Que los más aptos o los más fuertes sean los que sobrevivan y se reproduzcan me parece mucho decir. Si introducimos el azar en la ecuación, tendríamos que decir simplemente que las especies que han llegado hasta nuestros días son las que han sobrevivido, sin más. Pero claro, los evolucionistas tienen que convivir –y tratar de ser coherentes– con ese complicado juego de negar la conciencia, el orden y el diseño inteligente y al mismo tiempo darle un sentido al “caos ordenado” de la naturaleza.
Volviendo al
polémico tema de la supuesta evolución en los homínidos y el brillante resultado final en forma de Homo sapiens, me gustaría plantear ahora
una serie de breves reflexiones sobre la incoherencia de relato evolutivo y el
incumplimiento de los mecanismos de equilibrio en la naturaleza en lo referente
a nuestro origen y “progreso”. Así pues, si hemos de ponernos al mismo nivel
que el resto de especies, veremos que –aplicando toda la lógica del mundo y
ciñéndonos a la observación de la naturaleza– nuestra presencia en este planeta
más bien parece una aberración, que por lo menos debería abrir nuevos debates y
enfoques científicos.
El punto de partida
de estas reflexiones está precisamente en el concepto de equilibrio, aquello que permite que una determinada especie se
desarrolle en su entorno natural y le permita una supervivencia eficaz sin que
por ello otras especies, ya sean competidores o presas, resulten afectadas en
su propio subsistir. Para poner un ejemplo muy sencillo, en la sabana los
leones están dotados de manera natural para poder correr rápidamente y cazar gacelas,
mientras que éstas también están bien dotadas para detectar a tiempo a los
leones, o en su caso, poder escapar ante un ataque. Generalmente, sólo los
animales más jóvenes o viejos, o bien los lisiados, enfermos o menos capacitados
físicamente sucumben ante el ataque de los depredadores. De este modo, los
leones pueden sobrevivir cazando gacelas –u otros herbívoros– y los herbívoros
pueden salvarse en gran número y reproducirse con éxito.
En este escenario
que acabamos de exponer, se produce una situación de equilibrio. Mientras las gacelas
tengan recursos naturales disponibles –pasto– podrán comer y reproducirse. Y
sólo unos cuantas serán víctimas de los leones u otros depredadores. Si las gacelas
fuesen animales muy débiles, lo que las haría presas muy fáciles, posiblemente
ya se habrían extinguido. No obstante, tienen las capacidades físicas justas
para salir adelante en cada generación. Igualmente, los leones han de poseer la
visión, fuerza y rapidez precisa para aprovechar sus oportunidades de caza, a
fin de alcanzar, inmovilizar y dar muerte a la presa escogida. Si no fuese así,
los leones ya serían cosa del pasado, al ser incapaces de alimentarse y por
tanto de subsistir. Por consiguiente, observamos que desde hace miles o
millones de años la cadena alimentaria está en perfecto equilibrio para que los
depredadores puedan cazar algunas presas y para que la mayoría de las presas
tengan la oportunidad de evitar la depredación y puedan reproducirse. El
resultado final es un empate
beneficioso para todas las partes que evita la extinción de las especies. Y
por mucho que nos produzca tristeza el ver a unos leones devorando a una
gacela, hemos de entender que si no fueran capaces de cazar se morirían de
hambre y tampoco habría ya leoncitos
–que dependen de la caza de sus mayores para comer– para perpetuar la especie.
Alfred R. Wallace |
Esto mismo se podría aplicar a la
gran cantidad de primates que aún existen sobre el planeta. Ellos son nuestros
parientes más próximos, con una genética muy pareja a la de los humanos, que
llega hasta el 98% de ADN común en el caso de los chimpancés. Si estudiamos la
vida de estos parientes, veremos que han coexistido con nosotros durante
millones de años y que también se han adaptado exitosamente al entorno, siendo
capaces de evitar a los depredadores en gran medida, a la vez que
diversificaban su alimentación –generalmente omnívora– para sobrevivir y
reproducirse sin problemas. ¿Necesitan pues los gorilas o los chimpancés ser
más inteligentes? En términos de
equilibrio, tienen todo lo preciso para subsistir y cubrir sus necesidades
diarias. No tienen por qué “evolucionar” intelectualmente ni fisiológicamente.
Y si fuera el caso… ¿hacia dónde y para qué deberían evolucionar? Todas estas
especies de homínidos se han mantenido inalteradas durante cientos de miles de
años y han proseguido con su existencia aun superando fuertes cambios
ambientales en las épocas más duras.
Y ahora por fin nos hemos de
referir al ser humano, cuya expresión moderna es el Homo sapiens. Si no somos una criatura divina, como decían las
antiguas religiones, y somos un simple animal como los demás… entonces, ¿por
qué con nosotros se rompe el equilibrio? Lo que nos diferencia fundamentalmente
del resto de nuestros primates es el enorme salto existente en términos de
inteligencia. Ahora tenemos un cerebro grande y complejo, mientras que nuestro
cuerpo ha perdido muchas de las habilidades físicas que supuestamente tuvo en
el pasado. Sólo mirando a otros homínidos antiguos, vemos que el H. sapiens es relativamente enclenque y
poco robusto frente a la poderosa fuerza física y resistencia de un H. erectus o incluso un neandertal. Ello
por no hablar en términos de comparación con otros animales, como los propios mamíferos,
que tienen algunos sentidos muchísimo más desarrollados que nosotros, aparte de
unas capacidades físicas que para nosotros resultan una quimera. ¿Por qué perdimos en un terreno y ganamos tanto en otro?
Cráneo de australopiteco |
El problema está en
que otros muchos primates también quedaron “atrapados” en la parte este (no
todos estarían en el oeste, como es lógico) y sólo una rama concreta fue capaz
de erguirse de forma eficaz y de desarrollar a posteriori una cierta
inteligencia, que –por cierto– estaba ausente en el australopiteco, incapaz de
fabricar herramientas. Así pues, hemos de suponer que los primates de esa vasta
región africana pudieron sobrevivir pese a los cambios ambientales y algunos
quizá se esforzaron por mantener una posición erguida, lo que –como sabemos–
pueden hacer temporalmente muchos primates. Nada de esto cambió los términos de
equilibrio natural y de supervivencia. Si seguimos en esta línea de evolución,
hemos de aceptar que estos australopitecos “especiales” que caminaban erguidos se
vieron favorecidos mágicamente por una mutación aleatoria que desarrolló su
cerebro. Y ninguna otra rama de homínidos obtuvo ese mismo beneficio, pese a
estar expuesta a las mismas condiciones ambientales...
El mágico cerebro humano |
El caso es que, con
el paso del tiempo, el ser humano fue acumulando varias mutaciones favorables en el desarrollo de su
cerebro, pasando de los 400-500 cm3 de media de capacidad craneal
del australopiteco a los 1.400-1.500 cm3 de media del cráneo del neandertal[2]
en unos pocos millones de años. Esto ya de por sí sugiere que el azar de alguna
manera ha recompensado en este ámbito a los humanos frente al resto de primates
o mamíferos, y con mucha diferencia. Según los expertos, las macromutaciones, que
pueden producir grandes cambios físicos, se pueden dar en escenarios de cientos
de millones de años mientras que la micromutaciones tendrían lugar en decenas
de millones de años. Viendo el escaso registro fósil, comprobamos que el resto
de primates apenas ha variado en su fisiología, pero en cambio el homínido “exitoso”
ha acumulado cambios muy importantes y decisivos –que podrían ser fruto de
macromutaciones– en un marco temporal no superior a los seis millones de años.
¿Qué otras especies han experimentado semejantes saltos en un tiempo tan
reducido a escala evolutiva?
¿Pudo el ser humano
haber padecido un grave problema de desequilibrio en su entorno que justificase
ese prodigioso avance por selección natural vía mutaciones? ¿Por qué el ser
humano había de desarrollar esas capacidades espectaculares mucho más allá de
lo que necesitaba para subsistir? Acumular esas mutaciones fantásticas en un
solo sentido debería responder a una seria amenaza o condicionante del entorno,
pero… ¿cuál? No puedo imaginar la necesidad de superar en inteligencia a ningún
otro ser, incluidos los posibles depredadores. Esos homínidos de hace millones
de años tenían los instrumentos precisos para sobrevivir en su día a día, como
nos demuestra la propia realidad biológica.
La vida exitosa de las cavernas |
Voy concluyendo.
Vemos en la naturaleza que las especies conviven y comparten el hábitat y
mantienen una situación de equilibrio que hace que todas puedan pervivir sin que
tengan que desarrollar nada más allá de lo que su propia existencia necesite. Frente a
esto, el humano tiene un cerebro grande y una mente superior que le permite
alcanzar muchos hitos que son impensables para el resto de especies. Pero hay
cosas que me siguen chirriando. ¿Por qué los científicos nos dicen que apenas
aprovechamos un 10% de las capacidades intelectuales de nuestro complejo
cerebro? ¿A qué se debe esa especie de sobreingeniería evolutiva? ¿Para qué tener un coche tan veloz si luego no podemos conducir a más
de 30 km/h? ¿Por qué la naturaleza nos dota de esas facultades y luego nos las
escamotea? Y si somos la especie más inteligente del planeta, ¿alguien me puede
explicar por qué no tenemos un solo lenguaje para entendernos todos, como tiene
el resto de animales de cada especie? ¿No les parece una incoherencia
evolutiva?
Lo dicho, el evolucionismo se muestra como un callejón sin salida, una caja mágica donde todo es posible y explicable, si es que no queremos entrar en otros terrenos más especulativos… Y por cierto, a estas alturas ya deberíamos desterrar del ámbito de la ciencia las explicaciones basadas en el caos o el azar. Es realmente un insulto a la inteligencia y al sentido común.
© Xavier Bartlett
2019
Fuente imágenes: Wikimedia Commons
[1] Dejo aparte el hecho de que –según muchos biólogos– las mutaciones no
suponen saltos cualitativos, sino más bien defectos o taras que
normalmente perjudican a los individuos. Además, alguien nos debería explicar por
qué motivo se producen los supuestos “errores de copia genética” que dan paso a
esas mutaciones.
[2] Por su aspecto rudo y primitivo, durante décadas se pensó que los
neandertales habían sido antecesores del más refinado Homo sapiens, pero ahora ya se los pone casi como coetáneos, según
los restos hallados, y tal vez sería más justo decir que los neandertales no eran
más que una raza peculiar de sapiens,
igual que hoy lo son los aborígenes de Australia, por ejemplo. Sin embargo, los
paleontólogos, en su ideal evolucionista, están obsesionados por marcar las diferencias
físicas en los esqueletos que hallan y poner nuevas ramas en el “árbol evolutivo
humano”.
6 comentarios:
Hola Xavier permíteme hacer un comentario en tono ironico porque en este tema como en tantos otros la verdad esta ocultada que no escondida.
Hace mucho tiempo tal vez dos millones de años ,una extraña mutacion cromosomica separo las ramas de la evolucion humana.
La extraordinaria extension de la misma aislo esa rama del resto de "monos".
Ya era imposible que se mezclaran al tener distinto numero de cromosomas (23 pares en vez de 24)
La posibilidad de aparecer esta mutacion en un individuo y no ser deletérea es pequeñisima.
La posibilidad de que otro individuo de sexo opuesto y que viviera en las inmediaciones tuviera la misma mutacion es casi
un milagro.
Ademas tubieron descencencia y a partir de esta unica pareja surgio TODA la humanidad desplazando a TODA la poblacion
anterior ( de 24 pares de cromosomas ) que desaparecio para siempre.
Esto es lo que nos dicen que sucedio ,somos fruto de una probabilidad infinitamente pequeña.
Esta es la historia del cromosoma dos humano.
Como no se ha secuenciado ADN de homo erectus aun no sabemos si es de nuestro exclusivo club pero si lo son denisovanos y
nehardentales.
Amigo anónimo:
Esto que mencionas ya lo traté en otra entrada sobre las "rarezas" del ser humano. Todos los primates, en efecto, tienen 24 pares de cromosomas y los humanos tienen 23. El porqué de esta diferencia la achacan los evolucionistas a las famosas mutaciones aleatorias, mientras que los intervencionistas (Von Däniken, Sitchin, Pye, etc.) ven aquí la mano de los "dioses" en forma de ingeniería genética para transformar a un rudo homínido en un ser superior. Yo no creo en el azar pero no sé cómo se podría demostrar que una variación genética determinada puede atribuirse a una intervención de ingeniería genética. Desde luego sería muy interesante tener un análisis completo de ADN de nuestros supuestos antepasados para ver por dónde podrían ir los tiros.
De todos modos, existe la otra corriente (por ejemplo, Cremo) que dice que los humanos anatómicamente modernos existen desde hace millones de años y que todos los demás homínidos están en líneas diferentes, colaterales, y que no hay ninguna relación de "evolución". Ahí lo dejo.
Saludos,
X.
Hola buenas.
Interesante articulo y sobre todo reflexión.
De todas maneras sí se analiza de manera objetiva y usando el método científico, como tal como "oficialismo" académico le gusta. No tenia por que haber homínidos y sobre todo humanos; hay muchos interrogantes sin respuesta, interrogantes que el mundo "alternativo" intenta "resolver" con diversas teorías sin aclarar tampoco mucho.
Un saludo y gracias.
Apreciado José Luis,
Gracias por el comentario. En efecto, en muchas cuestiones principales estamos a dos velas, pues se trabaja con teorías, no con hechos comprobados (y el evolucionismo es una teoría que no admite contrastación ni refutación, como ya expuse en otra entrada). Es simplemente religión revestida de ciencia; una mera especulación para tratar de explicar la diversiad biológica y el origen de ésta. No creo que sea posible obtener respuestas definitivas desde el propio mundo material; sólo veo la visión trascendental o metafísica como el punto de partida para salir del limbo, pero la ciencia moderna no está por la labor.
Saludos
Hola Xavier
Muy buen artículo
Como ya expresé en anteriores comentarios, creo que es muy difícil saber de verdad que pasó con el ser humano tan distinto, en lo relativo a la evolución, con otras especies. Creo que en realidad los simios pueden ser "involución! del homo sapiens.
Saludos
Roberto
Gracias por el comentario Roberto
En efecto, seguimos en la niebla, pues ni la religión (o mito) ni la ciencia del evolucionismo nos dan respuestas certeras sobre el origen del ser humano. Estamos viviendo de creencias y suposiciones desde hace miles de años, e insisto en que el darwinismo no tiene coherencia y más bien se muestra como una cortina de humo. (Y que conste que cada vez son más los científicos materialistas que abandonan la teoría de la evolución por selección natural con las famosas mutaciones.)
Saludos,
X.
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