jueves, 21 de febrero de 2019

Geopolímeros y pavimentos sospechosos



En la pasada entrada sobre la controversia de Yonaguni ya puse de manifiesto que uno de los puntos de mayor conflicto entre la arqueología ortodoxa y la alternativa es la interpretación de los restos observados desde la perspectiva de la geología. Y es que, como vimos, no se trata ya de que los alternativos vean cosas distintas o alteradas, sino de que la geología, en función de otros intereses y análisis científicos (relacionados con la arqueología, principalmente) resulta ser más flexible y opinable de lo que podríamos imaginar. En este sentido, ya cité –aparte del propio tema de Yonaguni– la aún más virulenta y confusa discusión sobre la edad de la Gran Esfinge, con tres propuestas bien alejadas entre sí: la oficialista-egiptológica de Gauri, la herética –pero moderada– de Schoch, y la extrema de los geólogos ucranianos Manichev y Parkhomenko, que remontaba la antigüedad de este monumento a los 800.000 años (¡Ahí es nada!). Y todo ello, cabe insistir, son valoraciones de geólogos profesionales que han observado exactamente la misma realidad material.

Charles Lyell
Bueno, esto no nos debería sorprender demasiado, pues en todas las ciencias hay debate, discusión y conocimiento abierto a nuevos avances y descubrimientos. En el caso de la geología, cabe decir que se asentó hace unos dos siglos –en los tiempos de Hutton y Lyell– y que consagró la teoría del uniformismo frente al catastrofismo como motor de la formación y evolución del paisaje. Por lo demás, y salvo contadas excepciones, la geología apenas se ha movido de sus planteamientos generales, si bien hay que destacar las aportaciones debidas a los modernos avances científicos y técnicos, sobre todo en cuestiones de datación. Así pues, ya en pleno siglo XXI la geología parece bastante firme a la hora de analizar cualquier formación natural y ofrecer las consabidas explicaciones sobre cómo, cuándo y por qué se dio tal formación, teniendo en cuenta que la propia naturaleza nos demuestra su regularidad en muchos rasgos (por ejemplo, los cristales minerales) y que no hay que confundir dicha regularidad con la mano del hombre.

Dicho todo esto, existe otra faceta no menos controvertida de la arqueología alternativa relacionada con la geología, y es el tema de la artificialidad de ciertas superficies líticas y, en un sentido más amplio, la posibilidad de que los antiguos –en un tiempo inmemorial– dispusieran de un conocimiento preciso para fabricar piedra artificial. Esto supondría la existencia de una tecnología que permitiría crear bloques de piedra a medida, ya fuera ablandando la roca y haciéndola plástica y moldeable, ya mediante la unión de varios elementos, en una especie de cemento, que sería fraguado en moldes. Varios investigadores alternativos han planteado esta cuestión a la vista de las pruebas disponibles y han formulado diversas hipótesis procedentes de la física y la química para tratar de explicar este fenómeno.

Sin duda, quien ha ido más lejos en este terreno ha sido el químico francés Joseph Davidovits, que en los años 80 presentó su concepto de geopolímeros, unos compuestos de aluminosilicatos que al compactarse por reacciones químicas adquieren la consistencia del cemento u hormigón. Así, Davidovits defendió la tesis de que los antiguos egipcios edificaron la Gran Pirámide a base de realizar y colocar in situ bloques moldeados con este material. De hecho, en sus experimentos prácticos, demostró que con la tecnología egipcia de aquella época se podrían haber fabricado unos bloques artificiales de piedra caliza prácticamente indistinguibles de la caliza “natural”. Ni que decir tiene que el estamento egiptológico ha desestimado tal propuesta, aunque lleva 200 años sin poder explicar con solvencia cómo se construyó ese grandioso monumento, aparte de las meras especulaciones.

Argamasa en Igueste
Volviendo al tema concreto de los pavimentos, ya tuve una experiencia personal en Igueste (Tenerife), pues allí vi una serie de conglomerados de un característico tono rojizo o blancuzco que parecían estar adosados o intercalados en el terreno natural de forma intencional. Por su disposición y composición, Manuel Fernández creía que en realidad estos conglomerados –que él llamaba “argamasa”– conformaban unas superficies o pavimentos para caminos o bien canalizaciones de agua. Una vez más, la falta de una opinión cualificada de un geólogo nos dejó con la incógnita, que aún sigue esperando respuestas.

Desde luego, es mucho más conocido el caso de los polémicos pavimentos del conjunto de pirámides de Visoko (Bosnia), pues su presunto descubridor, Semir “Sam” Osmanagic,  afirmó que los antiguos habían realizado pavimentos y recubrimientos de pirámide con una especie de conglomerado artificial, que se había podido identificar en algunos puntos de la llamada pirámide del Sol, así como en la pirámide de la Luna. Estas declaraciones ya despertaron gran polémica en su día, a inicios de este siglo, y mientras Osmanagic daba por hecho que las supuestas losas de recubrimiento de la pirámide estaban compuestas de un cemento artificial, la opinión de la gran mayoría de geólogos rechazaba esta afirmación. Nuestro incansable geólogo “medio-hereje” Robert Schoch también examinó las losas bajo sospecha y aseguró que eran lajas perfectamente naturales de arenisca o de breccia (una mezcla de grava, caliza y esquisto con un elemento aglutinante arenoso a base de partículas de cuarzo, feldespato y mica).

Pavimento de la pirámide de la Luna (Visoko)
Concretamente, Schoch argumentaba que la naturaleza está llena de regularidades y que ciertas formas atribuidas a la acción humana tenían una explicación geológica bien conocida (¡la misma historia que en Yonaguni!), como por ejemplo las capas regulares de arenisca, que son en realidad producto de una sedimentación cíclica. En cuanto al tema de los grandes bloques de “cemento”, Robert Schoch sólo veía losas de arenisca o conglomerados naturales que se habían roto en pedazos más o menos grandes a causa de las presiones tectónicas y de los desplomes. Su dictamen técnico fue el siguiente:

“Las fuerzas tectónicas deformaron plásticamente las arcillas y las lutitas pero las areniscas y los conglomerados, que su equipo había excavado en numerosos lugares, se rompieron en piezas de forma semi-regular, interpretándose como pavimentos, terrazas, bloques de cemento, piedras de cimentación, etc. Es interesante y revelador observar que los tamaños de los bloques de conglomerado y de arenisca hallados se corresponden con el grosor de los estratos de la roca original. Los finos estratos de arenisca, presionados tectónicamente, se rompieron en pequeños trozos mientras que las gruesas y firmes capas de conglomerado se rompieron en trozos enormes. Este es exactamente el patrón que se podría esperar en las formaciones rocosas naturales.” [1]

J. Davidovits y S. Osmanagic reunidos en 2008
Ahora bien, es oportuno mencionar que el geólogo egipcio Aly Barakat, tras examinar el paisaje de la colina de Visočica (la “pirámide del Sol”), no cerró la puerta a que alguna civilización remota hubiera modelado la colina a gran escala y que incluso hubiera aplicado un revestimiento de conglomerado. De todas formas, Barakat se mostró cauteloso y apeló a la necesidad de implementar investigaciones más profundas. Y como Semir Osmanagic no estaba por rendirse, contactó en 2008 precisamente con el padre de los geopolímeros, el propio Davidovits, y le llevó una muestra de su cemento. Al principio, Davidovits le escuchó con atención, analizó la muestra al microscopio electrónico y reconoció que podría ser un material artificial. Sobre su composición, estableció que se trataba de un cemento geopolímero basado en calcio y potasio, siendo el elemento aglutinador un tipo de arena muy fina de granito detrítico.

No obstante, ya en 2013, el científico francés se distanció públicamente de las tesis de Osmanagic –cada vez más desacreditado– y reveló que el material analizado procedía de una cisterna romana (nada extraño, pues los romanos usaban el opus caementicium) y no de la pirámide del Sol. A todo esto, es cierto que Osmanagic se ha sacado de la manga otros informes técnicos, si bien no han aportado mayor credibilidad a sus proclamas. Así, ha presentado un estudio realizado por instituciones bosnias que confirmaba que se trata de un material de gran dureza (pero que no decía nada sobre su hipotético origen artificial), u otro llevado a cabo por el Politécnico de Turín, cuyo texto original no está disponible en ningún sitio. En fin, ignoro los detalles y entresijos de toda esta controversia, pero ya vemos que los cambios de opinión, los desmentidos, y la falta de unanimidad y claridad parecen ser algo no excepcional en el campo de la geología... al igual que en la arqueología.

Para concluir, nada mejor que una serie de imágenes para que los lectores vean y juzguen por sí mismos. Se trata en este caso de unas formaciones –sitas en Australia y Reino Unido– que ha estudiado el investigador alternativo Alex Putney y que a su juicio no son suelos naturales sino pavimentos artificiales realizados en una época inmemorial. Putney no cree que sean “pavimentos teselados” naturales, que es la definición científica ortodoxa de estas formaciones, sino obras geométricas de ingeniería humana realizadas a modo de mosaico a partir de bloques de geopolímeros. Para Putney, no hay duda de la artificialidad de los pavimentos, que él atribuye  a civilizaciones desaparecidas como la Atlántida y Lemuria. 











Y una vez observado el paisaje, me vienen a la mente varias posibles cuestiones: ¿Cómo podríamos distinguir con certeza piedras naturales de artificiales (“geopolímeros”)? ¿Cómo se puede probar sin género de duda que esas superficies fueron hechas por la mano del hombre? ¿Y cómo puede demostrar la geología el proceso completo de formación de tales suelos a partir de la acción de factores naturales? ¿Y qué contexto o utilidad –nada claro según lo que se ve en las imágenes– tendrían dichos pavimentos, en caso de ser artificiales?

© Xavier Bartlett 2019

Fuente imágenes: Wikimedia Commons / Alex Putney




[1] Fragmento traducido del artículo: Schoch, R. “The Bosnian Pyramid Phenomenon”, en The New Archaeology Review. September 2006 issue (Volume 1, Issue 8).

14 comentarios:

CobaltUDK dijo...

Para un ignorante en geología como yo, cuesta creer que esas formaciones sean naturales.

Me han recordado a las calzadas incas que se adentraban en el mar, mar cuyo nivel hace 2.000 años sería más o menos igual que ahora, pero hace 12.000 años era bastante más bajo.

Xavier Bartlett dijo...

Hola Cobalt

Para otro ignorante como yo, pienso más o menos lo mismo. A estas alturas ya empiezo a dudar de todo, pero me gustaría que un geólogo leyera el artículo y me explicara exactamente cómo se producen esas formaciones tan perfectas a lo largo de miles o millones de años (y cómo lo demuestran empíricamente; nada de especulaciones o extrapolaciones). Algo similar ocurre con la posición de determinadas piedras de gran tamaño, según se ve en el documental de la civilización fantasma, en que las explicaciones geológicas ya rozan el absurdo por forzadas. En todo caso, creo que es saludable dejar todas las puertas abiertas.

Saludos,
X.

Alarico dijo...

Yo tampoco soy el mas indicado para hablar,sobre todo cuando no hay evidencias mas deterministas,tanto en un sentido como en otro.
De lo que si creo tener evidencias,es de que los geologos,en sus conclusiones,nos presentan como realidades cientificas,verdades incuestionables,como "el hombre de piltdaw" lo fue para la paleontologia y arqueologia.
Por poner un ejemplo de los muchos que existen,decir que llegaron a atribuirle millones de años a lava solidificada de una erupcion que el monte Sta. Elena tuvo en 1986,todo esto ellos solitos,sin ayuda y con la ultima tecnologia.
Como se lo cuento oiga,asi esta la ciencia con mayusculas,"pa mear y no echar gota" y esto no es nada si le cuento otras,no se las cree ni harto de vino.

Gracias por su trabajo. Un saludo.

Xavier Bartlett dijo...

Gracias Alarico

Sí, estoy de acuerdo con esas apreciaciones. Yo siempre tuve la geología como una ciencia próxima a la física y la química, y que por tanto era bastante "exacta", pero con el tiempo me han ido asaltando las dudas, y más aun después de ver el documental sobre "la teoría fantástica de Darwin", en que unos científicos criticaban la supuesta solidez de la geología. En fin, ahí está el gran problema de no poder reproducir los procesos naturales en un entorno de experimentación de cientos o miles de años.

Saludos
X.

Anónimo dijo...

Hola Xavier

Relacionado con las calzadas, etc. está el descubrimiento de pelos y uñas en el interior de las piedras de las 3 pirámides de Giza.
Si ésto se confirmara, a nivel oficial, se terminaría la polémica de si hubo o no grandes civilizaciones con técnicas muy avanzadas. Creo que es importante llegar a alguna conclusión en ese tema.

Saludos desde Uruguay

Roberto

Xavier Bartlett dijo...

Apreciado Roberto,

Sí, conozco ese dato que se esgrimió a favor de Davidovits, pero los egiptólogos y geólogos (Schoch incluido) aluden a que no hay duda acerca del origen de la caliza empleada en la Gran pirámide, pues los análisis demuestran que fue extraída de una cantera cercana. Que yo sepa, nadie ha resulto aún esta controversia.

Saludos,
X.

José Luis Calvo Zabalza dijo...

Hola buenas.
La geología es una ciencia que avanzado mucho, el problema es que está sujeta al Paradigma vigente como casí todas las ciencias, por eso geologos tan abierto a temas alternativos como Robert Schoch se ven algo "afectados" en ciertas cuestiones y dan carpetazos sin un analisis profundo para poder despejar algo. Un ejemplo muy llamativo es de las estructuras encontradas en Sibera en la zona de Gornaya Shoria.
Un saludo y gracias.

Xavier Bartlett dijo...

Gracias José Luis

Completamente de acuerdo con el comentario. Sobre el tema de Gornaya Shoria, ya le dediqué una entrada y expuse los pros y contras de la versión "alternativa"; en cuanto a la explicación geológica convencional, una vez más tuve que hacer un "acto de fe".

Saludos,
X.

Alarico dijo...

¡ Pero que cojo...! menuda estupidez solte en mi comentario anterior,primero la erupcion del monte Sta Elena tuvo lugar en 1980 y no en 1986,segundo el proceso de la erupcion con su consecuente erosion,cuyos resultados y consecuencias,se le atribuian millones de años para formarse,se realizo en cuestion de dias,en muy poco tiempo,esto es lo que quise decir,¡ se me va la pinza !,lo siento,pero creo justo rectificar algo que no es verdad.

Un saludo.

Xavier Bartlett dijo...

Gracias por la rectificación Alarico

No pasa nada, todos nos equivocamos; yo, el primero.

Vlad dijo...

Buenas tardes, Xavier, en tu opinión crees que ir contra el paradigma acarrea automáticamente el desprestigio profesional? Puede un historiador, arqueólogo, que en teoria trabaja en algo vocacional y pasional ignorar la realidad, por el miedo al sistema? Mi optica es subjetiva ya que para mi los enigmas arqueológico-historicos son un hobby y una pasion, pero me cuesta creer que un profesional no sienta el gusanillo de conocer la verdad. El sistema del paradigma debe ser muy poderoso. Y que conste que yo diferencio entre historiador serio de mente abierta como por ejemplo eres tu(también sigo a Nacho Ares,también serio y muy abierto a la heterodoxia), y lo que ahora llaman investigadores, que en mi opinión hacen un flaco favor a la heterodoxia. Muchas gracias por tus artículos.
Un saludo

Xavier Bartlett dijo...

Hola Vlad

Muy interesante pregunta, en verdad. Mira, la realidad es que el sistema académico funciona de una manera y si quieres lograr algo, mantenerte o progresar, no puedes alinearte con la heterodoxia, aunque sí puedes estar en una línea crítica. Conozco el trabajo de Nacho, y en su caso, como el mío, somos licenciados de universidad, pero no trabajamos dentro del sistema académico. Yo hago mis trabajos y él ha llegado a colaborar con mucha gente "hereje", desde los tiempos de Jiménez del Oso hasta el reciente Iker Jiménez. Cada uno es libre de hacer lo que le convenga, y si le pagan, mejor. Nacho es más escéptico y más próximo a rechazar lo alternativo, sobre todo en lo referente a Egipto, que es su especialidad, pero al menos está abierto a discutir y plantear abiertamente otros escenarios. Conozco también a otro arqueólogo de carrera catalán que está abierto a todo lo alternativo, pero tampoco depende de ninguna institución. Cuando no tienes nada que jugarte, todo es más fácil.

Ahora bien, los que están "dentro del sistema" se juegan mucho, y creo que la mayoría de ellos están convencidos de la verdad del paradigma y saben que van a prosperar si destacan en la línea marcada, no en aventuras intelectuales alternativas. El miedo y el interés son más fuertes que cualquier duda. Por eso pienso que en privado quizá alguno sopese las teorías alternativas con buen juicio, pero en público nadie se arriesga, por ejemplo, a criticar el evolucionismo o decir que la Gran Pirámide no es de la 4ª dinastía. Gran parte del éxito profesional se fundamenta en no desafiar el saber impuesto por los expertos que nos han precedido, y en fin, no es ningún secreto afirmar que la ciencia nunca ha sido neutral, en ningún campo.

Saludos,
X.

CobaltUDK dijo...

Hablando de esto de los académicos, me estaba acordando de una frase de la película "Hunter Killer", algo como:

"¿Qué prefieres, tener razón o seguir vivo?".

Aunque en este caso al revés, claro. O quizás no.

Xavier Bartlett dijo...

Gracias Cobalt

Comentario que da en la diana. Así es la ciencia, por desgracia. Muy pocos están dispuestos a ser los herejes que vayan a la hoguera.

Saludos,
X.