Introducción
Una de las
tendencias recurrentes de la arqueología alternativa ha sido, desde hace décadas,
la transformación de las antiguas mitologías o religiones en historia más o
menos real. En este sentido, tenemos un magnífico ejemplo en los diversos
estudios acerca de la identidad de unos seres –presuntamente míticos– que
aparecen citados en la Biblia, concretamente en el Génesis: los Nefilim. Lo
cierto es que la discusión sobre los Nefilim es antigua, pero siempre había estado
fijada en un contexto religioso. Sin embargo, en tiempos recientes, los Nefilim
se han vuelto a poner de moda por varios motivos y numerosos investigadores
alternativos se han propuesto sacar a estos personajes de su aura mítica para
situarlos en otros contextos mucho menos “etéreos”.
En fin... ¿quiénes
eran estos Nefilim? ¿Cómo se relacionaron con la raza humana? ¿Qué perfil
podemos extraer de estos seres a partir de los relatos religiosos? ¿Podemos
atribuirles una identidad real (física), más allá del mito? Esta es la cuestión
que trataremos de esclarecer en este artículo.
Los dioses que vinieron del espacio
Es bien sabido que
la llamada teoría del antiguo astronauta ha dado pie a todo tipo de
especulaciones y escenarios sobre ciertas figuras divinas de un remotísimo
pasado que bien podrían ser seres llegados de otros mundos, a juicio de
bastantes autores de este género.
Zecharia Sitchin |
Empecemos pues por
el principio, que es la propuesta lanzada por Sitchin en su libro El
duodécimo planeta (1976), en el cual identificaba a los Nefilim bíblicos
con los dioses Anunnaki de la mitología sumeria. Su argumentación partía de la
base de que la traducción clásica del término Nefilim era completamente
errónea. Así, la versión griega de la Biblia había optado por traducir Nefilim
como “gigantes”, cuando –según Sitchin– la traducción correcta del término
hebreo debería ser “los que descendieron del cielo a la tierra”, que es
precisamente el significado que él otorgaba también a los Anunnaki.
Véase el fragmento
en el cual Sitchin expone su visión sobre los Nefilim:
«Incluso los primeros recopiladores del Antiguo Testamento –que consagraron la Biblia a un único Dios– consideraron necesario reconocer la presencia en la Tierra de estos seres divinos en la antigüedad. La enigmática sección –a la que le tienen pánico tanto los traductores como los teólogos– es la que forma el comienzo del Capítulo 6 del Génesis. Ocupa el espacio que hay entre la reseña de la expansión de la Humanidad a lo largo de las generaciones después de Adán y el relato del desencanto divino con la Humanidad que precedió al Diluvio. Afirma, inequívocamente, que, en aquel tiempo,
los hijos de los diosesvieron que las hijas de los hombres estaban bien;y tomaron por esposasa las que preferían de entre todas ellas.
Las connotaciones de estos versículos, y los paralelismos que hay con los relatos sumerios de los dioses, de sus hijos y nietos, y de la descendencia semidivina resultante de la cohabitación entre dioses y mortales, se acumula mientras seguimos leyendo los versículos bíblicos:
Los Nefilim estaban sobre la Tierra,en aquellos días y también después,cuando los hijos de los diosescohabitaban con las hijas de los Adán,y ellas les daban hijos.Ellos fueron los poderosos de la Eternidad,El Pueblo del shem.
La traducción que figura aquí no es la traducción tradicional. Durante mucho tiempo, la expresión “Los Nefilim estaban sobre la Tierra” se tradujo como “Había gigantes sobre la tierra”; pero los traductores modernos reconocen el error, optando al final por dejar intacto el término hebreo Nefilim en la traducción. El versículo “El pueblo (gente) del shem”, como sería de esperar, se tradujo como “la gente que tenía un nombre”, y, de ahí, “los hombres famosos”. Pero, como ya hemos dicho, el término shem se debe tomar en su sentido original: un cohete, una nave espacial.
Entonces, ¿qué significa el término Nefilim? Derivado de la raíz semita NFL (“ser lanzado abajo”), significa exactamente lo que significa: ¡aquellos que fueron arrojados a la Tierra!»
Para Sitchin,
existían muchas pruebas de que los Anunnaki (o Nefilim) eran, en efecto, el
pueblo “de los shem” (naves espaciales, en su opinión), y que el susodicho
descenso a la Tierra no habría sido una mera ficción religiosa sino un
aterrizaje en toda regla. El motivo de tal descenso habría sido la búsqueda y
obtención de recursos naturales, básicamente oro, necesario para la protección
de la dañada atmósfera de su planeta original, Nibiru. Como resultado de esta
empresa, se hizo necesario disponer de trabajadores esclavos que llevasen a
cabo el duro trabajo de la extracción minera, y sería en este contexto en que
los dioses habrían creado a un “trabajador primitivo” o lu.lu después de
varios experimentos. Este prototipo exitoso, el primer hombre, habría sido
llamado adamu o adapa, el Adán de la Biblia.
Tablilla con escritura cuneiforme |
A partir de esta
teoría de Sitchin, surgió toda una legión de fieles seguidores que prosiguieron
o ampliaron sus trabajos desde diversas perspectivas. Aún hoy en día, a los
pocos años de fallecer el autor ruso, varios investigadores siguen la estela de
los dioses Anunnaki, sobre todo en la vertiente intervencionista, esto es, en la explicación del Homo Sapiens
como un producto genético artificial, aparte de otras tendencias que ya caerían
más en el terreno pseudoconspirativo. Por supuesto, también cabe mencionar que
Sitchin tuvo fuertes opositores en el campo académico (en particular Michael
Heiser), y que algunos de sus discípulos, como Alan Alford, acabaron por
desmarcarse de sus ideas.
Y entre las
múltiples propuestas recientes sobre los Nefilim, desearía destacar en este
texto tres aportaciones sumamente significativas, que combinan distintos
elementos como la mitología, la arqueología, la antropología, la tradición
religiosa y la filología.
Los iniciadores de la civilización
En primer lugar,
tenemos la visión del investigador británico Andrew Collins, que escribió un
artículo sobre los bíblicos Vigilantes y sus descendientes los Nefilim
titulado The forbidden legacy of a fallen race[1].
Collins se desmarca aquí del ámbito extraterrestre y plantea interesantes
interrogantes sobre varias cuestiones relacionadas con los Vigilantes, unos
seres superiores o semidivinos (“Hijos de Dios”), que de algún modo cayeron en
desgracia, así como sus descendientes, los Nefilim. El autor inglés compara las
citas bíblicas con el famoso Libro de Enoc –el libro que habla de los
Vigilantes en calidad de “ángeles caídos”– y comprueba que hay cosas que no
acaban de cuadrar y que oscurecen el perfil de los Nefilim. Por ejemplo, la
doble mención del Génesis resulta algo confusa; cito literalmente:
«Y aconteció que cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, los hijos de Dios vieron que las hijas de los hombres eran hermosas, y tomaron para sí todas las esposas que eligieron.
Por hijos de Dios, el texto quiere decir ángeles celestiales, siendo el original hebreo bene-ha-Elohim. En el versículo 3 del capítulo 6, Dios declara de forma inesperada que su espíritu no puede permanecer en los hombres para siempre, y que puesto que la humanidad es una creación de la carne, su vida útil en lo sucesivo se reduciría a “ciento veinte años”. Sin embargo, en el versículo 4, el tono vuelve de repente al tema original de este capítulo, ya que dice:
Los Nefilim estaban en la tierra en aquellos días, y también después, cuando los hijos de Dios se juntaron con las hijas de los hombres, y les engendraron hijos: los mismos valientes que desde la antigüedad fueron los varones de renombre.»
Según Collins, los teólogos,
para tratar de resolver este tema, habrían optado por la hipótesis de que los ángeles
habrían caído en desgracia dos veces, primero por el
orgullo y luego por la lujuria. Pero en opinión del autor británico estos dos
fragmentos podrían pertenecer a tradiciones y épocas
distintas, y de ahí la confusión entre los bene ha-elohim (Hijos de
Dios) y los Nefilim. Los primeros serían un añadido muy posterior, con origen
en Irán, mientras que los segundos serían propiamente los ángeles caídos de la
tradición hebrea. En todo caso,
y pese a estas contradicciones, este texto «mantuvo la firme creencia entre los
antepasados de la raza judía de que, en algún momento del lejano pasado, una
raza gigante había gobernado la Tierra.»
Por otro lado, Andrew Collins concede gran
importancia al Libro de Enoc –que no sería posterior e inspirado en el Génesis,
sino al revés[2]– pues
vendría a ofrecer un relato bastante revelador en cuanto al origen de los
Nefilim. Según este libro, doscientos de los Erin (“los que vigilan” o
Vigilantes) se convirtieron en ángeles caídos, al descender al mundo terrenal
de los mortales y cohabitar con mujeres humanas. Estos transgresores tuvieron
descendencia fruto de su unión con éstas y tales seres híbridos fueron llamados
Nefilim, un término hebreo que puede traducirse como “los que han caído”, y que
luego se convirtió en “gigantes” en la versión griega.
Representación artística de Shemihaza |
A partir de este
punto, Collins se sumerge en una investigación a caballo entre la mitología y
la arqueología, a fin de obtener un perfil más terrenal de los Nefilim,
que tal vez no serían tan etéreos como se
podría suponer. Su investigación le lleva a relacionar a los Nefilim con
unos seres (¿chamanes?) medio humanos medio pájaros, considerados por los
hombres como demonios, que habrían habitado una determinada región de
Oriente Medio, más concretamente las montañas de Media, al noroeste del actual
Irán.
Véase el siguiente
ejemplo de la presencia real de estos seres en las antiguas crónicas
mesopotámicas:
«En una tablilla cuneiforme escrita en la ciudad de Kutha por un escriba “del templo de Sitlam, en el santuario de Nergal”, se describen las incursiones de una raza de demonios en Mesopotamia, impulsada por los dioses de una región inferior. Se dice que le hicieron la guerra a un rey no identificado durante tres años consecutivos y que tenían la apariencia de:
Hombres con cuerpo de pájaros del desierto,
seres humanos con rostros de cuervos,
los grandes dioses los crearon,
y en la tierra, los dioses crearon para ellos una morada... en medio de la tierra crecieron y se hicieron grandes, y aumentaron en número,
Siete reyes, hermanos de la misma familia,
seis mil en número fueron su pueblo.
Estos “hombres con cuerpos de pájaro” fueron considerados como “demonios”. Aparecerían sólo una vez que una tormenta de nubes hubiera consumido los desiertos y masacraría a aquellos a quienes tomarían cautivos, antes de regresar a una región inaccesible durante otro año.»
Estatuilla de la cultura el-Ubaid |
A este respecto,
Collins rechaza la versión clásica de la arqueología convencional que habla de
diosas-madre y también de las especulaciones de Erich Von Däniken sobre la
supuesta identidad extraterrestre de tales figuras. Según su opinión, estas
efigies derivaban directamente de unas imágenes muy similares de la anterior
cultura protoneolítica de Jarmo (en el Kurdistán), zona supuestamente habitada
por los Vigilantes. Así, Collins especula con la idea de que fueron estos seres
los que adiestraron a los primitivos habitantes de la región en las habilidades
agrícolas.
En fin, adentrarnos
en detalle en esta investigación sería ahora demasiado prolijo, por lo cual
recomiendo la lectura de este artículo de A. Collins que puede hallarse
libremente en Internet, tanto en versión inglesa como española. En todo caso,
aun con todas las reservas por lo arriesgado de algunas propuestas, es muy
loable este intento de dar contexto histórico-arqueológico a unos personajes
presumiblemente míticos, buscando analogías y relaciones en elementos
aparentemente inconexos.
Cuando los gigantes dominaban la tierra
En segundo lugar, tenemos el enfoque del
investigador alternativo holandés L. C. Geerts, sustentado en varias fuentes
religiosas, que trata de situar el tema en la oscura polémica sobre los
gigantes, introduciendo en la controversia un nuevo elemento directamente relacionado
con los Nefilim: los Anakim. Básicamente, lo que Geerts propone en su artículo Giants,
Nephilim and Anakim es que la confusa dualidad expresada en el Génesis se
debe a la yuxtaposición de tradiciones diferentes (como acabamos de ver en lo
expuesto por Collins), pero incorporando la figura de los Anakim bíblicos como
descendientes de los propios Nefilim.
Goliat, un gigante Anakim |
En cuanto a su aspecto, algunos relatos hablan de
increíbles alturas de hasta 900 metros, aunque otras referencias los sitúan en
una franja más discreta de entre 10 y 100 metros, que todavía resulta
del todo asombrosa. Y sobre su longevidad, y aun habiendo perdido su inmortalidad
divina, los gigantes podrían haber vivido por períodos de hasta 500 años.
Por
otra parte, en la mayoría de escrituras sagradas, todos estos ángeles caídos y
razas derivadas serían denominados con diversos nombres, como gigantes,
Anakim, demonios y monstruos, acentuando especialmente su faceta
maligna y perversa. Esta tradición se fundamentaría en el hecho de que estos
gigantes se habrían cruzado con diversos animales, creando así unas criaturas
fantásticas (medio humanas medio bestias) que fueron adorados y temidos al
mismo tiempo, y que están recogidos en mitos y leyendas de diversas culturas.
La incierta influencia persa
Finalmente quisiera
comentar el trabajo del investigador griego Petros Koutoupis, que en su
artículo The Nefilim: Their origins and evolution se ha centrado en la
cuestión propiamente filológica, descartando que los Nefilim fueran antiguos
astronautas (versión Sitchin) o que pertenecieran a una cultura muy anterior a
las conocidas convencionalmente (versión Collins).
Koutoupis parte de
la interpretación propuesta por Sitchin y considera que su traducción es
errónea, ya que la palabra correcta hebrea para “descender” es yārad, que
no tendría pues relación con los Nefilim. En su opinión, la cuestión filológica
tiene gran importancia para aclarar el auténtico origen del mito de los
Nefilim. El autor griego aduce que se ha querido relacionar la palabra hebrea nāfal
(“caer”, “sucumbir”) con los Nefilim, pero el plural de este término no puede
ser nefilim de ningún modo.
Además, observa que
en los escritos de la religión judía se aprecia una duplicidad en la escritura
de la palabra Nefilim: נפילים (NFYLYM)
/ נפלים (NFLYM). La diferencia entre ambas grafías
es que en la primera tenemos una yod adicional, que resulta muy
excepcional, pues en la gran mayoría de textos aparece la segunda forma, sin
esta yod. El asunto no es menor, pues Koutoupis, basándose en que la tradición
hebrea más antigua no poseía letras para los sonidos vocálicos, cree que los
escribas de épocas más recientes habrían añadido los signos vocálicos para
preservar la pronunciación tradicional, y de aquí la aparición de la grafía
nefilim (como se observa en Números 13:33). No obstante, lo que podría haber
ocurrido aquí es una confusión de términos, pues en el Libro de Job (hallado en
los rollos del mar muerto), escrito en arameo, hallamos el término nefilā
referido a la constelación de Orión, cuyo masculino sería nāfil (plural
nefilin), que se traduce literalmente como “gigante”. Así pues,
pasando del arameo nefilin al hebreo nefilim, ya tendríamos la
palabra que se tradujo normalmente como “gigantes”, y que en realidad podría
tener un origen arameo[4].
Por otro lado,
tomando las propias fuentes bíblicas y comparándolas con los relatos de otras
culturas, vemos que el perfil de estos gigantes no está nada claro. Por un
lado, serían los héroes de gran renombre, portadores de la cultura y la
civilización como herencia de su origen divino, mientras que por otro se los
presenta como seres demoníacos y malvados. ¿Cómo casamos ambas visiones?
Koutoupis recurre a otra fuente, el Libro de Jasher (una obra compilada justo
después del exilio judío en Babilonia), para tratar de esclarecer esta
cuestión. En este libro se habla de Enoc como rey de la Humanidad pero no hay
mención de los Hijos de Dios ni de los Nefilim. A juicio del autor griego, en
realidad no hay conexión entre los hijos de Dios, los Nefilim y la corrupción
de la Humanidad. Además, si los Nefilim eran responsables de esta corrupción,
no queda nada claro cómo es que aparecen “sobre la Tierra en aquellos días y
después de eso” (¿el Diluvio?). En vez de considerar que los gigantes Nefilim
volvieron de alguna manera a la Tierra tras el Diluvio, sería mas adecuado
considerar que nunca llegaron a ser barridos o apartados de ella.
Sello acadio en que se aprecia la diferencia de estatura |
Así, el paralelo
entre la tradición sumeria y la Biblia sería indiscutible y reforzaría la identidad
de estos seres como gigantes, especialmente desde el punto de vista físico. Como
señala Koutoupis:
«Este énfasis en la altura fue extremadamente significativo [...] como en la versión hitita en la cual Gilgamesh es descrito como de once yardas de altura[5] y su pecho tenía nueve palmos de amplitud. En la épica nunca se menciona que los humanos normales fueran de la misma altura que estos semidioses. De hecho, los ciudadanos habituales de Uruk estaban asombrados ante las alturas tanto de Gilgamesh como de Enkidu. Los semidioses de la antigua Mesopotamia muestran innegables semejanzas con los Nefilim.»
Koutoupis concluye
su propuesta apuntando a que en algún momento la tradición hebrea tomó el
término arameo nāfil, y que eso pudo suceder en el periodo del
post-exilio, bajo la fuerte influencia persa. La historia de la
corrupción de la Humanidad por obra de los Nefilim habría sido pues una
interpretación adquirida en época tardía por inspiración de la religión zoroástrica,
que tenía un Dios supremo (Ahura Mazda) y unos demonios o ángeles caídos
(daevas). De este modo, la religión judía habría adoptado un enfoque dualístico
en que cualquier deidad que no fuera el único y buen dios Yahveh sería necesariamente
malvada. Aquí el autor especula con la idea de que los escribas judíos no
pudieran concebir que los hombres hubieran optado por el mal de forma libre,
sino que hubieran sido inducidos al mal por fuerzas malignas superiores, lo
cual hubiera hecho recaer todas las culpas sobre los gigantes semidivinos,
pasando de ser héroes a ser demonios.
Conclusiones
Hemos visto varias interpretaciones sobre la figura
de los Nefilim, que se mueven en los pantanosos terrenos del mito y la religión,
pero con algunos ecos que podrían conectar con un remoto pasado que podríamos
situar en un contexto histórico-arqueológico.
Ciertamente, la mitología sobre los Nefilim rompe
todos los esquemas porque presenta un pasado totalmente distinto al que la
historia y la arqueología -fundamentadas en el paradigma evolucionista- nos han
mostrado como única verdad para explicar el origen del hombre y de la
civilización. En esa historia (o prehistoria) convencional no caben dioses, ni
semidioses, ni héroes ni gigantes, ni demonios, y todo ello a pesar de que las
mitologías de muchos pueblos (no sólo el judío o el sumerio) insisten tozudamente
en la presencia de estos seres superiores antes de que el hombre actual
apareciera sobre la Tierra.
Para Sitchin, los Nefilim venían sin duda del
espacio, aunque nunca pudo probar que el enigmático planeta Nibiru existiera, por
no hablar de las licencias que se tomó para hacer una relectura sui generis
de la Biblia y de los mitos sumerios. Por su parte, Andrew Collins ha tratado
de situar un origen de la civilización en unos seres poco definidos y de
aspecto desconcertante que habrían habitado físicamente el Medio Oriente en tiempos
prehistóricos. Entretanto, Geerts también les concede una cierta historicidad a
los Nefilim, que habrían sido los famosos gigantes citados en tantas mitologías,
a veces con un sentido positivo y otras en un sentido muy peyorativo. Por último,
los estudios de Koutoupis sobre las Escrituras judías nos podrían indicar que la
identidad de los Nefilim se podría ligar a la de los personajes de renombre o héroes
del principio de la civilización y que su supuesta vertiente demoníaca habría
sido una reinterpretación muy posterior al propio origen de esta historia.
En fin, en el extenso artículo sobre los gigantes de
este mismo blog ya toqué esta controversia, y a la vista de los relatos históricos,
la mitología y ciertos restos arqueológicos, concluía que la existencia de gigantes
podría tener un fondo real que se pierde en la noche de los tiempos. En todo
caso, si diéramos alguna credibilidad a la historia de los Nefilim, nos quedarían
muchos interrogantes por resolver. En muchas mitologías vemos que los gigantes
se rebelan y se enfrentan a los dioses supremos y acaban por ser vencidos,
juzgados y castigados. Pero... ¿Quién o quiénes eran esos dioses supremos? ¿Fue la corrupción
de la humanidad el motivo de esa rebelión o fue otra causa? ¿Y qué papel juegan
los humanos en esta historia? ¿Se mezcló genéticamente la raza humana con una
raza de gigantes? ¿Fueron esos gigantes los que concedieron la civilización a
los humanos?
Todas estas preguntas siguen a día de hoy en el
dominio de la mitología y la religión, y pese a los esfuerzos de varios
investigadores, todavía queda un largo trecho para que puedan tomar forma en el
ámbito propiamente histórico.
© Xavier Bartlett 2015
[1] La versión
española de este artículo (“El legado prohibido de una raza caída”) se
publicó en la revista digital Dogmacero, en dos partes (números 5 y 6, 2013).
El trabajo completo de Collins sobre esta temática se encuentra en un libro
titulado From the ashes of angels: The forbidden
legacy of a fallen race (1998).
[2] Según Collins,
existen pruebas de que el Pentateuco (libro supuestamente escrito por Moisés)
fue compilado en el cautiverio judío en Babilonia, hacia el siglo V a. C.,
mientras que el Libro de Enoc sería bastante más antiguo y por ello habría
quedado fuera del Canon de las Escrituras.
[3] De hecho en
la propia Biblia se habla de varias subrazas de Anakim, que se corresponderían
con generaciones cada vez menos gigantes y más próximas a los humanos.
[4] De hecho,
Koutoupis considera que los primeros
cinco libros de la Biblia, el Pentateuco, no fueron obra de Moisés sino que
fueron escritos y editados por varios escribas a lo largo del tiempo, y aquí
podían haberse añadido influencias o temas no propiamente hebreos.
[5] Medida que vendría
a ser casi 10 metros.
5 comentarios:
Otra interpretación, por si hubiera pocas.
A mi lo que no me convence de todas estas es la intervención exterior necesaria para convertirnos en seres inteligentes, que creo que son la mayoría de teorías modernas.
Y que viene apoyado por los intereses de quienes tienen pensado poder usar esto en algún momento para aprovecharlo en su beneficio, haciéndose pasar por... ya veremos que.
Yo entiendo estas mitologías como reales, pero de algo referido a seres que se enfrentaron en nuestro planeta, cuando aun los humanos no eramos más que espectadores sin capacidad de entender nada de lo que veían, quizás algún superviviente vencido se escondió entre nosotros y aprendimos algo de el/ellos, de cualquier forma, he pasado muchos años comprobando que "algo" ha manipulado al hombre desde los albores de la historia y ha conseguido que este lo adore y le rinda culto, hasta nuestros días. (Quizás los vencedores de aquella guerra).
Quizás jamás tengamos pruebas físicas porque no estemos hablando de seres físicos, pero el efecto es visible en todos los pueblos de la tierra.
Saludos.
Amigo Piedra,
Gracias por el comentario, incisivo como de costumbre. Esto que comentas sobre un campo de batalla "a otro nivel" ya lo insinuó Chales Fort en 1919 en su famoso "Libro de los condenados". Por otro lado, creo que hay gente "que sabe" (¿iniciados?) y que van dejando pistas sobre estos seres gigantescos que concedieron sus conocimientos a la humanidad. O sea, que la mitología tendría mucha parte de verdad, a diferencia de la historia "científica". Te recomiendo que leas el epílogo que hice a la tercera parte de mi artículo sobre gigantes, te resultará muy significativo.
De todas formas, seguimos trabajando con más especulaciones que certezas, si bien poco a poco vamos atando cabos. Prudencia, no nos precipitemos.
Un saludo,
Xavier
Veo que es un seguidor de Zecharia Sitchin o por lo menos, lee sus "historias" que por cierto carecen de veracidad, por eso todo lo que nombra sobre el no es serio. Esto va desde el respeto, porque hacer un articulo con solo especulación y lo que sabemos aqui de estos temas, sabemos que se refiere a gigante, entiendase a hombres de una estatura superior a la media y no como esta escrito que nefilim se refiere a dioses etc, sobre los hijos de Dios hay 2 posturas, pero lo dejo para otro comentario.
Veo que nombra mucho a Zecharia Sitchin y es una lastima porque su blog es interesante, pero pierde veracidad nombrando a gente que se sabe que lo hacia solo para fama o lucro, ya que sus investigaciones no son reales.
Gracias Peter por su comentario
Este blog está dedicado a exponer la arqueología alternativa y por ello cito las veces que haga falta a Sitchin, con el cual no comparto la gran mayoría de las cosas, aunque usted ya me ha hecho "seguidor de Sitchin". También cito en este blog a "herejes" de todo tipo, que van desde Bauval a Von Däniken, por poner dos extremos.
Ya existen otros blogs de científicos o escépticos que se dedican a criticar duramente a los autores alternativos, pero no es este mi caso. Yo expongo las teorías y luego dejo que cada lector profundice, contraste y extraiga sus propias concusiones. También me podría haber dedicado a "destrozar" la arqueología convencional, pero no lo he hecho.
Saludos
Una aclaracion, si bien mi anterior mensaje fue estar en contra de Sitchin, no significa que no crea que existieron los gigantes, es mas creo que si existieron, y que posiblemente se oculta o bien no hay evidencia porque fueron exterminados por completo. Saludos siempre leo su blog muy interesante muchos articulos cuando hay relatos o escritos serios, me interesa este tema, la biblia lo nombra mucho y otros escritos.
Publicar un comentario