Uno de los temas que la arqueología alternativa saca a menudo a colación en calidad de “rarezas del pasado” es la existencia de los llamados geoglifos, esto es, marcas, trazos o dibujos (de formas geométricas, antropomórficas, zoomórficas o fitomórficas), realizados sobre el terreno (en rocas o suelos más o menos duros). Estos geoglifos no siempre han tenido una clara interpretación por parte de la arqueología convencional, aparte de otros problemas no menos importantes, como las dificultades para una datación fiable.
En la mayoría de las ocasiones, estas figuras o diseños son de gran tamaño y sólo pueden ser apreciadas en su totalidad desde una cierta altura sobre el suelo, lo que todavía ha hecho avivar más la imaginación de algunos autores. En todo caso, la fascinación que producen tales símbolos todavía por descifrar ha llevado a incluirlos en el capítulo de «prodigios de la Antigüedad», dado que debieron suponer en la mayoría de casos un gran esfuerzo colectivo (aunque sin duda inferior a la arquitectura megalítica) con unos fines que habitualmente se adjudican a ese magnífico y siempre disponible cajón de sastre llamado «creencias».
No es ninguna
novedad resaltar ahora que cierta literatura alternativa nunca ha creído en las
explicaciones encauzadas en el ámbito mitológico-religioso. Ya desde la era Von
Däniken la mayoría de estas señales se interpretaron como una simbología
destinada a llamar o evocar a los dioses voladores, o sea, astronautas de otros
planetas. ¿Qué sentido sino tenía realizar enormes dibujos que sólo se podían
ver desde el cielo? A algunos esta conclusión les parecerá una falacia de
enormes proporciones, pero ello no esconde la dura realidad, es decir, la gran
dificultad de interpretar objetivamente
tales empresas desde nuestra visión actual, más o menos sesgada por nuestras
preconcepciones. Por desgracia, debemos admitir que en este terreno casi
siempre estaremos forzados a esbozar escenarios más o menos especulativos, a
menos que surjan nuevas pruebas arqueólogicas o documentales que permitan
establecer las claves correctas para una interpretación razonablemente segura.
A modo de rápido
repaso, citaremos seguidamente los geoglifos más conocidos:
Las líneas y figuras de Nazca (Perú)
Raro es el libro de
historia alternativa de alcance general que no mencione estas famosas líneas de
la Pampa de Nazca, al sur del Perú. Descubiertas tras la generalización de la
aviación en Sudamérica, en seguida fueron objeto de investigación por parte de
varios expertos, entre los cuales destacan el norteamericano Paul Kosok y,
particularmente, la alemana Maria Reiche, que dedicó su vida a la conservación
y estudio de las líneas. No obstante, cabe señalar que en realidad se trató de
un redescubrimiento, pues ya en el siglo XVI los conquistadores españoles
habían advertido la presencia de estas grandes líneas sobre el terreno.
Preguntados entonces los indígenas por el origen de las líneas, dijeron que
guardaban relación con los mitológicos Viracochas.
Aunque estas líneas
son harto conocidas, haremos un rápido repaso de sus características. Se trata
de un conjunto de líneas y de geoglifos que ocupa una extensión aproximada de
unos 750 km2. Está formado tras despejar el duro terreno (de color
más claro que la superficie) de las pequeñas piedras y la arena que lo recubre.
Las líneas rectas, de anchura variable, se extienden por valles y colinas a lo
largo de varios kilómetros y en algunos casos parten radialmente de un centro.
Las figuras, alrededor de unas 300, son básicamente dibujos geométricos y
representaciones de animales a gran escala (mono, ballena, colibrí, araña,
garza, perro...) aunque también hay alguna forma humanoide como el llamado
«astronauta». El mono, por ejemplo, mide poco más de 130 metros. Se atribuye el
trazado de las líneas a cultura local nazca, con una datación estimada de entre
el 200 a. C. y el 700 d. C.
En cuanto a su
ejecución, no parece que se tratara de una tarea sobrehumana. Efectivamente, no
habría gran dificultad técnica; se podía llevar a cabo con unas simples
estacas. Se ha especulado sobre si era necesario elevarse sobre el suelo para
realizar los trazados e incluso se llegó a proponer la intervención de unos
globos prehistóricos. Lo cierto es que todo el trabajo se podría haber
realizado sin problemas a ras de tierra a partir de unos modelos a escala. Por
lo tanto, mucho esfuerzo y precisión, eso sí, pero no con una excesiva
complejidad.
Maria Reiche
siempre estuvo convencida de que las líneas se orientaban a determinadas
estrellas y que el conjunto podría ser un gran calendario astronómico. Aparte,
otros expertos sugirieron que las figuras zoomórficas podrían ser
representaciones de constelaciones, pero nada de esto ha sido probado. Se
realizó un exhaustivo estudio de la correlación entre las líneas y ciertas
alineaciones astronómicas, y no se hallaron más que unas pocas coincidencias
más bien fortuitas. Von Däniken, a su vez, vio en las líneas unas
inconfundibles pistas de aterrizaje para naves espaciales, aunque más de uno se
ha preguntado por qué tales naves necesitarían aterrizar como un avión... Hoy
en día prácticamente nadie, ni siquiera en las filas alternativas, apoya tales
ideas. Las últimas hipótesis que se han ofrecido para explicar las líneas
apuntan a rutas de peregrinajes sagrados o bien rituales relacionados con el
agua y la agricultura. De todas formas, todavía nos movemos en el terreno de
las conjeturas.
El Candelabro de Paracas (Perú)
Se trata de una
gran geoglifo en forma de candelabro o tridente trazado en la zona costera de
Punta Pejerrey, en la península de Paracas. Este diseño, formado por tres brazos, se puede apreciar desde lo alto,
pero también desde el mar (a modo de «baliza»). El tridente está
aproximadamente orientado al norte, según su eje central, cuya longitud es
superior a los 200 metros. En lo que se refiere a cómo fue realizado, el sistema
no sería muy distinto a lo visto en Nazca: excavación o vaciado de la capa
superficial, aunque en esta ocasión con una profundidad considerable (entre 1,2
y 3,2 metros). Tampoco en este caso se han ofrecido explicaciones concluyentes
sobre el significado de esta figura.
Geoglifos de Palpa (Perú)
Otro enclave
interesante es la región de Palpa, también en Perú, donde encontramos sobre un
terreno agreste un gran número de líneas y geoglifos. Allá también se observan
largas líneas rectas, dibujos de animales y de plantas, y alguna extraña figura
humanoide de ojos saltones y cabellera «de rayos». Sin embargo, a diferencia de
Nazca, destaca poderosamente una serie de complejos dibujos geométricos de
formas perfectas. Sobre estos geoglifos tampoco hay sólidas teorías, aparte del
consabido contexto ritual (en este caso centrado en la adoración del agua y la
fertilidad). Los investigadores atribuyen los trazados a la cultura de Paracas,
con una cronología más antigua que Nazca.
Las «bandas de agujeros» (Perú)
En Cajamarquilla
(en el valle de Pisco, Perú), hallamos una especie de pista perforada de casi
1,5 km. de largo por 20 metros de ancho que transcurre sobre una zona
montañosa. Está hecha a base de excavar unos 6.900 hoyos sobre el terreno (tan
profundos que cabría en ellos una persona). Se ha sugerido que los agujeros
podrían ser silos de almacenaje, posiciones defensivas o nichos funerarios,
pero no hay certeza al respecto. Nuestro inefable Erich Von Däniken también las
inspeccionó, pero no supo ofrecer mejores argumentos.
El Gigante de Atacama (Chile)
Este geoglifo es
una figura antropomorfa de unos 86 metros de largo, trazada sobre el desierto
chileno de Atacama. Para su realización se empleó una técnica doble: el clásico
vaciado y la acumulación de pequeñas piedras. Podría tratarse de la
representación de un dios pre-incaico, pero no es más que una especulación.
Menos conocidos son otros petroglifos de la región con figuras diversas:
círculos, espirales, flechas, rebaños de animales...
Aparte de esta gran
concentración de geoglifos en la zona de los Andes, cabe mencionar también que
en América del Norte se han identificado bastantes montículos artificiales
decorados con geoglifos, como el del Montículo de la Serpiente, en Ohio (EE
UU). Se cree que fue realizado hace más de dos mil años por las culturas
indígenas de Adena o de Hopewell. La figura que podemos ver sobre el
promontorio es la de una enorme serpiente en actitud de devorar un huevo,
trazada mediante la colocación de barro amarillo sobre una gran base de barro y
piedras. Se ha interpretado este montículo como un santuario donde residía el
espíritu de esta divinidad, protectora de las aguas según la mitología de
muchos pueblos indios. Otro clásico ejemplo de grandes geoglifos en Nortemérica
es el conjunto de dibujos de Blythe (California), realizados con el clásico
vaciado de la grava superficial, en que apreciamos animales y figuras humanas.
En Europa el fenómeno es bastante escaso, pero destaca la figura en creta blanca del llamado "caballo blanco" de Uffington (Gran Bretaña), sólo bien visible desde el aire a causa de su tamaño (110 x 37 metros). No hay certezas sobre su datación, que se ha fijado entre tercer y el primer milenio antes de Cristo, aunque se han sugerido otras fechas muy posteriores. En Gran Bretaña también cabe reseñar una figura antropomorfa de unos 80 metros llamada "el gigante de Cerne Abbas", un humanoide armado con una porra que se ha relacionado con el culto a la fertilidad (seguramente porque está representado con un pene erecto...).
En Europa el fenómeno es bastante escaso, pero destaca la figura en creta blanca del llamado "caballo blanco" de Uffington (Gran Bretaña), sólo bien visible desde el aire a causa de su tamaño (110 x 37 metros). No hay certezas sobre su datación, que se ha fijado entre tercer y el primer milenio antes de Cristo, aunque se han sugerido otras fechas muy posteriores. En Gran Bretaña también cabe reseñar una figura antropomorfa de unos 80 metros llamada "el gigante de Cerne Abbas", un humanoide armado con una porra que se ha relacionado con el culto a la fertilidad (seguramente porque está representado con un pene erecto...).
Finalmente, el
incansable viajero e investigador alternativo J.J. Benítez nos recordaba en su
libro Mis enigmas favoritos que
también en África, más concretamente en el territorio del Sáhara, podemos
observar unos curiosos geoglifos en forma de esquemáticas moscas o de
bumeranes. Según la información que recogió Benítez de los pilotos de la Fuerza
Aérea Española que los identificaron, tales dibujos no podían ser formaciones
naturales, sino que parecían haber sido elaboradas mediante la agrupación de
grandes piedras oscuras. El tamaño de estos bumeranes es muy grande; de hasta
1,5 kilómetros, mientras que las moscas no sobrepasarían los 50 metros. En
cuanto a su disposición, las moscas no presentan ningún orden ni orientación
precisa, pero en el caso de los bumeranes se pudo comprobar que todos estaban
perfectamente orientados hacia el oeste (el Atlántico). Sobre sus orígenes y
significado apenas sabemos nada.
Actualización:
En su reciente libro Decoding the riddle of the Nazca lines (2014), el investigador independiente Brien Foerster sostiene la versión de que los geoglifos de Paracas, Palpa y Nazca deberían interpretarse como la sucesión de una serie de intervenciones de diversas culturas a lo largo de muchos siglos. En su opinión, los geoglifos de Paracas pudieron haber sido creados como "expresiones de arte y espiritualidad", así como para observaciones celestes. Más tarde, la cultura Nazca, afectada por una escasez de recursos alimentarios (por razones climáticas) habría realizado las líneas con el propósito de hacer un mapa de las corrientes de agua subterráneas de la zona. Las principales líneas, a su vez, habrían sido marcadas previamente como senderos a enclaves remotos, en función de rutas comerciales, y también para fijar ciertas alineaciones solares, lunares y estelares. De todas formas, Foerster reconoce que aún nos movemos en el terreno de las hipótesis a la hora de explicar globalmente el fenómeno de los geoglifos.
Actualización:
En su reciente libro Decoding the riddle of the Nazca lines (2014), el investigador independiente Brien Foerster sostiene la versión de que los geoglifos de Paracas, Palpa y Nazca deberían interpretarse como la sucesión de una serie de intervenciones de diversas culturas a lo largo de muchos siglos. En su opinión, los geoglifos de Paracas pudieron haber sido creados como "expresiones de arte y espiritualidad", así como para observaciones celestes. Más tarde, la cultura Nazca, afectada por una escasez de recursos alimentarios (por razones climáticas) habría realizado las líneas con el propósito de hacer un mapa de las corrientes de agua subterráneas de la zona. Las principales líneas, a su vez, habrían sido marcadas previamente como senderos a enclaves remotos, en función de rutas comerciales, y también para fijar ciertas alineaciones solares, lunares y estelares. De todas formas, Foerster reconoce que aún nos movemos en el terreno de las hipótesis a la hora de explicar globalmente el fenómeno de los geoglifos.
(c) Xavier Bartlett 2013
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