En este blog he tratado ampliamente el tema del
megalitismo, que todavía encierra muchas incógnitas sobre su origen y
propósito, aparte de la discutible datación absoluta de los monumentos o la
explicación técnica de cómo se erigieron (en una era supuestamente precaria en
métodos y herramientas). Lamentablemente, la arqueología convencional ha
despachado a veces los puntos más oscuros bien con el silencio bien con
explicaciones demasiado fáciles o especulativas. En este sentido, una vez más
debo insistir que no se trata de menospreciar el genio de las culturas del
remoto pasado, sino de situar las cosas en su justa medida y de no sacar
balones fuera cuando se ve que las explicaciones académicas son claramente insatisfactorias.
En este artículo me referiré a unos megalitos[1]
relativamente poco conocidos que se encuentran dispersos en un amplio conjunto
de yacimientos arqueológicos –hasta 400–en la llamada “Llanura de las Tinajas[2]”,
en la provincia de Xiang Khoang (Laos). Aquí, frente a la tipología habitual de
megalitos de otras partes del mundo, hallamos unos objetos de piedra de enormes
proporciones, muy curiosos por su forma de vasija, ánfora o tinaja, normalmente
cilíndrica (a veces ligeramente abombada) pero también cuadrangular. Todos
ellos están semienterrados y diseminados al azar –algunos solos y otros
agrupados– sobre el terreno. El yacimiento más famoso, cercano a la localidad
de Phonsovan, tiene unas 25 hectáreas y cuenta con 334 tinajas de distintos tamaños,
si bien hay otro emplazamiento mayor –llamado Sitio 52– con 392 tinajas.
Por desgracia, bastantes de estos yacimientos son peligrosos e inaccesibles a
los investigadores y al público porque están plagados de bombas no explotadas,
lanzadas durante la guerra de Vietnam por los norteamericanos[3].
Ubicación de la Llanura de las Tinajas (Laos) |
Las primeras referencias en el mundo occidental sobre
estas tinajas de Laos proceden del arquitecto francés Henri Parmentier, que las
visitó en 1923 y dijo haber recogido algunos objetos y huesos humanos en unas
pocas de ellas. No obstante, los primeros estudios arqueológicos sistemáticos
en la zona se remontan a 1931, cuando su compatriota la arqueóloga Madeleine
Colani realizó una amplia documentación de estos monumentos, excavando hasta
doce yacimientos de tinajas. Asimismo, excavó una cueva próxima donde encontró
algunos huesos humanos, cenizas y artefactos de bronce. Colani publicó sus
hallazgos en 1935 bajo el título “Los megalitos del Alto Laos” y a partir de
aquí pocas investigaciones se han sucedido hasta la actualidad. Realmente no se
ha avanzado apenas nada, con el gran problema ya mencionado de la peligrosidad
del terreno.
Básicamente, la explicación académica nos habla de unos
artefactos producidos hace unos 1.500 ó 2.000 años por la cultura local de
aquella época, de la cual –por cierto– no se sabe prácticamente nada. Se trata
de una especie de recipientes huecos hechos casi siempre de piedra arenisca[4]
y con un peso variable entre una y seis toneladas, pero que pueden llegar hasta
las 12 toneladas en algún caso excepcional. Una “tinaja-tipo” puede tener entre
uno y tres metros de altura, con un diámetro variable que puede superar los dos
metros. En cuanto a su función o propósito, tampoco hay demasiadas pistas; se
especula con que fueran depósitos o silos para almacenar comida o bien unas
grandes urnas funerarias de incineración. De todos modos, se reconoce
oficialmente que los esfuerzos de investigación han sido escasos, a pesar de
que “la Llanura de las Tinajas es uno de los mayores misterios arqueológicos
del mundo”, en palabras del antropólogo australiano Dougald O’Reilly.
Hasta aquí hemos expuesto lo que podríamos denominar versión
oficial, pero hay varias cosas que llaman la atención en este caso. En
primer lugar, según reconoció hace unos años el arqueólogo alemán Andreas
Reinecke (del Instituto Arqueológico de Bonn)[5],
en realidad la datación concedida a estos objetos es puramente estimativa. No
hay pruebas fehacientes que corroboren las fechas establecidas y las tinajas
podrían ser muchísimo más antiguas, sin poder precisar una cronología concreta.
De hecho, el propio aspecto de las tinajas nos muestra una erosión superficial
que podría remontarse a varios miles de años. Esta incertidumbre no es nada
nueva en el ámbito del megalitismo, pues independientemente de la discutida
fiabilidad de las pruebas radiométricas está el problema de datar los restos a
partir del contexto físico inmediato que tal vez no se corresponda con el
momento en que se erigió el monumento.
Concentración de tinajas en el llamado Yacimiento 3. |
Y luego están los problemas estrictamente técnicos: ¿Cómo
transportaron esos enormes bloques? ¿Con qué medios? ¿Trineos, troncos...?
Aparte, tampoco sabemos si los bloques fueron tallados en la cantera y luego
movidos, o si el trabajo de talla se hizo en el lugar en que hoy yacen. Y por
supuesto luego está el esfuerzo añadido de vaciar el interior del bloque para
convertirlo en una tinaja. Esta tarea desde luego no sería nada fácil, pese a
que la arenisca es una piedra relativamente blanda. Tenemos que suponer que
esta labor se hizo a base de cinceles metálicos y martillos de piedra, pero no
hay certezas al respecto[6].
El resultado que vemos es diverso: hay bastantes piezas relativamente toscas,
pero otras muchas muestran un mejor acabado, con un reborde o labio bien
tallado en la boca de la tinaja, lo que hace suponer que debió existir quizá
algún tipo de cubierta o tapa realizado en materiales perecederos. Y para
aumentar el desconcierto, se han hallado unos pocos discos de piedra –con
alguna decoración zoomórfica tallada– que podrían haber sido tapas, pues
estaban cerca de las tinajas, pero que no coinciden en ningún caso con el
diámetro de las bocas.
Sin embargo, sin duda alguna, al final vamos a parar a la
principal incógnita: ¿por qué tantas tinajas de ese tamaño, por qué aparecen
desparramadas por la región y todo ello con qué fin? La hipótesis de las urnas
de incineración parece bastante frágil, sobre todo por el enorme tamaño de la
urna y la dificultad de la talla y el transporte. Otra posibilidad, incluso
reconocida por el estamento académico, es que una vez abandonadas allí durante
siglos, los pobladores de la zona utilizaran las tinajas puntualmente para
fines funerarios, pero las evidencias son realmente muy escasas. En esta misma
línea, un investigador japonés ha sugerido que tal vez las supuestas tinajas
fueran monumentos funerarios conmemorativos, a modo de cenotafios, pero sin más
apoyo que la pura especulación.
Dolium romano |
A continuación podemos abordar la opción que parecería más
razonable: depósitos o silos de almacenamiento. No obstante, aquí también
surgen los problemas. En mi propia experiencia arqueológica, hace muchos años
tuve la oportunidad de excavar los típicos silos de la Edad del Bronce o del
Hierro, y lo habitual en aquella remota época era simplemente excavar una
cavidad más o menos profunda en el suelo y luego recubrir sus paredes para
impermeabilizarla y hacerla más duradera. Allí se podrían guardar alimentos de
diverso tipo, pero principalmente grano. También conocí unas enormes tinajas
esféricas de cerámica de la época romana llamadas dolia (dolium en
singular) que se enterraban parcialmente en el suelo y luego se rellenaban de
sólidos o líquidos.
Como vemos, cualquiera de estas dos soluciones (utilizar el
terreno o recurrir a un material plástico) hubiera sido más fácil y práctica
como medio de almacenamiento. Además, el hecho de observar tantas piezas
dispersas sobre el terreno, sin aparente protección y no asociadas a ningún
asentamiento nos aleja de esta posibilidad. También se ha mencionado la
hipótesis de que se tratara de cisternas o depósitos de agua para las
caravanas, pero tal propuesta no pasa de ser una conjetura, y realmente no se
entiende para qué realizar tantas cisternas individuales y con esa
forma.
Entonces, ¿qué eran estos extraños recipientes, que a
veces podrían parecer simples “macetas” para plantas (de gran tamaño)? ¿Quién
los hizo y cuándo? Es importante hacer notar que el fenómeno no es
completamente exclusivo de Laos, pues en otros puntos de Asia, como India o
Indonesia, hallamos algunos artefactos muy semejantes, lo que nos hace pensar
en una antigua cultura capaz de realizar tales proezas y no en un hecho aislado.
Ciertamente, la identidad de los autores de las tinajas es todo un misterio y
apenas tenemos una pista en forma de relieve. Se trata de una única pieza,
hallada en el Sitio 1, en que se aprecia el bajorrelieve de una forma
humana esquemática que comúnmente se denomina “hombre rana” (un humano con los
brazos alzados en ángulo recto y las rodillas dobladas), un motivo que aparece
también en algunas pinturas prehistóricas y cuyo simbolismo último se nos
escapa, aunque se lo ha relacionado con algún fenómeno o evento cosmológico. Además,
en el enclave de Hintang (a poco más de 100 kilómetros de la Llanura de las Tinajas)
se localizaron unos megalitos que más bien son unas finas lajas de piedra que
nadie sabe cómo se realizaron sin que se fracturase la piedra[7].
Tampoco se sabe nada concreto sobre sus autores, su datación o su propósito,
aunque se ha especulado sobre una función ritual-funeraria. ¿Quién disponía de
esa tecnología hace miles de años? La arqueología se muestra impotente para
aportar respuestas.
Véase el gran tamaño de las tinajas |
En cualquier caso, lo que
considero de sentido común es que estos grandes recipientes nunca fueron
objetos ornamentales. Se vaciaron expresamente para contener alguna materia
sólida o líquida, y por aquí veo una función práctica y utilitaria original que
poco o nada tendría que ver con rituales, creencias o prácticas funerarias. En
este sentido, me pregunto si se podrían realizar análisis bioquímicos del
interior de las tinajas para tratar de encontrar trazas microscópicas de alguna
sustancia sólida o líquida; esto ya se ha realizado en otros ámbitos de la
arqueología y no veo la razón por la cual no se pudiera aplicar aquí.
Sea como fuere, volvemos a los
mismos problemas que ya hemos mencionado antes: ¿por qué recurrir a bloques de
piedra (con la gran dificultad de tener que vaciar su interior) y por qué hacer
unos recipientes de semejante tamaño y peso? La solución que vemos en Laos no
parece práctica, ni cómoda ni económica, y tengamos en cuenta que realizar
tales tinajas aún hoy en día comportaría un notable esfuerzo técnico y un alto
coste. A partir de este punto me veo obligado a saltarme las fronteras del
paradigma y empezar a imaginar otros escenarios, que se conectan de algún modo
con las leyendas locales, a las que los arqueólogos suelen dar nula
credibilidad histórica, al considerar que sólo son explicaciones pintorescas
propias del folklore[8].
Vayamos por partes. No hay que
ser muy avispado para apreciar que el tamaño de estas tinajas desborda la
escala humana “normal”. Plantar estos artefactos –y sin un aparente orden o
disposición lógica– sobre el terreno parece un despropósito o una falta de
racionalidad y sentido práctico, pues no son manejables y son muy costosos de
producir (incluyendo el transporte y tallado de los bloques). Por tanto, como
se da en el caso de otros objetos de grandes dimensiones hallados por los
arqueólogos, ya sería hora que se contemplase seriamente la posible existencia
de humanos o humanoides de enorme talla, muy superior a la media del Homo
sapiens y que podríamos llamar gigantes. Obviamente, sería una
soberana tontería asignar a los gigantes cualquier obra de imponentes
proporciones, pero cuando vemos artefactos de un claro perfil utilitario,
entonces debemos contemplar todas las opciones, por fantásticas que puedan
parecer.
Utensilios líticos de enorme tamaño |
En este sentido, me remito aquí
al extenso artículo que ya escribí al respecto y a la constatación histórica de
que tales gigantes existieron y que estaban en algunos casos por encima de los
tres metros. También me podría referir a hallazgos de herramientas que sólo
unas manos colosales podrían asir, pero que para los académicos constituyen enigmas
sin resolver. Así, hace no muchos años un equipo de investigadores de la Universidad
de Oxford halló en un antiguo lago desecado del desierto de Kalahari (África)
gran cantidad de herramientas de piedra datadas en un amplio periodo
prehistórico de entre 150.000 y 10.000 años de antigüedad, y entre ellas unos
enormes picos de mano, inútiles para un humano normal dado su tamaño y
peso. Para David Thomas, director del proyecto, la finalidad de estos
extraños objetos era la pregunta del millón de dólares, si bien
consideraba que no eran propiamente “herramientas”, sino un recurso para
extraer herramientas más pequeñas, sin descartar otras hipótesis, como objetos
ceremoniales u ornamentales.
En el contexto de
Laos, quizá la leyenda de que fueran contenedores de licor –u otra sustancia–
para “gigantes” no fuera tan disparatada, en el supuesto de que dichos gigantes
pudieran mover y asir estos envases gracias a su enorme altura y fuerza. En
todo caso, si volvemos por un momento a la hipótesis de las urnas funerarias, tampoco
sería descabellado pensar que hubiesen sido empleadas para almacenar huesos o
cenizas de gigantes. Otra cosa es que dichos restos se hubiesen conservado in
situ después de milenios, y tengamos presente que cuando Parmentier examinó
las tinajas prácticamente todas ellas habían sido ya saqueadas. A este
respecto, lo que me parece poco consistente es que los recipientes fueran urnas
con función funeraria construidas ex profeso por hombres de nuestra
talla. En este punto me vuelvo a remitir a mi experiencia arqueológica para
citar que las urnas funerarias comunes en muchas culturas antiguas no eran remotamente
tan grandes y solían estar hechas de cerámica. Por eso la teoría del
reaprovechamiento funerario posterior me parece más razonable y se
ajustaría a las escasas pruebas disponibles.
Sección de tinaja-tipo (fuente: libro de L. Bürgin) |
Finalmente, debo
confesar que me resulta muy desconcertante la distribución anárquica de las
tinajas, muchas de ellas aisladas y otras agrupadas en racimos. ¿Fueron dejadas
allí al azar al perder su utilidad? ¿Hubo algún gran desastre natural que las
esparciera de ese modo por el terreno? ¿Fueron algún tipo de marcador del
territorio? ¿Correspondían las tinajas a propietarios concretos y de ahí las
agrupaciones dispares? ¿Por qué las tinajas no están relacionadas con centros
de poblamiento por pequeños que fueran[9]?
¿Eran tal vez una especie de ánforas dedicadas al transporte de mercancías (y
eso quizá explicaría la aparición de otras tinajas en la India y en Indonesia)?
En esta vía de investigación realmente veo más a estos envases en el papel de ánforas
para llevar cargas importantes de un
lugar a otro. El problema, por supuesto, vuelve a ser el tamaño y peso, a menos
que el esfuerzo no hubiera sido sobrehumano para los “transportistas”...
Lo cierto es que no
tengo respuestas para estas cuestiones y tampoco querría pensar mal sobre el bombardeo
masivo de esa zona en los años 60 y 70. No obstante, me pregunto qué
clase de objetivo militar sería la Llanura de las Tinajas, que recibió gran
parte del castigo aéreo americano. Cuesta entender la violencia de estos ataques,
con bombardeos de día y de noche, en un total de 580.000 vuelos de combate
durante casi diez años. Algunos poblados de la zona fueron literalmente machacados
y no quedó nada de ellos. Que se salvaran las tinajas es poco menos que un
milagro, si bien es muy posible que decenas o cientos de otras tinajas resultaran
destruidas, ya que se pudo comprobar que algunos yacimientos citados por Colani
habían dejado de existir. En fin, no sería la primera ni la última vez
que importantes reliquias arqueológicas son dañadas o desaparecen en medio de
una situación de guerra o conflicto.
© Xavier Bartlett
2017
Fuente imágenes: Wikimedia Commons
[1] Aunque
oficialmente no se los consideran como tales, creo que sí lo son por tratarse
de enormes bloques monolíticos de gran tamaño y peso.
[2] En la
mayoría de la información disponible (sobre todo en Internet) se usa la
expresión “Jarras”, como traducción directa del inglés Jars, pero creo
que es más apropiado “Tinajas”.
[3] Según las
fuentes consultadas, los americanos lanzaron sobre Laos entre 1964 y 1973 nada
menos que dos millones de toneladas de bombas de racimo, que no llegaron a
explotar en un alto porcentaje. Aún hoy, casi cada día se producen muertes por
el estallido de los artefactos, siendo muchas de ellas de niños.
[4] Existen
algunas excepciones, como granito, caliza, conglomerado o coral calcificado.
[5] Fuente:
BÜRGIN, L. Enigmas arqueológicos. Ed. CEAC. Barcelona, 1998.
[6] En alguna
fuente consultada, empero, se menciona el posible uso de taladros.
[7] Se trata de
esquisto, que es una piedra que se rompe con relativa facilidad.
[8] Para ser
justos, cabe señalar que han habido investigaciones que han tenido en cuenta
seriamente las leyendas y tradiciones locales y en algunas ocasiones se ha
podido corroborar algo de historicidad en ellas.
[9] Con todo, no
es descartable su existencia, dada la escasa intervención arqueológica en la
zona.
2 comentarios:
Excelente artículo Xavier, como siempre. Gracias.
Gracias Argimiro
Me gustaría sacar más material, pero por mi propia filosofía prefiero publicar dos o tres artículos al mes para poder trabajar mejor los temas.
Saludos,
X.
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