El agravante es que no hablamos de una sola prueba, sino de varias, que ya surgieron durante el siglo XIX y que siguen apareciendo en el siglo XXI. El estamento académico, empero, prefiere mirar para otro lado y rechaza estas observaciones anómalas, simplemente ignorándolas o bien aduciendo que se trata de errores, falsificaciones o malas interpretaciones que han sido empleadas por los autores alternativos sólo para apuntalar unas posturas claramente creacionistas.
Pleistocene Coalition News |
A este respecto, quisiera destacar un notable
artículo del investigador independiente Richard Dullum, publicado recientemente
en el boletín de la Pleistocene Coalition[1].
En este documento, Dullum pone el dedo en la llaga sobre la antigüedad del Homo
sapiens con una serie de hallazgos –algunos de ellos bastante
modernos– que llaman la atención por la manera en que han sido interpretados
por la arqueología ortodoxa. El punto de partida de Dullum fue el
cuestionamiento que se hizo en 2016 sobre la “paternidad” de ciertos huesos de
manos de homínidos que habían sido datados en fechas muy remotas. En concreto,
Dullum se fijó en un tercer metacarpiano de aspecto moderno hallado en
África por Carol V. Ward, en un estrato de origen volcánico datado en 1,42
millones de años. El Dr. Rick Potts, un conservador del Smithsonian
Institution, le dio una explicación: se trataba de un hueso más robusto que el
de un humano moderno (sapiens) y además era bien sabido que en la zona
se habían encontrado numerosos restos de H. erectus, lo que venía a
cerrar las supuestas dudas. No obstante, Richard Dullum no resultó convencido
por esos argumentos, pues según los pocos restos disponibles de manos de erectus,
el ejemplar en cuestión parecía más grácil, más propio de humanos modernos.
Cuatro vistas de la falange del OH 86 |
“Tomados en conjunto, estos resultados llevan a la
conclusión que el OH 86 representa una especie de homínino diferente del taxón
representado por el OH 7 (Homo habilis), y cuyas afinidades morfológicas
más próximas son con el moderno Homo sapiens. Sin embargo, la edad
geológica del OH 86 obviamente precede su asignación al Homo sapiens.”
A partir de aquí, Dullum realiza una serie de agudas observaciones. En primer lugar, remarca que es un hueso aún más antiguo que el citado anteriormente, que ya tenía un aspecto muy semejante a los huesos de los humanos modernos. En este caso específico del OH 86, Dullum aprecia que –a la vista de las fotografías– esta falange es prácticamente equiparable a la de un humano actual. No obstante, los autores del artículo evitan expresamente hablar de un hueso humano moderno (en su morfología) y recurren a la expresión citada: “especie diferente del taxón de H. habilis”.
A partir de aquí, Dullum realiza una serie de agudas observaciones. En primer lugar, remarca que es un hueso aún más antiguo que el citado anteriormente, que ya tenía un aspecto muy semejante a los huesos de los humanos modernos. En este caso específico del OH 86, Dullum aprecia que –a la vista de las fotografías– esta falange es prácticamente equiparable a la de un humano actual. No obstante, los autores del artículo evitan expresamente hablar de un hueso humano moderno (en su morfología) y recurren a la expresión citada: “especie diferente del taxón de H. habilis”.
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Paisaje de la Garganta de Olduvai |
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Cráneo de Homo erectus |
En cuarto lugar, se plantea el tema de la
improbable involución de rasgos avanzados en la anatomía de pies y manos.
Dullum saca a colación el famoso espécimen del hobbit (Homo
floresiensis) de la isla de Flores, que tenía unas manos y unos pies
bastante simiescos. Si se quiere aceptar –tomando las evidencias africanas– que
el H. erectus ya tenía un pie prácticamente igual al nuestro y también
que el H. floresiensis descendería de un H. erectus asiático,
¿cómo se explica una involución anatómica tan marcada en esas características
(aparte de la más que notable disminución en la talla)? ¿Es que la evolución va
para atrás? Lógicamente, hay muchas cosas que no cuadran y en realidad muchos
expertos admiten estar perdidos en cuanto al origen evolutivo del hobbit, más
allá de las meras especulaciones.
Pero aún hay más. Dullum finalmente nos
recuerda que existen unos pocos hallazgos paleontológicos africanos muy
llamativos –por disonantes– que han pasado a mejor vida. Se trata, en
efecto, de antiguos descubrimientos que en su día fueron descartados,
marginados o menospreciados en el ámbito del debate científico, dando por hecho
que en el pasado los errores y las confusiones eran bastante más habituales
(aunque tal vez deberíamos pensar que perdieron su validez o interés por no
coincidir con el dogma imperante). Por ejemplo, tenemos el llamado esqueleto
Reck, hallado en 1913 en la misma zona de la Garganta de Olduvai por el
alemán Hans Reck. Se trataba de un esqueleto de humano anatómicamente moderno
que estaba incrustado en bloque de dura caliza, hasta el punto de tener que ser
extraído a golpe de cincel[3].
La datación geológica se iba a los 1,15 millones de años. En este punto, cabe
resaltar que Reck era un paleontólogo y geólogo competente y que no observó
ningún tipo de intrusión de capas superiores, lo que hubiera podido justificar
la presencia de un humano moderno en un estrato extremadamente antiguo. Además,
el prestigioso Louis Leakey –que colaboró intensamente con Reck– estuvo presente
en 1931 en el lugar donde tuvo lugar la extracción del fósil y tampoco observó
ninguna irregularidad geológica, confirmado la datación de Reck.
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El paleontólogo Louis Leakey |
Sobre todo este argumentario hay que ser
muy cauto, teniendo en cuenta la escasez de restos fósiles completos, lo que
deja en suspenso muchas de las interpretaciones que pudiéramos hacer sobre
aspectos parciales. Ahora bien, no podemos negar la relevancia de las pruebas y
datos disponibles ni tampoco podemos cerrar la puerta a todas las opciones
mientras no se pueda demostrar su falsabilidad, tal como marca el método
científico. Así, tenemos el problema de no disponer ni de manos ni pies
completos de especímenes tan importantes como el H. ergaster/erectus, el
H. antecessor o el H. heilderbergensis, lo que dificulta las
comparaciones con la anatomía de los humanos modernos. En cambio, lo que sí
tenemos, como recalca Dullum, son huesos de manos y pies de australopitecos, H.
habilis, y neandertales, lo que permite realizar comparaciones precisas con
el H. sapiens. En estos casos vemos muy claras diferencias anatómicas, y
sobre todo se constata que sólo los neandertales y los humanos modernos
muestran una apófisis estiloides en el tercer hueso metacarpiano. Es el mismo
rasgo apreciado en los huesos hallados en África con una antigüedad de 1,42
millones de años, lo que una vez más podría ser indicativo de la existencia de
humanos modernos en el Pleistoceno, lo que para el estamento académico sigue
siendo un anatema.
Sólo a modo de conclusión, me debo
referir a una serie de elementos que ya he comentado ampliamente en anteriores
artículos sobre el origen y supuesta evolución del ser humano a partir de las
no menos supuestas mutaciones aleatorias. Así, es evidente que cada vez se van
acumulando más hallazgos que confirman que muchos homínidos que se creían
ancestros del sapiens resulta que convivieron con él, y el propio sapiens
podría ser mucho más antiguo de lo que se reconoce hasta ahora. Estamos
quizá en un escenario de solapamiento y convivencia de diversas variedades de
humanos –con rasgos más o menos arcaicos o modernos– en épocas muy extensas, y además ya existe evidencia genética de que hubo cruce entre dichas variedades,
incluso entre algunas que navegan en un limbo de pruebas físicas, como los
famosos denisovanos.
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Huella de Laetoli |
En definitiva, la cuestión no es poco
grave para el pensamiento único oficial. Si aceptamos la presencia de humanos
perfectamente modernos y “evolucionados” como nosotros en una cronología tan
remota (más de un millón de años), y conviviendo además con otros homínidos más
“primitivos”, entonces podríamos sugerir que no hubo “evolución”, sino una
diversidad de humanos con sus características y capacidades, cuyo origen es
todavía incierto. Esto implicaría, de algún modo, que no hubo mejora ni avance
ni progreso por selección natural u otros mecanismos. Admitir esta premisa
sería sin duda el primer paso para demoler el edificio evolucionista, pero el
dogma establecido obliga a sus acólitos a rehusar frontalmente esta herejía, a
pesar de las pruebas. Por consiguiente, mucho me temo que no estamos ante
verdadera ciencia, sino ante una religión como la que ellos dicen rechazar.
© Xavier Bartlett 2019
Fuente imágenes: Wikimedia Commons / artículo original
[1] Fuente: DULLUM, R. 1.84
million-year old “modern human” bone being promoted as “not” H. sapiens.
Pleistocene Coalition News. January-february 2019. Vol. II Issue I
[2] Domínguez-Rodrigo, Manuel et al (2015): Earliest modern human-like hand bone from
a new >1.84-million-year-old site at Olduvai in Tanzania. Nature
Communications
[3] Este
esqueleto fósil fue trasladado a Alemania, pero resultó en gran parte destruido
por las bombas durante la 2ª Guerra Mundial.
[4] Actualmente,
nuevos restos, como los hallados en Argelia, han retrasado oficialmente las
cronologías admitidas para el H. sapiens. Asimismo, la dispersión de
hallazgos ha hecho que los expertos ya hablen de un origen múltiple del sapiens
en diversas regiones de África y en fechas más antiguas a las comúnmente
aceptadas.
6 comentarios:
Buenas noches,un gran articulo Xavier; pues madre mia, esta el ambito paleontológico ortodoxo peor que el arqueologico, que ya es decir. La última frase para enmarcar, realmente se postulan de igual manera que su archienemiga, la religión. Los extremos acaban tocandose. Sigamos buscando la verdad.
Un saludo V
Gracias Vlad
No puedo decir más que: "Es lo que hay". Hemos sustituido la fe en los dioses (o Dios) por la fe en la ciencia... y ni siquiera son capaces de respetar sus propias reglas.
Saludos,
X.
Hola Xavier
Muy buen artículo como siempre.
Quiero aclarar que no sé nada, o casi, sobre antropología. Por lo tanto voy a hacer una pregunta que puede resultar estúpida. Si es así lo acepto porque me interesa el tema y quiero aprender. ¿Puede ser posible que a los que se consideran antepasados del Homo Sapiens sean antepasados de los actuales simios?
Gracias por tu respuesta.
Saludos desde Uruguay
Roberto
Apreciado Roberto,
Nunca hay preguntas improcedentes ni respuestas infalibles. Sobre el asunto que me preguntas no puedo darte una respuesta clara, pero tal vez obtengas alguna pista en esta otra entrada que publiqué hace un tiempo:
https://laotracaradelpasado.blogspot.com/2017/10/el-bipedalismo-y-el-origen-de-humanos-y.html
Ya verás que este texto se plantea una cierta "involución", lo que nos puede resultar chocante, pero hablar en términos de ascendencia o descendencia (o "evolutivos") es muy complicado, así como los propios motivos y motores de la diversidad biológica.
Saludos
X.
Hola buenas.
Leyendo el articulo, me hace recordar un trabajo publicado en internet que lei y descarge hace algunos años, de un biólogo español (que no viene del mundo alternativo ni por asomo) que fue muy polemico, y fue parece ser ignorado por el resto de compañeros. El científico en cuestión es Juan Luis Doménech Quesada; el trabajo se titulaba: "EL ANTIGUO ORIGEN" DEL HOMO SAPIENS, UNA TEORÍA ALTERNATIVA DE LA EVOLUCIÓN HUMANA. Partia de la base que todos los hominidos incluyendo a los simios y humanos partian de un ser humano arcaico que vivia en el mioceno y que los primeros eran especies degeneradas osea se producía una "involución" por así decirlo.
Un saludo y gracias.
Hola José Luis
Muchas gracias por tu aportación. No conocía ese trabajo, pero desde luego muy herético sí que debió ser. Por el contexto que citas, se parece bastante a lo que decía la teosofía sobre el origen del hombre y de los simios, siendo estos últimos una degeneración progresiva de los humanos que se habrían cruzado con "bestias inferiores". Todo esto está muy bien como teoría, pero más allá de los conocimientos antiguos y arcanos me gustaría tener más certezas científicas...
Saludos,
X.
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