martes, 25 de septiembre de 2018

La Inquisición no fue lo que nos han contado



Después de algunos años de reflexión y lecturas, me cabe poca duda de que la llamada historia oficial y las diversas historias nacionales no sólo están lejos de presentar verdades objetivas (lo cual sería una quimera), sino que ni siquiera son capaces de construir un cuadro equilibrado y contrastado de lo que fueron los hechos acaecidos en el pasado. En parte esto se debe a la falta de documentos y pruebas, a lo que ha de sumarse la influencia de los inevitables sesgos y prejuicios. Sin embargo, todo ello es poco cuando descubrimos que la historia ha sido constante objeto de manipulación y tergiversación –realizadas por motivos ideológicos, políticos o religiosos– a lo largo de los siglos. En este sentido, existen varios episodios históricos que se han dado por verdaderos e indiscutibles durante siglos, pero que en los tiempos recientes algunos historiadores han empezado a desmontar gracias a un meritorio ejercicio de rigor y honestidad profesional.

Uno de ellos ha sido la famosísima leyenda negra sobre la España imperial y católica del tiempo de los Austrias, que fue construida hábilmente como una auténtica maniobra de propaganda política por parte de los países anglosajones y protestantes en general, si bien otras potencias, como Francia, se subieron a este carro por puro interés, dado el conflicto de intereses con España. Y como siempre suele ocurrir en estos casos, para que la mentira sea más creíble e impactante, debe contener una parte de verdad. Esto hace más perversa la maniobra, dándole un aire de credibilidad al explicar sólo un parte de los hechos o retorciendo y exagerando otros para consolidar un relato devastador.

Sólo para recordar los elementos básicos, diremos que según esta leyenda negra, tejida en Europa (particularmente en Holanda e Inglaterra) a partir del siglo XVI, los españoles –imbuidos en el oscurantismo y fanatismo de su fe católica– se habían dedicado a matar y esclavizar a los indígenas americanos y habían perseguido con saña a brujas, herejes y librepensadores, llevando a muchos de estos a la cárcel, la tortura y el patíbulo. Y desde luego, existe una parte de verdad en ello, pues en América existieron los asesinatos, brutalidades, abusos y explotaciones. Y por otro lado, la actuación implacable de los tribunales contra los herejes y sobre todo contra las brujas durante varios siglos es bien conocida. No obstante, aquí subyacen dos factores que distorsionan todo el relato. En primer lugar, los demás –las naciones civilizadas cristianas (también las protestantes)– no fueron mejores en su relación con indígenas, herejes y brujas. Y en segundo lugar, los abusos y crímenes supuestamente cometidos contra los “inocentes” no fueron tantos, o fueron convenientemente exagerados o falseados[1].

En el presente artículo me centraré en la desmitificación de una parte de esa leyenda negra, que fue el controvertido papel de la Inquisición, principalmente en España, pero también en otros países. Lo cierto es que nada más citar la palabra “Inquisición” a muchas personas les viene a la memoria un escenario de severos autos de fe, tétricos calabozos, instrumentos de tortura, hogueras donde se quemaban a las brujas, etc. Y esta imagen de crimen y brutalidad en nombre de la religión católica ha permanecido en la mente de generaciones como muestra de la intolerancia y la prepotencia de la Iglesia frente a cualquiera que osara retarla. Sin embargo, ¿realmente fueron así las cosas? Ya a finales del siglo XX algunos historiadores como Peters y Kamen habían profundizado en la cuestión y habían empezado a derribar algunos clichés y tópicos populares que no se ajustaban a los hechos contrastados. Pero hay más. Poca gente sabe que hacia la misma época, en los últimos años del papado de Juan Pablo II, el Vaticano –por deseo expreso del Papa Wojtyla– facilitó el acceso a los archivos del Santo Oficio[2] a un equipo de 30 investigadores para que dilucidaran qué había de verdad en esa visión tópica de una Inquisición que funcionaba como una máquina de ejecutar herejes.

El Papa Lucio III
El resultado de dicha investigación se publicó en 2004 en un grueso informe de casi 800 páginas editado por Agostino Borromeo y, para sorpresa de muchos, desveló a modo de conclusión que la Inquisición, tanto en España como en otros lugares, no había sido tan perversa y asesina como se había repetido durante siglos. Vayamos por partes. Como punto de partida, hay que señalar que la Inquisición no fue un invento español ni de la Edad Moderna, sino que fue promovida por el papado y se remonta a la Edad Media. Concretamente, fue creada por el Papa Lucio III en 1184 y el motivo de su implementación fue doble: por un lado, combatir la expansión de las doctrinas heréticas que campaban por Europa en aquella época; y por otro, ofrecer cobertura legal a los acusados de herejía, que llevaban siglos siendo objeto de persecución y ejecución por parte del poder secular; es decir, el poder político.

El propósito de esta institución era pues la de marcar claramente la línea de la doctrina ortodoxa católica frente las herejías y evitar que los juicios contra los herejes fueran del todo arbitrarios. Como se puede ver en la película “El nombre de la rosa”, el fraile Guillermo de Baskerville incidía en que la Inquisición se había creado para orientar y hacer que los desviados volviesen al redil del catolicismo, no para castigar y destruir enemigos político-religiosos. Para entender esto, hay que señalar que el poder político se había fusionado con el poder religioso como si fuesen una misma cosa, nada nuevo en la historia, por otra parte. De hecho, esta unión de intereses entre cristianismo y autoridad política se remontaba al primer concilio de Nicea (en el 325), convocado oportunamente por el emperador Constantino. En efecto, el emperador tuvo un papel muy destacado en la sombra, al fomentar una religión cristiana unificada –la que en adelante sería católica– como religión imperial, impuesta a todos los súbditos. De este modo, la autoridad del soberano derivaba directamente de la autoridad divina y no estaba sujeta a crítica ni oposición, al haber una equiparación entre ambos conceptos[3]. Por otra parte, apelar a Dios ya era suficiente para montar y justificar cualquier maniobra política, así como guerras y conquistas.

Ahora empezamos a tener un contexto histórico adecuado. En realidad, la herejía era perseguida por el estado, ya que religión y política eran inseparables. Así pues, la herejía –que a menudo iba más allá de la crítica religiosa y se adentraba en la denuncia social, política y económica– era un crimen contra la autoridad estatal y debía ser perseguida y castigada con dureza. Recordemos al respecto que ya en el código legal del emperador Justiniano (siglo VI) la herejía era considerada un delito capital contra el estado. Esto provocó que mucha gente desafecta, levantisca, conflictiva o con ideas propias fuera a parar ante un noble o señor local que impartía un simulacro de justicia que solía acabar muy mal para el acusado. Y cabe suponer que muchas personas fueron acusadas de herejía por motivos espurios o interesados, y que los señores no estaban por labor de enzarzarse en discusiones teológicas –para las cuales no estaba preparados– sino más bien de dictar sentencias condenatorias hacia la gente presuntamente hostil para la comunidad (y el poder).

Escarnio público de condenados por la Inquisición
Esta habría sido la causa que movió al Papa Lucio III a crear la Inquisición como instrumento de justicia, para distinguir a los verdaderos herejes de los que no lo eran y facilitar así sentencias apropiadas y justas al dogma católico. Así pues, la Inquisición debía disponer de jueces cualificados –sobre todo lo fueron los monjes dominicos– que debían proceder con arreglo a las pruebas presentadas. El objetivo en sí de esta práctica no era castigar sin más, sino corregir y mostrar el camino recto a las ovejas que se habían descarriado. 

Aquí, la información desplegada en el informe nos muestra que, en efecto, se produjeron muchas condenas a diversas penas o penitencias, pero que la tortura para obtener confesiones fue esporádicamente aplicada y que las ejecuciones (penas de muerte llevadas a cabo por el brazo secular), por lo menos en el caso español, rondaron apenas el 1% de los casos tratados, que se han cifrado en unos 125.000. Y, aparte, muchos acusados salieron del tribunal libres de culpa o con sus sentencias suspendidas. De aquí que podamos decir que la acción de la Inquisición salvó a muchos acusados de acabar linchados por las turbas o sentenciados por la autoridad secular.

Ahora bien, en los casos en que no había remedio (los herejes que no se retractaban), la Inquisición no se quedaba de brazos cruzados. Así, aunque no quemaba a nadie directamente, excomulgaba al reo y acto seguido lo entregaba a la autoridad secular para que ella procediera a aplicar la pena máxima. Lo que ocurrió es que según avanzaba la Edad Media, sobre todo a partir del siglo XIV, se consolidaron los poderes absolutos reales y el papado fue perdiendo autoridad y control sobre el Santo Oficio. De este modo, la Inquisición cayó en la órbita de las realezas de cada país y en cada reino se aplicó de forma distinta con más o menos dureza. En el caso de España, los documentos apuntan a que la Inquisición procedió con rigor pero con justicia y benevolencia.

Precisamente a partir del siglo XVI, cuando se desató en Europa una histeria colectiva por los casos de brujería, la Inquisición –en España e Italia– se mostró ecuánime y desestimó muchos casos que no tenían fundamento. Sin embargo, el tópico mantenido a lo largo de siglos es que la Inquisición española mató a miles de brujas, hecho que sucedió realmente en países protestantes, ya fuera por la acción de los tribunales civiles o los religiosos. En lo referente a la persecución de herejes y científicos audaces, bien es cierto que la Iglesia católica quemó a Giordano Bruno, pero los calvinistas habían quemado décadas antes a Miguel Servet. E incluso los puritanos protestantes ingleses que colonizaron América no dudaron en mantener la caza de brujas y los juicios a mujeres sospechosas, como sucedió en el conocido episodio de las brujas de Salem a finales del siglo XVII, en que la histeria religiosa desatada llevó a la horca a 19 personas. En suma, el llamado mundo civilizado de aquella época fue intolerante y justiciero en cualquier forma de religión, y la labor de la Inquisición no fue peor a lo que se hizo en muchas otras partes.

Batalla naval entre la Armada y la flota inglesa
En cuanto a lo que aconteció históricamente con la Inquisición española, cabe decir que el predominio del Imperio español en Europa y América en el siglo XVI se había hecho tan grande que sus enemigos, vencidos en el campo de batalla, recurrieron a la propaganda masiva en forma de libros y panfletos para desgastar políticamente a España y unir voluntades contra ella, llegando más allá de la crítica religiosa cuando era necesario. Así, como ya expuse en su momento en un artículo específico, el desastre naval de la mal llamada “Armada Invencible” fue tergiversado y magnificado por los ingleses de la época, que lo vendieron como una grandiosa victoria militar sobre un enemigo muy superior. Eso sí, los que pasaron a la historia como unos héroes se cuidaron muy mucho de airear el hecho de que en Irlanda asesinaron sin más a 2.000 náufragos de la Armada, indefensos y exhaustos. En todo caso, el mito de la Armada se mantuvo como algo indiscutible durante siglos hasta prácticamente nuestros días[4]. En fin, el resultado de esta campaña de propaganda fue que buena parte de Europa asumió que el imperio católico español y su ominosa Inquisición eran depravados y crueles, y que cometían terribles atrocidades con los indios de América y con los no-católicos.

Con todo, es innegable que la intolerancia y las persecuciones existieron, y que la Iglesia ya acumulaba un largo historial de ejecuciones de paganos o de herejes desde la época de Constantino, si bien sería más exacto decir que fue el poder secular el que llevó a cabo las peores purgas y matanzas con excusas teológicas o doctrinales. Lo que está claro es que en aquellos tiempos, al estar unidos el poder religioso y el político, se podía justificar todo tipo de maniobras para obtener los fines deseados, y más aún teniendo en cuenta que los disidentes religiosos eran considerados a la vez disidentes políticos. Esto se pudo ver en la tristemente célebre cruzada contra los albigenses (los cátaros) en el siglo XIII, que en realidad fue la toma de Occitania por parte del poder real francés. De igual modo, las diversas cruzadas en Tierra Santa, bajo la excusa de retomar los Santos Lugares, tenían como meta la conquista de territorios estratégicos en Oriente. Y en ambos casos la Iglesia, que actuaba como una gran potencia más, promovió, apoyó y bendijo las operaciones militares y todos los excesos cometidos, que no fueron pocos.

En conclusión, es posible que la Inquisición no fuera tan terrible como nos han pintado habitualmente, por lo menos a la vista de las pruebas recuperadas, y que buena parte de su pésima imagen –en especial en España– se debiera a la ya mencionada propaganda en forma de leyenda negra. Ahora bien, es evidente que la alta jerarquía eclesiástica estuvo metida de lleno en asuntos terrenales, en luchas por el poder y en influencias de todo tipo, por lo menos hasta el siglo XIX. Lo que la historia nos muestra es que la Iglesia institucionalizada surgió como un aliado del poder político y que incluso todos los cismas y separaciones fueron provocados por cuestiones meramente políticas. Ello no obsta a que la Iglesia tuviera su propia opinión o sus propios métodos, lo que llevó a no pocos choques con el poder secular o incluso entre los clérigos “de base” y la jerarquía católica, algo que se ha venido repitiendo prácticamente hasta la actualidad.

© Xavier Bartlett 2018

Fuente imágenes: Wikimedia Commons




[1] Sólo por ejemplificar este doble rasero, cabe citar que en América los anglosajones mataron indígenas a mansalva, los llevaron al borde de la extinción y apenas se mezclaron con ellos. Aparte, hicieron buen negocio con los esclavos en sus grandes plantaciones, donde no eran precisamente muy bien tratados. Frente a esto, las misiones españolas se mostraron más integradoras y humanitarias, y la propia Iglesia defendió los derechos de los indios. Y si bien es cierto que los españoles acabaron con muchos indígenas, la mayoría de muertes se debió a las enfermedades. Por lo demás, no hubo genocidio y sí bastante mestizaje. Y aunque es poco sabido, en las guerras de independencia de las colonias americanas a inicios del siglo XIX, la gran mayoría de indígenas tomó partido por los realistas, no por los criollos terratenientes americanos.

[2] Nombre dado al organismo continuador de la Inquisición desde 1904. En 1965 pasó a denominarse Congregación para la doctrina de la fe.

[3] Aún hoy, existe el formulismo de considerar a un rey o emperador como puesto en el cargo “por la gracia de Dios”, como si fuera una legitimación indiscutible. Véanse, por ejemplo, las monedas británicas en que junto a la efigie de la reina aparece la fórmula “D.G.” (Dei Gratia, por la gracia de Dios).
[4] Véase el artículo sobre dicho tema en este mismo blog.

7 comentarios:

Piedra dijo...

Yo leí hace tiempo algo al respecto y efectivamente presentaban pruebas como súplicas de reos que pedían ser juzgados por la inquisición y llevados a cárceles que estuvieran bajo su custodia.
En la actualidad se intenta destruir el pasado de Europa y la religión católica que fuera mayoritaria, como paso previo a la instauración del nuevo orden secular, así que toda la propaganda contra todo lo relacionado con el pasado de Europa, su religión, su espiritualidad, su grandeza... son atacados subvencionada y concienzudamente.

Un saludo,

Alarico dijo...

Interesantisimo articulo,efectivamente la Inquisicion,no fue lo que nos han contado,investigada y estudiada en profundidad y con seriedad,supone dejar en la verguenza academica mas absoluta,a los promotores del horror,la tirania y los disparates inquisitoriales y si solo fuera el tema de la inquisicion el unico manipulado,aun,aun,pero desde la mas remota antiguedad hasta nuestros dias,no hay un solo episodio historico,al menos de los que tenemos constancia escrita y documentada,que se ajuste totalmente a la verdad.
El peor enemigo de una verdad,no es una mentira evidente,es lo que mas se parece a una verdad y aquellos que tienen el privilegio de saber,deben de tener la obligacion etica y moral de actuar en consecuencia.
Y si,si hay historiadores que saben lo que realmente fue la inquisicion,como tambien saben quienes fueron los traidores que fueron en busca de Almanzor para sus razias,como tambien saben que ocurrio realmente en la colonizacion de America,como tambien saben quienes comenzaron en realidad la revoluccion Francesa y que ocurrio en la Vendee,como tambien saben que paso realmente con las desarmortizaciones de Mendizabal,como tambien saben que paso en realidad con los magnicidios ocurridos en este Pais,etc.etc.etc.y asi podiamos seguir horas y horas desmitificando pasajes de la historia que se enseñan en la vida academica y que son totalmente falsos.
Algunos historiadores,( no todos,por fortuna ),han depositado su honra en las manos mas oscuras y sucias que germinan en nuestra sociedad,y son complices de tanto idiota,y-o cobardes responsables de la educacion,con la connivencia y el asentimiento de los analfabetos que legislan desde sus despachos.
A partir de aqui,buscar causas,efectos y soluciones,nos llevaria a adentrarnos en un terreno que seguramente ud.no desea leer por repetitivo y yo la verdad no tengo ganas de exponer,por la misma razon,pero ud. y yo sabemos muy bien a lo que me refiero.

Gracias por el articulo y por su paciencia.

Un saludo.

Xavier Bartlett dijo...

Gracias Piedra y Alarico por vuestros comentarios

Pues sí, he llegado a leer, aunque no lo he incluido en el artículo, que muchos reos de la justicia ordinaria blasfemaban gravemente para ser trasladados a la jurisdicción de la Inquisición para ser mejor tratados. Me parece muy evidente que se hizo una propaganda en su momento para rescribir la historia y que se está haciendo actualmente para destruir el cristianismo y cualquier clase de religión, por extensión.

Comparto lo que menciona, Alarico, sobre los otros episodios históricos pero todo eso precisaría de otro largo artículo que no sé si escribiré en este blog o en el otro. No sólo es la Vendée (tema poco conocido sobre el terror revolucionario) sino otros muchos hechos lamentables de persecución y auténtico genocidio de cristianos y de otros credos a manos de desalmados. En fin, dejésmolo ahí, de momento...

saludos,
X.

santivanez dijo...

Me ha gustado mucho el artículo, como tantos otros, pues visito periódicamente este blog aunque no suelo dejar comentarios.
Tengo entendido que en América la Inquisición no tuvo jurisdicción sobre la poblción indígena (que era la gran mayoría), por considerarlos cristianos nuevos o neocatecúmenos. Sólo actuaba contra españoles, criollos y mestizos (más algún desgraciado pirata o corsario extranjero que cayera en sus manos). Quienes se encargaron de atender y controlar a los indios (y "extirpar su idolatría") fueron los misioneros y doctrineros, que dependían de los obispos ordinarios y no de la Inquisición. Para estos, a su vez, parece que resultaba más efectivo castigar a sacerdotes, chamanes y hechiceros indígenas como simples charlatanes con penas más bien humillantes e infamantes antes que con otras más severas, con la intención de no atribuirles verdaderos "poderes diabólicos" frente a los indios.

Xavier Bartlett dijo...

Gracias santivanez

Sí, es cierto, el papel de la inquisición en América fue mucho menor y en realidad fueron los propios religiosos misioneros los que ejercieron una tutela sobre los indígenas. Hay que tener en cuenta, como ya expuse en el texto, que la Inquisición tenía un trasfondo político y que estaba más atenta a la herejía protestante que a otra cosa, lo que no sucedía en las nuevas colonias. Por lo demás, es sabido que en América hubo represión y persecución de la cultura y las crencias de los pueblos precolombinos por parte de la Iglesia, pero también hubo muchos religiosos que se esforzaron en proteger y conservar dicha cultura.

Saludos

ferchosan6 dijo...

Buen articulo, le falto un poquito de equilibrio, no mucho, pero le faltó...:
"...
En conclusión, es posible que la Inquisición no fuera tan terrible como nos han pintado habitualmente, por lo menos a la vista de las pruebas recuperadas, y que buena parte de su pésima imagen –en especial en España– se debiera a la ya mencionada propaganda en forma de leyenda negra. Ahora bien, LA INQUISICIÓN (Y OTRAS EMPRESAS RELIGIOSAS) FUE TERRIBLE. Es evidente que la alta jerarquía eclesiástica estuvo metida de lleno en asuntos terrenales...
..."
Y es que cuando se intenta ser centrado toca "RECORDARLO" explícitamente.

Xavier Bartlett dijo...

Gracias por el comentario

En fin, precisamente el artículo trataba de mostrar una cara que no se ha visto durante siglos, porque hubo una evidente tergiversación de la verdad. En la práctica, no todo es blanco o negro, sino que navega en una escala de grises. Ya he dejado claro, empero, los abusos de la Iglesia como institución y su alianza con los poderes políticos, lo cual no es ninguna novedad. La religión ha sido siempre manipulada y pervertida en favor de intereses sociales, políticos y económicos, pero hay que tratar de explicar las cosas en justa medida, lo cual no suele ser fácil.

Saludos