Llegamos ya a las 100 entradas en "La otra cara del pasado", coincidiendo también aproximadamente con los tres años de existencia de este cuaderno de viaje personal en blogger. Así pues, a modo de conmemoración, me he permitido un pequeño cambio de imagen y la inclusión de un artículo sobre el intrigante tema de los gigantes, que he tocado ampliamente en este blog y también en algunas conferencias y entrevistas. Espero que sea del agrado de todos, y una vez más gracias por estar ahí y seguir estos contenidos.
Las raíces mitológicas
Es bien sabido que en casi todos los rincones
del mundo hallamos vívidas tradiciones y leyendas –que se remontan a tiempos
ancestrales– sobre “gigantes”, entendidos como humanos o humanoides de enorme
altura y corpulencia. Naturalmente, para el mundo académico estas leyendas no
tienen la más mínima base histórica real. De hecho, cuando se habla de
gigantes, la ciencia suele refugiarse en el folklore, las creencias o la épica.
Así, estos seres fantásticos no serían más que la personificación de fuerzas de
la naturaleza o bien la exaltación de antiguos héroes. Y, por supuesto, si
alguien dice haber hallado huesos humanos de gran tamaño, se alega que o bien
es un fraude o bien se trata de algún tipo de confusión, fruto de la simple
ignorancia.
Pero lo cierto es que la mitología es tozuda e
insiste en que tales seres convivieron con los hombres “normales” en un pasado
indefinido. En este sentido, resulta asombroso observar cómo en el Pacífico,
una zona del planeta que es básicamente una enorme extensión de agua con poca
tierra firme en forma de islas, existe una amplísima y colorista tradición
mitológica sobre los gigantes, que –por si fuera poco– parece estar vinculada a
restos arqueológicos relacionados con estos seres, lo cual incomoda –y mucho– a
la comunidad científica.
En efecto, entre la
abundante mitología del Pacífico tenemos diversos relatos que nos hablan en
detalle de los gigantes, identificándolos específicamente con tribus o
personajes concretos, según ha constatado el investigador noruego Terje Dahl.
Por ejemplo, en las islas Cook existía una leyenda acerca de un gigante llamado
Moke, que era presuntamente el gigante más grande del Pacífico Sur. Este
gigante, de unos 20 metros, vivía en la isla de Mangaia. Y en Rarotonga, la
isla principal del mismo archipiélago, vivía otro gigante de nombre Teu, con
una estatura de unos 10 metros. A su vez, en el pequeño atolón de Nukulaelae se
tiene el recuerdo de un gigante llamado Tevalu, que raptaba niños y se los comía. En Samoa existe una tradición acerca de un gigante u ogro
llamado Moso, que aún es invocado por los padres cuando quieren impresionar a
sus hijos. Las leyendas locales hablan de que, en tiempos remotos, una tribu de
gigantes, los Hiti, habitaba Samoa, pero que desaparecieron tras una gran
inundación o cataclismo.
Lago Wakatipu (Nueva Zelanda) |
Si nos trasladamos a
Nueva Zelanda, los maoríes afirman que la isla estuvo poblada por gigantes,
antes y después de que ellos mismos llegaran allá. Se habla de varios gigantes
con nombres conocidos, como por ejemplo uno llamado Matu, que vivía junto a
lago Wakatipu (“tipua” significa gigante) y que medía aproximadamente 2,70
metros. Y en la vecina Australia, las leyendas de los aborígenes también dicen
que antes de que ellos poblaran aquellas tierras, los gigantes ya estaban allí.
Estos nativos hablan de una época mítica primigenia o Dreamtime (“Tiempo
de los sueños”) en que una raza ancestral de gigantes dio forma al continente y
lo llenó de vida vegetal y animal. Incluso actualmente los aborígenes aún
mencionan la existencia de una raza de gigantes llamados Jogungs, del
doble de alto que los humanos, que habitaban la región de Nueva Gales del Sur.
En cuanto al destino de estos gigantes, algunas tradiciones apuntan a un brusco fin de su existencia. Así, las leyendas locales de Samoa hablan de que, en tiempos lejanos, unos gigantes llamados Hiti vivían en la isla, pero que desaparecieron tras una gran inundación o cataclismo, lo cual nos remite a varias tradiciones de otros puntos del planeta que coinciden en este mismo escenario catastrófico. Sin embargo, algunos de los gigantes podrían haber sobrevivido al desastre. Por ejemplo, las tradiciones de la isla de Pascua hablaban de pobladores venidos del oeste (el Pacífico) y del este (Sudamérica) y que tales individuos eran los supervivientes de una gran catástrofe natural; su altura oscilaría entre 2,30 y 2,60 metros. Lo cierto es que aún existe una gran controversia sobre el origen de los pobladores de la isla, así como acerca de la identidad racial de los distintos tipos representados en los moais, pero eso sería tema para otro artículo.
Moais (sobre un ahu) de la Isla de Pascua |
El rastro genético de los gigantes
Como ya hemos apuntado, más allá de todas estas
mitologías, existe entre los indígenas la convicción de que estos seres
gigantescos fueron reales, que habitaron las islas desde una época remotísima
hasta hace no demasiados siglos y que tenían cierta condición divina o
semidivina. Precisamente de aquí surge otro interesante elemento de estudio,
pues los viejos relatos sugieren que los gigantes se cruzaron con los humanos y
dieron lugar a las castas dirigentes de muchos pueblos o tribus, que de este
modo tendrían ciertas características muy destacadas propias de esa genética
ajena, bien diferentes del resto de la población.
Así pues, existe en el
Pacífico una tradición de reyes-dioses, a veces representados en estatuas, que
presentan algunos típicos rasgos de raza blanca, aparte de ser de gran altura
(hasta unos 2,50 metros). Aquí, dejando a un lado los famosos moais de
la isla de Pascua, son de destacar las estatuas halladas en las islas Marquesas
y en Tahití. El famoso explorador noruego Thor
Heyerdahl preguntó a un jefe de la isla de Fatu-Hiva sobre el origen de
estas representaciones, y éste le contestó que dichos dioses –de piel blanca–
habían venido de una lejana tierra en el este. Por otro lado, algunas de dichas
estatuas muestran claramente que estos seres tenían seis dedos en manos y pies,
una característica que se ha asociado a los gigantes no sólo a partir de
relatos mitológicos sino incluso de pruebas arqueológicas, sobre todo en
Norteamérica.
Miembros de la realeza de Tonga |
Pero, más allá de
estatuas y leyendas, en épocas históricas tenemos referencias claras a reyes o
jefes de enorme estatura, a menudo con un aspecto anatómico similar a la raza
blanca, y con la piel clara y el pelo rubio o rojizo, siendo todos estos rasgos
anteriores a la llegada de los primeros exploradores europeos. Y lo que es más,
incluso actualmente parecen quedar algunas trazas de esa fisonomía en algunas
islas. Así por ejemplo, Tupou IV, uno de los últimos reyes de la isla de Tonga,
fallecido en 1996, medía unos dos metros y su propia madre, la reina Salote,
medía apenas diez centímetros menos. En efecto, toda la familia real de Tonga
es de una estatura imponente. En cuanto al origen de estas características, se
dice que estos monarcas enlazan su linaje con unos míticos dioses que vivieron
en Tonga hace muchos siglos, y de hecho, existe una clara endogamia en el clan
real para preservar esos genes divinos.
Por lo demás, se han difundido varias especulaciones sobre la existencia aún hoy en día de comunidades de gigantes en determinadas zonas marginales de algunas islas del pacífico. En concreto, hay rumores sobre la existencia de unos gigantes que habitan ciertas áreas selváticas de las islas Salomón, y muy especialmente en Guadalcanal. Según estos rumores, los nativos normales llevan conviviendo desde hace milenios con una raza de homínidos gigantes, cuyos ejemplares más altos pueden rondar los 3 metros, si bien se acepta –a partir de ciertos relatos– que pueden haber individuos de mayor estatura. Por desgracia, este asombroso escenario aparece bastante confuso, opaco y falto de pruebas fehacientes para que podamos otorgarle una mínima credibilidad.
Lo que sí resulta
significativo es que todas estas tradiciones apuntan a que la supuesta
convivencia entre humanos y gigantes duró miles de años y que se alargó hasta
hace muy pocos siglos, con la desaparición de las últimas razas de gigantes. En
este caso, sabemos por ejemplo que los maoríes tenían un hondo recuerdo de una
tribu local llamada Te Kahui Tipua, que sería en realidad una comunidad
de gigantes de enorme talla que desapareció hace muy pocos siglos. Más
adelante, comprobaremos que el registro arqueológico podría darnos alguna pista
sobre este asunto.
Noticia del siglo XVIII sobre un supuesto gigante capturado en Australia |
¿Restos arqueológicos de gigantes?
Llegados a este punto,
debemos abordar la cuestión más comprometida: ¿podemos hablar de pruebas
físicas, ya sean directas o indirectas, que sustenten de alguna manera la
existencia real de estos gigantes del Pacífico? Este es, desde luego, el punto
crucial, pues la arqueología se fundamenta en el estudio de las pruebas
obtenidas en excavaciones, si bien en algunos casos los restos son bien
visibles en superficie.
Y precisamente entre
los indicios relacionados con los gigantes destacan con mucho los
impresionantes restos de arquitectura megalítica del Pacífico, poco conocida en
comparación con otros enclaves tan famosos como Stonehenge, Carnac o Malta. Con
el peso de la lógica, la ciencia académica apunta a que el gran tamaño de los
bloques no tiene nada que ver con seres de enorme talla, por mucho que las
leyendas mencionen la intervención de gigantes. En estos casos se da por hecho
que los nativos han atribuido esas estructuras a dioses o gigantes por pura
ignorancia y superstición. Otro tema, desde luego, sería dilucidar quién y
cómo, e incluso cuándo, hizo semejantes moles pétreas. Sea como fuere, es muy
llamativo el hecho de que en el Pacífico, incluso en islas relativamente
pequeñas, se hayan identificado notables restos megalíticos que no tienen nada
que envidiar a otros monumentos de Europa o Sudamérica.
Ruinas de la ciudad de Nan Madol (Ponape) |
Para empezar, es casi
obligado referirse a Pohnpei (o Ponape), una isla del archipiélago de las
Carolinas (Micronesia), en la cual se halla el conjunto monumental de Nan
Madol. Se trata de una antigua ciudad –ya en ruinas– construida sobre unos 90
islotes artificiales, como una pequeña Venecia. Las estructuras se
sustentan en unos grandes bloques de basalto horizontales de 50 ó más
toneladas, aunque por debajo de la superficie habría otros enormes bloques
verticales, de hasta unos 20 metros de largo. Las leyendas locales afirman que
esta ciudad fue fundada por dos hermanos míticos, Olosipe y Olosaupa, que
vinieron de allende los mares, que eran bastante más altos que los nativos y
que tenían grandes poderes y capacidades; de hecho, se dice que las piedras
fueron colocadas “por el aire” (¿mediante levitación?).
En la isla de Pascua
tenemos los moais, que si bien no son construcciones, sí tienen un
tamaño imponente (y recordemos que son bloques monolíticos). Las estatuas más
altas sobrepasan los 20 metros y pesan más de 70 toneladas; además, hay que
tener en cuenta que en algunos casos sólo asoma la cabeza, pero por debajo está
todo el cuerpo, como se ha demostrado mediante excavación. De todas formas, sí
podemos apreciar estructuras megalíticas en forma de muros y plataformas,
especialmente las bases para los moais, llamadas “ahu”.
Arco de Ha'amonga, en la isla de Tongatapu |
Finalmente, podemos
citar otros restos menos conocidos como las dos columnas colosales con unos
capiteles semiesféricos en la parte superior, que se pueden apreciar en Tianan
(islas Marianas), o el tremendo arco de Ha’amonga, en la isla de Tongatapu
(Polinesia), un trilito colosal de unas dimensiones aproximadas de 5 x 6 x 1,5
metros, que fue erigido –según la leyenda– en un tiempo muy remoto por un
semidiós de nombre Maui.
Si hablamos ahora de
otras pruebas indirectas que nos acercan más a la realidad física de los
gigantes, hay que mencionar las huellas de pisadas y los artefactos de un
tamaño descomunal. En este ámbito disponemos de unas pocas pruebas que en su
mayoría no han merecido la atención científica, por los motivos que fuere. Sólo
a modo de muestra, podemos citar los siguientes casos:
- En el atolón de Tarawa (islas Kiribati), en la aldea de Banreaba, hay diversas pisadas de un gigante, acompañadas de otras un poco más pequeñas (¿mujer e hijos?), todas ellas con seis dedos. La pisada más grande tiene nada menos que metro y medio de longitud.
- En Sawaii (Samoa) se aprecia una pisada humana de gran tamaño, relacionada con la leyenda del gigante Moso.
- En el atolón de Nanumea (Tuvalu) se aprecian varias pisadas de gigante junto a la laguna interior.
- En Australia, el investigador Rex Gilroy, del Museo de Historia Natural Mount York, ha identificado diversas huellas humanas de gran tamaño, de hasta unos 75 cm. Asimismo, cerca de Bathurst ha recogido múltiples artefactos (hachas de mano, azuelas, cuchillos, cachiporras, etc.) de gran tamaño y peso, oscilando entre 5,5 y 16,5 kilos, totalmente inútiles para una persona normal, pero no para un ser con una mano enorme.
Y para culminar el apartado de pruebas hemos de
referirnos por fin al hallazgo de posibles restos físicos de gigantes (momias,
esqueletos, huesos sueltos), a partir de noticias e informes que se remontan al
siglo XIX. Así, tenemos constancia de que en 1875, en Nueva Zelanda, un periódico local informaba
del sensacional descubrimiento de un esqueleto de unos 8 metros, a poco más de
dos metros de profundidad en Saltwater Creek, cerca la localidad de Timaru. Como
se ha citado anteriormente, esto coincide con las tradiciones nativas maoríes,
que hablaban de una raza de gigantes llamada Te Kahui Tipua,
que habitó en las cercanías de Timaru hasta el siglo XVIII. Asimismo, corren
ciertos rumores sobre hallazgos de huesos de gigantes entre las ruinas y en los
bosques adyacentes de Nan Madol (Ponape), pero no hay ningún dato fiable al
respecto. Aparte de esto, se sabe que en 1907 Victor Berg, el gobernador alemán
de la isla, mandó abrir una tumba de antiguos reyes locales, y los esqueletos
hallados medían entre dos y tres metros de altura.
Enorme diente molar humano hallado por R. Gilroy |
También hay noticias
de que en Rotuma, islas Fiji, se halló durante la Segunda Guerra Mundial un
hueso de pantorrilla de un metro de longitud, lo que se traduce en una altura
total de unos 4,50 metros. Además, existe el rumor de que, en la búsqueda de
refugios de soldados japoneses, se encontraron diversas cuevas llenas de huesos
de gigantes. Y no menos impactante es lo que dice haber hallado Rex Gilroy en
Bathurst (Australia): nada menos que un enorme diente molar humano fosilizado
de unos 67 mm., lo que correspondería a un ser de unos 7,60 metros. Y,
finalmente, ya en un terreno más bien conspirativo, cabe citar que, según el
investigador Martin Doutré, hace no muchos años en Nueva Zelanda se encontraron
huesos de gigantes en unas excavaciones, pero el equipo arqueológico que halló
estos restos fue obligado por las autoridades militares a enterrarlos y la
arqueóloga al cargo fue despedida.
Aparte de estas
escasas noticias, se habla también de varias tumbas de gigantes que por
diversas razones no han sido investigadas. Por ejemplo, en el ya citado atolón
de Nukulaelae existe la “tumba del gigante Tevalu”, una estructura de unos 3,50
x 1,50 metros que estuvo a punto de ser excavada por un equipo arqueológico
japonés, aunque al final los nativos se negaron a ello. Asimismo, en Kiribati
se habla de una enorme tumba de unos 5,30 metros, en la cual estaría enterrado
un gigante, según las leyendas locales. Finalmente, en Tonga existen unas
grandes tumbas en forma piramidal atribuidas a los antiguos dioses-reyes del
lugar; sin embargo, por razones culturales y religiosas, nadie está autorizado
a tocarlas y aún menos a excavarlas.
Conclusiones
Como hemos visto, y al
igual que ocurre en otras muchas zonas del planeta, en el Pacífico se mantiene
una rica mitología e iconografía sobre gigantes que roza el recuerdo histórico
en épocas no demasiado lejanas. Además, es innegable la existencia de una
minoría de personas, generalmente de la casta dirigente, que todavía muestra
una altura impresionante para lo que es la media de la población, y ello nos
conduce a un hipotético escenario de hibridación entre la raza de gigantes
(hombres de aspecto más o menos blanco y de enorme altura) y las élites nativas.
No obstante, como hemos apuntado, algunas tradiciones insisten en que los
gigantes “ya estaban allí”, antes de que llegaran las primeras comunidades de Homo
sapiens a muchas islas del Pacífico, siendo este un proceso que –según la
ortodoxia académica– se inició hace unos 50.000 años, lo cual nos coloca en un
marco temporal muy antiguo.
Lamentablemente, en
cuanto a las pruebas físicas, corren demasiados rumores pero no tenemos a día
de hoy ningún hueso de gigante expuesto ni cualquier otro a disposición de los
investigadores. Todo el material, si es que existió alguna vez realmente, se ha
esfumado y nadie conoce su paradero. Nos quedan las pruebas indirectas, que
siguen siendo ignoradas o ridiculizadas por el estamento académico, y con este
panorama es obvio que aún queda un largo camino por recorrer en el
reconocimiento de estos “gigantes del Pacífico”.
© Xavier Bartlett 2016
Fuente imágenes: Wikimedia Commons
5 comentarios:
Siempre paso por su blog para conocer un poco más del pasado. Gracias por seguir publicando información tan interesante. ¡Felicitaciones por las 100 entradas!
Felicidades por esas 100 entradas y también por tu otro blog; superintersante el artículo sobre la luna del mes de julio...
Sobre el tema de los gigantes, parece ser que en Lorca (Murcia), en una zona llamada Murviedro (?), durante la postguerra se encontraron en una cantera huesos de gigantes...
Y, por otra parte, qué hay de lo de Igueste?? Dónde está ese equipo multidisciplinar dispuesto a enterrar sus carreras desenterrando el pasado?
Saludos, Xavier; fuerza y honor!!!
Ojalá hubiera tenido profesores como tú!
Amigo anónimo
Gracias por tu felicitación (por este blog y por el otro); en eso estamos, en aportar contenidos de calidad y que hagan reflexionar...
Sobre los gigantes, no conocía este tema de Murcia, porque en general las noticias sobre gigantes son escasas y a veces se consideran errores, fraudes, leyendas urbanas, etc. Hay muy poca casuística en España, pero lo mismo se puede decir de otros muchos países donde existían tradiciones de gigantes, hallazgos antiguos, etc. pero nada "tangible" con lo que poder trabajar a día de hoy. En cuanto a Igueste, por desgracia el tema está bloqueado pues la investigación amateur a cargo de Manuel Fernández está parada por motivos personales y desde luego las instituciones académicas no se van a meter en ese berenjenal.
Nada de esto me sorprende a estas alturas, pero es lo que hay. Es un tema maldito para la ciencia por vete a saber qué razones.Tengo algunos datos sobre mis observaciones en Igueste y tal vez redacte en su momento un breve artículo sobre los hallazgos de campo, pero reconozco que es poco. Faltan expertos y medios, en realidad sólo "rascamos la superficie" y es preciso asegurarnos de que las hipótesis planteadas tienen fundamento o no, y partir de ahí trabajar en un proyecto sistemático. Pero como te digo, la arqueología oficial NO va a excavar nada ni lógicamente permitirá excavaciones "particulares".
Saludos cordiales,
Xavier
Hola X,
felicitaciones por el artículo, y por las cien entradas.
En relación a éste, te mando la referencia de un libro que no sé si habrás leído, pero que parece relacionado:
Richard J. Dewhurst
The Ancient Giants Who Ruled America: The Missing Skeletons and the Great Smithsonian Cover-Up
No lo he leído, por lo que no puedo decir nada sobre él.
Un saludo, A.
Amigo anónimo:
Muchas gracias por el comentario. Sí, conozco el libro pero sólo he leído una reseña de él. En EE UU existe mucho más interés por este tema (por la cultura de los "mound builders") y se publican bastantes libros sobre gigantes.
saludos,
X.
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