La cuestión de la hipotética existencia de gigantes en un
pasado remoto sigue siendo una asignatura pendiente para la arqueología
alternativa. Yo mismo he investigado este tema a partir de la documentación
disponible, e incluso pude realizar una investigación de campo en Tenerife,
pero reconozco que las pruebas siguen siendo ambiguas o débiles y todavía hay
mucho trecho por recorrer. También es cierto que los prejuicios suelen rechazar
esta hipótesis –sobre todo cuando se habla de gigantes de muchos metros de
altura– porque nos parece algo estrambótico o exagerado que sólo existe en el
campo de la leyenda.
Y desde luego se echan en falta los restos físicos de
gigantes, a pesar de que existe una amplia documentación (casi toda ella
antigua) sobre el hallazgo de huellas, esqueletos y huesos humanos de gran
tamaño en diversas partes del mundo. ¿Dónde están todos esos restos? En su día
ya traté de esta polémica en los tres artículos sobre gigantes y no volveré a
reincidir en los argumentos.
¿Tamaño desmesurado? |
Sin embargo, no es menos cierto
que –además de esa escurridiza evidencia directa– existe también un importante
cuerpo de pruebas indirectas en forma de objetos de enormes dimensiones que
difícilmente tienen una explicación o encaje en una escala de humanos de tamaño
“normal”. Esto nos lleva a la hipótesis de que dichos objetos serían en verdad
utensilios –generalmente de piedra– que usarían los gigantes, como lo que se
intuye en Tenerife y otros lugares (por ejemplo los enormes picos de mano hallados
en el desierto de Kalahari, en África, o las colosales vasijas de Laos que ya
abordé en un artículo el pasado año). Dejo aparte otras hipotéticas pruebas
como grandes edificios o monumentos, porque sería muy difícil demostrar que
fueron hechos por y para gigantes, sólo atendiendo al tamaño en sí de la
construcción o de los bloques empleados.
Con todo, de vez en cuando van
apareciendo algunos objetos extraños que llaman la atención y que
parecen encajar más en un escenario de gigantes que en uno de Homo sapiens
convencionales. En esta línea me voy a referir ahora a un peculiar objeto
conocido ya desde hace años, pero que ciertamente me ha asombrado a falta de
una buena explicación ortodoxa. En este caso no estamos hablando de un confuso
resto arqueológico de hace milenios, sino de un objeto histórico que bien
podríamos calificar de mera antigüedad, pues se trata de una espada de
una época relativamente próxima, concretamente finales de la Edad Media.
El objeto en cuestión es una tradicional espada de hoja curva que durante siglos
usaron los guerreros samuráis del Japón. Esta espada, empero, no es la
típica katana, conocida por muchos y empleada por los samuráis en el
combate a pie, a corta distancia. En este caso hemos de hablar de una espada ôdachi,
que se usaba para el combate a caballo y que tenía una larga empuñadura,
pues se blandía con ambas manos. Las ôdachi eran relativamente largas;
su longitud habitual estaba alrededor de 1,65-1,75 metros.
No obstante, esta
particular espada ôdachi, llamada Norimitsu
Ôdachi, mide nada menos que 3,77 metros de largo
(siendo 2,26 metros de filo), por 2,34 centímetros de grosor. Lógicamente, su
peso también es muy notable: 14,5 kilos. A partir de este punto ya podemos
entender la mención a los gigantes. El apelativo Norimitsu se debe a Bishu
Osafune Norimitsu, el artesano que forjó la espada en 1447, durante el periodo
Muromachi de la historia del Japón. Los Norimitsu fueron una famosa dinastía de
herreros forjadores de espadas que surgió en la escuela Oei Bizen en 1394 y que
perduró hasta el fin de dicha escuela.
La enorme espada Ôdachi expuesta en Okayama |
En cuanto a las circunstancias
concretas y localización del hallazgo, lamentablemente no ha trascendido ningún
dato a la opinión pública (cosa que no es nada inusual cuando se habla de
objetos anómalos). Tampoco se sabe con precisión cuándo se produjo el
descubrimiento ni quién es el actual propietario de la espada. Lo que sabemos
con certeza es que la espada se encontró insertada en su respectiva vaina o
funda –igualmente conservada– y que la hoja estaba recubierta de una fina capa
de óxido, por lo que precisó de una cuidadosa restauración, que fue llevada a
cabo en 1992 por el experto Okisato Fujishiro. Actualmente la Norimitsu
Ôdachi está en exposición en el santuario Kibitsu Jinja, en Okayama.
Y por cierto, este trabajo de
recuperación confirmó la autenticidad y datación de la espada, que de ningún
modo puede ser un fraude o réplica moderna. Lo que se pudo comprobar también en
la restauración fue la gran calidad de la obra, una hoja formada de una sola
pieza, que no debió ser fácil de templar y que exigió una perfecta gestión de
las altas temperaturas y posteriormente una cuidadosa tarea de pulido. En
cualquier caso, una típica muestra de la forja tradicional de espadas japonesas
de la época, pero a un tamaño desmesurado, que habla mucho de la habilidad del
artesano.
Dicho todo esto, es fácil
lanzarse a la especulación de que este artefacto fuera realizado para un humano
de enorme altura, pues sólo así se explicaría su extraordinario tamaño.
Lógicamente, todas las versiones ortodoxas que he podido consultar sonríen ante
esta hipótesis y se limitan a recordarnos que los gigantes nunca existieron y
que la espada fue forjada con fines puramente ceremoniales u ornamentales.
Posiblemente habría sido encargada por un personaje poderoso que habría querido
impresionar a sus pares con una pieza de gran calidad y belleza, y desde luego
fuera de lo común. En este sentido, la espada sería un símbolo de prestigio y
fuerza para una figura gigantesca no en lo físico, pero sí en sus cualidades
y capacidades. Asimismo, estas versiones convencionales suelen referirse a la
existencia en otras culturas de espadas o armas de gran tamaño cuyo fin no
sería el uso en combate real sino la mera exposición de poder. Lamentablemente,
a la hora de poner ejemplos, no se citan casos concretos ni la medida de tales
armas.
Vayamos ahora a una visión del
todo heterodoxa, desde la perspectiva de la arqueología alternativa. El
investigador independiente Alex Putney nos propone el siguiente escenario: Si
tomamos como referencia una altura de 1,80 metros (ya más que apreciable para
personas de etnia asiática) para un guerrero que pudiera manejar una espada de
1,70 metros, tenemos que la Norimitsu Ôdachi es 2,2 veces superior en
longitud, y en proporción eso supone que el hombre que la empuñó debía medir
más o menos sobre los 4 metros, lo que ya nos obligaría a emplear la expresión
“gigante”. En su caso, Putney prefiere emplear el término bíblico Nefilim referido
al supuesto guerrero samurai que empuñó la espada.
Armadura de un samurai |
Lo que es evidente es que si
alguien pretendía utilizar esta arma debería sujetarla bien (con ambas manos
lógicamente) y moverla con agilidad para asestar golpes a un rival. En este
sentido, el problema del peso quizá sería superable pero no así el de la
longitud de la hoja. Un hombre alto, incluso cercano a los dos metros, apenas
sería capaz de hacer nada con semejante objeto, que más bien le parecería una
pica en vez de una espada. Asimismo, no resulta factible pensar que esta espada
fuese utilizada por un caballero de enorme altura y peso sobre un caballo, por
muy grande y robusto que fuera el animal. Para solucionar esta objeción, Putney
alude a que el guerrero podría ir montando no en un caballo sino en un robusto
elefante, y de hecho sabemos del uso de elefantes en las guerras asiáticas
desde tiempos muy remotos que incluso se pierden en los límites de la
mitología. Por lo demás, Putney se introduce en el confuso terreno de la
Atlántida y las lecturas de Edgar Cayce y atribuye esta magnífica espada a la
tradición atlante de trabajar con avanzadas aleaciones metálicas que
producirían objetos cortantes de gran dureza, resistencia y afilado.
Visto este panorama, más de uno
podría decir que “hasta aquí hemos llegado” y que no hay por donde coger las
elucubraciones alternativas, sobre todo si se invocan temas míticos como los Nefilim
o la Atlántida. Sin embargo, antes de dar carpetazo a este asunto, me gustaría
realizar un par de reflexiones.
En primer lugar, es bien cierto
que en Japón no consta que se haya hallado un solo resto humano –ni reconocido
ni “oculto”– que la arqueología alternativa haya podido atribuir a gigantes.
Otra cosa es referirnos a la rica mitología asiática y del Pacífico que nos
habla insistentemente de gigantes, semidioses o héroes de un pasado indefinido,
al igual que en otras partes del planeta, si bien más allá de los relatos de
leyenda no tenemos apenas nada realmente tangible. No obstante, vale la pena
citar que los ancestros de los actuales japoneses explicaban en su tradición
que ellos llegaron a las islas en tiempo inmemorial y que se toparon con una
raza de gigantes de largas piernas llamados Ainu[1].
Los antiguos japoneses perdieron su primera batalla con tales seres, pero en el
segundo encuentro los vencieron y sometieron.
Si saltamos ahora de la mitología
a la historia, podríamos citar algunas escasas noticias históricas sobre
“avistamientos” de gigantes asiáticos. En el caso específico de Japón no hay tales
testimonios, pero sí en la cercana China, aunque las referencias son más bien
pobres o difusas. Así, disponemos de las cartas del siglo XVI de un español
llamado Melchor Núñez que, aun viviendo en la India, hablaba
de unos enormes guardianes de las Puertas de Pekín vistos por visitantes
occidentales en aquella época, y que alcanzarían una altura de hasta cuatro
metros y medio. (Por cierto, en 1627 un viajero inglés llamado George Hakewill
incidía en el mismo tema). Asimismo, Núñez relataba que en 1555 el emperador de
China mantenía en su guardia personal a 500 arqueros de tamaño gigantesco. Lamentablemente,
no existen datos concretos –o más sólidos– que nos permitan corroborar estas
historias.
El experto restaurador O. Fujishiro |
En segundo lugar, tenemos el
propio objeto como prueba, aunque sea indirecta. Dado que la visión ortodoxa
sostiene que la espada era un artefacto decorativo, sería todo un reto intentar
averiguar si hubo algo más que una pura “exhibición”. En este sentido, pienso
que quizá sería posible estudiar la espada de forma muy minuciosa para observar
tenues trazas o restos de mella o uso que fueran más allá de la corrosión metálica
o el deterioro natural de otros componentes con el paso del tiempo. No soy
experto en el tema, pero creo factible el estudio del filo de la hoja con técnicas
avanzadas (incluyendo análisis microscópicos) para comprobar si hubo un uso o
desgaste de la hoja, por pequeño que sea, lo cual podría indicar que pudo ser
empleada por alguien como arma, a falta de una opción mejor. Con todo,
es bien posible que el propio proceso de restauración acabara por borrar
cualquier huella apreciable de ese hipotético desgaste. De cualquier modo, esto
no deja de ser una mera especulación y tampoco vamos a entrar en terrenos
conspirativos, sobre todo sin conocer el método específico de las técnicas de restauración
implementadas.
Concluyendo, estamos ante otra de
esas piezas que nos deja atónitos pero que no resulta ser una prueba determinante
para justificar la existencia de gigantes. Sólo en un plano hipotético, y dando
crédito a los testimonios históricos, podríamos especular con la supervivencia
de un reducido grupo de gigantes en ciertas regiones de Asia hasta la Edad
Moderna y que dado su enorme potencial físico podrían ejercer el rol de
poderosos guerreros en su comunidad, empleando armas adecuadas a su peso y
tamaño. De hecho, muchas leyendas de gigantes en todo el mundo se refieren a
individuos de gran corpulencia, fuerza y habilidad con las armas, guerreros
agresivos y hasta a veces salvajes y despiadados. Por supuesto, no sabemos nada
sobre el supuesto samurai gigante –si es que existió– pero cabría esperar que
quedara alguna crónica japonesa de esa época que mencionara la excepcionalidad de
ese individuo, lo que no es el caso. Por lo tanto, sería prudente aparcar las
conjeturas a la espera de que en el futuro puedan aparecer pruebas más convincentes.
© Xavier Bartlett 2018
Fuente imágenes: Wikimedia Commons
[1] No obstante,
los Ainu actuales, una pequeña minoría de la población japonesa, son
hombres perfectamente normales, sin rasgos de gigantismo.
8 comentarios:
He leido el articulo publicado hace tiempo sobre sus observaciones en las Canarias,tambien segui otras observaciones en distintos lugares del planeta,sobre la existencia de estos seres,y los indicios nos llevan a contemplar su existencia como un hecho posible y puede que probable,ahora bien,en casi todos los casos de los que tengo informacion,las evidencias son visibles a traves de utensilios de uso comun o bien de construcciones de acuerdo a su tamaño etc,pero en este caso se trata de un arma y la pregunta es ¿ para que queria un arma un individuo de 4 mt de altura,en una sociedad que apenas sobrepasaba el 1,5 mt ?.
A la hora de combatir la envergadura personal es determinante,fijese en la batalla de Cagayan,cuarenta contra mil.
No pongo en duda la existencia de los gigantes,solo cuestiono la necesidad de un arma en las manos de estas gentes,como no fuera para luchar entre ellos,pero entonces las evidencias armamentisticas,serian mas abundantes,creo yo.
Gracias por su trabajo. Un saludo.
Amigo anónimo
Gracias por su comentario. Recuerde que nos movemos en el terreno de las hipótesis y las conjeturas, pero cabe observar que en todas las culturas humanas la sola superioridad física no ha sido nunca suficiente; a la potencia física se le unía la potencia de armas acordes a esa potencia. Imáginese, aunque sea "mitológicamente", la escabechina que haría un individuo con dicha espada o una porra enorme. Sin duda, los puños serían contundentes, pero puestos a tener lo mejor...
A "pequeña escala", esto ha sucedido a lo largo de las guerras y no es ningún misterio. Además, en las tumbas de gigantes "no reconocidas" en EE UU se encontraron en algunos casos armas de metal. Eran gente no tan alta, entre 2 y 3 metros, pero también precisaban de armamento. Y los altísmimos celtas de algunas tribus también iban bien armados para enfrentarse a las legiones romanas. Por todo ello, no me parece ilógico que un "gigante" empleara armas para mejorar su efectividad, y por otro lado no creo que fueran inmortales o inmunes al daño. Pero, claro, estamos suponiendo cosas que a lo mejor no son lo que parecen...
Saludos
Interesante, parece que hay indicios por todas partes, pero sin pruebas aún.
Hace tiempo leí acerca de una maza gigantesca que perteneció a uno de los primeros faraones, el rey Escorpión, si no recuerdo mal.
Gracias Cobalt
Precisamente, ya que mencionas el Antiguo Egipto, hace tiempo vi en Internet un dedo momificado enorme hallado en Egipto, supuestamente de un humanoide de varios metros de altura. Como casi siempre, por desgracia, había muy pocos datos (y más bien oscuros) y la omnipresente sombra del fraude o la manipulación.
Saludos,
X.
Sí, conozco la historia del dedo. La explicación que daban era que pertenecía a un gorila. Pero no recuerdo que se le hiciera ningún análisis científico para saber a qué especie pertenece.
Gracias Cobalt por tu apunte
Igualmente, no me consta que se hiciera ningún análisis científico convencional, pero no sabía nada de esa explicación del gorila. Pero en todo caso me parece una salida por la tangente, porque entonces hablaríamos de un gorila gigante, pues el dedo era inmenso, de un individuo de bastante metros de altura (así, a ojo, creo recordar que podrían ser 5, 6 ó 7 metros). Lo buscaré en Internet, a ver si lo puedo recuperar.
Saludos,
X.
Excelente, podrias algun dia investigar los casos de la biblia, pues se habla de gigantes , hombres de gran estatura, cuanto median y si hay realmente huesos en esos lugares o son fraude, nombro la Biblia ya que es el Libro con muchos años de antiguedad y donde nombra especificamente con el nombre de gigantes y con 6 dedos. Saludos desde sudamerica.
Amigo sudamericano
Muchas gracias por sus palabras. Sobre lo que me comenta, en este mismo blog puede hallar tres artículos sobre "Mito y realidad de los gigantes", así como otro dedicado específicamente a la cuestión de los Nefilim bíblicos y su controvertido origen. Puede acceder a ellos tecleando las palabras clave en "buscar en este blog".
Saludos
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