indicaban que el
superviviente del Diluvio se fue a vivir a la unión de los ríos. Esto es
coherente con el hecho de que, al asignarle los dioses dicho enclave, el texto
indique que al mismo tiempo a dicho superviviente se le concedió la
inmortalidad. De manera que dicho lugar no es geográfico sino cognitivo,
místico.
Y, en suma, dicha clave también se puede aplicar a la concepción egipcia
según la cual el faraón llevaba las coronas del Alto y del Bajo Egipto. En
contra de lo que sostienen los egiptólogos, según los cuales las dos coronas
remiten a dos lugares geográficos, yo sostengo que remitían a dos estados de
conciencia. El Bajo Egipto remitía a la conciencia de vigilia y el Alto Egipto
a la conciencia trascendente. El faraón era, en este sentido, el intermediario
entre estos mundos, atributo que en todas las tradiciones pertenece a los
chamanes y a los sacerdotes.
La misma clave para entender el diluvio mesoamericano
Mural de Teotihuacán |
La vinculación del agua con la trascendencia de la percepción física de
la realidad también la encontramos en el mundo maya. En esta civilización los
cenotes sagrados, estas cavidades subterráneas que contenían lagunas, eran
considerados las entradas al inframundo, al mundo de los espíritus.
Asimismo, los mayas tenían un glifo que remite al acto de conjurar,
verbo que significa evocar realidades espirituales, trascendentes, lo que no se
capta a través de los sentidos, para que se manifieste físicamente. Pues bien,
el glifo que los mayas tenían para referirse al acto de conjurar era un pez en
una mano (ver figura 1). Es decir: sacar el pez del agua era la
imagen utilizada para indicar el acto de evocar lo que existe más allá de los
sentidos para que se manifieste en el ámbito físico. Con lo cual tenemos otra
clara indicación de que el agua representa una frontera entre lo que es
trascendente, espiritual, y está más allá de lo que captamos por los sentidos,
y lo que es nuestra parte física.
Tema maya de la caracola |
Códice de Dresde |
Es decir, lo abordemos por donde lo abordemos, todo nos induce a
formular la hipótesis de que el Diluvio Universal fue un haz de energía
electromagnética que borró la percepción física de la realidad de los seres
humanos. Por eso todas las tradiciones coinciden en señalar que se salvaron los
humildes, los piadosos y los santos.
Finalmente, por lo que concierne a los mayas, conviene señalar algo que
los investigadores reconocen acerca de la sustancia celestial que genera el
Diluvio: “en las escenificaciones del Diluvio de la época clásica, anteriores a
este códice, cae sangre del cielo. En la época posclásica, a la que pertenecen
los códices, cae agua. Sabemos que esta sangre no es sangre y que esta agua no
es agua. Sin embargo sabemos que se trata de un mismo elemento cosmológico pero
no sabemos cuál es.”
Lo que propongo es que este elemento es un haz de energía
electromagnética que barre el cosmos, que interactúa con la conciencia del ser
humano y que bloquea la percepción física de la realidad.
Un Diluvio que nos deja como niños
Hasta aquí podríamos pensar que esta interpretación del Diluvio sumerio
y del Diluvio teotihuacano, azteca y maya es absurdo. Sin embargo, si nos vamos
a Platón, por boca de un sacerdote egipcio, se dice: “de forma periódica cae un
diluvio procedente del cielo que deja a los seres humanos como si fuerais
niños”. ¿Cómo hay que interpretar esto? Si fuera lluvia física, ¿por qué iba a
transformar a los seres humanos otra vez en niños? A lo sumo, lo que haría
sería mojarlos o ahogarlos, pero no transformarlos en niños.
Por otro lado, en el Apocalipsis
de San Juan tenemos la referencia de que apareció un dragón en el cielo y
con su cola barrió un tercio de las estrellas. ¿Por qué otra vez esta
proporción de un tercio?
Una esfinge que aguarda su momento
Hasta ahora, para proponer esta interpretación del Diluvio hemos
utilizado textos antiguos, que de alguna manera son un medio de transmisión de
conocimiento alterable y manipulable. En este sentido, merece la pena buscar un
medio o soporte de transmisión de conocimiento que sea menos manipulable y
alterable por el paso del tiempo. En este orden de cosas, todo el mundo está de
acuerdo en que este soporte para transmitir conocimiento es la arquitectura y
la escultura. Así que debemos buscar en la antigüedad una indicación del
Diluvio expresada en forma arquitectónica que reúna tres condiciones.
1. Tiene que ser
un gran depredador.
2. Este
depredador ha de contener un mensaje cósmico, ha de señalar una realidad
cósmica.
3. Ha de
manifestar una actitud de espera. Porque, al fin y al cabo, todas las
tradiciones dicen que va a volver otro diluvio.
Y si uno considera estas tres condiciones se da cuenta rápidamente de
que hay una obra de arte de la antigüedad que cumple las tres: la imagen
leonina de la Esfinge de Guiza.
Gran Esfinge de Guiza |
Muy probablemente, esta imagen no fue obra de cuatro individuos de la civilización egipcia. Seguramente es bastante anterior, y muy posiblemente nos está señalando el momento del último diluvio y, de forma implícita, nos está señalando cuándo será el siguiente. Por eso es un león en reposo. Por lo tanto, la hipótesis que propongo para la razón de ser de la Esfinge de Guiza es que está señalando un haz de energía electromagnética, que por ahora no está activo pero que de forma periódica cae sobre la tierra y afecta la conciencia de los seres humanos.
Buscando la prueba del diluvio cognitivo
Si realmente hubo un diluvio electromagnético, lógico es pensar que
tendríamos que encontrar algún tipo de registro, geológico o biológico, que lo
demostrase. Por ejemplo, en un sedimento de 12.500 años de antigüedad se
encontró un hierro –que en ese momento se estaba fundiendo– que tenía una
polarización inversa a lo que el planeta debería tener en ese momento. Eso
significa que en ese momento se produjo una inversión total del magnetismo
terrestre: el polo norte estaba en el sur y el sur estaba en el norte. Y esto
quedó registrado. Asimismo, unos investigadores japoneses comprobaron que en
unos anillos de crecimiento de unos árboles, correspondientes al año 775, había
una alteración total del anillo de crecimiento. Según los autores del artículo,
dicha alteración fue provocada por una emisión de rayos gamma procedente del
cosmos que no duró más que unos pocos segundos.
Así pues, si la hipótesis
cognitivo-electromagnética es cierta, tendría que existir un registro fósil,
geológico o biológico, probablemente en la franja de antigüedad de 12.500 años,
porque esto es lo que parece indicar la Esfinge de Guiza, en el que se pudiera
constatar que el planeta recibió el impacto de una fuerza electromagnética
asimilable a los efectos que se producen, por ejemplo, a través del Casco de
Dios. Es decir, se tendría que encontrar el registro de una fuerza
electromagnética al cual se pudiera atribuir este tipo de efectos en la
conciencia del ser humano. Desconozco qué tipo de fuerza electromagnética
podría ser o qué tipo de registro. Eso ya sería trabajo de geólogos, si es que
hay alguien que considera que la hipótesis tiene algún fundamento. Por mi
parte, creo que dicho registro existe y que, en todo caso, merece la pena
buscarlo. Si la hipótesis es falsa no se encontrará. Si es cierta, se
encontrará y nos obligará a repensar desde la base aspectos fundamentales de
nuestra historia y de nuestra naturaleza.
(c) Guillermo Caba Serra 2014
1 comentario:
Interesante, es una nueva (para mi) interpretación de lo que pudo pasar y de lo que podrían estar hablando las tradiciones antiguas.
De todos modos, también hay pruebas geológicas de pequeñas inundaciones que pudieron afectar a zonas concretas,(¿no?) que si eran las pobladas por la civilización dominante del momento (¿Atlantida?) pudieron dar lugar a parte de estas "leyendas"... y liarlo aun más.
Sobre lo explicado con la pirámide, creo que se cae en el error de querer ajustar una teoría alternativa a lo que dice la teoría oficial, pero eso es solo mi interpretación personal.
Saludos.
Publicar un comentario