Como homenaje al trabajo y empeño del fallecido
investigador independiente Manuel Fernández Saavedra, me gustaría reincidir en
este artículo en el polémico asunto de la inequívoca existencia de pirámides en
suelo español (aunque fuera de la Península). Por desgracia, como ya es sabido,
la arqueología oficial ha tirado de clichés y observaciones superficiales para
reducir o marginar este debate científico, pues por alguna razón misteriosa no
resulta cómodo admitir que hubo en las Islas Canarias una cultura (la guanche u
otra anterior) aparentemente primitiva pero capaz de realizar monumentos de
piedra con unas ciertas precisiones matemáticas, geodésicas y astronómicas que
están en la línea de los modernos estudios alternativos sobre la función de las
pirámides en todo el mundo. Pero vayamos por partes.
Sobre el origen de las principales estructuras que son
objeto de discusión, sitas en la localidad de Güímar (Tenerife), la versión
oficial apunta a que a mediados del siglo XIX un masón del lugar, Antonio Díaz
Flores, compró una finca llamada Chacona y edificó allí su residencia,
alrededor de la cual se erigieron estas estructuras con la intención de sembrar
cochinilla (planta típica canaria). El redescubrimiento o interés por las
estructuras tendría lugar a inicios del
siglo XX a cargo de un personaje notable de la isla, Juan Bethencourt. En
principio, los restos visibles fueron tomados –según la tradición oral– como
simples majanos, esto es, apilamientos de piedras más o menos regulares
como resultado de la limpieza del terreno dedicado a labores agrícolas (para el
cultivo de la citada cochinilla). Sin embargo, los estudios posteriores y más
detallados sobre las estructuras iban a cambiar completamente esta visión
simplista.
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Una de las pirámides de Güímar |
Lo más evidente para tirar por tierra la teoría de los
majanos era precisamente su forma y tipo de obra. Así, no resultaba difícil
apreciar que las estructuras eran unas terrazas rectangulares perfectamente
escalonadas construidas con piedra volcánica bien encajada y dispuesta, que
daban como resultado unos monumentos troncopiramidales. Además, pese a su
relativo buen estado de conservación, se veía que se trataba de construcciones
muy antiguas que debían datar de bastante antes del siglo XIX, si bien era obvio
que se habían realizado reparaciones o rellenos en época reciente. No obstante,
nunca hubo por parte de la autoridades culturales un interés en estudiar
científicamente los restos, mientras se siguiera insistiendo en que aquello no
tenía nada de arqueológico. Hubo que esperar pues a finales del siglo XX para
que se empezaran a implementar trabajos sistemáticos y rigurosos sobre el
terreno para certificar que los “apilamientos” no eran tales, sino estructuras
realizadas en un pasado remoto para otros fines.
Quizá no por casualidad tuvo que ser un extranjero, el
famoso etnógrafo y explorador noruego Thor Heyerdhal, el que se fijara en 1991
en las peculiares características de los aterrazamientos y relacionara tales
estructuras con otras que ya había visto en varios lugares del mundo, sobre
todo en América. Sus primeras observaciones fueron del todo acertadas en la
comprensión del conjunto de Güímar, en particular para distinguir lo que podría
ser un simple trabajo agrícola de una elaborada construcción que nada tenía que
ver con cultivos. Así, Heyerdhal destacó, entre otros, estos elementos:
- Las estructuras estaban hechas con piedras angulares
procedentes de flujos de lava y no con cantos rodados de la tierra circundante.
Eso implica un trabajo extra y fatigoso al tener que transportar allí la piedra
volcánica.
- Las terrazas, dada su precisa disposición, fueron bien
trazadas a base de cuerdas, y las piedras se colocaron cuidadosamente con su
lado plano dando al exterior, siendo talladas cuando eran necesario para
ajustarse a los muros.
- Se observaba la presencia de unas escalinatas de acceso
–por la cara oeste– desde la base hasta la terraza superior de las pirámides,
de tal modo que al subir por éstas el sol naciente siempre quedaba de cara.
- Se intuían unas ciertas alineaciones astronómicas en la
posición de los monumentos, relacionadas con el solsticio de verano (luego
ampliaremos este particular).
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Vista parcial del conjunto monumental |
Tras estos estudios meramente superficiales del paisaje,
por fin se pudieron llevar a cabo excavaciones arqueológicas y geológicas
durante los años 90 a fin de clarificar la verdadera naturaleza de las
estructuras y su más que evidente contexto arqueológico. De este modo, se pudo
hace una descripción física bastante precisa de la disposición y la relación
entre todas las estructuras existentes (5 plataformas y 5 pirámides en una
extensión de 150 x 250 metros) y se comprobó la presencia de diversos objetos
arqueológicos –ubicados en la llamada “Cueva de Chacona”– atribuibles a la
cultura guanche, como cerámica, restos de obsidiana, punzones, conchas, cuentas
de collar, trazas de carbón, etc.
A su vez, se pudo constatar, a partir de la prospecciones
sobre el terreno, que el lugar nunca se empleó como base para cultivo, pues el
relleno estaba constituido por arena y pequeñas piedras, aparte de unos pocos
restos óseos animales, madera y otros restos orgánicos. En cuanto al origen de
la piedra de construcción, las investigaciones geológicas determinaron que el
material empleado fue trasladado desde la Montaña Nueva, un enclave situado a
unos 4 Km. de Chacona, lo que venía a confirmar la intencionalidad de usar esa
piedra volcánica y no de recoger y amontonar la piedra local existente.
Asimismo, se pudo constatar que en época contemporánea (mitad del s. XIX) había
tenido lugar un cierto remodelado o restauración de las terrazas, pero que de
ningún modo podía tapar la evidente divergencia en los materiales y forma de
colocación de las piedras.
No obstante, el punto central para desvelar el posible
sentido de las estructuras estaba en las alineaciones observadas por Heyerdhal
y luego medidas y comprobadas por otros especialistas españoles e
internacionales del ámbito de la antropología y la arqueoastronomía. En este
sentido, las investigaciones más
detalladas las llevó a cabo el Instituto Astrofísico de Canarias (IAC),
liderado por el profesor Juan Antonio Belmonte, que en 1991 llevó a cabo un
exhaustivo análisis de todas las alineaciones de carácter astronómico,
empezando por la perfecta orientación de los lados de las estructuras a los
cuatro puntos cardinales. Según el trabajo desplegado, el equipo del IAC afirmó
lo siguiente:
“Mediante esta
investigación, hemos encontrado que, independientemente del propósito con que
fuesen construidos o de su fecha de erección, los majanos
podrían ser útiles, como estación astronómica, para la predicción de fechas
clave del ciclo agrícola y, en consecuencia, para establecer un calendario.
Esta afirmación se sustenta en el hecho de que el eje principal del complejo en
que los majanos se hallan insertos, así como el mayor de éstos, se encuentran
orientados, con extremada precisión, a la puesta del Sol en el solsticio de
verano. Además, un segundo eje, también importante, apunta hacia la salida del
Sol, seis meses más tarde, en el solsticio de invierno.”
En concreto,
tenemos una descripción bastante gráfica de los fenómenos observados que
confirmarían que no podían darse felices casualidades en las orientaciones
marcadas sobre el terreno:
“El Sol casi se estaba ocultando cuando visitamos los
majanos de Güimar, por vez primera, en Febrero de 1991. Ese día cuatro hechos
llamaron especialmente nuestra atención: en primer lugar, eran mucho más
impresionantes de lo esperado; en segundo lugar, la orientación aproximada
este-oeste del complejo; tercero, el hecho de que el eje principal del conjunto
apuntaba hacia una gran caldera volcánica de erosión (Pedro Gil), en la
serranía que ocupa el horizonte oeste y, finalmente, pensamos en la posibilidad
de que estos dos últimos hechos no fuesen fortuitos.
Medidas realizadas in situ, varias semanas más
tarde, confirmaron plenamente nuestras sospechas: el eje principal “a” apunta
con extraordinaria precisión a la puesta del Sol en el día más largo del año.
Por otro lado, un observador que ascendiera, en el amanecer del solsticio de
invierno a la parte superior de los majanos A o C, a través de las escaleras
situadas en sus caras noroeste, vería al Sol saliendo justo a su frente detrás
de la isla de Gran Canaria.
Estos resultados obtenidos sobre el papel meses atrás por
medio de cálculos teóricos se vieron confirmados de forma extraordinaria el día
21 de Junio de 1991, cuando nos trasladamos a Chacona con el fin de observar la
puesta de Sol desde los majanos (el solsticio astronómico era a las 22 horas,
hora local de Canarias). No sólo nuestras predicciones eran las correctas, y el
Sol se puso en el lugar esperado sino que, además, nuestra sorpresa fue enorme
cuando después de una primera ocultación, en el borde interno sur de la caldera
de Pedro Gil, parte del disco solar emergió de nuevo [...], siendo el fenómeno
visible durante unos dos minutos. El Sol se ocultó de forma definitiva en el
extremo sur del fondo de la caldera, exactamente allí hacia donde apunta el eje
principal “a” del complejo de los majanos.
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Lugar de doble ocultación del Sol en la caldera de Pedro Gil durante el solsticio (círculo naranja) |
Con este trabajo
no estamos tratando de explicar ni qué son los majanos de Güímar, ni con qué
propósito fueron construidos.... Sin embargo, no deja de ser importante que,
como hemos demostrado, los majanos y todo el complejo en que se hallan insertos
se construyeron con una maravillosa y perfecta orientación astronómica, tan
bien definida, que resulta difícil creer que sea debida a mera casualidad. Con
estas construcciones, bien los pobladores de la zona anteriores a la conquista
o los habitantes del valle posteriores a la misma (independientemente de la
fecha de construcción), habrían sido capaces de predecir con suma precisión las
fechas de algunos eventos astronómicos cruciales para el ciclo agrícola.”
No me extiendo con más detalles técnicos de las
observaciones efectuadas, pero sí creo que vale la pena sacar a colación que,
aparte de la atención al ciclo solar, en Güímar también se detecta un interés
por la Luna, según apuntan los autores del estudio:
“Otros eventos
importantes, que son algunas veces observables utilizando alineaciones
presentes en construcciones con usos astronómicos (Stonehenge, ver Hawkins,
1973), son los ortos y ocasos de la Luna en los momentos de máxima o mínima
declinación (± 28º 5´). Es interesante señalar que el eje principal de la
estructura F (del complejo de Chacona) está apuntando precisamente a la salida
de la Luna en el instante de mínima declinación con una precisión relativamente
alta, dando un posible sentido a las orientaciones correspondientes y a la
existencia de la misma estructura F: una contrapartida lunar al complejo mayor,
principalmente dedicado al Sol.”
Las conclusiones
científicas finales ya no dejan lugar a dudas:
“Nuestra
conclusión principal es que los Majanos de Güímar y el complejo que forman, están
orientados astronómicamente. El hecho de que pudieran haber sido utilizados
para determinar la fecha del solsticio de verano, con una notable precisión, ha
quedado bien establecido. Por otra parte, es posible determinar también otras
fechas importantes, como el solsticio de invierno, los equinoccios, el día del
año nuevo guanche y otros eventos astronómicos como por ejemplo el orto y el
ocaso de la Luna en los momentos de declinación extrema.”
Con todo este
arsenal de pruebas, ya tenemos un escenario bastante claro de construcciones
piramidales altamente sofisticadas en su diseño y elaboración con unas
finalidades a veces calificadas de rituales o prácticas (a efectos de
calendario). Pero lo más significativo es que no estamos hablando de un caso
aislado, sino de un fenómeno que observamos en otros puntos de Canarias y en
otros muchos lugares del mundo. En la misma isla de Tenerife tenemos las
pirámides de Icod de los Vinos, que desgraciadamente hoy en día están en un
pésimo estado de conservación, pero que tienen un paralelismo completo con lo
que podemos ver en Güímar. Asimismo, se han identificado estructuras similares
en la zona de Los Cancajos (isla de La Palma), que tampoco han sido objeto de
estudio, más alguna otra de la que se tiene noticia pero que resultó destruida.
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Thor Heyerdhal |
Ahora bien, lo más
interesante es la comparación cultural que puede hacerse con otras pirámides
escalonadas muy semejantes, lo que nos permitiría hablar de un conocimiento
ancestral que estaba extendido por amplias regiones del planeta en una
indeterminada época prehistórica. El propio Heyerdhal decía:
“Las pirámides de
Güímar se asemejan a otras construcciones similares en el mundo datadas en
3.000 años a.C. Formas similares se encuentran en Sicilia y Cerdeña (Italia),
de las cuales se decía que también eran agrupamientos agrícolas. Las Pirámides
de Italia se culminan con un altar esculpido en la piedra. Las construcciones
canarias se asemejan a las sicilianas. Es muy probable que las de Güímar
tuvieran un uso de culto religioso por su forma y el enfoque hacia la puesta de
sol.”
Dichas estructuras
insulares italianas han sido estudiadas con algún detalle y se ha podido
determinar una datación en la época neolítica (hace 5.000 años), cuando existía
una cultura ritual megalítica. Pero, además, esas mismas estructuras
escalonadas con evidentes alineaciones surgen en lugares tan alejados entre sí
como Mesopotamia, Egipto, norte de África, México, Perú, las Islas Mauricio,
Asia, el Pacífico... En algunos casos, los parecidos son asombrosos, sobre todo
en Sicilia e Islas Mauricio, con un diseño, tipo de obra y tamaño muy parejos.
Para concluir,
estimo oportuno añadir las interesantes observaciones que en su momento hizo
Manuel Fernández Saavedra, que van bastante más allá de las investigaciones
practicadas y que reinciden en la sofisticación y complejidad del conjunto bajo
una apariencia de simples amontonamientos de piedra en terrazas. Así, Manuel
había detectado una serie de medidas y relaciones matemáticas que vemos
presentes en conjuntos megalíticos o en otras pirámides. Copio directamente un
fragmento de la entrevista que le hice en 2015, en el cual tocaba este punto concreto:
“Por otro lado, lo que he
resaltado en el documental es que –aparte de las orientaciones astronómicas ya
conocidas– el conjunto de pirámides
contiene unas matemáticas áureas bastante complejas, si bien esto sólo se ha
podido observar en plano. Estando en Extremadura, revisando la documentación,
me puse a dar vueltas a las medidas y vi que había algo ahí. Entonces encontré
unas relaciones coherentes a partir de la vara (o yarda) megalítica, una medida
algo inferior al metro. Así pues, transformé los metros a varas megalíticas de
cada uno de los lados de las pirámides y patios, y en ese momento me empiezan a
surgir los números π (pi) y φ (phi) por todas partes. Por ejemplo, en las dos
pirámides enlazadas, si dividimos la longitud de la primera pirámide por su
ancho nos da exactamente π. Y en la siguiente, si dividimos la longitud por el
ancho nos da φ.
Asimismo, con la colaboración de
mi ingeniero de sonido, vimos que las pirámides se desdoblan y encajan en los
patios y refuerzan las alineaciones ya observadas, y todavía hay otras
conjunciones que hay que estudiar más a fondo y que no incluimos en el
documental. Estoy seguro que si mirásemos las alturas y trabajásemos en 3D
incluso obtendríamos unas matemáticas aún más complejas.”
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Alineación de las principales pirámides |
Además, Manuel creía que –pese a
la obvia presencia de restos guanches– había rastros de otra cultura material
que le empujaba a pensar que tal vez las pirámides perteneciesen a un periodo
“pre-guanche” indefinido y muy antiguo, y que luego los guanches reaprovecharon
o rehicieron. Esto es, sin desmerecer las capacidades de los nativos guanches,
sería posible que los monumentos fueran el legado de unos ocupantes anteriores
y muy versados en la conexión firmamento-tierra, aunque tal planteamiento se
quedaría en el terreno de la conjetura.
En suma, parece más que evidente
que no se puede negar que las estructuras canarias son típicas pirámides
escalonadas que encajarían en modelos similares de otras partes del planeta,
con unos propósitos que no siempre son claros pero que apuntan a un interés por
el estudio y correlación del firmamento y los fenómenos celestes con los eventos
terrestres, el marcado de las estaciones y el paso del tiempo, dejando a un lado
otras teorías más audaces como la condensación de energía o las prácticas de
iniciación. Creo que en gran medida seguimos sin entender la mente y el
espíritu de los antiguos porque nuestra conexión con ellos en términos de
conciencia se perdió hace milenios.
© Xavier Bartlett 2020
Nota: Buena parte de la información adjunta ha sido tomada del trabajo del investigador canario Francisco P. De Luca, defensor de la autenticidad de las pirámides, según un artículo titulado En relación a las pirámides canarias (2005).
Fuente imágenes: archivo del autor