En un reciente artículo saqué a
relucir las diversas herejías que complican en cierta manera las explicaciones
evolucionistas habituales sobre el origen del hombre. Y todo parece indicar que
los nuevos hallazgos e investigaciones –en lugar de aclarar más el panorama–
introducen más confusión y perplejidad, pues los axiomas hasta ahora aceptados
parecen cada vez más flexibles e interpretables a la vista de las pruebas
objetivas. En todo caso, la ortodoxia darwinista no está por la labor de
abandonar la idea de evolución por selección natural o su versión actualizada
de la “síntesis evolutiva moderna”. Y desde luego, cualquier cosa que suene a
diseño inteligente o creacionismo es pura religión, una afrenta a la verdadera
ciencia.
Así pues, vamos a adentrarnos en
la enésima vuelta de tuerca de una teoría que lucha por sobrevivir contra el
propio método científico. Recordemos, a modo de introducción, que el actual
consenso académico sigue defendiendo que los primeros pasos evolutivos hacia la
línea Homo surgieron en África y que el propio Homo sapiens
“apareció” indiscutiblemente en África oriental –y sólo en África– hace unos
200.000 años como mucho, y que luego se fue extendiendo por los cinco
continentes a partir de dos grandes olas migratorias, la primera hace 130.000
años y la segunda, hace unos 70.000 años. En ambos casos, los humanos modernos
habrían reemplazado –según los procesos de selección natural– a las poblaciones
de homínidos más arcaicos.
Pero esta visión ya no es un
mandamiento divino. En este sentido, considero oportuno exponer brevemente tres
notables argumentos que de nuevo ponen en entredicho la versión académica,
sobre todo en cuanto al origen del Homo sapiens y la tan manoseada
teoría de Out-of-Africa (“desde África”) que acabamos de citar. Por un
lado, tenemos el reciente libro del investigador independiente británico Bruce
Fenton titulado The forgotten Exodus (“El éxodo olvidado”); por otro,
los descubrimientos de homínidos de gran antigüedad en China; y finalmente, un
sorprendente hallazgo paleontológico que ha tenido lugar en Marruecos.
Mapa y cronología de la teoría Out-of-Africa ("Desde África") |
Lo que plantea Bruce Fenton en su
libro es una propuesta bastante herética, pues afirma que ni los hallazgos paleoantropológicos ni los últimos estudios genéticos
refuerzan la teoría de que el Homo sapiens surgió en África, sino que
más bien la desmienten, ofreciendo como clara alternativa que el H. sapiens
apareció en otra parte del planeta y que posteriormente se desplazó a África.
Pero veamos con detalle la argumentación que expone Fenton y luego que cada
cual extraiga sus conclusiones.
En primer lugar, tenemos la
aportación de la moderna investigación genética que ha abierto –teóricamente–
más puertas al estudio del origen de los humanos, pero que en la práctica ha
arrojado más paradoja y confusión, sobre todo al comparar los datos con las verdades
paleontológicas establecidas desde hace bastantes décadas. Así, los
análisis genéticos de varios especímenes humanos muy antiguos han puesto de
manifiesto los siguientes hechos:
- Que la separación genética entre los neandertales y los sapiens se produjo mucho antes de lo que se pensaba; así, el último ancestro común de ambos podría situarse en una antigüedad de entre 400.000 y 700.000 años, siendo esta última cifra la más probable. Así, el vacío temporal con respecto a la aparición (teórica) del Homo sapiens –hace 200.000 años– resulta ser demasiado grande.
- Que el llamado Homo heilderbergensis[1], situado en un estadio evolutivo más avanzado que el Homo erectus y que encontramos básicamente en Europa y parte de Asia y África, no es un antecesor del Homo sapiens, y eso a pesar de compartir bastantes características anatómicas y una capacidad craneal prácticamente idéntica. Tradicionalmente se lo había considerado antecesor de los neandertales, pero las modernas pruebas genéticas lo relacionan más directamente con los Denisovianos.
- Que estos Denisovianos, otra especie de homínidos de muy reciente descubrimiento, se empezaron a separar de la línea de los humanos modernos hace nada menos que 800.000 años.
- Que los antepasados más antiguos comunes del sapiens y del resto de Homo avanzados deben buscarse en una población que vivió hace 900.000-700.000 años, según las conclusiones de la reputada paleoantropóloga y médico española María Martinón Torres, del University College de Londres.
Restos del llamado "Hombre de Java", un H. erectus asiático |
Ahora bien, Fenton rompe la baraja al desmarcarse de la
teoría tradicional africana pero también de la multi-regional. Entonces, ¿qué?
En su opinión, cree que debe considerarse seriamente una tercera opción: que el
hombre moderno podría haber surgido en Extremo Oriente o en Australasia. Para
sustentar esta teoría, Fenton echa mano de diversas pruebas de varios ámbitos
(genético y paleontológico), que le empujan a defender la propuesta de que el
origen del Homo sapiens debe situarse más específicamente en Australasia[2].
Así, considera que el antecesor directo del sapiens debió ser una
población de erectus establecida firmemente en Australasia hace unos
900.000-800.000 años.
El reciente libro de B. Fenton |
Todo este escenario heterodoxo se asienta mayormente en
hallazgos de homínidos ya conocidos y en recientes investigaciones genéticas.
Por consiguiente, no hay grandes novedades pero sí una profunda
reinterpretación de pruebas ya existentes, lo que confirma que la teoría
evolucionista sobre el ser humano se va moviendo de acá para allá en las aguas
de la especulación y la conjetura, a la espera de que las pruebas físicas confirmen
por fin la teoría, de una u otra manera. Por cierto, es de destacar que algunos
científicos –como el profesor Máximo Sandín– no avalan las conclusiones de los
estudios genéticos basados en la técnica del “reloj molecular”, a la que
consideran carente de todo rigor científico en el marco de la biología[3],
pero dejaremos este asunto en el cajón para no alejarnos hacia otros
derroteros.
En segundo término, vale la pena comentar que –para
complicar más las cosas– la ciencia paleontológica está marcada por un
inconfesado chauvinismo “patriótico-científico”. Porque aparte de la aportación
“pro-australiana” de Fenton, hace décadas que los científicos chinos se quejan
de que la comunidad científica occidental ha tendido a minusvalorar o marginar
los hallazgos de homínidos en Extremo Oriente, principalmente en la propia
China. De hecho, varios paleontólogos chinos hace tiempo que reclaman que la
teoría Out-of-Africa debe revisarse a la luz de los descubrimientos
asiáticos. De este modo, hacen hincapié en que los científicos occidentales
suelen interpretar los restos asiáticos en clave africana o europea, como una
mera derivación, posiblemente por el sesgo de que la intervención
paleontológica occidental ha estado centrada en Europa, desde el siglo XIX, y
en África desde inicios del siglo XX.
Cráneo reconstruido del Hombre de Pekín |
Con todo este arsenal de pruebas, no es de extrañar que
los chinos dejen caer la idea de una cierta teoría Out-of-China (“desde
China”), pues estos datos no parecen cuadrar con la gran expansión euroasiática
del sapiens a partir de una segunda migración, que se habría iniciado
hace sólo unos 70.000 años. En suma, algo tan evidente como decir que en China
ya había humanos modernos, fruto de una hipotética evolución autóctona a partir
de los erectus locales, antes de que llegasen los supuestos colonos
africanos.
Y así llegamos al tercer asunto que ha trastocado –al
menos ligeramente– los cimientos de las teorías convencionales sobre el origen
del sapiens. Si hace décadas no se le concedía una antigüedad superior a
100.000 años, en tiempos más recientes esta cifra se ha ido alejando en el
pasado hasta llegar a los 200.000 años, principalmente por el hallazgo de unos
huesos humanos en Omo Kibish (Etiopía) y por las técnicas genéticas basadas en
el ADN mitocondrial –con el apoyo teórico de la llamada genética de
poblaciones– que lanzaron la propuesta de una cierta “Eva mitocondrial”, la
mujer sapiens más antigua del mundo, situada en África y con una
datación de 200.000 años, coincidiendo de forma “casi perfecta” con la
cronología asignada a los huesos recién mencionados.
Jean-Jacques Hublin en Jebel Irhoud |
De hecho, el yacimiento ya era conocido desde los años 60
del pasado siglo y había sido excavado parcial y esporádicamente. Los restos
humanos que se hallaron entonces fueron calificados de homínidos arcaicos (tal
vez unos “neandertales africanos”[5])
y no se les dio un antigüedad superior a los 40.000 años. En los años 90, como
pudo comprobar Hublin, la cueva estaba totalmente tapada de nuevo y hubo de
esperar hasta 2004, en que se inició un programa sistemático de excavaciones.
Los resultados fueron realmente esperanzadores, pues aparte de los huesos
humanos –entre los que había cráneos y mandíbulas– hallaron numerosas
herramientas y huesos de animales. Y precisamente las herramientas de sílex,
empleadas básicamente para la caza, fueron de enorme utilidad, pues se pudo comprobar
que habían sido calentadas, lo que a su vez permitía datarlas mediante el
método de la termoluminiscencia, que arrojó la inesperada cronología de
más de 300.000 años.
Cráneo de Homo sapiens de Jebel Irhoud |
En definitiva, el escenario ya está servido para la
polémica: tenemos una población de Homo sapiens 100.000 años más antigua
que los restos más arcaicos reconocidos hasta la fecha y además en el norte de
África, lo que representa una cierta desconexión en espacio y el tiempo de la
supuesta “cuna de la humanidad moderna”,
en el extremo este del continente africano. Pero lo mejor empieza cuando los
paleontólogos se lanzan a especular para tratar de encajar las piezas de este
nuevo puzzle en el marco teórico.
Herramientas halladas en Jebel Irhoud |
Aunque, claro, ante la aparición de datos relativamente
incómodos, no podía faltar la voz de los escépticos. Así, el paleontólogo
Jeffrey Schwartz, de la Universidad de Pittsburg (EE UU), considera que
los restos hallados son notables pero que no pueden asignarse a los sapiens,
pues muchas veces se ha tendido a unificar en una sola especie restos
apreciablemente diferentes, a falta de mejores interpretaciones. Asimismo, la
ya citada María Martinón tampoco cree que estos restos sean de sapiens,
y alude a la escasez de especímenes para estudiar el origen del sapiens
y a que los cráneos de Jebel Irhoud no tienen una frente y un mentón
equiparables a los de los humanos actuales.
Sobre estas opiniones, tal vez habría que recordarle a
Schwartz que no siempre se ha tendido a la unificación. De hecho, en muchos
casos, se ha optado por lo contrario. Esto es, cada diferencia apreciable podía
ser motivo suficiente para crear nuevas especies y subespecies, bautizándolas
con sus correspondientes nombres en latín, con lo cual el científico de turno
ya podía sacar pecho por haber hallado una nueva rama en el árbol evolutivo
humano. En cuanto a Martinón, se le tendría que preguntar hasta qué punto
quiere llevar las diferencias, pues desde hace tiempo se han englobado a
diferentes homínidos modernos bajo una misma denominación. Así, por ejemplo,
los arcaicos Cro-Magnon no eran exactamente igual que nosotros pero también
eran sapiens. Y lo mismo podríamos decir de la rica variedad de razas
dentro del actual Homo sapiens, a menos que recurramos al espíritu
original –manifiestamente racista– del darwinismo, con sus superiores e inferiores.
¡Cuánto me recuerda esto a los Untermenschen de los nazis!
Escena de H. erectus haciendo fuego |
Y por supuesto, ya no he querido sacar a la palestra el
controvertido tema de los ooparts, pues –según defienden algunos autores
alternativos– durante el siglo XIX y principios del XX se hallaron huesos y
objetos atribuibles a humanos modernos de una antigüedad enorme (hasta cientos
de miles o millones de años), que destrozarían completamente los esquemas
evolutivos[7].
Para estos críticos, los hallazgos fueron olvidados, marginados, ocultados o
incluso destruidos, mientras que para el estamento académico simplemente se
trata de confusiones y errores propios de la ciencia, pues la Prehistoria era
entonces todavía una disciplina poco metódica y fiable.
La pregunta ahora sería: ¿qué antigüedad máxima para el Homo
sapiens será capaz de admitir la ortodoxia evolucionista? Recordemos que
cuando a finales del siglo XIX se descubrieron en Castenedolo (Italia) varios
esqueletos de individuos anatómicamente modernos datados –según el contexto
geológico– entre 3 y 4 millones de años, la ciencia oficial rechazó firmemente
esa cronología y consideró que se trataba de un evidente enterramiento
intrusivo. Pero lo más inquietante fue la actitud de cerrazón mental ante los
hallazgos, pues para los darwinistas las pruebas deben encajar en la
teoría y no al revés. Véase que en 1921 el arqueólogo irlandés Robert
Macalister, pese a no dudar de la
competencia de los descubridores de los esqueletos, dijo lo siguiente:
Sin comentarios.“Debe haber algo erróneo en alguna parte... Si [los huesos] pertenecían al estrato en que se encontraron, esto implicaría un extraordinariamente largo parón para la evolución. Es mucho más probable que algo se haya escapado en las observaciones. La aceptación de una fecha del Plioceno para los esqueletos de Castenedolo crearía tantos problemas insolubles que difícilmente podemos dudar entre las alternativas de adoptar o rechazar su autenticidad.”
© Xavier Bartlett 2017
Fuente imágenes: Wikimedia Commons
Actualización
Apenas unas semanas después de publicar este artículo me han llegado noticias de que, a partir de los restos de un neandertal de hace 124.000 años ubicado en Alemania, se han hallado pruebas genéticas de mestizaje entre neandertales y sapiens en Europa en una fecha muy remota: hace unos 220.000 años. Ello tira por tierra el concepto de que los sapiens llegaron a Europa en la segunda ola migratoria (70.000-60.000 años) pero también pone en entredicho el alcance de la primera ola, supuestamente acaecida hace 130.000 años y que sólo habría llegado al levante mediterráneo. Además, dichos estudios vuelven a conectar más a los neandertales con los humanos modernos, alejándolos relativamente de los denisovianos. En fin, seguimos mareando la perdiz y dando tumbos, pero definitivamente la antigüedad del sapiens y su expansión por el planeta están en completa revisión.
[1] Ubicado
cronológicamente entre los 600.000 y 200.000 años.
[2] De hecho,
las primeras propuestas serias sobre el origen australasiático del sapiens
se remontan a 1982, a partir de los hallazgos del profesor Alan Wilson.
[3] Sandín, de
hecho, no da ninguna credibilidad científica a la teoría de la “Eva mitocondrial”,
el supuesto primer ser humano moderno ubicado en África, hace unos
150.000-200.000 años.
[4] Para más
detalles, véase el artículo Herejías evolutivas de este mismo blog.
[5] Esta
asignación, más que a la propia fisonomía de los restos óseos, se debió a los
utensilios de piedra hallados, que se parecían mucho a la industria
musteriense, típica de los neandertales. Sin embargo, a día de hoy, no se
reconoce la presencia de neandertales en África; sólo en Europa y Asia.
[6] De hecho,
hay otro posible sapiens identificado en Florisbad (Sudáfrica), datado
en una antigüedad de 260.000 años.
[7] Para
consultar una muestra extensa de estas “anomalías”, recomiendo el libro de
Cremo y Thompson Forbidden Archaeology.
8 comentarios:
No sera el sapiens el gran Oopar? No es sintomatico que se rastree el origen de cualquier especie muchísimo mejor que la nuestra? Poque se intenta forzar al sapiens en una evolucion cuando su mente como su fisico esta fuera de cualquier sentido biologico? No seran los pueblos indígenas autenticos re-adaptados a la naturaleza?.....en fin...reflexiones...Un saludo.
Impresionante, cuánto más se averigua, más se evidencia que nos queda mucho por conocer.
Lo que no me cuadra demasiado es que con al menos 1 millón de años de antiguedad, los sapiens apenas evolucionaron tecnológicamente asta hace 10.000 años.
¿Han estado 900.000 años viviendo como nómadas sin apenas haber inventado más que una piedra afilada atada a un palo de madera?
Me cuesta creer que un ser con una capacidad inventiva como la nuestra haya estado un millón o más de años sin pasar de ahí. Si eran iguales (o mejores) que nosotros, no puede ser así.
En un periodo tan extenso ha debido de dar tiempo de sobra a florecer civilizaciones más avanzadas y a desaparecer completamente.
Igual que lo haría la nuestra si desapareciese de golpe hoy. En 20.000 años no quedaría nada, solo lo poco que hayamos construido en piedra.
Gracias Ismael por tu comentario
Tu reflexión está muy bien encaminada, y lo cierto es que cada vez resulta más complicado explicar todo en términos "evolutivos". Ya no se trata de tener ideas religiosas (o "creacionistas") sino de buscar explicaciones científicas alternativas al darwinismo en las que podría caber un cierto diseño inteligente y sobre todo un mestizaje entre especies. ¿Seremos en realidad híbridos? Entonces, ¿quiénes serían nuestros antecesores? No tengo respuestas para ello.
Todos somos familia (incluidos nuestros primos simios), todos somos uno, pero la evolución y diversidad por selección natural es un despropósito y además no puede ser demostrada según el método científico.
Saludos,
X.
Amigo Cobalt
Gracias por tu comentario. Coincido plenamente con tus apreciaciones. ¿Nada de evolución en cientos de miles de años? No digo ya en lo físico, sino en lo cultural y técnico. Ese enorme vacío podría sugerir que hubo civilizaciones que nacieron, crecieron y desaparecieron completamente, si hemos de creer en un catastrofismo cíclico. De nuestro mundo "avanzado" no quedará nada en pie dentro de 100.000 años...
Saludos,
X.
Interesante el post y las reflexiones de los comentarios. Seguro que la mayor parte de académicos no se atreven ni a formularse esas preguntas tan evidentes y necesarias.
Sobre lo de que para los Darwinistas las pruebas tienen que adaptarse a la teoría, yo añadiría también a la inmensa mayoría de científicos académicos.
Hablando con alguien, comenté que yo uno de esos locos creacionistas y me dijo aquello de "eso no es científico" puedes pensarlo claro pero nunca se podrá demostrar. Yo solo me sonreía pensando, pues igual que tu evolucionismo, aunque eso si se puede demostrar científicamente... que es erróneo.
Un saludo.
Gracias Piedra
Tienes razón; la mente del científico está contaminada por sus prejuicios y mentalidad materialista, aunque no lo quieran admitir. Su ciencia es una forma de "religión", simplemente se trata de que el pueblo crea en los sabios y no los cuestione, porque eso sería cuestionar el poder mismo. En cuanto al creacionismo, yo diría que tiene una vertiente religiosa o fundamentalista a la cual no hago caso porque le hace el juego al darwinismo. Sin embargo, el creacionismo enfocado como una forma de diseño inteligente guarda relación con el papel de la conciencia y la ciencia esotérica que está vedada para el común de los mortales.
Pero en fin, a estas alturas, considero que las teorías materialistas para explicar el origen del hombre basadas en mutaciones aleatorias, azar, selección natural y competencia a muerte me parecen un total sinsentido. Algunos científicos honestos ya ven que esto no cuadra con el método científico ni con las observaciones, pero han de bajar la cabeza, porque oponerse al evolucionismo es peligroso (que se lo digan a Sandín...)
Saludos,
X.
Hola Xavier,
¿sacarás del cajón las investigaciones de Máximo Sandín sobre la Eva mitocondrial y el reloj molecular?
gracias y un saludo
Amigo Mito
Gracias por el comentario. Bueno, esto es un punto relativamente técnico, con mucha biología y bioquímica, pero Sandín lo explica por encima en un artículo bastante extenso sobre el origen del hombre. Es posible que en breve publique ese material, aunque sea en dos partes. Su crítica biológica y metodológica al darwinismo es realmente dura, pero para los no expertos algunas cosas se nos escapan. Ya te puedes imaginar que a los arqueólogos se nos vende el evolucionismo (como parte básica de la antropología) sin muchas explicaciones, porque en el fondo "somos de letras".
Saludos,
X.
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