Cuando hace una década me decidí a estudiar a fondo la llamada “historia
o arqueología alternativa”, descubrí que en realidad no era un fenómeno
homogéneo sino que en ella coexistían diversas tendencias, ramas o enfoques, y
que también cada autor aportaba su visión personal sobre los hechos del pasado
desde su bagaje profesional e intelectual. Posiblemente, una de las tendencias
más importantes era la derivada de la Teoría del Antiguo Astronauta (TAA), que insertaba en la historia de la Humanidad la presencia decisiva de
unos seres no humanos venidos de otros planetas, ya fuera como creadores
–mediante bioingeniería– del género humano, ya como impulsores de la
civilización (y a veces ambas cosas).
Siendo este tema muy complejo, y a menudo opaco o tergiversado, todavía
me esperaba una sorpresa detrás de la fachada. Porque sin buscarlo ni
sospecharlo, fui a parar a un camino colateral que es la llamada historia
conspirativa (por ponerle un nombre), según la cual todo el devenir de la
humanidad ha estado marcado por la interferencia consciente e intencionada de
unos seres superiores que controlan y manipulan a la Humanidad en su
provecho. Por supuesto, hay que aclarar que casi todos los historiadores
admiten que a lo largo de los siglos se han urdido muchas maquinaciones
secretas o conspiraciones (generalmente de tipo político o económico), pero
aquí estaríamos hablando de una Gran Conspiración.
Lo que he podido apreciar tras varios años de lectura de estos autores es
que ha existido una relación más o menos directa entre los estudios ufológicos
y los de arqueología alternativa, pues ovnis, dioses y humanos aparecen
mezclados ya desde antiguo. De este modo, muchos investigadores del mundo
ufológico empezaron a escribir sobre arqueología alternativa –y viceversa– como
una continuación lógica de sus pesquisas. El siguiente paso, al cual llegó un
buen número de reputados investigadores, fue el de la conspiración, o un cierto
mundo oculto, plagado de referencias al ámbito del esoterismo y de las
sociedades secretas, iniciáticas o mistéricas. Asimismo, es evidente que tanto
la arqueología alternativa como la ufología están envueltas en un cierto halo
conspirativo, a través de múltiples alusiones a pruebas confusas, destruidas,
manipuladas u ocultadas, sin que falten las falsificaciones, las maniobras de intoxicación
o desinformación, la rumorología, etc.
Salvador Freixedo |
Uno de los puntales de este género es el ex jesuita español Salvador
Freixedo, un auténtico experto internacional en ufología (que él prefiere
llamar ovnilogía), que durante varias décadas estudió el fenómeno de los
ovnis y los supuestos extraterrestres, haciendo en su momento lúcidas
conexiones con el ámbito religioso y político, y realizando un análisis
histórico de esas interferencias en nuestro mundo. Con todo ello, Freixedo pudo
construir un escenario de manipulación a cargo de esos supuestos dioses, hasta
el punto de que hoy Freixedo, a sus casi 100 años, cree sin duda en esa
conspiración global que ha tenido en el fenómeno ufológico apenas una de sus
manifestaciones. Sólo por citar las obras más representativas en esta línea,
recomendaría la lectura de su trilogía de los años 80 ¡Defendámonos de los dioses!, La granja
humana y La amenaza extraterrestre.
No
obstante, el origen de esta cadena que conduce a la conspiración se inició, una
vez más, en las obras del realismo fantástico, en particular desde las obras
clásicas de Pauwels y Bergier de los años 60. En efecto, allí fueron
apareciendo y mezclándose temas de misterio, ocultismo, extraterrestres y
enigmas de la Antigüedad. A partir de ese punto varios exitosos autores
explotaron el filón pero no fueron mucho más allá. Von Däniken, por ejemplo, se
quedó en su arqueología alternativa y sus antiguos astronautas y sólo una vez
en un documental sugirió que había una “conspiración” para eliminar la
evidencia extraterrestre, aunque –visto lo visto en los últimos tiempos– más
bien da la impresión de que la conspiración consiste en que creamos en ellos,
de forma más o menos subliminal.
Zecharia Sitchin |
Ahora
bien, llegados a mitad de los años 70, irrumpe en escena el polémico autor
judío Zecharia Sitchin con su libro El 12º planeta, y se presenta a sí
mismo como erudito de la antigua lengua sumeria, ofreciendo una interpretación
en clave alternativa de los antiguos mitos sumerios, en particular el Enuma
Elish. Este fue el origen de una corriente de historia alternativa que
todavía pervive en la actualidad y que se fundamenta en la presencia de unos ciertos
dioses –llegados de un planeta agonizante llamado Nibiru– y que se dedicaron a
explotar los recursos de la Tierra. Para ello decidieron echar mano de su conocimiento
genético, lo que les permitió crear una raza de esclavos híbridos (los humanos)
que les sirvieron como trabajadores durante miles y miles de años, hasta que
los dioses decidieron acabar con ellos mediante un colosal Diluvio. Más tarde,
pasado el Diluvio, los dioses regresaron pero apenas se quedaron un tiempo –en
el cual dieron los rudimentos de la civilización a sus criaturas– hasta que
decidieron volver a su lejano planeta.
Para
todos los que conozcan un poco el tema, ya sabrán que Sitchin abrió la caja de
Pandora de los famosos Anunnaki, creando toda una legión de seguidores y
acólitos que han estado escribiendo sobre el tema en los últimos 40 años. Entre
estos podemos citar a Alford (aunque luego abjuró del “sitchinismo”), Freer,
Tellinger, Martell, Pye, Parks y un largo etcétera, aparte de otros autores más
independientes que tomaron algunos elementos de Sitchin como Coppens o
Collins. Con el tiempo, el fenómeno Anunnaki fue creciendo y vinculándose con las
teorías de la conspiración, sugiriendo que los Anunnaki existieron de verdad
como humanoides (a veces de aspecto reptiliano). Dichos seres nos habrían
creado artificialmente y –aquí llega lo bueno– en realidad nunca se fueron sino
que permanecieron en la Tierra discretamente controlando sus asuntos desde la
sombra. Y nuevamente aquí podríamos dar otra vuelta de tuerca pues no faltan al
respecto las múltiples teorías sobre alienígenas benignos y malignos implicados
en conspiraciones de todo tipo...
David Icke |
Incluso
el célebre referente de la conspiración David Icke mantuvo contacto con Sitchin
y tomó buena parte de su discurso para inserirlo en su teoría de la conspiración
global. De hecho, en sus libros encontramos a menudo explicaciones y contextos
propios de la arqueología alternativa, que incluyen temas colaterales como la
Atlántida. Tantas son las conexiones que, hoy en día, los discursos de Icke y de Michael Tellinger, por ejemplo, se parecen como dos gotas de agua. Otro caso
paralelo es el del autor William Bramley, que cuando se puso a investigar sobre
el origen de las guerras en un contexto histórico acabó introduciéndose de lleno
en la ufología y de ahí saltó directamente a la Gran Conspiración, con su
conocida obra Los dioses del Edén. Así pues, no es de extrañar que
muchos libros de conspiración no se remonten en sus exposiciones a hace unos
pocos siglos, sino casi al principio de los tiempos, con la inevitable intervención
de seres de otros mundos.
Por otro lado, bien es cierto que algunos reputados investigadores de
historia alternativa han evitado meterse en el universo de la conspiración,
pero de un modo u otro acabaron tocando asuntos más o menos oscuros. Uno es el
ya citado Philip Coppens, pero también cabe mencionar a los discretos Bauval y
Hancock, que han ido lanzando sutiles mensajes y que escribieron un extenso libro
sobre el papel clave de la masonería (o sociedades mistéricas) en el urbanismo
y la civilización desde el antiguo Egipto hasta la actualidad. Si uno lee Talismán
(2004), no le queda mucha duda de que ambos autores tienen un conocimiento
más que notable del tema. Otro investigador menos conocido es Jonathan Black,
que en su Historia secreta del mundo (2008) dejó bien patente que la historia puede –y debería– leerse en clave oculta para desentrañar muchos
de sus misterios y avatares, empezando por destacar el hecho de que muchos
grandes científicos y sabios nunca alcanzaron su gran conocimiento por los
canales habituales o por el método científico, sino por las enseñanzas esotéricas.
Para finalizar, quisiera exponer un caso típico de búsqueda incansable de
verdades a través de diferentes materias interrelacionadas en el ya citado triángulo
historia-ufología-conspiración. Me refiero al investigador español de origen alemán
Andreas Faber-Kaiser, al que podría definir como un espíritu inquieto que siempre
buscó respuestas allá donde muchos prefirieron mantenerse al margen.
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Andreas Faber-Kaiser |
Faber-Kaiser estudió Filosofía y Letras pero ya de joven se interesó por
temas del espacio y de astronáutica y acabó conectando con el realismo fantástico
y la época dorada de la TAA. De este modo, se convirtió en un ávido
investigador del fenómeno ovni y en paralelo empezó a introducirse en la arqueología
alternativa más clásica, con el mismo objetivo de otros tantos autores: desentrañar
quiénes fueron esos dioses-astronautas y cuáles fueron sus intenciones. En este
ámbito llegó a la conclusión de que los alienígenas –o quienes fuesen– nos
crearon como muñecos humanos para servirlos, en una línea que nos
recuerda directamente a Sitchin (pero sin mitología...). Tras muchos años de
trabajo, su atención se fue desviando hacia los asuntos puramente
conspirativos, al ver que “todos los caminos llevaban a Roma” y no sólo desde
una perspectiva histórica, pues también se adentró de pleno en conspiraciones
modernas como el turbio asunto de la intoxicación por aceite de colza en
España, también llamado Síndrome Tóxico, que se tradujo en su polémico
libro Pacto de silencio (1988).
Sobre su legado y su afán, me quedo con este párrafo del libro Las
nubes del engaño que resume perfectamente su enfoque y su necesidad de ir más
allá:
“Se
dan, manifiestamente, aspectos contradictorios y hasta decididamente absurdos
en todo este conjunto de hechos cuya explicación final hoy todavía no la
tenemos. Pero lo que no voy a hacer es contemplar cómo se falsean los hechos y
cómo –cuando no se los ignora u oculta– se manipulan los datos que la historia
nos ofrece, sólo para que estos hechos adquieran una aparente pero engañosa
lógica. No debemos adaptar los hechos a nuestra inteligencia, sino que debemos
aspirar a elevar esta inteligencia a un grado en el que pueda entender y
asimilar los hechos, aunque en estos momentos aún se le antojen absurdos. [...]
A lo que debemos aspirar, a mi entender, es a lograr comprender algún día la
realidad subyacente y el sentido de los fenómenos inexplicados que se han
venido produciendo a lo largo de la historia humana y que actualmente se siguen
produciendo y prodigando.”
En
homenaje a Andreas Faber-Kaiser adjunto seguidamente uno de sus últimos artículos,
de 1993, en que desarrolla abiertamente su teoría conspirativa en torno a los
hoy más que famosos “Illuminati”. Un año después de escribir este texto, Faber-Kaiser
fallecía –supuestamente de SIDA– pocas semanas antes de cumplir los 50 años.
La conspiración de los Iluminados
¿Somos los cobayas de un destino planificado?
Tal cabría desprender de una correspondencia que se conserva en la biblioteca
del Museo Británico en Londres: se trata de las cartas cruzadas en el siglo
pasado entre Albert Pike y Giuseppe Mazzini, dos cualificados miembros de la
cúpula masónica y satánica de los Iluminados.
Albert Pike |
En ellas se diseñaron las tres grandes
guerras mundiales. Así, en carta dirigida a Mazzini con fecha del 15 de agosto
de 1871 –hace más de un siglo– Pike le comunica que la Primera Guerra Mundial
se debía generar para permitir a los Iluminados derrocar el poder de los zares
en Rusia, y transformar este país en la fortaleza del comunismo ateo. Las
divergencias provocadas por los agentes de los Iluminados entre los imperios
británico y alemán –y también la lucha entre el pangermanismo y el
paneslavismo– se debían aprovechar para fomentar esta guerra. Una vez
concluida, se debía edificar el comunismo y utilizarlo para destruir otros
gobiernos y debilitar a las religiones.
La Segunda Guerra Mundial debía fomentarse aprovechando
las diferencias entre fascistas y sionistas políticos. La lucha debía iniciarse
para destruir el nazismo e incrementar el sionismo político, con tal de
permitir el establecimiento del Estado soberano de Israel en Palestina. Durante
la Segunda Guerra Mundial se debía edificar una Internacional comunista lo
suficientemente robusta como para equipararse a todo el conjunto cristiano. En
este punto se la debía de contener y mantener, para el día en que se la
necesitase para el cataclismo social final.
El objetivo de estas dos guerras –diseñadas
en el siglo pasado– se ha conseguido. Queda por ver la Tercera Guerra Mundial.
¿Está ya planificada la tercera guerra mundial?
La Tercera Guerra Mundial se debe de fomentar aprovechando
las diferencias promovidas por los agentes de los Iluminados entre el sionismo
político y los dirigentes del mundo musulmán. La guerra debe de orientarse de
forma tal que el Islam y el sionismo político se destruyan mutuamente, mientras
que otras naciones se verían obligadas a entrar en la lucha, hasta el punto de
agotarse física, mental, espiritual y económicamente.
Albert Pike le escribió a Giuseppe Mazzini el
15 de agosto de 1871 que, al final de la Tercera Guerra Mundial, quienes
pretenden la completa dominación mundial provocarían el mayor cataclismo social
jamás conocido en el mundo.
Un invisible gobierno mundial
Desandemos este sendero. La Comisión
Trilateral es una agrupación de personas privadas de las altas finanzas, del
mundo de los negocios y de la política, procedentes de Norteamérica, Europa
occidental y Japón, que brinda a la elite procedente de la masonería de las distintas
orientaciones unas posibilidades de encuentro, con vistas a una colaboración
secreta que abarca todo el mundo. El objetivo ideológico de la Comisión
Trilateral es el mismo que el del Council for Foreign Relations (Consejo
para Relaciones Exteriores), fundado en 1921 por el banquero norteamericano
Morgan, y conocido también como “el Gobierno invisible”. Lo que es menos
conocido de la Trilateral es el hecho de que responde por igual del poder del
ocultismo, del poder de la brujería y del poder del supuesto mal, y éstos
responden a su vez de las drogas, de la música rock y de la política. El sector
político entronca con los Iluminados, que son altos grados de la masonería. La
brujería comprende la magia negra y la blanca. A esta última se suma un determinado
número de grupos masónicos. Hay escasamente unas cien organizaciones que
pertenecen al mundo de la masonería.
Se explica por esta trama secreta de
planificación del destino de la humanidad, el que Karl Marx escribiera sus
obras londinenses por encargo de Nathan Rothschild (cuyo apellido significa
“escudo” o “protector de los rojos”). Los cheques con los que le pagó pueden verse en
el Museo Británico. Marx participó en la fundación de la Primera Internacional
en 1864. Se derrumbó porque los anarquistas querían anarquía, y la querían de
inmediato. La Segunda y la Tercera Internacional –que en sus transformaciones
dieron lugar por un lado a la Internacional Socialista y por el otro al Komintern
y al Kominform–, no son otra cosa que la confirmación de los
Iluminados, que hicieron con la Revolución francesa y con Napoleón el primer
intento de gobierno mundial. Quien hable de casualidades, es que no ha
entendido todavía el juego que se llevan con todos nosotros.
Objetivo: el nuevo orden mundial
![]() |
Simbología illuminati en el billete de dólar |
La idea del judío
alemán Adam Weishaupt, que fundó la cúpula de los Iluminados el 1 de
mayo de 1776, era el camino a través de la anarquía. El que su fundación
tuviese lugar el día siguiente de la noche de Walpurgis, y el hecho de que este
día fuera consagrado mundialmente festivo –el “Día del Trabajo”– aclara todavía
más la estrecha relación que existe. El hecho que además el sello de los Iluminados aparezca con la fecha de 1776 en el
dólar americano, asombra a aquellos que no saben que Washington fue tan masón
como su rival Jefferson.
Si hablamos del poder efectivo, debemos
mencionar a los Rockefeller y –más importantes aún– a los Rothschild. En
sucesión ascendente siguen los Bilderberger, un club formado en mayo de 1954 e
integrado por los 500 hombres y organizaciones más ricas e influyentes del
mundo, que se propone la instauración del “Nuevo Orden Mundial”.
Más arriba está el “Consejo de los 33”, los
33 más altos masones iniciados del mundo. Por encima de ellos, el “Gran Consejo
de los 13”, 13 Grandes Druidas, por encima de los cuales aún actúa “El
Tribunal” y, finalmente, el inmencionable nombre de grado 72
de los cabalistas, que –dicho sea de paso– también significa “Iluminado”. Para
los Iluminados Lucifer es Dios, y Jesús es el imitador. De la misma forma que
para los cristianos Satanás es el imitador de Jesús.
Cuando se apaguen las luces de New York
El 1 de agosto de 1972, después del
aquelarre, es decir el “sábado de las Brujas”,
Philip von Rothschild anunció ante el “Consejo de los 13” en el Casino Building de San
Antonio, la planificación de la historia a partir de 1980. Las indicaciones son
muy concretas: “Cuando veáis apagarse las
luces de New York, sabréis que nuestro objetivo se ha conseguido.” Hay que saber interpretar la frase. Elija cada cual, si es que tiene
opción a ello, si es éste u otro su propio objetivo.
© Andreas FABER-KAISER, 1993
Fuente imágenes: Wikimedia Commons
2 comentarios:
Xavier muchas gracias por tus artículos me han abierto la mente para mirar de una forma más abierta los temas que tratas.
Sobre las cartas de Poker y Mazzini parece ser que el Museo Británico ha desmentido que las haya tenido alguna vez. Además se mienta el nazismo y hasta donde yo sé,por favor corregirme si no estoy en lo cierto, no existía en el SXIX. Personalmente creo que la historia de estas cartas es falsa.
Gracias José Antonio
Bueno, la fuente del tema de la carta de Pike es el oficial de inteligencia William G. Carr, que dijo haber visto la carta (que luego fue supuestamente retirada) y tomado nota de su contenido. Todo esto lo puso en su libro "Pawns in the game" y se ha dado por válido durante décadas. En cuanto a la mención al nazismo, como no tenemos el texto original, no te puedo decir si se mencionaba así o con otras palabras. En todo caso, está bien cuestionar las fuentes, sean oficiales o no, a fin de basar los estudios en pruebas sólidas y contrastables. El problema está en que muchas veces no se tiene acceso a los documentos originales usados por otros autores y ahí debe hacerse un acto de fe.
Saludos,
X.
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