Hace ya tiempo publiqué en este blog un
extenso artículo que repasaba el conocido asunto del santuario de Baalbek (en
el Líbano), que ha sido objeto de intensa polémica entre la arqueología
alternativa y la ortodoxa. El motivo de tal controversia, que ya dura varias
décadas, es la imponente arquitectura de una parte del santuario, más
concretamente el podio o basamento del templo de Júpiter, de época romana, que
contiene en su parte inferior unos monstruosos bloques megalíticos de cientos
de toneladas de peso, siendo tres de ellos de 800 toneladas (el trilithon),
a lo que hay que añadir otro gigantesco bloque –la Piedra del Sur– de un
peso de unas 1.000 toneladas que quedó inacabado en la cantera próxima, si bien
en un avanzado estado de tallado.
Para sintetizar la polémica, basta decir que los autores alternativos, desde los años 60, señalaron que los fundamentos del citado basamento –en parte megalíticos– no se correspondían con la conocida obra romana, en cualquiera de sus variantes y soluciones. De hecho, el conjunto de Baalbek tiene una larguísima historia, pues ya contenía restos prerromanos[1] y, tras la construcción principal llevada a cabo en época imperial, el santuario se convirtió en fortaleza y sufrió varias remodelaciones y reparaciones en época bizantina y luego árabe. Ahora bien, los bloques megalíticos, perfectamente tallados y colocados in situ sin ninguna argamasa parecían un reto fuera de lugar incluso para los expertos ingenieros y arquitectos romanos. Más bien se correspondían con otras construcciones megalíticas –presentes en varios lugares del mundo– de dudosa cronología[2], y con paralelos tan cercanos como ciertos monumentos egipcios o algunos restos observables en el antiguo Monte del Templo[3], atribuido a Salomón, en Jerusalén. En suma, desde el mundo alternativo se proponía que esa obra era mucho más antigua y más perfecta que cualquier cosa que hubieran podido hacer los romanos.
Lo cierto es que la arqueología académica, en general, hizo oídos sordos a las críticas y observaciones alternativas, y más aún cuando estas opiniones sugerían que detrás de tal obra colosal estaban los extraterrestres, los gigantes, los Anunnaki, los atlantes o cualquier civilización desaparecida. No obstante, se hicieron algunos esfuerzos por parte académica para demostrar –sobre bases teóricas– que, si bien los romanos no tenían por costumbre recurrir a bloques ciclópeos, sí tenían la capacidad técnica de tallar los bloques, alzarlos, desplazarlos y colocarlos luego en el basamento o podium del templo, y sin la necesidad de emplear miles de esclavos o trabajadores. En su momento, en el citado artículo, ya expuse los problemas de estas argumentaciones y no me extenderé en más comentarios.
Sin embargo, vale la pena señalar ahora
que la arqueología académica, a la luz de las recientes investigaciones de los
últimos años en el lugar, ya está empezando a reconocer abiertamente la
existencia de una imponente obra prerromana de incierto origen. Básicamente,
los trabajos realizados han demostrado que existió una vasta intervención
anterior al proyecto romano, a lo cual cabe añadir la constatación de que la Piedra
del Sur no está sola, sino que hay por lo menos otros dos bloques descomunales,
de peso todavía superior a ésta. Por otra parte, también creo interesante
mencionar las últimas observaciones realizadas en Baalbek por Graham Hancock,
que desbaratan un poco más las teorías académicas e introducen más incógnitas
en la ecuación, a la espera de nuevas interpretaciones.
Así pues, me gustaría referirme a un trabajo[4] publicado en 2010 por el arquitecto y arqueólogo alemán Daniel Lohmann, miembro de la misión arqueológica alemana en Baalbek. En su artículo Giant strides towards monumentality (“Grandes zancadas hacia la monumentalidad”), Lohmann se refiere a un proyecto monumental megalómano que precedió a la gran construcción romana iniciada en siglo I d. C. Según la moderna investigación arqueológica, quedaría probado que existió un plan anterior al romano, otro gran santuario o construcción que fue objeto de posterior reaprovechamiento por parte de los romanos. En palabras de Lohman:
“En la época de los trabajos franceses y libaneses en Baalbek, se hallaron los restos de construcciones monumentales prerromanas en las excavaciones bajo el pavimento romano del Gran Patio. La prospección e interpretación actuales muestran que existía un piso prerromano a unos 5 m. bajo el piso del Gran Patio Romano tardío, por debajo del posterior patio oriental. Como rasgos, se incluyen un monumento de podio independiente y una escalera en voladizo precedente; ambos sugieren una anterior entrada al santuario. Además, se podría afirmar que el muro de cimentación situado debajo de la peristasis del templo pseudodipteral imperial inicial era de fecha prerromana. Esta antigua terraza en forma de T ya era una construcción gigantesca, al menos cinco metros más alta que el tell y que cualquier construcción de plataforma. Debido a la falta de restos arquitectónicos de un templo, se puede suponer que el templo para el que se construyó esta terraza nunca fue terminado o quedó completamente destruido antes de que comenzara una nueva construcción. [...]
La construcción inconclusa del santuario prerromano se incorporó a un plan maestro de monumentalización. Aparentemente desafiado por la enorme construcción prerromana, el antiguo santuario imperial de Júpiter muestra tanto una arquitectura de diseño megalómano como la técnica de construcción de la primera mitad del primer siglo después de Cristo. El ejemplo más famoso puede ser el trilithon que forma la hilada media del podio del templo occidental en tres bloques de 4 por 4 por 20 metros. El podio se puede considerar como un intento de esconder la terraza del templo –más antigua y de forma inconveniente– detrás de un podio de estilo romano, que consta únicamente de tres hiladas de mampostería, con una altura de doce metros.”[5]
Para sintetizar la polémica, basta decir que los autores alternativos, desde los años 60, señalaron que los fundamentos del citado basamento –en parte megalíticos– no se correspondían con la conocida obra romana, en cualquiera de sus variantes y soluciones. De hecho, el conjunto de Baalbek tiene una larguísima historia, pues ya contenía restos prerromanos[1] y, tras la construcción principal llevada a cabo en época imperial, el santuario se convirtió en fortaleza y sufrió varias remodelaciones y reparaciones en época bizantina y luego árabe. Ahora bien, los bloques megalíticos, perfectamente tallados y colocados in situ sin ninguna argamasa parecían un reto fuera de lugar incluso para los expertos ingenieros y arquitectos romanos. Más bien se correspondían con otras construcciones megalíticas –presentes en varios lugares del mundo– de dudosa cronología[2], y con paralelos tan cercanos como ciertos monumentos egipcios o algunos restos observables en el antiguo Monte del Templo[3], atribuido a Salomón, en Jerusalén. En suma, desde el mundo alternativo se proponía que esa obra era mucho más antigua y más perfecta que cualquier cosa que hubieran podido hacer los romanos.
Lo cierto es que la arqueología académica, en general, hizo oídos sordos a las críticas y observaciones alternativas, y más aún cuando estas opiniones sugerían que detrás de tal obra colosal estaban los extraterrestres, los gigantes, los Anunnaki, los atlantes o cualquier civilización desaparecida. No obstante, se hicieron algunos esfuerzos por parte académica para demostrar –sobre bases teóricas– que, si bien los romanos no tenían por costumbre recurrir a bloques ciclópeos, sí tenían la capacidad técnica de tallar los bloques, alzarlos, desplazarlos y colocarlos luego en el basamento o podium del templo, y sin la necesidad de emplear miles de esclavos o trabajadores. En su momento, en el citado artículo, ya expuse los problemas de estas argumentaciones y no me extenderé en más comentarios.
Vista parcial del santuario en la actualidad |
Así pues, me gustaría referirme a un trabajo[4] publicado en 2010 por el arquitecto y arqueólogo alemán Daniel Lohmann, miembro de la misión arqueológica alemana en Baalbek. En su artículo Giant strides towards monumentality (“Grandes zancadas hacia la monumentalidad”), Lohmann se refiere a un proyecto monumental megalómano que precedió a la gran construcción romana iniciada en siglo I d. C. Según la moderna investigación arqueológica, quedaría probado que existió un plan anterior al romano, otro gran santuario o construcción que fue objeto de posterior reaprovechamiento por parte de los romanos. En palabras de Lohman:
“En la época de los trabajos franceses y libaneses en Baalbek, se hallaron los restos de construcciones monumentales prerromanas en las excavaciones bajo el pavimento romano del Gran Patio. La prospección e interpretación actuales muestran que existía un piso prerromano a unos 5 m. bajo el piso del Gran Patio Romano tardío, por debajo del posterior patio oriental. Como rasgos, se incluyen un monumento de podio independiente y una escalera en voladizo precedente; ambos sugieren una anterior entrada al santuario. Además, se podría afirmar que el muro de cimentación situado debajo de la peristasis del templo pseudodipteral imperial inicial era de fecha prerromana. Esta antigua terraza en forma de T ya era una construcción gigantesca, al menos cinco metros más alta que el tell y que cualquier construcción de plataforma. Debido a la falta de restos arquitectónicos de un templo, se puede suponer que el templo para el que se construyó esta terraza nunca fue terminado o quedó completamente destruido antes de que comenzara una nueva construcción. [...]
La construcción inconclusa del santuario prerromano se incorporó a un plan maestro de monumentalización. Aparentemente desafiado por la enorme construcción prerromana, el antiguo santuario imperial de Júpiter muestra tanto una arquitectura de diseño megalómano como la técnica de construcción de la primera mitad del primer siglo después de Cristo. El ejemplo más famoso puede ser el trilithon que forma la hilada media del podio del templo occidental en tres bloques de 4 por 4 por 20 metros. El podio se puede considerar como un intento de esconder la terraza del templo –más antigua y de forma inconveniente– detrás de un podio de estilo romano, que consta únicamente de tres hiladas de mampostería, con una altura de doce metros.”[5]
Es decir, se reconoce explícitamente que existió en Baalbek una gran construcción previa –llamémosla megalómana– que tal vez pudo ser la base para un templo o un gran edificio y que quedó inacabado o que fue destruido. Y todo esto en un tiempo indeterminado, pues no hay datos de ninguna datación ni tampoco una posible adjudicación a una cultura concreta (¿fenicios, época helenística...?). Ya sabemos que la obra es “prerromana”, pero la falta de mayores referencias concretas resulta un poco desconcertante. ¿Qué cultura se dedicaba allí a la megalomanía arquitectónica en tiempos históricos? En todo caso, quedaría por aclarar el elemento esencial de la controversia, esto es, establecer qué parte de lo que podemos ver en Baalbek es genuinamente romana y qué parte es anterior (sin que sepamos por el momento quién la realizó, ni cómo, ni cuándo).
El trilithon (véase la diversidad de paramentos) |
Lo que Hancock opina, y yo comparto, es que el llamado Podio 2, la obra megalítica, podría haber estado allí desde hacía muchos siglos –tal vez milenios– y que los romanos lo aprovecharon como muro de contención o para otra finalidad similar. Obviamente, disponer de alguna datación absoluta de esta estructura podría despejar muchas dudas, pero cuando Graham Hancock preguntó a Lohmann si se había realizado alguna datación del Podio 2 mediante Carbono-14, éste le contestó que lamentablemente no se disponía de ninguna, ya que el paso del tiempo y las modificaciones sufridas por las estructuras habían borrado cualquier traza de material orgánico. En todo caso, desde mi conocimiento de la arqueología romana, me parecen claros los siguientes hechos:
- No tiene sentido, ni tampoco ningún precedente en el mundo romano, realizar ese recinto monumental en torno al podio del templo sólo por motivos “estéticos”. Y todavía es más extraño ver que para tal muro se emplearon bloques de distinta medida, siendo algunos de ellos de tamaño y peso enorme (incluido el trilithon), lo que carece de lógica ya que –como hemos visto– no debían soportar ninguna gran estructura. Ese es un argumento demoledor contra la hipótesis romana.
- Los romanos, a lo largo de varios siglos, no recurrieron en su arquitectura o ingeniería a tales bloques megalíticos gigantescos. Para grandes obras solían emplear sillares de piedra de tamaño medio (opus quadratum) o bien cemento (opus caementicium), u otro tipo de paramentos en piedra o en ladrillo.
- Los romanos, aparentemente, no tenían capacidad técnica para mover y colocar bloques de más de 300 toneladas, según sabemos por el complicadísimo transporte de obeliscos procedentes de Egipto. Y aunque hubieran ideado algún sistema con máquinas, lo más probable es que fuera tremendamente complejo, lento y muy costoso, nada operativo para los eficientes romanos. (Es exactamente lo mismo que ocurre en el mundo actual, aun disponiendo de maquinaria motorizada.)
- No hay ningún dato sobre el terreno que permita asociar fiablemente el Podio 2 con el resto de monumentos romanos. Antes bien, la fuerte erosión que presentan algunos bloques de este muro apunta a una evidente diferencia cronológica con la obra propiamente romana. Por tanto, la pretensión del estamento académico de que este muro es romano al 100% es una mera suposición que no está basada en pruebas objetivas e indiscutibles.
La Piedra del Sur |
Puestos a especular, más bien parece que los constructores originales del Podio 2, quienes quiera que fuesen, vieron interrumpido su trabajo de forma brusca por alguna poderosa razón que desconocemos (¿un desastre natural, una crisis económica, un problema político, una guerra...?). Asimismo, fueron incapaces de retomar el trabajo abandonado, quedando los enormes bloques en su emplazamiento actual, sin que tampoco tengamos la menor pista de lo que sucedió (¿el fin de una civilización?). Lo que es obvio es que dada la enorme solidez de la estructura, allí se mantuvo durante un tiempo indefinido hasta que pasó a formar parte del conjunto romano.
En cualquier caso, una vez más estamos ante ese vacío, explicaciones fáciles o despeje de balones por parte académica cuando se habla de megalitismo a esta escala tan enorme y con tal perfección técnica. Y al igual que, por ejemplo, los muros ciclópeos de Sacsayhuamán (Perú) fueron asignados a los incas, los muros con bloques gigantescos de Baalbek fueron asignados a los romanos con escasa discusión. Detrás de ello sólo veo el miedo a reconocer que las antiguas civilizaciones conocidas no tenían los medios para emprender tales hazañas arquitectónicas. Esto nos lleva por fuerza a la hipótesis de la civilización desaparecida, para la cual no debía ser un esfuerzo titánico manejar tales bloques, pues posiblemente disponían de una tecnología desconocida para nosotros. Y aun admitiendo que ésta es una explicación situada en un escenario hipotético y un limbo de pruebas, me parece más razonable que las propuestas convencionales, o al menos más consistente como punto de partida.
© Xavier Bartlett 2018
Fuente imágenes: Wikimedia Commons
[1] Según los
arqueólogos, el yacimiento es un típico “tell”, una colina que fue aumentando
en altura según se producían las sucesivas ocupaciones humanas y abandonos a lo
largo de miles de años. Los restos más antiguos se han datado en el Neolítico,
hacia el 8000 a. C.
[2] Recordemos
que el megalitismo, en sus diferentes manifestaciones, ha sido datado por la
arqueología ortodoxa desde el Neolítico hasta la Edad de Bronce, con algunas
apariciones esporádicas en época histórica, si bien no se suele emplear el
término “megalítico” para describirlas.
[3] También
denominado “Explanada de las mezquitas”.
[4] Fuente: www.archeologia.beniculturali.it/pages/pubblicazioni.html
[5] LOHMANN, D. Giant strides
towards monumentality. The Architecture of the Jupiter Sanctuary in Baalbek /
Heliopolis. Bollettino di Archeologia on line 2010/ Volume speciale/ Poster
Session 2 (Texto traducido del inglés)
5 comentarios:
El megalitismo,es una de las grandes incognitas que planean sobre el rigor historico y la evidencia arqueologica.
No se conoce la verdad sobre el asunto,es cierto,pero hay una verdad y sera dificil encontrarla,pero habra que buscarla.
Si yo voy caminando por el campo y me encuentro un bloque de piedra perfectamente tallado y de forma cubica,cuyo peso puedo calcularlo en 300 toneladas,no tengo que ser muy lucido para deducir,que detras de eso esta la inteligencia y la intencionalidad,no sabre por que se hizo,ni para que,pero si que detras existe conocimiento.
Las explicaciones absurdas o ilogicas,hay que descartarlas,no por su naturaleza esperpentica,sino porque detras,existe un razonamiento coherente con aquello que se quiere explicar.
Personalmente,no creo en extraterrestres,simplemente por que las evidencias astrofisicas y microbiologicas me conducen a esta conclusion,sin embargo,esto no es certeza,la certeza es otra cosa,que en este supuesto,no se da,por lo tanto he de reconocer que la via,aunque poco probable,sigue abierta.
Sigo creyendo,mientras no tenga mas datos que confirmen o contradigan lo que pienso,que la historia de la civilizacion,mejor dicho,la historia del Ser Humano,es mucho mas desconocida y compleja,de lo que creemos,sabemos algo de poco y poco de mucho.
Alguien dijo: " Cuando un hombre honesto,descubre que esta equivocado,o deja de estar equivocado o deja de ser honesto "
Lo cual me lleva a agradecer sus investigaciones,que seguramente ni le dan fama ni dinero,pero su camino ademas de ser honesto,es el correcto.
Un saludo
Amigo anónimo
Gracias por el comentario y los cumplidos. En mi caso, no tengo ningún prestigio ni ninguna verdad que defender. Como científico, me considero que soy alguien que busca y que plantea preguntas, y evidentemente puedo equivocarme (y mucho). No me gusta la prepotencia pero tampoco el espectáculo fácil, y ese camino intemedio no suele ser nada fácil. En el asunto de Baalbek, y otros de megalitismo, creo que nadie sabe de verdad lo que hay detrás, y sólo estamos especulando. Ojalá algún día demos con las claves. Sea como fuere, yo siempre preferiré admitir el error y luego seguiré buscando con honestidad y humildad.
Un saludo.
Poco que añadir a lo ya comentado.
Por muy evidente que resulte ¿no se puede? contradecir al dogma oficial.
Un saludo.
En el megalitismo tenemos dos variantes,el tallado de piedra y el moldeado,en algunos casos puede que sean combinadas las dos.Desde hai si se puede contradecir el dogma oficial como lo demuestran los estudios de los rusos en Sacsayuaman...sin necesidad de acudir a ideas estrambóticas.Existe algun algun reconocimiento del moldeado por parte del estamento que conozcas Xavier? Gracias por tu trabajo.
Un fiel seguidor tuyo: Ismael.
Gracias piedra por el comentario; está claro que la evidencia es lo de menos cuando se habla de ciertos dogmas científicos.
Ismael: la teoría del moldeado ha sido defendida por varios autores. Te sugiero que revises precisamente el artículo destacado de esta semana sobre los trabajos del investigador peruano Gamarra, en que habla claramente de la técnica para moldear o ablandar piedras y así darles la forma deseada para que los bloques se intercalen unos con otros. Eso explicaría mucho mejor lo que se ve en Sacsahuamán y otros lugares, más que recurrir a un tallado caprichoso y costoso.
Saludos,
X.
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